Treinta y uno

—¡No, imposible! —gritó Tracy al teléfono una vez que le conté la historia al detalle.

—¿Te lo puedes creer? Quizá, al final, me pasara un poco de la raya; pero no sabes el peso tan grande que me he quitado de encima.

Estaba tumbada en la cama, en pijama, y la cabeza me daba vueltas. Los Taylor se habían marchado y Rita me había traído un enorme trozo de pastel de calabaza antes de salir a dar una vuelta. La vida era maravillosa.

—En serio, el sábado que viene quiero que hagas una representación completa para las socias del club. Me encantará interpretar el papel de Nate. Gruñiré sin parar y me inflaré de comida. ¡Alucinante! ¿Quién más lo sabe?

—Sólo tú y Rita. ¡Me considera una diosa!

—Tienes que llamar a las del club. Se mueren por saber qué ha pasado.

—Lo haré. Ay, no me puedo creer que haya sido tan bueno volver a verlo; no sé en qué estaba pensando. ¡Ha cambiado tanto!

—Penny, no ha sido Nate quien ha cambiado, sino tú. Nunca me ha caído bien, ya lo sabes. Siempre te he dicho que te merecías a alguien mejor, pero no me hacías caso, y ahora te has dado cuenta de la verdad. Agradable, ¿eh?

«Muy agradable, sí».

Caí en la cama, exhausta, después de llamar a Diane, Jen, Amy y Morgan.

Lo había conseguido. Me había enfrentado a Nate.

Me acerqué al escritorio, cogí mi viejo diario y fui a la última entrada. Aquella que tantas veces me había destrozado el corazón, tiempo atrás. Pasé el dedo por las marcas del bolígrafo. Cuánto dolor había en aquellas palabras. Pero, en ese momento, supe que todo saldría bien.

Agarré un bolígrafo y me puse a escribir en el apartado de Yesterday. No con la intención de reescribir la historia, sino para recordarme a mí misma que era capaz de superar el mal de amores, en caso de que me volviera a suceder.

I’ll be back again.

Sí, regresaría. Podía arriesgar mi corazón y, luego, recuperarme. Además, lo que me hiciera sufrir, al final, me haría más fuerte.

Sí, me merecía lo que más deseaba: alguien que me valorara, alguien en quien pudiera confiar, alguien que me apreciara por mí misma.

Al pensar en Ryan, se me cayó el alma a los pies.