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Aquí el viejo meón de confianza, Shef. Miren, recibimos su mensaje. ¿Saben?, no están ustedes muy en contacto con la realidad. No quiero discutir lo que dicen, excepto para decir que tienen unos cojones como un toro. No echen su malhumor sobre nosotros, a menos que quieran que nosotros hagamos lo mismo, ¿de acuerdo? Si no saben decir nada agradable, entonces no digan nada, punto. Hacemos lo mejor que podemos. Lo cual no es poco. Si no hacemos exactamente lo que ustedes desean de nosotros, quizá sea porque no se lo merecen. Sin mencionar que, realmente, todos aquí sabemos mucho más acerca del mundo de lo que sabían ustedes cuando nos lanzaron a ese reflejo de luna que llaman Alfa-Alef. ¡Bien, muchas gracias por nada!

Por otra parte, gracias por lo poco que hicieron por nosotros, que al menos funcionó para traernos hasta donde estamos ahora, y no me refiero espacialmente. Así que no voy a decirles nada. Simplemente, no quiero hablar con ustedes. Dejaré que sean los otros quienes hablen por sí mismos.

Al habla Dot Letski. Esto es importante. Pásenlo. Tengo tres cosas que decirles, y no quiero que las olviden. Uno: La mayor parte de los problemas tienen soluciones gramaticales. El problema de transportar gente desde la Tierra a otro planeta no debe resolverse ensamblando piezas de acero una tras otra al azar y descubriendo que por accidente han construido la Constitución. Debe resolverse construyendo un modelo (= ecuación [= gramática]) que describa las circunstancias necesarias bajo las que se produce el transporte. Una vez posean el modelo gramático, todo lo que tienen que hacer es colgar el metal a su alrededor, y luego todo se pondrá en marcha.

Cuando hayan comprendido esto, se hallarán preparados para, Dos: No existe la causalidad. ¡Qué pérdida de tiempo ha sido intentar asignar «causas» a los «acontecimientos»! Ustedes dicen cosas como: «Rascar una cerilla hace que la cerilla arda.» ¿Una afirmación verdadera? No. Una afirmación falsa. Se encontrarán en un auténtico rompecabezas acerca de si el «acto» de «rascar» es necesario y/o «suficiente», y se perderán en palabras. Las gramáticas pragmáticamente útiles no poseen tiempo verbales. En una gramática decente (cosa que ésta del idioma inglés, por supuesto, no es, pero intentaré hacerlo lo mejor que pueda), pueden hacer ustedes una afirmación como: «Existe una conjunción de formas de materia (especificada) que combina con la liberación de energía a una cierta temperatura (especificada) (que puede ser la temperatura asociada con el calor de la fricción).» ¿Dónde está la causalidad? «Causa» y «efecto» se hallan dentro de la misma afirmación carente de tiempo. De modo que, Tres: No existen las leyes empíricas. Cuando Ski llegó a comprender eso, fue capaz de contener indefinidamente el plasma en nuestro chorro, no empujando partículas de aquí para allá en estrujones magnéticos de fuerza bruta sino animándolas a permanecer juntas. Hay otras formas de decir lo que hace (= «crea un entorno en el que las fuerzas centrípetas exceden de las centrífugas»), pero la forma en que lo digo yo es mejor porque les dice a todos ustedes algo que realmente necesitan saber acerca de sus personalidades. No son más que un hatajo de fanfarrones. ¿Por qué no pueden ser amables con las cosas si desean que las cosas sean amables con ustedes? Asegúrense de transmitir esto a Tin Fa en Tientsin, al profesor Morris en All Soul's, y a quien sea que ocupe la cátedra de Carnap en la UCLA.

El turno de Flo. A mi madre le hubiera encantado mi huerto. Tengo cañafistolas y narcisos trompones creciendo lado a lado en la lodosa arena. Lo hacen para complacernos, y nosotros a ellos. Probablemente transmitiré un libro guía completo sobre horticultura en algún tiempo futuro, pero mientras tanto tengan en cuenta que es vergonzoso comerse un rábano. A las zanahorias, por su parte, les encanta que se las coman.

Una declaración de Willis Becklund, difunto. Emergí al mundo entre heces y orina, aprendí, crecí, comí, trabajé, me moví y morí. Alternativamente, emergí del estallido de hidrógeno, encogido, vomitado, y reentré en el seno que tanto echamos en falta. Puedes abordarlo desde ambos extremos, no constituye ninguna diferencia la forma en que lo mires.

