Ahora quiero hablar de la maduración. Y para entender bien la maduración tenemos que hablar de aprendizaje. Para mí, aprender es descubrir. Aprendo algo de esta experiencia. Hay otra idea de aprendizaje: la gimnasia, la repetición, un "artefacto" fabricado en la persona que la convierte en un autómata hasta que descubre el significado del ejercicio. Por ejemplo, uno aprende a tocar el piano. Primero se comienza con el ejercicio. Y luego viene una "cerrazón" y finalmente el "descubrimiento": ¡ah, ya lo tengo! Luego hay que aprender a usar esta técnica.
Hay otro tipo de aprendizaje: el alimentar nuestra computadora con información de modo que podamos acumular conocimientos; a medida que se sabe, el conocimiento atrae más conocimiento, hasta que llega el momento en que queremos volar hasta la luna. Este conocimiento secundario puede ser útil cuando se han perdido los sentidos. Mientras uno tenga sus sentidos, mientras uno pueda ver y oír, puede darse cuenta de lo que ocurre y entonces se comprende. Si se aprenden conceptos, si se trabaja para tener información, entonces no se comprende. Únicamente se explica. Y no es fácil entender la diferencia entre explicar y entender, tal como no es fácil entender la diferencia entre el corazón y el cerebro, entre sentir y pensar.
La mayoría de la gente considera el explicar como idéntico al entender. Hay una gran diferencia. Como ser ahora; yo les puedo explicar muchas cosas. Les puedo entregar una serie de frases que les servirán para construir un modelo intelectual de cómo funcionamos. Tal vez alguno de ustedes siente la coincidencia entre estas frases y explicaciones con sus vidas reales, y entonces esto significaría comprender.
En este momento, lo único que puedo hacer es hipnotizarlos, persuadirlos, hacerlos creer que estoy en lo cierto. Ustedes no lo saben. Estoy solamente predicando algo. Ustedes no aprenderían mis palabras. Aprender es descubrir. No hay otro medio efectivo de aprender. Uno le podrá decir a un niño mil veces: "La cocina está caliente", pero de nada sirve. El niño tiene que descubrirlo por sí solo. Espero que yo pueda ayudarles a descubrir algo de ustedes mismos.
Ahora bien, ¿qué es lo que deben aprender aquí? En Terapia Gestáltica tenemos fines específicos, y éstos son los mismos fines que existen al menos verbalmente en otras formas de terapia, en otras formas de descubrir la vida. El objetivo es madurar, crecer. Me gustaría alguna participación de ustedes sobre el problema de la maduración. ¿Cuál es la opinión de ustedes? ¿Qué es una persona madura? ¿Podemos empezar aquí?
A: Ya sé la respuesta, Fritz.
F: Sí, claro, sabes la respuesta escrita, de acuerdo al evangelio según "San Gestalt". ¿Pero cuál es tu definición de una persona madura?
A: Bueno, ya he tenido algo de introducción a la Gestalt y tal vez esto me influya, pero creo que una persona madura es la persona que es...
F: Si quieres dar mi definición, entonces no, porque esto de nuevo sería únicamente información y no comprensión.
A: Bueno, creo que la persona integrada es aquella que está al tanto de todos sus componentes y que los ha puesto en un todo entero unificado.
F: ¿Y esto sería una persona madura?
A: Tiene un mínimo de partes de sí misma de las cuales es completamente inconsciente o de las que no se da cuenta. Siempre hay un residuo, nunca estamos completamente al tanto o completamente concientes.
F: En otras palabras, para ti la persona madura es la persona completa.
A: Sí.
F: (Dirigiéndose a otra persona) Por favor, ¿podrías darme tu definición?
B: Yo pensaba que una persona que se conoce a sí misma y acepta todo aquello que le guste de sí y lo que le disgusta -que se da cuenta de muchas potencialidades y trata de desarrollarlas lo más posible-, sabe lo que quiere.
F: Ciertamente has descrito algunas características muy importantes de la persona madura, ¿pero no dirías que esto también se podría aplicar a un niño?
B: Para mí al menos, hay veces en que los niños son más maduros que los adultos.
F: ¡Gracias! A veces los niños son más maduros que los adultos. ¿Se dan cuenta que aquí tenemos una ecuación diferente, o mejor aún, una formulación diferente? No tenemos la ecuación: adulto = persona madura. Y más aún, ocurre que rara vez el adulto es una persona madura. Un adulto es, en mi opinión, una persona que juega el papel de un adulto, y mientras más juega este rol, más inmaduro es. (A otra persona) ¿Cuál sería tu definición?
