«¿Debo escuchar al Prozac o hablar de mi temperamento con el médico?»

 

EN este capítulo, vamos a hablar de cómo afecta su rasgo a la respuesta al cuidado médico en general; después, aprenderá algo acerca de algunos medicamentos concretos que quizás esté tomando o que es posible que le ofrezcan debido a su rasgo.

 

De qué modos influye su rasgo en la atención médica

 

• Usted es más sensible a las señales y a los síntomas corporales
• Si no lleva una vida adecuada a su rasgo, desarrollará más enfermedades relacionadas con el estrés y/o «psicosomáticas».
• Usted es más sensible a los medicamentos115.
• Usted es más sensible al dolor.
• Se activará más (normalmente, se sobreactivará) ante entornos, procedimientos, exámenes y tratamientos médicos.
• En entornos de «atención sanitaria», su profunda intuición no puede ignorar la sombría presencia del sufrimiento y la muerte, de la condición humana.
• Dado todo lo anterior, además del hecho de que la mayoría de los profesionales médicos no son PAS, sus relaciones con ellos serán normalmente problemáticas.
La parte buena es que usted toma conciencia de los problemas antes de que vayan a más, y también que es usted consciente de lo que puede ayudarlo. Como ya dije en el capítulo 4, los niños altamente sensibles que no viven bajo estrés disfrutan de una buena salud poco habitual. En un estudio de largo alcance de adultos que habían sido concienzudos y escrupulosos en la infancia (algo que es cierto en la mayoría de las PAS) se descubrió que eran inusualmente sanos como adultos, pero éste no era el caso en adultos tímidos. Esto sugiere que las PAS son capaces de una salud excelente, aunque tienen que esforzarse en su vida social y calmar sus incomodidades sociales para llevar la vida reconfortante y libre de estrés que necesitan.
Pero vamos a hablar de los problemas implícitos en la lista del principio, pues son los que más le preocupan a usted. Ser especialmente consciente de las señales físicas sutiles significa que usted está condenado a tener muchas falsas alarmas. Esto no debería ser un problema; uno va al médico y pregunta. Si, con todo, no queda convencido, busque una segunda opinión.
Pero, a veces no es tan sencillo, ¿verdad? El médico puede estar muy ocupado y ser un tanto insensible a las personas durante unos días. Normalmente, usted entra en su consulta un poco nervioso o sobreactivado. Usted ha tomado conciencia de algo pequeño, pero le preocupa o, de lo contrario, no habría pedido hora. Sabe que es probable que resulte no ser nada y acaso que el médico piense que usted es demasiado puntilloso. Y usted sabe que resultan obvias tanto su sensibilidad ante lo sutil como su sobreactivación debida a la incomodidad social anticipada.
Al mismo tiempo, el médico participa del sesgo cultural que malinterpreta su rasgo como timidez e introversión y, de ahí, como no tan sano mentalmente. Por otra parte, y en especial para algunos médicos, la sensibilidad es una pavorosa debilidad que se ven obligados a reprimir con el fin de que sobrevivan las facultades de medicina, de modo que proyectan esa parte de sí mismos (y la debilidad que le asocian) sobre los pacientes que muestren la mínima señal de sensibilidad.
En resumen, son muchas las razones para que el médico sospeche que ese débil síntoma está «en su cabeza» y, normalmente, más pronto o más tarde, le va a insinuar algo así. (Evidentemente, la mente y el cuerpo están tan estrechamente vinculados que el problema bien pudiera comenzar a partir de algún tipo de estrés psicológico, pero muchos médicos no están bien adiestrados para abordar estos enfoques.) Usted no quiere pasar por neurótico si protesta, pero se pregunta si se le va a escuchar, si se le va a examinar bien, si todo está realmente en su sitio. La situación le resulta embarazosa, y no quiere causar problemas, pero se va de allí preocupado, cosa que lo deja con la pregunta de si realmente estará neurótico. Y quizá la próxima vez decida ignorar sus síntomas, hasta que resulten tan obvios que sean visibles para cualquier médico.
La solución consiste en encontrar un médico que valore plenamente su rasgo, lo cual significa que deberá ser una persona que tome en serio su capacidad para detectar los aspectos sutiles de su salud y las reacciones al tratamiento. Cualquier médico debería de estar encantado con un sistema de alarma tan bueno y, al mismo tiempo, siendo conocedor de su sensibilidad, podría ser ese experto que lo calme y lo tranquilice cuando es probable que no haya nada malo después de todo. Pero la forma de tranquilizar debería ser respetuosa y no basarse en la sospecha de que algo no va bien en su componente psicológico.
Conviene que encuentre médicos así, y no le debería de resultar difícil si lleva este libro consigo para que lo lean ellos.
Su sensibilidad a los medicamentos es real, y puede que se incremente con la sobreactivación que le provoca su preocupación por los efectos secundarios (y la mayoría de los fármacos los tienen, de manera que usted no está siendo neurótico en modo alguno). También puede suceder que sea otra cosa la que le provoque la sobreactivación en el momento en que toma la primera dosis. En ese caso, espere y vea qué tal le va la medicación después de calmarse.
Si está seguro de que está reaccionando mal a un medicamento, créaselo. Existen grandes variaciones de sensibilidad a los fármacos. Espere que los profesionales médicos trabajen con usted en este asunto de un modo respetuoso. Si no lo hacen, no olvide que es usted un cliente, y busque otro médico.
En cuanto a la sobreactivación debida a otros tratamientos y procedimientos, dese cuenta de que se está enfrentando a algo nuevo, a sensaciones intensas y, muy a menudo, a amenazadoras invasiones de su organismo. La solución aquí consiste, en primer lugar, en explicar a quien quiera que esté llevando a cabo el procedimiento que usted es una persona altamente sensible. Si su explicación es respetuosa consigo mismo, normalmente se le respetará. De hecho, su sinceridad será apreciada. La persona que esté llevando a cabo el procedimiento podrá tomar entonces medidas extraordinarias para hacérselo todo más fácil.
Ciertamente, usted debería saber lo que mejor le va a la hora de reducir su activación. Algunos nos sentimos mejor cuando lo explicamos todo a medida que el sanitario va realizando su trabajo; otros prefieren el silencio. Unos prefieren ir acompañados de un amigo o amiga; otros optan por ir solos. A unos se les da bien la medicación que reduce el dolor o la ansiedad; a otros les resulta aún más estresante la pérdida del control cuando son medicados. Además, es probable que usted pueda hacer bastante de por sí; puede familiarizarse de antemano todo lo posible con respecto a la situación; puede calmarse, centrarse y tranquilizarse de cualquiera de las formas que ahora ya conoce; y puede consolarse por sí solo comprendiéndose y aceptándose si ha tenido alguna reacción intensa.
La sensibilidad al dolor también varía enormemente. Por ejemplo, hay mujeres que no sienten casi dolor durante el parto, y las investigaciones con estas mujeres han demostrado que rara vez sienten dolor en su vida cotidiana116.Sin duda, también es cierto lo contrario, que hay personas que sienten mucho dolor durante la vida. En mis investigaciones, he descubierto que las PAS experimentan normalmente más dolor.
El estado mental también afecta hasta cierto punto a la percepción del dolor, de modo que le vendrá bien ser un padre amable, cariñoso, comprensivo y tranquilizador para su bebé/cuerpo cuando llegue el dolor. También es esencial que haga conocer a aquellos que le puedan ayudar su sensibilidad suplementaria al dolor. Si están bien informados sobre el tema, tomarán su reacción como una variación fisiológica normal y la tratarán de forma adecuada. (Pero, recuerde, también puede ser usted más sensible a los medicamentos que alivian el dolor.)
La conclusión obvia es que usted suele activarse más que el paciente medio y, aun suponiendo que su médico sea lo suficientemente avispado como para no tratar su activación como un fastidio o una señal de trastorno, las cosas no dejarán de ser más difíciles para usted. Por ejemplo, disminuye su capacidad para comunicar lo que piensa.
Para esto, hay varias soluciones. Puede acudir con una lista de preguntas y puede tomar nota. Puede ir acompañado por alguien que escuche y haga las preguntas que no se le ocurran a usted. (Así, también, habrá alguien con quien comprobar luego lo que se ha dicho.) Y usted puede explicar sus dificultades. Deje que el profesional lo calme con un poco de charla informal o con cualquier método que él o ella prefiera. Usted también puede compensar su activación pidiéndole que repita las instrucciones y que esté disponible si lo llama por teléfono para responder a las preguntas que no se le hayan ocurrido durante la visita.