Datos de observación, Letski. En la hora h, un número Dirac inconmensurable con el GMT, es observado el siguiente fenómeno: El análisis bolométrico indica que el punto brillante que tenemos delante, ocupando aproximadamente un minuto de arco, es de hecho la radiación del cuerpo negro fósil 2,7 K residuo del Big Bang, corrido al azul hasta una temperatura percibida de 3,7 x 104 K, con una magnitud visual de aproximadamente mv = 24,5. Nos estamos dirigiendo al seno del universo. Por favor, envíen copia al servicio de notificaciones Harvard-Smithsoniano.

«Arco iris estelar»: Un estudio preliminar para traducir al inglés un poema de James Barstow:

Un grupo de tarambanas escogidos de nuestra raza

vagamos por el espacio relativista en plan calabaza.

Ahí fuera en la terrible e inexpresable noche

viajamos hacia el brillo incognosclible en este coche.

Dilatados, estirados, abrumados, escrutamos:

pero el signo del Caballo y el Hombre vacío hallamos.

Vacío el signo del Hombre y el Caballo hallamos,

y ahora conjeturamos hacia dónde vamos.

Engañados, atrapados, defraudados, seguimos corriendo

tras el hijo del sol célibe yendo.

El truco ha sido revelado y la trampa confesada

y no somos más que las heces de esta mala pasada.

¡Oh Ganso que nos hizo, oh Gansa que nos soltó,

lo lasciva y retorcidamente que nos traicionó!

Tenemos una deuda contigo. No olvidamos,

con suerte y fortuna pronto te pagamos.

Danos algo de suerte y a su debido tiempo te enviaremos

tu caldero de oro que al final del arco iris encontraremos.

Ann Becklund. Creo que fue Stanley Weinbaum quien dijo que de tres hechos de una mente superior debía poder deducirse todo el universo. (Ski piensa que la hazaña es posible con un número finito, pero con uno que es considerablemente más grande que tres.) Todavía estamos muy lejos de ser mentes auténticamente superiores según esos estándares, e incluso según los nuestros propios. Sin embargo, poseemos un número de hechos sobre los que trabajar considerablemente más grande que tres, o incluso tres mil, de modo que hemos deducido bastantes cosas.

Esto no resulta tan valioso para ustedes como tal vez habían esperado, querido viejo bastardo Kneffie y todos los demás bastardos que le acompañan, porque una de las cosas que hemos deducido es que no podemos decírselo todo, porque no lo comprenderían.

Estaríamos dispuestos a ayudarles, a algunos de ustedes, si estuvieran aquí..., ¡y qué tributo a nuestra decencia esencial resulta esto! Y luego, a su debido tiempo, ustedes serían capaces de hacer lo que nosotros hacemos con bastante facilidad; pero no por control remoto.

¡Pero no todo está perdido, chicos! ¡Alégrense! Ustedes no deducen del mismo modo que deducimos nosotros, pero por otra parte son muchos más. Así que inténtenlo. Sean listos. Pueden hacerlo si lo desean. Pongan a descansar sus personalidades, recompongan sus mentes antes de hablar, afirmen sus relaciones antes de pedir nada. No sean como el tipo en los Cambios: «No trae ningún incremento a nadie. De hecho, alguien incluso le golpea».

A todos nos han vuelto a crecer los dedos de los pies, incluso a Will, aunque fue particularmente difícil para él después de que resultara muerto, y hemos inscrito los huesos y los hemos usado con muy buenos efectos en generar los hexagramas. Espero que sepan ver el meollo de lo que hicimos. Podríamos haber seguido arrojando monedas o los tallos de milenrama o al menos lo más cercano que Flo hubiera podido desarrollar de los tallos de milenrama. No deseamos hacerlo así porque no era la forma óptima.

La persona que no mantiene su corazón constantemente firme puede decir: «Bueno, ¿cuál es la diferencia?». Es una triste pregunta. Implica una respuesta determinista. Una pregunta mejor es: «¿Significa alguna diferencia?», y la respuesta a ello es; «Sí, probablemente, porque a fin de hacer algo bien necesitas hacerlo bien». Esa es la ley de la identidad, en cualquier idioma.