C: El primer pensamiento que se me vino a la cabeza es que la persona madura es una persona que se pregunta de vez en cuando: "¿Qué es una persona madura?", y que de vez en cuando tiene una experiencia que le hace pensar: "¡Oh, de modo que esto podría ser parte de la madurez! Yo nunca había considerado esto antes".
F: (A otra persona). ¿Cuál sería tu definición?
D: Una persona que se da cuenta de sí misma y de otros, que también se da cuenta que está incompleta -que tiene algún darse cuenta acerca de dónde es incompleta.
F: Bueno, yo preferiría decir que esto es una persona que está madurando. Se da cuenta que está incompleta. Hasta aquí podríamos decir de estas observaciones que lo que queremos hacer es facilitar el desarrollo hasta completar nuestra personalidad. ¿Esto es aceptable de todos?
A: ¿Qué quieres decir con completar? ¿O con incompleto?
F: Ya que estos términos fueron traídos acá, ¿podrías contestar tú mismo, por favor? ¿Qué quieres decir con completo o incompleto?
A: Yo los usé en primer lugar y siento que es una meta a la cual uno trata de llegar pero nunca llega. Nadie jamás la alcanza, es un continuo llegar a ser, un crecer. Pero relativamente, la persona completa es aquella que está más al tanto de sus partes integrantes, es más aceptante de ellas y ha alcanzado una integración, un proceso continuado de integración.
F: Ahora bien, la idea de la persona incompleta fue primeramente usada por Nietzsche y luego por Freud. La formulación de Freud es un poco distinta. Él dice que cierta parte de nuestra personalidad está reprimida y que está en el inconsciente. Pero cuando habla acerca del inconsciente, simplemente quiere decir que no todo nuestro potencial es asequible. Su idea es que hay una barrera entre la persona y el inconsciente, el potencial no accesible, y si levantamos la barrera podemos ser nosotros mismos nuevamente. La idea es básicamente buena. Todo tipo de sicoterapia está más o menos interesada en enriquecer la personalidad, en liberar lo que se llama lo reprimido y las partes inhibidas en la personalidad.
P: Fritz, he pensado que "madurez" en español significa maduro8. Quería contribuir con esto.
F: Gracias. Exactamente con esto estoy de acuerdo. En cualquier planta o animal, el madurar (dos palabras en inglés: mature y ripe) es idéntico. No encontrarán ningún animal -excepto el animal doméstico, ya infectado por la humanidad-, ninguna planta que se impida el propio crecimiento. De modo que la pregunta es: ¿cómo nos imposibilitamos nosotros mismos el madurar? ¿Qué nos impide crecer? La palabra "neurosis" es mala, aunque yo también la uso; debiera más bien llamarse trastorno de crecimiento. Así que, en buenas cuentas, el problema de la neurosis se mueve más y más del campo médico al campo educacional. Yo visualizo cada vez más las llamadas "neurosis" como trastornos del crecimiento. Freud supuso que había tal cosa como "madurez", que significa un estado del cual no se puede desarrollar más, únicamente se regresa. Nos preguntamos: ¿cómo nos imposibilitamos el crecer? ¿Qué impide avanzar? Miremos el madurar una vez más. Para mí, el madurar es la trascendencia del soporte ambiental al autosoporte. Miremos al feto. Recibe todo su soporte y apoyo de la madre: oxígeno, comida, calor, todo. Apenas el bebé nace, ya tiene que respirar por cuenta propia. Pronto nos encontramos con algo que juega un rol importante en la Terapia Gestáltica. El primer síntoma, el impasse. Por favor, tomen nota de esta palabra. El impasse es el punto crucial de la terapia, el punto crucial del crecimiento. Los rusos llaman al impasse "el punto enfermo" que nunca pudieron vencer y que otros tipos de sicoterapia no han podido vencer. El impasse es la situación en que el apoyo ambiental o el soporte interno obsoleto ya no llega más y el autosoporte auténtico no se ha logrado aún. El bebé no puede respirar solo. Ya no recibe oxígeno de la placenta. No podemos decir que el bebé tiene la posibilidad de elegir, porque no hay una intención deliberada de pensar en qué se debe hacer; el bebé o respira o se muere. Puede llegarle soporte ambiental -una palmada o también se le puede administrar oxígeno. El "bebé cianótico" es el prototipo del impasse que encontramos en toda neurosis.