 

 

 

Recuerde también que es habitual sentir cierto apego por cualquier persona que haya estado con usted durante una experiencia activadora, especialmente si se trató de un calvario verdaderamente doloroso o emocionalmente importante. En el campo de la medicina, oirá hablar de este tipo de sentimientos cuando las personas hablan de su cirujano o las mujeres hablan de la persona que le entregó a su hijo durante el parto. Todo eso es perfectamente normal. La solución consiste, simplemente, en saber por qué sucede y en compensarlo adecuadamente.
La sobreactivación es dura. Lo único que se le pide es que no le dé vueltas. Pero, en situaciones clínicas, con el dolor, 1a vejez y la muerte delante de sus ojos, se hace aún más dura. Sin embargo, vivir la vida siendo consciente de la muerte tiene mucho sentido para mí, porque hace que valores más los instantes. Cuando la conciencia es demasiado intensa, siempre puedes disfrutar de ese práctico mecanismo de defensa universal que llamamos negación. Y deje que sus amigos y familiares acudan en su ayuda. Muchos de ellos habrán afrontado o se tendrán que enfrentar a estas preguntas algún día. No es éste el momento para sentirse una cosa rara o una carga. Vamos todos en el mismo barco.

 

Reescribir el historial médico

 

Éste puede ser un buen momento para reestructurar un poco sus experiencias médicas a la luz de su rasgo.
Recuerde entre una y tres experiencias significativas de enfermedad y de atenciones médicas, especialmente experiencias de hospitalización o de infancia. Después, siga los tres pasos que ya conoce. Primero, piense en cómo entendió siempre esas experiencias, probablemente desde la perspectiva de las actitudes de la profesión médica (que es usted «demasiado sensible», que es un paciente difícil, que se imagina su dolor, que está neurótico, etc.).
Luego, considere estas experiencias a la luz de lo que ahora sabe acerca de su rasgo.
Y por último, piense si hay algo que hacer al respecto debido a su nueva visión de las cosas, como buscarse otro médico o dejarle este libro al que lo atiende ahora.
Por otra parte, si ha sido éste un aspecto problemático de su vida, échele un vistazo a «Una vía práctica en el trato con los profesionales de la medicina».
Una vía práctica en el trato con los profesionales de la medicina
1. Piense en una situación módica que sea sobreactivadora, soda/mente incómoda o, de un modo u otro, problemática para usted. Quizás sea su respuesta ante el hecho de estar completamente desnudo o desnuda, con la única excepción de la bata hospitalaria; o su respuesta a determinado tipo de examen o a que le extraigan sangre, a que le taladren un diente, o a recibir un diagnóstico o informe que se venía retrasando o no estaba claro.
2. Piense en esta situación a la luz de su rasgo, incluyendo el papel positivo potencial del rasgo. Por ejemplo, tomará conciencia antes que nadie de si existe un problema y será más meticuloso siguiendo las indicaciones que se le den. Pero, por encima de todo, piense en lo que necesita (y tiene derecho a tener) para hacer que la situación sea menos activadora. Recuerde, todos deberían esforzarse para impedir que su organismo se inunde de cortisol, dado que los resultados clínicos también serán mejores si usted mantiene la calma.
3. Imagine cómo va a conseguir lo que necesita. Quizá sea algo que puede hacer por sí mismo, pero es probable que suponga al menos un poquito de comunicación, para informar de su sensibilidad a los profesionales médicos. Así pues, hágase un guión. Asegúrese de transmitir el respeto que siente por sí mismo y generará respeto en los demás sin tener que ser rudo ni arrogante. Que vea su guión alguien en cuya opinión confía. Sería ideal una persona que también trabaje en el campo de la salud. Después, haga un juego de roles* con ella y pídale que le diga cómo se sintió mientras usted hablaba.
4. Piense en cómo puede aplicar lo que ha practicado la próxima vez que reciba atención médica. En ese momento, quizá le venga bien volver sobre estos puntos y ejercitarse más con el fin de convertir en realidad lo que ha imaginado.

