Capítulo 16

 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

 
 

Sorpresivamente alguien abrió la puerta bruscamente, interrumpiendo el momento.

 

―¡Bendito seas Jesucristo! ―Era Amelí― Alexander, querido, pensé que me dejarías plantada.

 

―¿Te llamó querido? ―me preguntó, Giselle

 

―Eh... si... bueno, es que.... luego te explico... Hola Amelí.

 

―Como te imaginarás, no me podía arriesgar a que no atendieras a la producción, por lo que contraté a un reemplazo. ¿Qué diablos te piensas para llegar así de tarde a una sesión pagada? Si vas a ser parte de esto como conversamos, más te vale sacar tu parte responsable.

 

―Calma Amelí, ya estoy aquí. ―Giselle atestiguaba los reclamos que me hacía, tratando de entender de lo que se trataba.

 

―¡Calmarme la madre! ―gritó histérica después de tanto estrés por lo mal que iba el día―. Casi me da un infarto de ver las fotos que estamos tomando. ¡Una muñeca de trapo refleja más vida que Giselle en estos momentos!

 

Giselle chasqueó los dedos después de llegar a su apresurada conclusión después de analizar el comportamiento de Amelí.

 

―Híjole, ya sé lo que pasó, te la cogíste! ―dijo Giselle azorada por la familiaridad con la que Amelí me hablaba.

 

―No seas brusca con la palabra, Giselle. Yo lo llamo más bien un trato de negocios. Además, tú le diste todo el poder de negociación al insinuarle en Shanghái que me podía tener.

 

―¡Si mira nada más los ojitos de pendeja que te pone! Esta ventilando la frustración de verte conmigo ¡Eres un cabrón, Alexander! Yo no me he metido ni una uña, ni he utilizado ningún juguetito erótico de la puta tristeza que me cargo, ¿y tú se la metes a la gordibuena de Amelí? ¡Qué poquísima madre tienes!

 

―Ya, vamos, cálmate, ojos lindos

 

―¡No me llames ojos lindos cuando estoy súper mega emputada contigo!

 

―Para que te calmes, sólo fue la puntita y como tú sabes, esa ni cuenta ni hace daño a nadie.

 

―¡Entonces si te la cogiste! Lo acabas de admitir. ¡Qué bárbaro, pero si está bien pinche fea!

 

―¡Las tetas las tiene ricas! Es lo que puedo decir en su defensa.

 

―¿Ahora se la metes a lo que se mueva, o qué?

 

―Vamos ya sabes lo tímido que soy.

 

―¡Eras! Pero ya no te queda nada de ello. Si no te hubiera extrañado de esta manera tan absurda pensando en que no podía seguir viviendo sin ti, ¡aquí mismo te cortaba el pito!

 

―¡Ay me encanta cuando te pones de romántica salvaje, preciosa!

 

Giselle me lanzó una mirada de muerte, pasando su mano frente a su garganta, indicando que me mataría muy pronto.

 

―Bueno, bueno, chicos. Déjense de cuchicheos y ¡a trabajar! De aquí no nos vamos hasta tener esa portada. Pasen los dos a maquillaje, por favor ―dijo aplaudiendo, para que nos apresuráramos, mientras esperaba en la puerta.

 

Tomé a Giselle de la mano dirigiéndonos a la salida del camerino.

 

¡Slap!

 

Amelí palmeó mi trasero al pasar junto a ella. A Giselle casi le da un ataque al ver semejantes confiancitas.

 

―Giselle, este muñeco tuyo es un maldito león en la cama, ¡gracias por compartirlo!

 

―¿Compartirlo, dices…? Quieres decir que tú y él… yo pensé que estaría de luto…

 

―¡Pues si estaba de luto ya me imagino cuando no lo esté! Este chico me hizo unas atrocidades que ni un psicópata se hubiera atrevido, ¡es un puerco!

 

―Aja... mejor no me des más detalles... Encantada de que te hayas revolcado con él, ya sabes que somos una gran familia...

 

―¡Sigo sin creérmelo, tigre! ¿De qué atrocidades habla? ¡¿No que solamente le habías metido la puntita?! ―dijo comenzando a ponerse verde de la ira.

 

―¡Bah! Está exagerando, ya la conoces.

 

―Yo sólo la conozco en el ámbito profesional, pero tú te las tiras en lo profesional, en lo privado, y en todo. ¿Me lo vas a decir, o prefieres que le pregunte a ella? ―dijo cambiando de dirección, para caminar hacia Amelí.

 

―No, ven acá, Giselle! ―fui por ella tomándola de la mano―. Está bien, si quieres saberlo, aquí va. No quiero comenzar a ocultar cosas como pasó con Luna.