Y el bebé empieza a crecer. Aún tiene que ser acarreado. Luego empie za a mostrar algún tipo de comunicación. Primero llora, luego aprende a hablar, a gatear, a caminar, y así, paso a paso, moviliza más de su potencial, de sus recursos internos. Descubre -o aprende- cada vez más a hacer uso de sus músculos, sus sentidos, su ingenio, etc. Así que podemos decir que el proceso de maduración es la transformación desde apoyo ambiental hacia autosoporte, y el objetivo de la terapia es lograr que el paciente no dependa de otros, sino que descubra desde el primer momento que puede hacer muchas cosas, muchísimas más que las que él mismo se imaginaba.
La persona corriente de nuestro tiempo, créanlo o no, vive a lo sumo únicamente con un 5% o un 15% de su potencial. Una persona que utiliza un 25% de su potencial es ya un genio. Así que el 85% a 95% de nuestro potencial está perdido, no se usa, no está a nuestra disposición. Es trágico, ¿verdad? Y la razón de esto es muy simple: vivimos con clichés, vivimos con un comportamiento esquematizado, estereotipado. Jugamos los mismos papeles una y otra vez, los mismos roles. Si llegamos a descubrir cómo evitamos crecer y usar nuestro potencial, tenemos una manera de enriquecernos la vida, haciéndonos más y más capaces de movilizarnos. Y nuestro potencial se basa en una actitud muy peculiar: vivir y revisar cada momento, cada segundo, de nuevo y en fresco.
El "problema" de las personas que son capaces de revisar la situación cada segundo, es que no son predecibles. El rol o papel del buen ciudadano requiere que éste sea predecible, porque nuestra añoranza de seguridad, de no correr riesgos, nuestro miedo a ser auténticos, nuestro temor a pararnos en nuestros propios pies, particularmente en nuestra propia inteligencia, es horroroso. ¿Qué hacemos entonces? Nos "adaptamos", y en la mayoría de las formas de terapia encontrarán que el objetivo supremo es la adaptación a la sociedad. Si no se adaptan, son criminales, sicópatas, hippies o algo por el estilo. De todos modos, son indeseables y hay que dejarlos fuera de la sociedad.
La mayoría de las otras terapias tratan de ajustar a la gente a la sociedad. Esto tal vez no era muy malo en años anteriores, cuando había relativa estabilidad social, pero ahora, con lo rápido del cambio, se hace cada vez más difícil ajustarse a la sociedad. Cada vez hay más gente que no está dispuesta a adaptarse a la sociedad, piensan que esta sociedad es una porquería y no vale la pena o tienen otras objeciones. Yo considero que la personalidad básica de nuestro tiempo es la personalidad neurótica. Esta es una idea preconcebida mía, porque creo que vivimos en una sociedad enajenada, enferma, y que tenemos solamente dos alternativas: participar en esta sicosis colectiva o sanarnos y tal vez también crucificarnos.
Si se está centrado en uno mismo, entonces uno no se adapta ya más; lo que ocurre se convierte en un desfile que pasa y se asimila, se entiende, se relaciona con todo lo que acontece. En este acontecer, el síntoma de angustia es muy importante, porque mientras más cambia la sociedad, se produce más ansiedad y angustia. El siquiatra le tiene miedo a la angustia. Yo no le tengo miedo. Para mí, la angustia es la brecha que hay entre el ahora y el después. Cada vez que dejamos la sólida base del ahora y nos preocupamos del después, del futuro, experimentamos angustia. Y si el futuro no es más que una ilusión, entonces la ansiedad no es más que "pánico de escena". Nos llenamos de expectaciones "catastróficas" por las cosas terribles que van a ocurrir, o nos llenamos de expectaciones "anastróficas" por las cosas estupendas que van a ocurrir. Se llena la brecha entre el ahora y el después con pólizas de seguro, planificación, ocupaciones estables y todo lo demás. En buenas cuentas, no estamos dispuestos a ver este vacío fértil, la posibilidad del futuro. No hay futuro si lo llenamos, si llenamos este vacío con fantasías; lo único que tenemos entonces es igualdad, similitud.