 

Una advertencia acerca de las etiquetas médicas de su rasgo

 

Como sabe, los médicos no tardan en darse cuenta de hasta qué punto nuestras actitudes mentales influyen en el sistema inmunológico y en la enfermedad. También son conscientes de que unas personas más que otras tienen pensamientos y sentimientos que pueden contribuir a la enfermedad. Pero, debido a que se centran en la enfermedad, suelen pasar por alto los aspectos positivos de un tipo de personalidad que parece acompañar a ciertas enfermedades. Y digo «parece» porque también suelen soslayar los prejuicios culturales hacia algunos tipos de personalidad que bien pueden ser los causantes del daño. De hecho, pueden estar perpetuando inconscientemente el prejuicio al proclamar, desde la altura de su autoridad profesional, que determinado tipo de personalidad o rasgo es malsano o negativo.
Las señales del prejuicio contra la sensibilidad son bastante fáciles de descubrir en el momento en que se aprende a leer entre líneas, a detectar las descripciones de sensibilidad como de un «síndrome» o que tales personas están «desequilibradas», «pierden frecuentemente el control» o «reaccionan excesivamente» o bien «son incapaces de percibir con precisión» debido a que sus organismos tienen «exceso» de esto o son «anormales» en aquello. Recuerde que se trata de valoraciones médicas desde la perspectiva del rey-guerrero de lo que es o está pasado, perdido, por encima de, exacto, excesivo y anormal.
Sin embargo, recuerde que algunas veces usted sienta realmente que ha perdido el equilibrio, que está descontrolado y que está reaccionando en exceso. Las PAS que viven en un mundo altamente estimulante están condenadas a esto, en especial aquellas que han tenido una infancia o una historia personal turbulenta. En tales circunstancias, por favor, deje que los profesionales de la salud le echen una mano con la medicación, aunque lo hagan al modo del rey-guerrero. (Simplemente, asegúrese de insistir en que se comience con dosis bajas.) Pero recuerde que no tiene que culpar de ello a su rasgo, sino al mundo en el que usted nació, un mundo que está desafiándolo constantemente para que se adapte a él o cambie.

 

 

 

¿Para que tomar Prozac y otros fármacos?

 

Le he sugerido varias veces que le hable de su rasgo a los profesionales de la salud que lo atienden. Sin embargo, si lo hace, más pronto o más tarde le van a ofrecer medicamentos «psicoactivos» como solución permanente (probablemente un antidepresivo, como el Prozac, o un ansiolítico, como el Valium). De hecho, es muy probable que muchos de ustedes ya hayan probado estos fármacos. Pueden ser muy útiles, si se encuentra en plena crisis o necesita un remedio temporal para controlar la sobreactivación y sus efectos, como el insomnio o la falta de apetito. Pero la verdadera cuestión estriba en si uno debe tomar algo más o menos permanente para «curarse» de su rasgo. Muchos médicos piensan que sí, que hay que hacerlo. Por ejemplo, cuando le hablé a mi médico de cabecera de este libro, se mostró entusiasmado. «Este problema está ciertamente dejado de la mano por parte de la medicina —dijo—. Es vergonzoso. Pero, gracias a Dios, se cura fácilmente, como la diabetes.»
Y me extendió su receta.
Sé que lo único que pretendía era ayudar. Pero le dije, no sin cierto sarcasmo, me temo, que intentaría resistir un poco más sin su ayuda.
Sin embargo, puede que usted sienta que los inconvenientes de su rasgo superan a sus ventajas, o quizá desee ver si la medicación cambia la expresión de su rasgo. Si es así, puede que desee probar con la medicación a largo plazo, con el objetivo de generar un cambio en el modo básico según el cual funciona su cerebro, pero yo creo que las PAS deberían estar bien informadas antes de tomar semejante decisión.
Probablemente tenga ya claro que el resto de este capítulo no le va a decir qué hacer; intentará más bien informarlo y ayudarlo a reflexionar sobre todos estos asuntos.

 

Los medicamentos en una crisis

 

Hay una diferencia importante entre tomar medicamentos psicoactivos en una crisis y hacer uso de ellos para conseguir un cambio de personalidad a largo plazo. A veces, la medicación es la forma más fácil, o incluso la única forma, de salir de un círculo vicioso de sobreactivación y carencia de un funcionamiento adecuado durante el día y de un sueño normal por la noche. En estas situaciones, no le resultará difícil encontrar a un médico, como mi médico de cabecera, que estará casi anhelando extenderle una receta. O puede que se encuentre con el otro extremo, con un médico que piensa que los estados mentales dolorosos hay que sufrirlos, especialmente si la causa es «externa», como el duelo por un pérdida o la ansiedad ante la expectativa del propio rendimiento. Lo mejor que puede hacer es decidir de antemano qué haría usted en una crisis. Después, puede buscar un médico cuya filosofía en lo relativo a medicamentos se adapte a la suya. Si espera a encontrarse en medio de una crisis, puede que tanto usted como los que lo rodean piensen que no se encuentra en el mejor estado para tomar decisiones, y así terminará haciendo lo que diga el médico que encuentre más a mano.