 

―Esa actitud me suena mucho más razonable. Todos tenemos nuestros secretos, y no hay nada de malo en ello, ¡pero éste me lo tienes que decir!

 

―Sí, pero hay unos que no vale la pena esconder, y menos si tu chica va a recordártelo durante toda la vida.

 

―No me des tus discursos que nos desvían del tema. Estoy esperando a que aclares esto.

 

―¡Qué mal genio caray! Aquí voy: Tú no lo sabes, pero desde hace tiempo Amelí deseaba cancelarnos como los modelos para la portada.

 

―¿Qué estás diciendo? No te creo nada. Inventa algo mejor.

 

―Permíteme terminar. La razón que mencionó para desear hacerlo, era el no tenernos a ambos en la producción fotográfica. Me contactó poco después de lo sucedido con Luna, por lo que contesté que no me interesaba ser parte de esto. Al volverme a reconectar con la vida, me di cuenta que la fecha estaba por llegar, así que hablé con ella hace cuatro semanas. Le pregunté si tú estabas aún en sus planes, a lo que contestó negativamente. Ya tenía a tu reemplazo, y estaba por comunicárselo a tu agencia.

 

―¿Qué, qué? ¿Me iba a mandar al diablo?

 

―Con la mano en la cintura, Giselle. Debes de entender que esa mujer se mueve a base de eficiencia y exactitud. No tiene empacho en cortar gargantas con tal de mantener a Anna satisfecha con su trabajo. Al igual que para ti, también para ella su carrera es primero.

 

―Sí, pero ahora he cambiado mis prioridades, ahora tu eres la mía.

 

―Y tú la mía. Ese es exactamente el punto. Justo por ello tuve que pagar por adelantado con cuerpomático... de no haberlo hecho, no estarías aquí cumpliendo tu sueño, linda.

 

Después de escucharme se mantuvo en silencio, quedándose pensativa.

 

Continuamos hasta llegar con los maquillistas en donde le dio un ataque de risa severo. No me cabía duda que el staff pensaría que la supermodelo estaba loca. Primero llorando, luego volviendo el estómago y ahora riendo a carcajadas sin poder contenerlas.

 

―¿Giselle, que es lo gracioso?

 

―Perdón, perdón, pero es que eso sí que estuvo buenísimo. ¡Ay, pobrecito! ¡Lo siento tanto por ti, pero me alegro mucho por mí! Gracias por el sacrificio, pero de todos modos lograste ponerme celosa.

 

―¿Giselle Bouchard, celosa? ¡Eso sí que es un halago!

 

Después del maquillaje la sesión continuó. Bruce había decidido probar otras ideas. La primera fue con los tres interactuando en poses provocativas. Chad y yo vestíamos elegantes Smokings con la camisa blanca  abierta mostrando nuestros pectorales y abdomen de lavadero. Giselle parada entre ambos con unos leggings de piel, el torso descubierto mostrando su esbelta cintura y abdomen plano, se tapaba los senos con dos manzanas que sostenía con ambas manos frente a ellos.

 

Con la intención de hacer la imagen aún más opulenta habían recurrido a un reptil: una inmensa anaconda que me sacó un susto de la puta madre al enrollarse en mi cuello, con ganas de estrangularme.

 

―¡Esto es lo que sucede cuando se evoca a retratos bíblicos con dos Adanes y una Eva! ―les había dicho  tirado en el suelo horrorizado tratando de quitarme la maldita víbora de la garganta.

 

Giselle se divertía de lo lindo, la tristeza la había abandonado. Reía horas después de la sesión teniendo en mente mi cara de "quítenme a esta madre" mientras me ponía azul por la falta de oxígeno.

 

Después del inconveniente, continuamos sin más animales. La modelo estelar brillaba como nunca antes. En especial cuando cambiamos de vestuario para ahora estar ambos como pareja.

 

―¡Yujuuuuu! Que le dieron a esta mujer. ¡Así es como te conozco, honey! ―Bruce estaba fascinado con el trabajo desplegado por la Beauty Icon del momento.

 

Giselle le daba diferentes facetas, perfiles y gestos que la cámara devoraba encantada. Recogía su cabello, luego lo dejaba caer, alzaba la barbilla, transformaba su mirada a voluntad, de sensual a coqueta, de traviesa a dulce, sonriendo sin dificultad, en un derroche del mejor modelaje internacional. El verla dando lo mejor de ella profesionalmente había sido una experiencia fascinante y un honor.

 

En cuanto a mí, recordé las lecciones de posturas, soltura y actitud que me había dado en Shanghái, las cuales apliqué lo mejor que pude. Obvio que yo era el que necesitaba más ayuda, pero el sonreír era difícil teniendo a la loca de Amelí haciéndome caras lujuriosas mandándome besos detrás de Bruce.