Pero, ¿cómo se puede tener igualdad en este mundo tan rápidamente cambiante? Cualquier persona que se quiera aferrar al "statu quo", se va a volver más y más despavorida y miedosa. Por lo general, la angustia no es tan profundamente existencial. Se relaciona más bien con el rol que queremos actuar, es simplemente "pánico de escena". "¿Me resultará el rol?", "¿Me llamarán un niño bueno?", "¿Conseguiré aprobación?", "¿Recibiré aplausos o huevos podridos?". Así que no es una elección existencial, simplemente una elección de inconveniencia. Pero darse cuenta que es únicamente una inconveniencia, no una catástrofe, sólo una incomodidad, es parte de llegar a ser uno mismo, parte del despertar.
Así llegamos al conflicto básico: cada individuo, cada planta, cada animal, tiene sólo una meta implícita -un solo objetivo innato-: el actualizarse tal como es. Una rosa es una rosa; una rosa no intenta actualizarse como un cangurú, o un elefante no trata de actualizarse como un pájaro. En la naturaleza -con excepción del magnífico ser humano-, constitución y salud, potencial y crecimiento, son un todo unificado.
Lo mismo vale para el organismo múltiple, o sociedad, que está constituida de muchas personas. Un estado, una sociedad, consiste en muchos miles de células que tienen que ser organizadas ya sea por control externo o control interno, y cada sociedad tiende a actualizarse como esta o aquella sociedad específica. La sociedad rusa se actualiza tal como es la sociedad americana, la alemana, las tribus del Congo, todas se actualizan, cambian. Y siempre hay una ley en la historia: cualquier sociedad que se haya extendido demasiado y que haya sobreestimado su habilidad para sobrevivir, desaparece. Las culturas vienen y se van. Y cuando la sociedad está en conflicto con el universo, cuando empieza a transgredir las leyes de la naturaleza y se convierte en un artefacto, ya sea como individuos o como sociedad, entonces perdemos nuestra raison d etre. Perdemos la posibilidad de existir.
¿Cuál sería entonces el problema? Nos encontramos por un lado con individuos que quieren actualizarse; nos encontramos también incluidos en una sociedad, en nuestro caso, la sociedad americana progresiva, y esta sociedad puede hacer exigencias diferentes de los deseos individuales. Así que hay un conflicto básico. Esta sociedad está representada en nuestro desarrollo por nuestros padres, nodrizas, profesores y otros, quienes, en vez de facilitar el desarrollo del crecimiento auténtico, a menudo interfieren el desarrollo natural.
Utilizan dos instrumentos para falsificar nuestra existencia. Una herramienta es el garrote, que cuando aparece en terapia se viste como la expectación catastrófica. La expectación catastrófica se manifiesta de este modo: "Si me arriesgo, no me querrán más. Me voy a sentir solo. Me moriré". Ese es el garrotazo. Luego tiene lugar la hipnosis. Ahora, en este momento, te estoy hipnotizando para que creas lo que digo. No te doy la oportunidad de digerir, de asimilar, de paladear lo que digo. Escuchas en mi voz que estoy tratando de embrujarte, de meterte mi "sabiduría" en las tripas hasta que la asimiles o la escupas, o se la alimentes a tu computadora y digas: "Este es un concepto interesante". Normalmente, como lo sabrán si es que son estudiantes, está permitido vomitar únicamente en el papel de examen. Se tragan toda la información, la vomitan en el examen y luego se liberan después de haber repetido este proceso varias veces hasta que reciben su título de grado. Debo admitir que a veces en el camino pueden aprender algo de valor, descubrir algo útil o tener alguna experiencia interesante con sus profesores o amigos, pero la información básica muerta no es fácil de adquirir.
Ahora volvamos al proceso de maduración. En el crecer hay dos alternativas: o el niño crece y aprende a sobreponerse a la frustración o se transforma en un malcriado. Puede que resulte un "malcriado" porque los padres le contestan todas las preguntas.
Puede que se eche a perder porque cada vez que desea algo, lo consigue -porque el niño "debe tenerlo todo, porque el papito nunca lo tuvo", o porque los padres no saben cómo frustrar a los niños. Estarán asombra dos de que esté usando la palabra frustración tan positivamente. Sin frustración no hay necesidad, no hay razón para movilizar nuestros recursos y descubrir que tal vez somos capaces de hacer algo por nosotros mismos. Para no frustrarse, lo que es una experiencia bastante dolorosa, el niño aprende a manipular el ambiente.