 

Medicamentos instantáneos para detener la activación

 

Existen innumerables fármacos psicoactivos, pero son dos los que se les suelen dar a las PAS. El primer tipo es el de los fármacos «ansiolíticos» de rápida acción, como el Librium, el Valium y el Xanex (normalmente, le dan sueño, lo cual a veces es una ventaja y a veces no, salvo el Xanex). Todos detienen la activación, sin dejar rastro de ella, en unos pocos minutos. (Como ahora ya sabe, la activación no tiene por qué ser ansiedad, de modo que no acepte que lo etiqueten como «propenso a la ansiedad». La activación puede ser, simplemente, sobreestimulación.)
Muchas personas confían plenamente en estos medicamentos para poder dormir, cuando tienen que rendir en una situación comprometida o en momentos de estrés. Sin embargo, aunque los efectos son efímeros, estos fármacos crean dependencia si se toman durante mucho tiempo. Cada vez que aparece un nuevo medicamento contra la ansiedad, se suele decir que es menos adictivo que sus predecesores, pero es probable que todos los fármacos que nos llevan rápidamente hasta el nivel óptimo de activación, desde una subactivación o desde una sobreactivación, tengan que ser adictivos hasta cierto punto. El alcohol y los opiáceos nos quitan la sobreactivación; la cafeína y las anfetaminas nos sacan de una activación deficiente; y todos son adictivos. De hecho, haremos uso repetidamente de cualquier cosa que resuelva un problema, a menos que los efectos secundarios superen los beneficios.
Sin embargo, el cerebro se adapta a las sustancias que afectan a la activación, de manera que usted necesita cada vez más cantidad para conseguir el mismo efecto. Cuando se alcanzan esos niveles, pueden comenzar a dañar diversas partes del organismo, como el hígado o los riñones, además de suprimir el mecanismo natural de equilibrio de la activación del propio organismo.
Evidentemente, si usted está sobreactivado constantemente, significará que su mecanismo de equilibrio es inoperante ya. El respiro que le puede proporcionar la ingestión de ansiolíticos de vez en cuando puede ser justo lo que necesita.
Sin embargo, hay otras formas de cambiar la química del organismo: pasear, respirar profundamente, un masaje, un sano aperitivo, el abrazo de alguien que te ama, escuchar música, bailar... La lista es interminable.
Los agentes tranquilizadores «naturales» de las hierbas se vienen utilizando desde que vivíamos en las cavernas. La infusión de manzanilla es un buen ejemplo, al igual que las de espliego, pasionaria, lúpulo y avena. Le pueden aconsejar sobre esto en las tiendas de salud y alimentación natural, donde suelen vender buenas mezclas en forma de bolsas de infusiones o cápsulas. Como en todo lo demás, su individualidad se va a manifestar también aquí; habrá cosas que le funcionarán mejor que otras. Ingerida antes de irse a dormir, la mezcla adecuada puede asegurarle el tiempo de sueño que necesita. Si tiene carencias de calcio o de magnesio, puede que el suplemento de estos minerales lo ayude a calmarse. Pero tenga cuidado, pues los medicamentos «naturales» también pueden ser potentes.
La cuestión es que puede que su médico no haga mención de estos antiguos y simples tratamientos. A él o ella le visitan con frecuencia los vendedores de las empresas farmacéuticas, y nadie va al médico instándole a que le recete un paseo o una taza de manzanilla.

 

Medicamentos para reparar los efectos de una sobreactivación prolongada

 

Los antidepresivos constituyen el otro tipo de fármacos que con frecuencia se recomienda a las PAS para tratar cualquier inconveniente real o percibido de su rasgo. En una crisis, previenen decididamente el sufrimiento e incluso pueden salvarle la vida. (Las personas depresivas tienen una tasa de mortandad más alta por suicidios y accidentes.) Y también le pueden salvar la economía, en la medida en que le permitan conservar su puesto de trabajo, si de otro modo lo viera en peligro.

 

Los antidepresivos no necesariamente eliminan todos los sentimientos. Simplemente, restauran una especie de red de seguridad para que no se caiga tan abajo como con anterioridad. Y dado que esos bajos niveles pueden ser producto de un agotamiento cerebral más que algo «natural» en usted, tiene sentido ingerir algo que le dé al cerebro un poco de ayuda para recuperar la normalidad. En cuanto duerma y coma mejor, ya no tendrá necesidad de ellos.
Para que tengan efecto, los antidepresivos precisan de dos o tres semanas, de modo que no son demasiado adictivos; no hay una recompensa inmediata. No obstante, hay personas a las que les resulta difícil dejarlos, y usted no puede dejarlos con rapidez sin ciertas dificultades. No conozco a nadie que vendiera sus últimas posesiones por tomar una dosis más de antidepresivos, pero en un sentido más leve también son adictivos.
Si decide que quiere tomar antidepresivos, vaya a un psiquiatra cualificado en la prescripción de estos medicamentos (alguien que haya desarrollado cierta intuición después de años de ver cómo diferentes personas y síntomas responden ante los diferentes fármacos; una prueba más de las enormes variaciones que se dan entre las personas). Pero es natural que un experto en estos medicamentos crea en sus valores, de manera que vaya sólo en busca de este tipo de ayuda una vez haya decidido inequívocamente que es la ayuda que desea.

 

Lo que hacen los antidepresivos

 

El cerebro está compuesto por millones de células llamadas neuronas que se comunican entre sí enviándose mensajes a lo largo de extensas ramificaciones. Pero estas ramificaciones no llegan a tocarse, de modo que, cuando un mensaje llega al extremo de una ramificación, tiene que cruzar hasta la siguiente (algo así como el que toma un ferry). Por diversos motivos, ésta es una brillante manera de construir un cerebro.
Para salvar el espacio que se abre entre las ramificaciones, las neuronas construyen unos barquitos químicos llamados neurotransmisores, que se liberan en cantidades minúsculas dentro de ese espacio intermedio. Las neuronas recuperan también sus barcos neurotransmisores cuando ya no hacen falta. Liberándolos y luego recuperándolos, las neuronas conservan lo que consideran que es la cantidad adecuada de neurotransmisor.

