Capítulo 11.
Durante aquellos dos últimos años Donovan no los había vuelto a congregar. Todos le pasaban informes sobre la vida de Bec mientras él iba detallando todos los pasos para su venganza. Pero no contaba con lo que se acababa de enterar. Su mayor enemigo iba a volver a la ciudad en un mes, adelantándose un año, para todo lo que él tenía que planeado.
Todos fueron puntuales. A las cinco se encontraron en el despacho de Donovan a la espera de acontecimientos.
Bec vio a Gabriel, pero decidió pasar de él. Estaba nerviosa porque veía que el equipo estaba intranquilo.
Donovan entró en su despacho y siguió de pie frente a su escritorio contando a las personas que había allí por si faltaba alguien. Cuando acabo su cálculo mental, cogió el mando de la pantalla plana de ochenta pulgadas y le dio al play. Todos se giraron para ver qué había puesto. Eran las noticias de las cinco. Después de esperar diez minutos, la presentadora comenzó a hablar y Donovan le dio volumen.
“Hoy hemos sabido que, el visionario y creador de Molecular BioGenetic Sciences Inc. y uno de los mayores magnates de New York, Nicholas Swarz Sénior, ha fallecido en su residencia de París. Su hijo, Nicholas Swarz Junior, se hará cargo de la tan exitosa empresa de su padre. Conectamos con la empresa MBGS en pleno centro de Manhattan, donde nuestro reportero se encuentra con el señor Nicholas Swarz Junior.
Buena tardes América. Me encuentro con Nicholas Swarz Junior quien, tras el fallecimiento de su padre esta mañana, ha decidido volar hasta Manhattan para hacerse cargo de la sede principal de su padre.
R: Le doy mi más sincero pésame, señor Swarz.
N: Gracias.
R: ¿Se hará cargo de todas las empresas de su padre?
N: Si. Y espero hacer mejoras en ellas. Pero sobre todo me haré cargo de MBGS, es la más grande de todas las empresas que tenía mi padre y a la cual más tiempo he dedicado.
R: Su padre no era aficionado a hacer entrevistas, pero... ¿puede decirnos en que se basa MBGS y como pretende mejorarla? ”
La pantalla se apagó. Todos miramos para Donovan esperando a que nos aclarara por qué nos había reunido allí y por qué habíamos visto esa entrevista
No se hizo esperar. Donovan comenzó su disertación como si estuviese dando una conferencia.
—Acabáis de ver a Nicholas Swarz. Éste es el hombre por el que he montado todo esto durante seis años, pero como habéis comprobado, se nos ha adelantado concretamente un año. Tenemos un mes para empezar con la última parte de mi plan, en el que por supuesto, Bec, eres la persona más importante en este momento. Nicholas tiene treinta y tres años: rico, rompecorazones, mujeriego... nunca repite una noche con la misma mujer. Es egocéntrico y vanidoso, no le importa nadie ni nada.
—Estás más que preparada, pero ten en cuenta que tienes que marcarlo desde el primer momento que estés con él, para que quiera volver a verte. Si no lo consigues a la primera, tienes un equipo detrás que con mis indicaciones, haremos que tengáis encuentros o situaciones en los que puedas llegar a él.
Necesito que todos empecéis a trabajar en vuestros puestos como acordamos cuando os contraté —Miró de nuevo a Bec
—Volverás recibir algunas clases y necesito que en un mes estés totalmente preparada. En un mes tendrás tu primer encuentro sexual con él en un pub que es de mi propiedad, en el que habrá actores para que te echen una mano si es preciso, pero también gente real, pues Nicholas tiene que pensar que todo es fruto del azar. ¿Alguna pregunta?
Todos dijimos que no, pues sabíamos que era una pregunta retórica, pero Bec sí que las tenía.
—Señor, creo que no ha tenido en cuenta todos los factores.
—¿Cómo cuáles? —preguntó Donovan intrigado.
—Bueno... tengo que acostarme con él. Pero...
—¿Pero qué, Bec? Llevas acostándote con hombres desde hace seis años —afirmó, Donovan.
—Bueno, en realidad solo he practicado sexo los cuatro años que viví con usted y el equipo en el almacén.
Donovan alarmándose porque se estaba dando cuenta de por dónde iba la conversación, le preguntó sin miramientos.
—¿Con cuántos hombres te has acostado en estos dos últimos años?
Bec, roja de vergüenza por aquella pregunta, contestó mirando al suelo.
—Con… ninguno, señor.
—¿Has dicho ninguno? —Donovan estaba fuera de sí—. ¿Quieres explicarme en qué cojones has pasado el tiempo durante estos dos años? Tenías libertad para salir y divertirte. ¿No has ligado con ningún hombre?