Cada vez que el niño es impedido en su desarrollo por el mundo adulto, cada vez que el niño es mimado para evitarle una frustración, se le está condenando. Porque en vez de usar su potencialidad para crecer, la usa para controlar a los adultos, para controlar el mundo. En vez de movilizar sus propios recursos, crea dependencias. Invierte su energía en manipular el ambiente para conseguir apoyo. Controla a los adultos empezando por manejarlos, descubriendo sus puntos débiles. A medida que el niño empieza a desarrollar sus medios de manipulación, adquiere lo que se llama carácter. Mientras más carácter tiene una persona, menor es su potencial. Eso suena paradójico, pero una persona de carácter es una persona que es predecible, que tiene únicamente un número limitado de respuestas fijas, o como decía T. S. Elliot en su obra The Cocktail Party, "tú no eres más que un montón de respuestas obsoletas".
¿Y cuáles son los rasgos de carácter que un niño desarrolla? ¿Cómo controla al mundo? ¿Cómo manipula el ambiente, su ambiente? Exige apoyo direccional. ¿Qué debo hacer? "Mamita, no sé qué hacer". Si no consigue lo que quiere, hace el rol de bebé llorón. Por ejemplo, hay una niñita de tres años aquí, que siempre me hace la misma función. Siempre llora cuando la miro. Así es que hoy fui cuidadoso y evité mirarla, y dejó de llorar, pero lueguito empezó a buscarme. ¡Sólo tres años y ya sabe cómo torturar a su madre! O el niño sabe inflar la autoestima del otro para que se sienta regio y le dé algo en retribución. Por ejemplo, uno de los peores diagnósticos sucede cuando me encuentro con un "niño bueno". Ahí siempre hay un badulaque resentido. Pero haciéndose el que está de acuerdo, al menos en la superficie, soborna al adulto. O se hace el tonto y exige apoyo intelectual -hace preguntas, síntoma típico de estupidez. Como una vez me dijera Albert Einstein: "Dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez del hombre". Pero lo que está más diseminado que la estupidez real es la estupidez ficticia, el hacerse el idiota, no escuchar, no oír, no ver. También muy importante es jugar al indefenso, incapaz. "Yo no me puedo ayudar, ¡ay de mí! Tú tienes que ayudarme. Tú eres tan hábil, tienes tantos recursos. Estoy seguro que puedes ayudarme". Cada vez que uno se hace el desvalido, creamos una dependencia, se juega un juego de dependencia. En otras palabras, nos hacemos esclavos. Especialmente si la dependencia es una dependencia de la autoestimación. Si necesitas estímulo, ayuda, palmaditas en la espalda, entonces lo único que consigues es que todo el mundo sea tu juez.
Si no tienen la capacidad de amor a su disposición y proyectan el amor, entonces quieren ser amados, hacen toda clase de cosas para hacerse dignos de ser amados. Si se niegan a sí mismos, siempre terminarán convirtiéndose en el blanco, se volverán dependientes. ¡Qué gran dependencia si quieres que todos te quieran! Una persona no te significa nada y de repente partes y quieres causarle buena impresión, quieres que te quiera. Es siempre la imagen, quieres jugar el rol de que eres querible. Si te sientes cómodo dentro de ti mismo, no te quieres ni te odias, sino que simplemente vives. Debo admitir que especialmente en los Estados Unidos, el amar y el querer llevan consigo un riesgo. Mucha gente mira a la persona capaz de amar como crédula y tonta. Quieren hacer que los amen a ellos, de modo que puedan explotarlos.
Si miran un poco dentro de sus propias existencias, se darán cuenta que la satisfacción de necesidades puramente biológicas -hambre, sexo, sobrevivencia, techo, respirar- juega un papel poco importante en nuestras preocupaciones, especialmente en un país como éste, donde todos somos mimados en ese sentido. No sabemos lo que significa tener hambre y quien quiera tener sexo puede tenerlo en cantidades, quien quiera respirar puede hacerlo sin pagar impuestos. En lo demás, jugamos juegos. Jugamos juegos bastante extensa y abiertamente y en gran medida en forma privada. Cuando pensamos, casi siempre le hablamos imaginariamente a los demás. Planificamos los roles que queremos representar. Tenemos que organizar para que podamos hacer lo que queremos hacer, para los "medios mediante los cuales".