 

La depresión parece estar causada por la no disponibilidad de determinados neurotransmisores, mientras los antidepresivos se encargan de que haya más de esos neurotransmisores. Pero no lo hacen aportando el neurotransmisor en sí, pues el cerebro está sellado para este tipo de manejos y, simplemente, no se le puede añadir ese material. Lo que hace el antidepresivo es aportar algo que sí que pueda entrar en el cerebro y engañarlo para que acepte la medicación en lugar de los neurotransmisores, poniendo así en circulación más de éstos.
Pero las cosas son aún más complicadas. Lo que probablemente sucede es que hay personas que desarrollamos «demasiados» receptores de neurotransmisores (puede ser uno de los motivos por los que somos tan sensibles a los estímulos), de manera que acabamos antes con los neurotransmisores. Los receptores extras se desarrollan probablemente durante épocas de estrés o de sobreactivación prolongada. Otro efecto de los antidepresivos es que reduce el número de receptores, lo cual parece ser el motivo para que tengan efecto al cabo de dos o tres semanas, pues hace falta tiempo para eliminar los receptores. O puede que no sea esto lo que hace el cerebro. En realidad, nadie conoce los detalles. Volveremos a este punto dentro de un momento.
¿Se ha preguntado usted por qué la sobreactivación prolongada lleva a la depresión o puede ser aliviada con antidepresivos? Cuando una persona sufre estrés durante mucho tiempo (está sobreactivada), desciende la cantidad de determinados neurotransmisores. (Otras cosas, como ciertos virus, también hacen descender la tasa de estos importantes jugos cerebrales.) Con el descenso de neurotransmisores, la persona se hunde; es decir, se deprime. Pero esto no le ocurre a todo el mundo, y el motivo de esto aún se desconoce. Y ser una PAS no significa automáticamente que sea usted más propenso a la depresión. La sobreactivación prolongada es la responsable.
Hay bastantes sustancias de tipo neurotransmisor, y cada año se descubren más. Durante mucho tiempo, los antidepresivos que había en el mercado actuaban sobre varios neurotransmisores, de ahí que parte del gran alboroto que levantó el Prozac se basara en que actúa sólo sobre un neurotransmisor, la serotonina. El Prozac y sus parientes (Paxil, Zoloft, etc.) reciben el nombre de «inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina», o ISRS. Nadie sabe por qué esta selectividad es un avance en el tratamiento de ciertas dificultades, pero los científicos están intentando conocer mejor la serotonina ahora.

 

La serotonina y la personalidad

 

El motivo que, hace unos pocos años, hizo un éxito de ventas del libro Escuchando al Prozac117 fue que Peter Kramer, su autor, expresó las preocupaciones de muchos psiquiatras que habían descubierto que algunas personas que habían estado tomando ISRS «se curaban» de lo que parecían ser características de personalidad profundamente arraigadas. Una de estas características era la tendencia congénita a «reaccionar excesivamente al estrés»; o dicho con nuestros términos, a sobreactivarse con facilidad.
No obstante, como dije antes, creo que debemos ser muy cuidadosos a la hora de permitir a los médicos que utilicen lo de «reaccionar excesivamente al estrés» como descripción de nuestro rasgo básico. ¿Quién decide lo que es «excesivo»? (El uso que yo hago del término sobreactivación —activación excesiva— está relacionado con el nivel óptimo de activación para usted.) Pero, ¿qué hay de los aspectos positivos de nuestro rasgo y de los aspectos negativos de una cultura en 1a que son normales los niveles altos de estrés? Ciertamente, no hemos nacido con una tendencia a «reaccionar excesivamente al estrés». Simplemente, nacimos sensibles.
De todos modos, Kramer planteó una serie de fascinantes cuestiones sociales acerca del hecho de que un fármaco pueda cambiar por completo la personalidad de alguien. ¿Qué nos parecería si algún día fuéramos capaces de cambiar de personalidad como de traje? ¿Qué sucedería con nuestro sentido del yo, si el yo pudiese cambiar con tanta facilidad? Si una persona toma un medicamento sin haber suficiente trastorno como para etiquetarlo de enfermedad (si la persona, simplemente, quiere sentirse de determinada manera), ¿en qué se diferenciará este medicamento de las «drogas callejeras»? ¿Tendrá que tomar todo el mundo Prozac, y luego Super Prozac, simplemente para mantener el nivel competitivo de una alta tolerancia al estrés? Y una pregunta a la que Kramer vuelve una y otra vez: ¿qué perdería una sociedad en la que todo el mundo optara por tomar tales fármacos?
No hago más que dar vueltas al libro de Kramer y a las reacciones que provoca debido a que lo están leyendo muchos médicos que, ahora, equiparan la sensibilidad con la necesidad del Prozac, y también porque Kramer habla de temas sociales y psicológicos. Si es usted una PAS típica. convendrá que piense en estos temas y no sólo en temas personales a la hora de decidir cómo va a responder cuando le ofrezcan un ISRS.

 

La serotonina y las PAS

 

