Capítulo 4
EL DOMINGO de Ramos amaneció espléndido con una suave brisa y un luminoso sol, la misa de Palmas se celebró en todas las iglesias y parroquias de la ciudad. Poco después del mediodía comenzaron a verse por la ciudad multitud de nazarenos con túnicas de diversos colores, unos iban de blanco, otros de crema con capa y antifaz negro, otros con túnicas negras de cola y cinturón de esparto… Todas las hermandades realizaron su estación de penitencia.
Al ser día festivo Camila se quedó en palacio, aquél día se levantó tarde, llevaba varios días de intenso trabajo y le apetecía descansar. Comerían juntos y después darían una vuelta por la ciudad. Durante el almuerzo, Camila no paraba de hacerle preguntas y de interesarse por sus gustos y aficiones, el tema de su tía, doña Felisa Rodríguez, no se volvió a tocar por ninguno de los dos, todo había quedado claro. Sus miradas se cruzaron en numerosas ocasiones, mientras hablaba se sentía observado por ella. Sus ojos parecían estar clavados en él. Era una sensación extraña que le agradaba. Aquella mujer era realmente bella y hermosa.
—No sabes lo que te agradezco el cuarto de baño con jacuzzi, resulta muy relajante, sobre todo cuando se llega tan agotada.
—¿Te queda mucho trabajo aún? —preguntó Gonzalo intentando desviar las preguntas hacia ella.
—Poco, solo detalles que cerrar…
—Me dijiste que trabajas para el periódico la Tribuna de La Habana…
—Así es.
—¿En qué consiste el trabajo? —preguntó él.
—En un reportaje sobre el primer viaje de Cristóbal Colón. Para ello estoy visitando los lugares colombinos.
—Entonces habrás estado en La Rábida, Moguer, Palos de la Frontera…
—Bueno, el reportaje es un poco más profundo, intento hablar con los descendientes de aquellos que acompañaron a Colón en su primer viaje, saber si aún existen familiares, qué ha sido de ellos.
—Y…
—La mayoría han fallecido o ya no residen en estos lugares —dijo ella.
—Entonces es más complejo de lo que creía… —observó él.
—Pues sí. Sobre todo el hecho de tener que viajar de un lado para otro y no obtener resultados positivos.
—Sé que existen varias listas con los nombres de los tripulantes que acompañaron en las tres carabelas a Cristóbal Colón en el primer viaje. Los capitanes, pilotos, maestres, contramaestres, marineros, grumetes, pajes, artilleros…, que incluyen hasta los ducados y maravedís que percibieron cada uno de ellos.
—Efectivamente. Una de esas listas de embarque es la estoy investigando, aunque nadie sabe si son ciertas en su totalidad —dijo ella.
—Después del tiempo transcurrido…, debe ser un trabajo realmente difícil.
—¿Tienes pensado algo para esta tarde? —preguntó Camila cambiando de tema.
—Dar un paseo por la ciudad y después ver alguna cofradía emblemática.
—¿Cuál? —volvió a preguntar ella.
—La Borriquita, El Amor, La Estrella, El Silencio Blanco…, alguna de ellas. Todas son de un valor artístico muy importante.
Dos horas después de almorzar, ambos salieron de palacio. Ella iba hermosísima con un traje de chaqueta, en color blanco, muy ceñido y unos tacones de más de ocho centímetros que realzaba, aún más, su escultural cuerpo. Gonzalo, elegantemente vestido, con traje azul marino, camisa color salmón y corbata azul de rayas. Al verla quedó sorprendido por su belleza, notablemente realzada. Él le ofreció su brazo y ella lo tomó. Salieron de palacio, pero pronto se toparon con una marea humana. Por la ciudad no se podía caminar ante la avalancha de personas, desde la misma puerta de palacio las «bullas» ya se dejaban sentir. Enormes aglomeraciones entre residentes y turistas hacía prácticamente imposible caminar con normalidad. Ante el inmenso gentío Gonzalo la tomó de la mano, abriéndose paso entre la masa.
Tras varios intentos de ver cofradías a pie de calle, optaron por acercarse a los palcos y ver desde allí el paso de alguna cofradía. No era lo que Gonzalo deseaba, pero sí lo más sensato.
—Nuestro Padre Jesús del Silencio en el Desprecio de Herodes, María Santísima de la Amargura Coronada y San Juan Evangelista, y Santa Ángela de la Cruz. Ese es el nombre de la Hermandad del Silencio Blanco de San Juan de la Palma —dijo Gonzalo, mientras pasaba por delante de ellos la Cruz de Guía.
—¡Es asombroso! —exclamó Camila en voz baja, al ver de cerca los nazarenos que formaban el cortejo, de riguroso blanco, en el más absoluto silencio.
—Sabía que te impresionaría —dijo él.
—Había visto reportajes y leído sobre la Semana Santa en España, pero verla tan de cerca…, aquí en el palco.
Tras el paso de la cofradía, Gonzalo le preguntó:
—¿Qué te parece si cenamos algo?
—Bien —respondió ella.
—Pues salgamos de aquí. Vámonos de tapeo por el Arenal, por el casco antiguo de la ciudad.
—¿No se qué significa ir de tapeo? —preguntó ella.
—La tapa es una costumbre gastronómica de esta tierra. Consiste en una pequeña porción de comida realizada con recetas, muchas de ellas ancestrales, que se acompaña a la bebida. Es un rito que ayuda a fomentar las relaciones de convivencia. Ya que se toma de forma totalmente informal.
—Seguro que me gustará…
Salieron de la zona de los palcos, en la plaza de San Francisco, y continuaron caminando entre la multitud, de pronto Gonzalo se paró y advirtió:
—Camila, creo que nos están siguiendo desde hace un buen rato.
—¿Quiénes? —preguntó ella.
—Aquella pareja de allí —respondió él señalando el lugar donde se encontraba un joven y una joven de unos veinticinco o treinta años, informalmente vestidos, que estaban hablando animadamente. Los he visto antes de entrar en los palcos y los vuelvo a ver ahora.
—No lo creo, hay tanta gente… —dijo ella quitándole importancia.
—Tienes razón, será mi imaginación. ¡Quién va a seguirnos! No le intereso a nadie, o tal vez podría ser algún acreedor… Mejor será que salgamos de esta «bulla» —dijo él.
—Por aquí… —dijo ella tomándolo de la mano.
Tras salir de la aglomeración, con cierta dificultad, lograron llegar a una zona despejada, Gonzalo miró a su alrededor y no vio a la pareja que, según él, los estaban siguiendo.
—¡Tenías razón eran imaginaciones mías! Tomaremos algo y después regresaremos a palacio.
—De acuerdo, mañana quiero salir muy temprano y quisiera descansar…, estoy agotada.