Podría parecer un tanto peculiar el que yo desestime el pensar, colocándolo entre los muchos roles que solemos jugar. Es posible que a veces, en realidad, comuniquemos algo al hablar, pero la mayoría de las veces sólo hipnotizamos. Nos hipnotizamos los unos a los otros; nos hipnotizamos a nosotros mismos diciéndonos que estamos en lo cierto. Jugamos a "Madison Avenue"9 de modo de convencernos a nosotros mismos o a otros de nuestro valer. Y esto ocupa tanta energía que a no ser que lo hayamos ensayado muchas veces para estar seguros que nuestro rol calza con la ocasión, no nos atreveríamos a abrir la boca. Y si no se está seguro del papel que uno quiere representar y se le invita a pasar desde el escenario privado al escenario público, entonces como todo buen actor, uno experimenta el pánico de escena. La excitación va creciendo, el corazón bombea más, pero no te atreves, así que sujetas y reprimes la respiración y el corazón bombea más sangre porque hay que satisfacer el aumento de metabolismo. Cuando llega el momento de la función, la excitación fluye a la actuación. De lo contrario, tu actuación sería rígida y pobre.
La repetición de esta actividad se convierte en un hábito, la misma acción se hace cada vez más fácil -un carácter, un rol rígido, fijo. Espero que ahora comprendan que representar un papel y manejar el ambiente son la misma cosa. Este es el modo como falsificamos. A menudo se lee en la literatura acerca de la máscara que llevamos y acerca del ser transparente que debiera estar ahí.
La característica del neurótico es el manejo del ambiente mediante roles, y es también la característica de nuestra inmadurez remanente. Desde ya pueden ver cómo esta energía, en vez de usarla en nuestro propio desarrollo, se gasta en manipular el mundo. Y en especial esto se aplica al hacer preguntas. ¿Conocen el proverbio "un idiota puede hacer más preguntas de las que mil sabios pueden contestar"? Todas las respuestas están dadas. La mayoría de las preguntas son simplemente invenciones para torturarnos a nosotros mismos y a los demás. La manera de desarrollar la inteligencia propia es convertir cada pregunta en una afirmación. Si se cambia una pregunta en una afirmación, el fondo de donde surgió la pregunta se abre y las posibilidades se dan para que el interrogador encuentre la respuesta por sí mismo.
Ya ven que me estoy agotando. Conferenciar es aburrido. La mayoría de los profesores se desquita usando una voz muy solemne y soñolienta para que ustedes se queden dormidos, no escuchen, ni hagan preguntas difíciles.
P: Tengo una pregunta, ¿podrías darme ejemplos de cómo convertir preguntas en afirmaciones?
Fritz: Me acabas de hacer una pregunta, ¿podrías convertir ésta en una afirmación?
P: Sería bueno escuchar algunos ejemplos de cómo convertir una pregunta en una afirmación.
Fritz: "Sería bueno". Pero ocurre que yo no soy bueno. En realidad lo que está detrás de esto es la única manera verdadera de comunicación, el imperativo10. Lo que quieres decir en verdad es: "Fritz, dime cómo se hace esto" -hacerme una exigencia. Y el signo de interrogación es el anzuelo de la exigencia. Cada vez que rechazas el contestar una pregunta, ayudas a la otra persona a usar sus propios recursos. Aprender no es más que descubrir que algo es posible. Enseñar es mostrarle a alguien que algo es posible.
Lo que perseguimos es la maduración de la persona; el quitar los bloqueos que impiden que una persona se pare en sus propios pies. Tratamos de ayudarla a hacer la transición desde el apoyo ambiental hacia el autoapoyo. Básicamente hacemos esto buscando el impasse. El impasse ocurre originariamente cuando el niño no puede conseguir apoyo del ambiente y aún no puede proveer su propio apoyo. En ese momento de impasse, el niño empieza a movilizar el ambiente desempeñando roles falsos, haciéndose el desvalido, haciéndose el débil, adulando, y todos los demás roles que representamos para manipular el ambiente.
El terapeuta que quiere ser "servicial' está condenado desde el principio. El paciente hará cualquier cosa por hacer que el terapeuta se sienta inadecuado. De algún modo tiene que compensar la necesidad que tiene de él. Así que el paciente le pide al terapeuta más y más ayuda, lo empuja más y más hacia un rincón, hasta que consigue volver loco al terapeuta -que es otro medio de manipulación-, o si el terapeuta no cae, al menos le hace sentirse inadecuado. Absorberá al terapeuta más y más dentro de su neurosis y no habrá fin para la terapia.