Resultó difícil desvelar todos los detalles de por qué es tan importante la serotonina, debido a que es el «neurotransmisor preferido» en catorce lugares diferentes del cerebro. Peter Kramer cree que la serotonina es algo así como la policía. Cuando hay abundancia de serotonina, al igual que cuando la policía está patrullando, todo está más seguro y hay más orden por todas partes. Pero las mejoras difieren en función de los problemas en cada área. La policía controla el tráfico si hay un atasco y persigue el crimen si el problema es ése. De forma parecida, la serotonina termina con la depresión si alguna parte del cerebro está causando depresión e impide el comportamiento excesivamente compulsivo y perfeccionista si alguna parte está provocando esto. Por seguir con la analogía, quizá no nos parezca peligrosa una sombra en una callejuela oscura cuando hay tanta policía por ahí,. Esto supondría una importante modificación para las PAS, con un sistema de detención— comprobación tan fuerte como el que tenemos. Pero eso sólo es así si hubiera más serotonina, es decir, si hubiera más policía en la zona.
Mientras leía los casos que aparecían en Escuchando al Prozac, no pude evitar preguntarme cuántos de los pacientes de Kramer eran PAS que no habían sabido valorar su rasgo y cuidar de sí mismos en una sociedad menos sensible. Como consecuencia de ello, tenían una sobreactivación crónica, sus niveles de serotonina se hallaban un tanto bajos y el Prozac les había sido útil. Consideremos los otros problemas que Kramer vio resueltos con el Prozac: la compulsividad (¿el empeño infatigable de controlar la ansiedad y la sobreactivación?), una baja autoestima y la sensibilidad ante las críticas (¿quizá debido a pertenecer a una minoría a la que se hace sentir imperfecta?).
Así pues, ¿cuándo debería tomar ISRS una PAS, si es que debería hacerlo, con el fin de cambiar sus arraigadas características de personalidad? Eso depende en gran medida de la relación exacta entre 1a serotonina y nuestro rasgo. Pero, ¡ay!, aún es prematuro afirmarlo con seguridad. (Y cuando haya más respuestas, tenga cuidado con todo aquello que no parezca complicado o que se le aplique a todo el mundo.) Mientras tanto, algunas pistas sugieren que, una vez más, todo depende de si su sobreactivación es crónica o no y hasta qué punto lo es.
Hay monos que nacen con cierta tendencia118 a detenerse para comprobar todo lo que ven u oyen que les pueda resultar nuevo. Ése es nuestro mismo rasgo, desprovisto aquí de sus ventajas humanas: una profunda comprensión del pasado y del futuro y una mayor capacidad para controlar nuestra detención para comprobar si así lo decidimos. Estos monos se comportaban como los demás monos la mayor parte del tiempo. Pero, de jóvenes, eran más lentos a la hora de explorar y mostraban una tasa cardiaca más alta y más variable, y niveles más altos de hormonas de estrés. Se parecen mucho a los niños de los que hablaba Jerome Kagan en el capítulo 2. Pero obsérvese que, en este punto, no tienen menos serotonina.
Las diferencias más grandes aparecen cuando estos monos se hallan sometidos a un alto estrés (sobreactivados) durante un tiempo prolongado. Entonces, comparados con los otros monos, estos monos más reactivos parecen ansiosos, deprimidos y compulsivos. Si se les perturba repetidas veces, mostrarán estas conductas con mayor frecuencia, y es en este punto donde sus neurotransmisores descienden.
Estas conductas y estos cambios físicos aparecen también en cualquier mono traumatizado en la infancia al ser separado de la madre119. Curiosamente, al ser traumatizado, lo que aumentan son las hormonas del estrés, como el cortisol. Pero, con el tiempo, especialmente con otros factores generadores de estrés, como el ser aislado, los niveles de serotonina descienden. Más tarde, los monos parecen ser más reactivos de forma permanente.
De lo que debemos percatamos en estos dos estudios es que lo que genera el problema es la sobreactivación crónica, el estrés o el trauma de la infancia, no el rasgo congénito. (Ya lo vimos en el capítulo 2). Los niños sensibles experimentan más momentos breves de activación, con su correspondiente incremento de adrenalina, aunque se encuentran bien cuando se sienten seguros. Pero cuando un niño sensible se siente inseguro (o cuando cualquier niño se siente así), la activación a corto plazo se convierte en activación a largo plazo o prolongada, con su correspondiente incremento de cortisol; y, con el tiempo, la serotonina se agola también (según indican los estudios con los monos).
Esta investigación es importante para las PAS. Establece de forma muy concreta por qué necesitamos evitar la sobreactivación crónica. Si fuimos programados en nuestra infancia para sentimos amenazados por todo, entonces tendremos que hacer un trabajo interior, normalmente en terapia, que cambie esa programación, aunque eso pueda llevamos años. Kramer cita evidencias que indican que puede desarrollarse una susceptibilidad permanente a la sobreactivación y la depresión, y que se puede causar un verdadero daño si los niveles de serotonina no vuelven a la normalidad. Así pues, conviene que estemos seguros y descansados, además de fuertes en serotonina. Esto nos pondría en disposición de disfrutar de las ventajas de nuestro rasgo, de la apreciación de lo sutil.
Y esto significa que los inevitables momentos de sobreactivación no nos lleven a un incremento de cortisol durante días y a un descenso de serotonina durante meses y años. Si hemos agotado la serotonina aún podremos corregir la situación. Pero supondrá tiempo, y puede que venga bien utilizar durante un tiempo algún medicamento que nos ayude a llevar a cabo esta corrección.

 

La serotonina y el hecho de ser víctimas

 

Otro detalle que conviene que conozca es que los monos dominantes, al menos los de especies muy proclives a la dominancia, tienen más serotonina120.6 El mero hecho de incrementar la serotonina en un mono de este tipo le hace dominante sobre sus semejantes a los que se ha dado un fármaco que hace descender el nivel de serotonina. Y si se pone a un mono de este tipo en la cúspide de una jerarquía dominante aumenta también la serotonina de su cerebro. Si se le aparta de ese estatus, desciende la serotonina121.He aquí otra razón por la cual es posible que los médicos aumenten su nivel de serotonina: para ayudarlo a ser más dominante y a tener éxito en una sociedad orientada a la dominancia.
Ciertamente, no me gusta equiparar a los monos «tímidos» con los seres humanos altamente sensibles, que se diferencian en que tienen más, precisamente, de lo que nos hace humanos a los humanos (previsión, intuición, imaginación). Pero si las PAS son propensas a agotar su serotonina, yo tendré que preguntarme cuál es la causa de eso. Parece que existe la suposición de que somos menos dominantes porque tenemos niveles bajos de serotonina. Pero puede ser que, al menos en algunos casos, la reducción de serotonina se deba a esa sensación de ser imperfectos, de hallarse abajo en la jerarquía de dominancia. ¿No podría ser que el bajo nivel de serotonina, la depresión y todo lo demás que surge a partir del estrés pueda deberse al hecho de que nuestra cultura reprime a las PAS?
Piense en cuáles pueden ser los niveles de serotonina de los niños «tímidos y sensibles» en China, donde, según el estudio del que ya hablamos en el capítulo 1, son los admirados líderes de sus clases. Imagine los niveles de serotonina de sus homólogos en Canadá, que se encuentran en el nivel más bajo de la jerarquía en la clase. Puede que no necesitemos Prozac: ¡quizá lo que necesitamos es respeto!

 

¿Debería intentar cambiar su rasgo con un ISRS?