Otra pregunta que pueden formular es: «Bien, ¿de qué fuente de conocimiento están bebiendo realmente cuando consultan los hexagramas?». Este es un tipo mejor de pregunta en el sentido de que no obliga a una respuesta errónea, aunque la respuesta es, de nuevo, indeterminada. Pueden considerar ustedes el I Ching como una especie de amasijo de manchas de Rorschach que no poseen un significado innato pero que son útiles porque tu propia mente las interpreta y les pone sentido. ¡Siéntanse libres! Pueden pensar en ello como en una especie de banco de memoria o erudición codificada. ¿Por qué no? Pueden pasar enteramente de ello y llegar al conocimiento en algún otro tao, cualquier tao que prefieran. («El hombre superior comprende al final lo transitorio a la luz de la eternidad.») ¡Eso es espléndido también!

Pero, lo hagan de la forma en que lo hagan, deberían hacerlo de esa forma. Necesitábamos huesos inscritos para generar hexagramas, porque ésa era la forma correcta, y así no fue un sacrificio demasiado grande que cada uno de nosotros cediéramos un dedo de nuestros pies para esa finalidad. Funciona perfectamente, excepto por una cosa. Lo único irritante en estos momentos es que las traducciones del único libro que poseemos están tan degradadas, del chino al alemán, del alemán al inglés, con errores infiltrándose en cada paso, y ustedes malditos bastardos no nos transmitirán los originales. No importa. Nos saldremos con ello.

Quizá les diga más en otro momento. No ahora. No muy pronto. Eve les contará todo al respecto.

Eve Barstow, la Tonta, viene como la última y, me temo, la menos importante. Cuando era pequeña acostumbraba a jugar al ajedrez, muy mal, con muy buenos jugadores, y ésa es la historia de mi vida. Soy una hiperrealizadora crónica. No puedo soportar a la gente que no es más lista y mejor que yo, pero el resultado es que yo soy siempre la que lleva la basura. Todos son muy amables conmigo la mayor parte de las veces, incluso Jim, pero saben cuáles son las puntuaciones, y yo también lo sé.

Así que me mantengo ocupada, y aplaudo en ellos lo que no puedo hacer por mí misma. No es una mala vida. Tengo todo lo que necesito, sin contar el orgullo.

Déjenme decirles cómo es un día típico aquí entre Sol y Centauro. Despertamos (si hemos estado durmiendo, lo cual acostumbramos a seguir haciendo todos) y comemos (si aún seguimos comiendo, cosa que hacemos todos menos Ski y, por supuesto, Will Becklund). La comida es deliciosa, y Florence la ha inducido a crecer cocinada y sazonada allá donde es deseable, así que no hay problema en ir y coger por ti misma un hermoso huevo poché o un manojo de patatas fritas. (Yo realmente prefiero los brioches por la mañana, pero Flo no los consigue, creo que por algún tipo de razón sentimental.) A veces bailamos un poco o cantamos viejas canciones de acampada. Ski baja para eso, pero no demasiado tiempo, y luego vuelve a mirar el universo. No comprendo cómo lo soporta. Es algo que casi te quema los ojos. El fuego de las estrellas es magnífico y abrumador. Una siempre puede mirar en las otras frecuencias y ver estrellas fantasma delante y detrás de nosotros, pero en las bandas del brillo natal la visión es completamente negra, y luego ese hermoso anillo pulverulento de coloreadas estrellas..., y luego ese fuego de estrellas. Por supuesto desaparecerá cuando disminuyamos de nuevo la velocidad, pero en estos momentos es exactamente como caer directamente hacia el más ardiente pozo del Infierno.

A veces escribimos obras de teatro o tocamos algo de música. Shef dedujo cuatro conciertos perdidos de Bach para clavicordio, con muchas influencias de Corelli y Vivaldi, con todo entrando a la vez en los tuttis, y entre todos los hemos adaptado para interpretarlos. Yo he sido un tanto tímida, pero Ann y Shef han sintetizado orquestas completas. Shef es particularmente hábil en eso. Oyéndolo, puedes decir que el flautista tiene un inicio de enfisema, y que dos personas de la sección de violines han estado bebiendo, y dirige a Toscanini como un metrónomo del risorgimento. La hija mayor de Flo hizo las letras y ahora canta una especie de adaptación a ritmo de nursería de algunas corales de Buxtehude; oh, no hubiera debido hablarles acerca de los chicos. Tenemos once ahora. Ann, Dot y yo tenemos uno cada una, y Florence tiene ocho. (Pero me van a dejar tener cuatrillizos la semana próxima.) Me dejan que los cuide durante las primeras semanas, mientras son tan pequeños, y son tan adorables.