¿Cómo se procede entonces en la Terapia Gestáltica? Tenemos un modo muy sencillo de lograr que el paciente se dé cuenta de cuál es su propio potencial. El paciente me usa a mí, el terapeuta, como telón de proyecciones y espera de mí exactamente lo que no puede movilizar dentro de sí mismo. En este proceso hacemos el descubrimiento bastante peculiar de que ninguno de nosotros es completo, que todos tenemos hoyos en nuestra personalidad. Wilson Van Dusen descubrió esto en los esquizofrénicos, pero yo creo que cada uno de nosotros tiene hoyos. Donde algo debiera estar, no hay nada. Muchas personas no tienen alma. Otras no tienen genitales. Otras no tienen corazón; toda su energía se va en computar, pensar. Proyectan los ojos y los ojos están en gran medida en el mundo externo y viven toda la vida como si fueran contemplados por otros. Una persona que siente que los ojos del mundo están sobre él, se convierte en una persona espejo, que siempre quiere saber qué parece ante los demás. Renuncia a sus ojos y le pide al mundo que mire por ella. En vez de ser crítica, proyecta sus críticas y se siente criticada. La mayoría de nosotros no tenemos oídos. La gente espera que los oídos estén afuera y habla y espera que alguien la escuche. Pero, ¿quién escucha? Si la gente escuchara, tendríamos paz en el mundo.
La parte más importante que puede faltar es el centro. Sin centro, todo se va a la periferia y no hay ningún lugar desde donde trabajar. Sin centro, no se está alerta. En la película japonesa "Los Siete Samurais", uno de los guerreros está tan alerta que detecta a cualquier persona que se acerca a él o que hace cualquier cosa a la distancia. Está tan concentrado que cualquier cosa que suceda es registrada inmediatamente. Este lograr el centro propio, el estar cimentado en uno mismo, es tal vez el estado más alto a que puede aspirar un ser humano.
Estos vacíos son siempre visibles. Están siempre presentes en la proyección que hace el paciente hacia el terapeuta -de que el terapeuta posee todos los atributos y cualidades que le faltan a esta persona. De modo que en primer lugar el terapeuta le da a la persona la oportunidad de descubrir lo que necesita: las partes enajenadas que le faltan y a las que ha renunciado en bien del mundo. Entonces el terapeuta debe dar la oportunidad, crear la situación en la cual la persona pueda crecer. Y el medio es la frustración del paciente de tal modo que se vea forzado a desarrollar su propio potencial. Aplicamos la suficiente destreza frustratoria al paciente de modo que se vea obligado a buscar su propio camino, descubra sus posibilidades, y descubra que lo que espera del terapeuta, él mismo lo puede hacer tan bien como el terapeuta.
Todo lo perdido por la persona puede recobrarse, y el modo de lograr esta recuperación es entendiendo, jugando y llegando a ser estas partes enajenadas. Dejándolo jugar y descubrir que ya tiene todo esto (que cree que únicamente los demás le pueden dar), aumentamos su potencial. Lo colocamos sobre sus propios pies, le damos más y más poder sobre sí mismo y habilidad de vivenciar hasta que sea realmente capaz de ser él mismo y encararse con el mundo. No puede lograr esto a través de ense fianzas, condicionamiento, recolección de información o haciendo programas y planes. Tiene que descubrir que toda esta energía que gasta en manipulación puede ser aprovechada, y que puede actualizarse él mismo en vez de tratar de actualizar un concepto, una imagen de lo que quiere ser, y por ende suprimiendo mucho de su potencial y agregando otro pedazo a su vida falsa, al pretender algo distinto de lo que es. Si el apoyo que obtenemos de nuestra constitución falla, crecemos totalmente desbalanceados. Pero la persona tiene que descubrir esto viendo por sí misma, escuchando por sí misma, descubriendo lo que está ahí y cogiéndolo y captándolo por sí misma, haciéndose ambidextra en vez de más cerrada. Lo más importante es oír, escuchar, entender, estar abierto. Algunos de ustedes conocerán el libro de Herman Hesse, Siddharta, donde el héroe encuentra la solución final de su vida convirtiéndose en balsero de río, y aprende a escuchar; sus oídos le dicen muchas cosas más que lo que el gran Buddha o cualquier hombre sabio pudo jamás enseñarle.