 

―¡Bravo! ¡Bravo! ―decía sin poder disimular su satisfacción―. Bruce, ¿qué opinas sobre el chico nuevo? Me gustaría mucho escuchar tu opinión profesional.

 

―Buen aspecto frente a la cámara, 1,80 de alto, constitución física vistosa bien proporcionada, actitud positiva, y la confianza no parece ser un problema.

 

―¿Cuál te parece que es su mejor cualidad? Quiero decir, ¿qué lo hace sobresalir de los demás?

 

―Su mirada, Amelí. Es un chico bien parecido de personalidad cautivadora, pero es la mirada indescifrable, profunda la que hace vibrar el lente de la cámara, logrando estas soberbias fotos.

 

―¿Se desenvuelve bien, no es verdad?

 

―Aún tiene mucho que aprender, pero lo hace rápidamente.

 

―¿Y de edad?

 

―En modelos masculinos la edad es mucho más extensa que en las chica. Yo diría que hasta los cuarenta y cinco o más tiene posibilidades de modelar si sabe cuidarse y hacer carrera. ¿Por qué tantas preguntas?

 

―Tienes enfrente a su próximo agente.

 

―¿Lo vas a impulsar en el mundo del High Fashion? Se lo van a pelear al saber que cuenta con tu apoyo. Es un proyecto muy interesante ese que traes en la cabeza, Amelí, además tienes a todos los contactos del mundo de la moda a tus pies. ¿Estas segura que deseas transformarle la vida?

 

―¡Lo que quiero es tenerlo cerca para siempre! Bruce, no estas para saberlo, ni yo para contarlo, pero si se bajara esos retropants con los que está modelando, todo la gente del staff saldría corriendo despavorida del susto de ver algo tan grande.

 

―Amelí, eres tremenda. ¿Qué no eras lesbiana?

 

―¿Era? ¡Lo soy! Pero este chico me hizo desearlo tanto durante la cena, que transformó mis inclinaciones sexuales al hacerme sentir lo hermoso que una mujer puede resultar a los ojos de un hombre. Te desnuda con la pura personalidad, sin llegar a ser morbosa, o de esas excesivas que molestan rayando en lo corriente. La mirada que regala es curiosa, inquieta, deseando descubrir los detalles del juego del coqueteo, de esas que te halagan al hacerte sentir hermosa por tomarse el tiempo de observar como la plenitud femenina se devela ante sus ojos.

 

―Suenas como si hubieran tenido algo íntimo, anda loca, dime que tanto hicieron, me conoces de años.

 

―Fue algo insólito y nuevo para mí, el estar desnuda y verme restringida de movimiento.

 

―¿Experimentaste el sadomasoquismo?

 

―Pues no sé si eso es exactamente el sado, pero estuve amordazada, amarrada de las extremidades, y este chico que ves con mirada de bueno, me azotaba como si fuera un animal para después embestir mi cuerpo como un maldito semental.

 

―Amelí, eso es sadomasoquismo, y además eres una puerca por disfrutarlo.

 

―Lo sé, ¿pero qué hago? ¡Me encantó! Fue una noche loca pero exquisita, me fascinó que me tratara rudo, ¿puedes creerlo? ¿Estaré traumada? ¡Y yo que fui a escuela de monjas! Este hombre me quito la falsa moral y liberó mi sexualidad reprimida.

 

―Amelí, te has vuelto una libidinosa.

 

―Ay lo sé, ¡pero me importa un carajo! Si te contara los detalles no me bajarías de puta y enferma mental. Me descarrié al máximo y no me arrepiento. Los que se ven mansitos, son los más cabrones, puff... ya me están dando hasta bochornos. No tengo ni idea donde pudo haber aprendido tanto Alexander sobre el tema, pero se comportó como si fuera un experto.

 

―Pues yo creo que le enseñó el diablo, porque te veo fascinada con la experiencia. Se ve que te la metieron hasta por las orejas…

 

―¡Uy si por toooodos lados! ―dijo llevándose la mano a la boca cubriendo su risita de chica mal portada― Este chico me liberó, haciendo que me volviera a interesar en el sexo masculino. El encuentro me hizo recapacitar lo mucho que me he perdido de la vida, al sólo entregarme a mi carrera profesional.

 

―¡Querido equipo, terminamos! ¡Un aplauso para los modelos y todo el staff! ―declararon Bruce y Amelí.

 

Al terminar, ambos estaban más que satisfechos por la profesionalidad desplegada en el set fotográfico, lo que me indicó que había hecho un buen trabajo. En la fase de la post producción decidirían cual sería la adecuada para la portada, lo cual me ponía nervioso al pensar que me había planchado a la Amelí en vano, en caso que decidieran tener al otro modelo en la portada. Aunque lo más importante era la garantía de tener a Giselle en ella.