Así que paso casi todo mi tiempo ocupándome de los chicos, y elaborando las ecuaciones tensoriales que Ski me pasa amablemente para que se las calcule, y, debo confesarlo, sintiéndome un poco solitaria. ¡Me gustaría ver un concurso de televisión delante de una taza de café con un amigo! No es lo que una llamaría un sitio acogedor aquí dentro. Aunque me dejan redecorar el interior de nuestro hogar móvil de tanto en tanto. El otro día lo rehice todo al estilo suburbano de Pittsburgh sólo para divertirme. ¿Se imaginan ventanas francesas en el espacio interestelar? No podemos abrirlas, por supuesto, pero parecen reales, con sus cristalitos cuadrados y sus cortinas de chintz sujetas con lazos. Y hemos añadido varias habitaciones nuevas para los chicos y sus animalitos. (Flo les hizo crecer los conejitos más lindos que se pueda una imaginar en sus cubas hidropónicas; son cálidos y parece que respiren, aunque por supuesto no pueden dar saltos ni hacer nada de eso.)

Bien, ya he aprovechado mi oportunidad de chismorrear un poco, pero será mejor que vaya al asunto. No sé por qué soy la única que debe darles las malas noticias, pero de todos modos adelante con ello.

Ninguno de los otros va a escuchar lo que les estoy transmitiendo. Simplemente no son ya el tipo de personas que se interesen por ello. Hay un montón de otras cosas que ya no son tampoco, y, queridos amigos de ahí atrás, no estoy en absoluto segura de que alguna de esas cosas no sea «humana». No quiero hablar de ello. Pero no me gusta tampoco, y todos ustedes deberían comprender que el Will Becklund y el Sheffield Jackman e incluso la Eve Barstow que conocieron simplemente ya no existen, y cualquier suposición que puedan hacer acerca de cualquiera de ellos, o de nosotros, será totalmente bajo su propio riesgo. Más que eso. Han sido ustedes más bien irritantes. Hay una gran cantidad de hostilidad en caída libre por aquí que les corresponde a ustedes.

Durante algún tiempo las vibraciones en este lugar han sido más bien ácidas. Ya saben cómo es por ahí en Cabo cuando se produce una pausa y luego un deslizamiento, y no saben si la misión se va a ir a hacer puñetas o no, si el maldito pájaro va a estrellarse contra la pista de lanzamiento o va conseguir remontarse, y luego se eleva pero la misión ya está gafada, y la tripulación no duerme, y los instrumentos dan esperanzas pero no todas las esperanzas, y los nervios están a flor de piel, y las esposas les chillan a sus hijos y se encierran en su dormitorio a llorar dos o tres veces al día y se preguntan si el divorcio no hubiera sido mejor después de todo. No quiero decir que esto fuera como eso. Quiero decir que fue un millón de veces peor que eso. Quiero decir que, cuando ocurre algo así en Cabo, son los americanos medios, los Joe y Sally, los que sienten ponerse la piel de gallina. Nosotros ya no somos así. Quiero decir que ni siquiera yo soy ya la pequeña y dulce Eve. Y, si a alguno de nosotros nos quedara aún un poco de dulzura, seguro que se habría secado cuando descubrimos que ustedes nos estaban matando.

Oh, no estamos muertos..., sin contar a Will, quiero decir. Pero eso no les hace a ustedes ser menos que un hatajo de asesinos.

Así que lo descubrimos; ¡y, oh, queridos, qué reunión tuvimos después de eso! No voy a decirles a anas de las cosas que hablamos que podíamos hacer. No desearán saberlas. Y no creo que realmente llegáramos a hacerlas, o al menos las peores de ellas, al menos no ahora. Probablemente.

Pero hay algo que tenemos que hacer. Amigos, todos ustedes pasan a la situación de Ostracismo. Se acabaron las comunicaciones. Los demás han decidido que no deseamos recibir más mensajes de ustedes. No les gusta la forma en que ustedes intentan trabajar sobre nuestros subconscientes y todo eso (no es que hayan tenido ningún éxito, por supuesto, pero supongo que se darán cuenta de que resulta un tanto irritante), de modo que en el futuro el dial será fijado a seis-seis-cero, de acuerdo, pero el interruptor se mantendrá en la posición «off». No fue idea mía, pero estoy de acuerdo con ella. Me gustaría alguna compañía menos exigente de tanto en tanto, aunque no, por supuesto, la de ustedes.