De modo que estamos tratando de obtener en la terapia que, paso a paso, las partes desposeídas de la personalidad sean re poseídas, hasta el punto que la persona se haga lo suficientemente fuerte como para sustentar su propio crecimiento. Aprenda a entender dónde están sus vacíos, cuáles son los síntomas de los vacíos. Los vacíos siempre se revelan por la evitación. Nos hacemos fóbicos, nos arrancamos. Podremos cambiar terapeutas, podremos cambiar pareja de matrimonio, pero el quedarnos con lo que estamos evitando no es tan fácil; para esto necesitamos a otra persona, porque nosotros no nos damos cuenta. A propósito de esto, ocurre un fenómeno muy curioso. Cuando nos acercamos al impasse, al punto en que se hace difícil creer que vamos a poder sobrevivir, empieza el remolino. Uno se desespera, se enreda. Súbitamente no entiende ya nada de nada y es aquí donde el síntoma del neurótico se hace muy claro. El neurótico es una persona que no ve lo obvio. Esto se observa siempre en el grupo. Algo es obvio para todos los demás y la persona en cuestión no lo ve, no ve las espinillas de su nariz. Y esto es lo que tratamos de hacer: frustrar a la persona hasta que esté frente a frente con sus bloqueos, sus inhibiciones, su manera particular de evitar el tener oídos, ojos, músculos, autoridad, seguridad en sí misma.
Estamos siempre tratando de llegar al impasse y encontrar el punto donde uno cree que ya no tiene posibilidad de sobrevivir, porque no encuentra los medios en uno mismo. Cuando hallamos el lugar donde la persona se encuentra bloqueada, pegada, nos encontramos frente al hecho sorprendente de que se trata fundamentalmente de un asunto de su propia fantasía. En la realidad no existe. Una persona únicamente cree que no tiene recursos a su disposición. Evita usar sus propios recursos fabricando una serie de expectaciones catastróficas. Espera algo malo del futuro: "La gente no me va a querer", "Tal vez haga el ridículo", "Si yo hiciera esto, no me querrían más, me moriría". Tenemos todas estas fantasías catastróficas mediante las cuales nos impedimos vivir, el ser. Estamos continuamente proyectando fantasías amenazantes al mundo, y estas fantasías nos impiden correr los riesgos razonables que son parte del crecer y del vivir.
Preferimos mantener el statu quo: mejor quedarse en un matrimonio mediocre, mentalidad mediocre, que atravesar el impasse. Muy pocas personas entran en la terapia para ser curadas; lo hacen más bien para cultivar su neurosis. Preferimos manipular a otros para conseguir su apoyo, que aprender a pararnos en los propios pies y limpiarnos el propio culo. Para manejar a otros, nos hacemos fanáticos del control, del poder -usando toda clase de trucos-. Les doy algunos ejemplos ahora hacerse el desvalido, el tonto, el matón y así sucesivamente. Y lo más interesante de las personas maniáticas del control es que siempre acaban siendo controladas. Inventan un itinerario que luego las pasa a controlar y de ahí en adelante tienen que estar en un punto fijo a la hora señalada. Así es como la persona maniática del control termina siendo la primera en perder el control. Dada esta locura del control, ningún matrimonio malo se puede mejorar, porque no quieren atravesar el impasse, no quieren darse cuenta cómo están pegados en lo mismo. En el matrimonio mal avenido, marido y mujer están enamorados de una imagen, de una fantasía, sobre cómo debiera ser la esposa, y en vez de tomar responsabilidad y darse cuenta de cómo se es, juegan el juego de echarse la culpa: "Tú debieras ser distinto de lo que eres. No llenas el pliego de peticiones". De modo que el pliego siempre tiene la razón, pero la persona de verdad está equivocada. Lo mismo se puede aplicar a los conflictos internos y a la relación entre terapeuta y paciente: podrán cambiar parejas, podrán cambiar terapeutas, podrán cambiar el contenido de sus conflictos internos, pero por lo general mantienen el statu quo.
Si comprendemos el impasse correctamente, despertamos, tenemos un Satori. No les puedo dar una receta, porque todo el mundo trata de escaparse del impasse sin atravesarlo: todos tratan de romper sus ataduras, y esto nunca tiene éxito. El "darse cuenta" la experiencia plena, el percatarse de cómo se está atascado, los hará recuperarse y tomar conciencia de que todo el asunto no es más que una pesadilla, no es algo verdadero, no es real. Llegan al Satori cuando se dan cuenta, por ejemplo, de que están enamorados de un ideal y que no están en comunicación con su pareja.
Lo demencial es que consideramos la fantasía como si fuera realidad. En el impasse siempre hay algo de locura. En el impasse nadie los puede convencer de que lo que están anticipando es una fantasía. Toman como verdadero algo que es meramente un ideal, una fantasía. El loco dice: "Yo soy Abraham Lincoln", el neurótico: "Ojalá yo fuera como Abraham Lincoln", y la persona sana: "Yo soy yo, y tú eres tú".