Maandag
Ozú silbaba su canción de los cowboys del Oeste.
Natsuko estornudó tres veces.
-Lo que uno se imagina se materializa. ¡Ahí radica el poder de la fantasía! –exclamó Aldo-. ¡Mirad a vuestro enemigo! ¡Los videojuegos que han atrapado a Kaito en su habitación y le impiden venir aquí!
Akira se quedó de piedra.
Vieron culebras-látigo, negras como el carbón, que trazaban rectas en todas direcciones, formando cuadrados y luego cubos.
-Nunca pensé que los videojuegos tuviesen esa apariencia en el Mar de la Imaginación –dijo Gina.
-Ahora os presentaré al primer voluntario que quiere solidarizarse con vuestra causa –dijo Aldo-. Se llama Maandag y vive en la isla Leeg.
-¡Guau! –dijo Ozú.
Aldo atracó la góndola. Habían llegado a su destino.
-¡Aquí no hay olores, colores, ni sonidos! –dijo Natsuko, agitando los belfos, extrañada.
-¡Leeg no existe! –protestó Ozú.
-Te equivocas –dijo Aldo-. Existe en un plano diferente al que conocéis en la Tierra. Por eso vuestros sistemas de medición no pueden detectarlo. Para vosotros es una isla invisible. Pero el vacío existe y tiene vida. ¿No notáis algo diferente?
-No percibo nada –dijo Akira.
-¡De eso se trata! –exclamó Aldo.
-Vaya patata de isla –dijo Ozú, poniendo cara de decepción.
-¿Qué tamaño tiene? –preguntó Natsuko.
¡Le encantaba hacer preguntas prácticas!
-Cien millones de veces el tamaño de la Tierra.
-¡Qué pasada! –saltó Ozú.
-¿Cuántos habitantes hay? –preguntó Gina.
-Trescientos veintisiete. Están expandidos. Cada uno ocupa cien veces el tamaño de la Tierra.
Ozú se llevó las púas a la cabeza. ¡Qué colosales dimensiones!
-¿Ellos también están hechos de vacío? –preguntó Natsuko.
-Es su estado natural, por eso ocupan tanto espacio. Ahora lo veréis. ¡Os presento a Maandag!
Apareció una nube.
-Hola, amigos –dijo una voz que a Ozú le recordó los silbidos del viento.
-Se ha vuelto denso para que podáis verlo, encogiendo tanto su vacío que tiene ese aspecto de nube –dijo Aldo.
-Es gracioso que hable japonés –dijo Gina.
-Su inteligencia está tan evolucionada que Maandag conoce todos los idiomas, aunque no los necesita; ¡nunca habla! Ha adoptado una voz para dirigirse a vosotros.
-¿Cómo se comunica con los otros habitantes de Leeg? –preguntó Natsuko.
-Con el pensamiento.
Akira no salía de su asombro.
-Maandag no parece un soldado –dijo Ozú-. ¿Cómo luchará en la guerra?
-Los habitantes de Leeg tienen una carga de energía muy grande, por eso han logrado el vacío. Pueden desintegrar cualquier cosa que toquen.
Akira observó sugestionado la nube.
-¿Habías oído hablar de nosotros? –le preguntó.
La nube sufrió sacudidas, como si se riese.
-¡Naturalmente! ¿Quién no conoce a los terrícolas? ¡Sois los seres más particulares!
-¿Por qué?
-¡Creéis vivir solos!
-¡Es verdad! ¡Los humanos son unos engreídos! –convino Natsuko.
-Maandag, demuéstrales tus poderes –dijo Aldo.
-De acuerdo. ¡Les haré un pequeño homenaje!
La nube se dividió en diferentes figuras: una gata como Natsuko, un erizo como Ozú, un niño como Akira y una niña como Gina. Luego las figuras de nube se pusieron a bailar, entonando una alegre canción.
-Maandag puede conseguir lo que quiera. El vacío es el lugar ideal para que la imaginación tome cuerpo –dijo Aldo.
-¡Hay muchas realidades en el Mar de la Imaginación, amigos! –dijo Maandag con su voz de viento, a través de las diferentes formas que había adoptado.
-¡Déjame en paz! –dijo Ozú, carcajeándose.
¡La nube no paraba de jugar con sus púas!
Maandag rodeó a Akira y Gina, haciéndoles cosquillas hasta que estallaron en risotadas.
-¡Jamás pensé que trataría en persona a un terrícola!
-¡Yo también me alegro de conocerte! –replicó Akira-. ¡Basta! ¡Me duele la tripa de tanto reírme!
-A mí no me ha prestado atención –protestó Natsuko.
-¿Cómo voy a ignorar a una linda gatita llegada de la Tierra? ¡Es lo más tentador! –dijo Maandag levantando por los aires a Natsuko, que soltó sus risas gatunas, una mezcla de maullidos y chillidos.
-Sabía que os llevaríais bien –dijo Aldo, sonriendo, divertido-. ¡Y eso que sois los seres opuestos del Mar de la Imaginación! ¡La noche y el día!
-¿Eres chico o chica? –preguntó Ozú cuando Maandag se cansó de hacer cosquillas a Natsuko.
-Ni una cosa ni la otra. En Leeg no existe la división de sexos.
-¿Cómo os reproducís? –preguntó Gina.
-Por generación espontánea. Cuando alcanzamos la vejez, al cabo de un tiempo que para vosotros corresponde a unos tres mil años, comenzamos a volatilizarnos. Si hemos tenido una vida provechosa, el espacio de nuestro vacío es ocupado por uno o varios descendientes que empiezan a expandirse, desde un tamaño equivalente a un grano de arena. ¡Por desgracia algunos mueren sin descendencia, al no haber utilizado su vacío creativamente!
Natsuko esbozó un gesto de perplejidad.
-¿Tú cuántos años tienes?
-Veamos, según vuestro cómputo del tiempo, mil doscientos nueve años, cuatro meses, cinco días, dos horas, siete minutos y tres segundos.
Ozú silbó.
-¡Eso sí que es una vida larga y bien calculada!
-¿Cómo os alimentáis? –preguntó Gina.
-No lo necesitamos, entre otras cosas porque en Leeg no hay alimentos ni agua. ¡Sólo vacío!
-¿El vacío es algo? –dijo Ozú, bizqueando.
-Claro, ocupa un espacio y tiene una vida invisible que en cualquier momento cobra forma, como ahora. Las partículas de vacío son constructoras por naturaleza y pueden adoptar el cuerpo que deseen. ¡La nuestra es una vida contemplativa, amigos! ¡No tenemos necesidades!
-¡Me encanta que haya otros mundos habitados! –exclamó Gina.
-Por lo menos vosotros sois conscientes de ello. Es una pena que en la Tierra vivan en la ignorancia.
-¡Vamos! ¡Aún tenemos mucho que hacer! –exclamó Aldo agitando su gorra de marinero.
Akira agarró de la mano a Gina.
¡Estaba preciosa con su vestido rojo y sus femeninas zapatillas deportivas!