 

Me gustaría tener datos sobre los efectos de estos medicamentos en PAS no deprimidas; pero sus efectos, entonces sobre el promedio de PAS seguirían sin decimos mucho acerca de los efectos que pueden tener en usted. Es bien sabido que un antidepresivo que da fin a la depresión en una persona puede no hacerle nada a otra. Y lo mismo debería ocurrir con los medicamentos que afectan a la personalidad. Tal como expliqué en el capítulo 2, hay sin duda muchas formas de ser altamente sensible, y ésa es una de las razones para que, cuando tengamos que pensar en nuestro rasgo, vayamos con cuidado a la hora de aceptar explicaciones simples y de moda para todo, como la de la serotonina.
He aquí algunos de los temas que yo tendría en consideración a la hora de tomar una decisión. En primer lugar, ¿está muy insatisfecho consigo mismo por ser cómo es? Segundo, ¿está dispuesto a tomar un medicamento durante el resto de su vida con el fin de mantener los cambios que le gustaría tener? Es una decisión que requiere que se considere con suma atención los potenciales efectos secundarios y los efectos a largo plazo, ninguno de los cuales se conoce todavía, siendo éste un fármaco nuevo.
El principal efecto secundario es que, en al menos un 10-15 %, estos medicamentos se comportan un poco como un estimulante del tipo de las anfetaminas (algo a lo cual quitó importancia122 el fabricante del Prozac. Eli Lilly). Hay personas que han utilizado Prozac que han referido insomnio, sueños intensos, una agitación incontrolable, temblores, náuseas o diarrea, pérdida de peso, dolor de cabeza, ansiedad, sudoración excesiva123 y rechinar de dientes mientras duermen124.Una de las soluciones a todo esto ha consistido en recetar ansiolíticos, normalmente por la noche, para contrarrestar la agitación. Pero a mí me enfadaría ya un poco ver que ahora tendría que tomarme no uno, sino dos costosos medicamentos. Y, por otra parte, está lo de la habituación.
Muchas de las PAS que conozco que han tomado Prozac y fármacos similares dejaron de tomarlos posteriormente porque la medicación no les servía de mucha ayuda, o porque no les gustaban los efectos estimulantes. Existe la posibilidad de que el sistema de activación comporta— mental, del que ya hablamos en el capítulo 2, esté siendo forzado para contrarrestar al sistema de detención-comprobación. Así pues, estos medicamentos quizá funcionen mejor si su «problema» es que tiene un sistema de activación tranquilo, y puede que las personas que se agitan demasiado con ellos sean aquellas en quienes ambos sistemas son fuertes.
Estos medicamentos afectan a veces al rendimiento sexual, especialmente en los hombres, y en una investigación se descubrió que el Prozac afecta a la memoria; en otra, no. En una investigación con animales, parecieron verse indicios de que los antidepresivos estimulan el crecimiento de tumores, pero en estudios anteriores no se observó lo mismo125.Llevará tiempo saber si estos medicamentos pueden constituir un problema grave en los seres humanos. Por otra parte, los ISRS son muy peligrosos si se mezclan con otros fármacos, especialmente con otros antidepresivos, debido a que el exceso de serotonina es perjudicial, e incluso puede causar la muerte.
No todo es de color de rosa, ¿eh?
Con todo esto no se pretende asustarlo ni que deje de tomar antidepresivos, en especial si se halla en una crisis. (Sin embargo, por término medio, los antidepresivos más antiguos son igual de eficaces con la depresión. Los efectos secundarios son más desagradables, pero estos fármacos se han utilizado durante más tiempo y no parecen tener efectos secundarios graves.) Lo único que quiero es que usted esté bien informado. No le van a contar toda la verdad en Escuchando al Prozac. Kramer dejó de hablar deliberadamente de los efectos secundarios del Prozac, pues estaba más interesado en el impacto social de un tipo de medicamentos que, supone él, serán liberados con el tiempo de los principales efectos secundarios. Kramer también minimizó las diferencias individuales, que podrían llevar a unas pocas personas a sufrir reacciones muy serias. Ni tampoco puede esperar usted que le cuenten todo los fabricantes de fármacos, que están haciendo mucho dinero con estos medicamentos, enormemente rentables; ni los médicos de cabecera, de los que se sabe por las investigaciones que sobreestiman el valor de la mayoría de medicamentos que se publicitan mucho126.Incluso la hojita de papel que acompaña a los medicamentos, y en la que figuran los efectos secundarios, está hecha por las empresas farmacéuticas que, obviamente, no quieren preocupar a sus consumidores más de lo estrictamente necesario.

 

La sombra del Prozac

 

Si quiere saber más acerca de la sombra del Prozac, puede leer el libro de Peter y Ginger Breggin titulado Talking Back to Prozac. En él, ofrecen una perspectiva diferente, si bien a veces excesivamente alarmante, de la industria farmacéutica, que ejerce un papel decisivo en el proceso de aprobación de fármacos en los Estados Unidos. La Food and Drug Administration (FDA)* no investiga los nuevos medicamentos, sólo los supervisa. Las estudios los llevan a cabo investigadores que suelen estar relacionados económicamente con los fabricantes. Después de su aprobación, si aparecen nuevos efectos secundarios, la empresa los minimiza, como es natural. Si hay un pleito, se resuelve en silencio fuera de los tribunales. De hecho, Eli Lilly se ha ofrecido a pagar los gastos legales de todo médico que sea demandado por negligencia por haber administrado adecuadamente el Prozac127.
Los Breggin indican también que todas las investigaciones realizadas sobre estos nuevos medicamentos se han hecho sobre su utilización durante unos pocos meses, como tratamiento para depresiones graves. En estos casos, es obvio que el cerebro no se conduce adecuadamente, cuando el objetivo es devolverlo a la normalidad. Nadie conoce los efectos de la ingestión de estos fármacos cuando el propósito es eliminar un rasgo no deseado, aunque básicamente normal, en una persona por lo demás sana. Los antidepresivos no sólo aportan algo que falta. Les lleva semanas hacer efecto porque cambian espectacularmente la estructura de las neuronas. Por otra parte, no se ha hecho investigación alguna sobre sus efectos en personas jóvenes, aunque se les siguen prescribiendo estos medicamentos.
El primero de cada familia de antidepresivos, incluido el Prozac, se descubrió por accidente, y no se sabe exactamente cómo funcionan. Lo que sí que hacen (fácil es de suponer) es interferir día a día con los asuntos habituales del cerebro. Y así, los Breggin desdeñan las optimistas metáforas que se esgrimen sobre el Prozac de permitirle a su médico «sintonizar» o «devolverle el equilibrio» al cerebro «aumentando los neurotransmisores». Según la opinión de Peter y Ginger Breggin128,el médico que lo receta «se parece más a un torpe compañero de oficina que te echa el café sobre el ordenador; con la diferencia de que el Prozac es mucho más potente que la cafeína y su cerebro mucho más vulnerable y más fácil de dañar que su ordenador».
Si los Breggin ven un poco al demonio en el Prozac; pero en todos nosotros hay un poco del demonio, y es mejor saberlo que pretender ignorarlo.
Un psicofisiólogo que se gana la vida haciendo investigaciones sobre estos medicamentos con animales para las compañías farmacéuticas me dijo que está convencido de que estas empresas se dedican a complacer nuestros deseos de soluciones rápidas; unas soluciones que, simplemente, no existen. Según él, la mayor parte de nuestros problemas están pidiendo un mayor conocimiento de uno mismo, normalmente mediante un esforzado trabajo en psicoterapia.

