29
El Rata se encontró fatal durante una semana. Tendría que ver con el hecho de que se acercaba el otoño y quizá, también, con aquella chica. No me dijo al respecto una sola palabra.
Aprovechando que no estaba delante, sondeé a Jay.
—Oye, ¿qué crees que le pasa al Rata?
—¡Uf! Ni idea. Debe de ser porque se está acabando el verano.
Conforme se acercaba el otoño, el Rata se iba deprimiendo más y más. Leía distraídamente sentado a la barra y, le dijera lo que le dijese, se limitaba a contestarme con monosílabos, sin mostrar interés alguno. Cuando llegaba la época en que, al atardecer, se alzaba un viento fresco y comenzaban a percibirse, aunque sólo fuese muy poco, los signos del otoño, el Rata dejaba de tomar cerveza y empezaba a trasegar un bourbon con hielo tras otro, echaba monedas sin parar en la máquina de discos que había al lado de la barra y pegaba puntapiés al pinball hasta que saltaba el TILT y sobresaltaba a Jay.
—Quizá se sienta abandonado. Comprendo muy bien cómo se siente —dijo Jay.
—¿Tú crees?
—Todo el mundo se va a algún sitio. Unos a estudiar, otros vuelven al trabajo. Como tú, ¿no?
—Pues sí.
—Intenta comprenderlo.
Asentí.
—¿Y la chica del otro día?
—En cuanto pase un tiempo, la olvidará. Seguro.
—¿Sucedió algo desagradable?
—¡Uf! No lo sé…
Jay empezó a andarse con rodeos y volvió al trabajo. Opté por no preguntarle nada más, metí unas monedas en la máquina de discos, elegí una canción, regresé a la barra, bebí un trago de cerveza.
Unos diez minutos después, Jay volvió a plantarse frente a mí.
—Oye, ¿el Rata no te ha dicho nada?
—No.
—¡Qué raro!
—¿Ah, sí?
Jay reflexionó mientras secaba, una y otra vez, el vaso que sujetaba en la mano.
—Seguro que tiene ganas de hablarte de algo.
—¿Y por qué no lo hace?
—Le cuesta. Le da la impresión de que vas a tomarle el pelo.
—Yo no le tomo el pelo a la gente.
—Eso es lo que a mí me parece. Hace tiempo que tengo esa impresión. Tú eres muy buen chico. Pero hay algo en ti, no sé, como si estuvieras de vuelta de todo… No te lo tomes a mal.
—Ya lo sé.
—Sólo que, ¿sabes?, yo te llevo veinte años y, en este tiempo, he visto de todo. Así que soy, ¿cómo se dice?
—Un metomentodo.
Riendo, tomé un sorbo de cerveza.
—Por lo que hace al Rata, sacaré el tema yo.
—Buena idea.
Jay apagó el cigarrillo y reemprendió el trabajo. Me levanté, fui al lavabo y, mientras me lavaba las manos, miré mi imagen reflejada en el espejo. Luego, con hastío, me bebí otra cerveza.