—Ligar, lo que se dice ligar... si, pero nunca hemos llegado a...
Donovan se acercó a ella y la miró a los ojos. Estaba enfadado, rabioso. Quería abofetearla, verla sangrar. Pero como si de repente algo lo hubiera iluminado, sin dejar de mirarla dijo en voz alta.
—Durante este mes te enviaré a un hombre por las noches para que recuerdes ciertas cosas.
—¿Qué? ¡No voy a permitir que mande a mi casa a un desconocido! —No lo se lo iba a permitir. Si violaba su intimidad era como volver a violarla a ella.
—Haré lo que me dé la gana Bec, cállate y no me provoques más.
Había una razón simple y lógica por la que Bec no se había acostado con nadie en dos años. Todos aquellos hombres con los que se había tenido que acostar no los conocía, ni tan siquiera sabía cómo se llamaban, siempre había sido muy impersonal. Follársela, hacer mamadas, tríos... ella quería conocer a alguien de verdad. No creía en el amor, pero quería experimentar aunque solo fuera por una vez en su vida, la sensación de ser querida por alguien. No quería que mandase a nadie a su casa. Su casa era su santuario, donde era ella de verdad, donde nadie le pegaba, castigaba o la hacía sentir como una mierda porque no entendía lo que un autor en su puñetero libro quería explicar o porque no aprendía ciertas cosas de economía. Tenía que pensar algo y rápido, pero ¿el qué?
—Señor Donovan, yo puedo ocuparme de ella durante este mes si le parece bien, de esa forma nuestras cuentas estarán saldadas. No se preocupe, sé lo que tengo que hacer —dijo Gabriel rompiendo los pensamientos de Bec.
Donovan simplemente asintió.
Se fueron marchando uno a uno hasta que solo quedamos Bec, Gabriel y yo. La discusión no tardó en comenzar.
—¿Vas a explicarme exactamente qué es lo que sabes que tienes que hacer? —le preguntó con voz enfurecida Bec mientras se acercaba a él con cara de pocos amigos.
—¿De verdad necesitas que te lo explique? —le preguntó Gabriel con sorna. Él tampoco lo estaba llevando bien. Hacía seis años que había aceptado la proposición de Donovan para acostarse con Bec a cambio de toda la información que necesitaba para su tesis doctoral. Pero la había aceptado porque suponía que en esos dos años de libertad vigilada, ella se había acostado con alguien.
—Sé perfectamente a que se refería Donovan, lo que quiero saber es qué vas a hacerme, o es que al final tenía yo razón, ¿eres un puto como los que contrataba Donovan?
Gabriel enfadado como nunca en su vida porque ella había utilizado esa palabra otra vez, se acercó a ella lamiéndose los labios.
—Tengo que follarte Bec, como yo quiera y donde yo quiera para que cojas soltura, porque has sido incapaz de hacerlo en estos dos últimos años. Me hace tanta gracia como a ti, pero supongo que ya que vas a entablar una relación con Swarz, necesitas saber al menos lo que es tener una por una puta vez en tu vida.
—¿Escribirás un artículo al respecto? Puedes titularlo “Lo que se siente al follarse a una vagabunda”.—explotó Bec con el mayor sarcasmo que pudo.
—Es la mejor opción que tienes, idiota. Será mejor que me la chupes a mí que no a...
—¡Basta! —Reventé, porque la forma en la que Gabriel se estaba enfrentando a Bec no me estaba gustando nada. No había más que fijarse un poco para darse cuenta que aquel joven sentía algo por ella—. Deja por un momento de comportarte como un gilipollas al que acaban de meterle un palo por el culo y compórtate como un caballero.
Bec se quedó de piedra. Yo la había defendido ante las groserías de Gabriel y eso era inusual en mí. Me sentía dolido por las formas en las que la había tratado y continúe defendiéndola.
—Por si no te has dado cuenta, Donovan no se ha gastado un montón de millones de dólares para transformar a un despojo social en una puta. Tiene que seducirlo, ganárselo y sí, follárselo, te has ofrecido tú por una razón que aun no entiendo, pero siempre estás a tiempo de cambiar de opinión. Hablaré con Donovan y contrataremos a un profesional.
Gabriel se dio cuenta de que había perdido las formas, pero es que estaba dolido por como ella lo había tratado. Odiaba la palabra puto. Así que se tragó su orgullo y con voz firme me contestó.
—No hace falta nada de lo que has dicho Blaise, sé cómo comportarme con una mujer —Dirigiéndose hacia Bec le dijo susurrando—. Estaré en tu casa a las siete y esta vez cuando te llame, hazme el favor de abrirme la puerta o de coger el puto móvil. Y no te preocupes Blaise, primero tenemos una conversación pendiente Bec y yo y luego que Dios nos coja confesados.