 

Y lo curioso es que Peter Kramer coincide en esto:

 

La psicoterapia sigue siendo la tecnología más valiosa y sencilla para el tratamiento de las depresiones menores y de la ansiedad... La creencia de que los medicamentos pueden obviar la psicoterapia (creencia apoyada no pocas veces por los que se encargan de recortar los gastos sanitarios en la industria de la «gestión sanitaria») oculta, al menos eso creo, una cínica disposición a dejar que la gente sufra... [y] sirve como pretexto para negarles la psicoterapia a los pacientes129.

 

Cuando me puse a mirar los puntos en los que Kramer expresaba su preocupación acerca de una sociedad en la cual se utilizara el Prozac libremente, haciendo a la gente más sosa, más centrada en sí misma y más insensible, tuve que dejar de escribir números de referencias después de llegar al veinte. Pero, al mismo tiempo, también se muestra crítico con el «calvinismo farmacológico» que sostiene que, si un medicamento hace que te sientas bien, debe ser moralmente malo, y que el dolor es un estado privilegiado, que el arte es siempre el producto de una mente torturada y sufriente, que sólo los desdichados tienen pensamientos profundos y que la ansiedad es necesaria para una existencia auténtica. En conclusión, todas éstas son importantes cuestiones sociales que nosotras, las PAS, debemos ponderar a la hora de valorar una medicación que no pretendemos usar para salir de una crisis, sino para cambiar nuestro enfoque vital básico, nuestra personalidad.

 

Si va a seguir usted adelante (o ya lo ha hecho)

 

Soy consciente de que algunos, o incluso muchos de ustedes, están tomando ya un ISRS, y que otros decidirán hacerlo en un futuro. Además de los beneficios que obtengan, ustedes pueden contribuir de forma importante a nuestros conocimientos sobre estos fármacos, del mismo modo que las personas que no los toman constituirían el «grupo de control».*

 

*En las investigaciones científicas, se suelen establecer dos grupos con las personas que se someten a la investigación: el grupo experimental y el grupo de control. El primer grupo lo componen las personas que se someten a las pruebas que se pretenden indagar. El segundo hace el papel de punto de referencia comparativo, es decir, son las personas a quienes no se aplican las pruebas en cuestión. (N. del T.)

 

Kramer se pregunta si estos medicamentos nos pueden arrebatar el sentido de un yo estable. Yo no estoy segura. Cada mes, muchas mujeres pasan por cambios drásticos muy parecidos en su humor y en su fisiología básica, y siguen siendo las mismas; de lo único que se dan cuenta es de que son complicadas. Quizás entiendan que existen varios yoes que se superponen, yoes diferentes en momentos diferentes. En el caso de la medicación, usted decide qué persona quiere ser. ¿Quién lo decide? Un sólido testigo interno que lo presencia todo. La conciencia de esa parte de usted crecerá como nunca antes lo había hecho. Y usted pensará en la persona que quiere ser y será más libre de elegir que nunca.
Para una PAS, éstos son unos tiempos emocionantes de vivir. Es posible que cuando usted eligió este libro no fuera consciente de lo que es. Ahora, cuando hable de su rasgo con los profesionales de la medicina y experimente con la fisiología propia de su rasgo (o si se niega a ello), será usted uno de los pioneros. Así pues, ¿a quién le preocupa si estamos un poco sobreactivados de vez en cuando? Manténgalo bajo control y siga navegando.
• Trabaje con lo que ha aprendido •
Qué cosas cambiaría, si pudiera cambiarlas con una pastilla
Tome un papel y trace una línea en su mitad de arriba abajo. En la parte de la izquierda, haga una lista de todo aquello de usted que esté relacionado con su sensibilidad, aunque sea de un modo vago, que le gustaría eliminar si hubiera una pastilla que lo permitiera. Ésta es su ocasión para sentirse molesto con los inconvenientes de ser una PAS. También es su ocasión para soñar con la píldora perfecta para cambiar de personalidad. (Este ejercicio no trata del uso de medicamentos cuando se encuentra usted en una crisis, una depresión profunda o con ideas de suicidio.)
Ahora, para cada una de las cosas que ha escrito a 1a izquierda, escriba a la derecha lo que podría perderse de la vida si el efecto negativo de su sensibilidad fuera eliminado con esta píldora milagrosa. (Al igual que todas las pastillas, su pastilla no puede mantener una paradoja.) Un ejemplo no relacionado con el rasgo: «Terquedad» está en la parte izquierda, pero sin ella usted podría perder «perseverancia», que debe ir en la derecha.
Si lo desea, añádale un 1, un 2 o un 3 a cada elemento de la parte izquierda en función de cuánto le gustaría liberarse de él (siendo 3 el máximo); y también puede hacerlo en la derecha, en función de cuánto le gustaría conservarlo. Un total mucho más alto en la izquierda indicaría que usted desea seguir buscando un medicamento que le sea útil (o bien que aún le resulta difícil aceptarse como es).