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Salir adelante en el trabajo:

 

 

persiga su dicha y deje que brille su luz

 

DE todos los temas que cubro en mis seminarios, la vocación, ganarse la vida y arreglárselas en el trabajo constituyen las preocupaciones más urgentes de muchas PAS; y esto es algo que tiene mucho sentido, dado que no podemos prosperar demasiado en un entorno laboral estresante y sobreactivador si tenemos que pasar en él largas horas. Pero creo que gran parte de nuestras dificultades en el trabajo se deben a que no valoramos nuestro papel, nuestro estilo y nuestra potencial aportación al mundo. De ahí que, en este capítulo, trate en primer lugar de nuestro lugar en la sociedad y del lugar de su vocación en su propia vida interior. Por poco práctico que pueda sonar esto, en realidad tiene una gran importancia práctica. En cuanto comprendes tu verdadera vocación, es tu propia intuición la que empieza a resolver los problemas vocacionales concretos. (Ningún libro puede hacer esto por usted, dado que nadie puede dirigir su situación, que es singular, única.)

 

«Vocación» no es lo mismo que «vacación», pero mal dicho

 

La vocación, o llamada, se refería en sus orígenes a 1a llamada a la vida religiosa. Por lo demás, en la cultura occidental, uno hacía lo que se hace en muchas culturas: lo mismo que hacían tus propios padres. En la Edad Media, uno era noble, siervo, artesano, etc. Pero, dado que en los países indoeuropeos cristianos, la clase social del «consejero real sacerdotal», de la que hablé en el capítulo 1, era oficialmente célibe, no había nadie que naciera en esta clase. Era el único empleo al que uno tenía que ser llamado.
Con el Renacimiento y el auge de la clase media en las ciudades, la gente se sintió más libre para elegir trabajo. Pero la idea de que cada persona está llamada a un trabajo preciso y adecuado para ella es de aparición ciertamente reciente. (Apareció más o menos al mismo tiempo que otra idea, la de que hay una persona precisa y adecuada con la cual casarse.) Al mismo tiempo, el número de posibles vocaciones se ha incrementado enormemente, al igual que la importancia y las dificultades para encajar la persona adecuada en el trabajo adecuado.

 

La vocación de todas las PAS

 

Como ya dije anteriormente en el capítulo 1, las culturas más agresivas del mundo (y ahí habría que incluir a todas las sociedades occidentales) provienen de una organización social original que dividía a la gente en dos clases, la de los impulsivos y duros guerreros y reyes, por una parte, y la de los más reflexivos y eruditos sacerdotes, jueces y consejeros reales, por la otra. También se decía que el equilibrio entre estas dos clases es importante para la supervivencia de tales culturas, y que la mayoría de las PAS gravitan naturalmente hacia la clase de los consejeros reales.
Hablando ahora de vocaciones, no quiero decir con esto que todas las PAS se conviertan en eruditos, teólogos, psicoterapeutas, orientadores o jueces, aunque no dejen de ser carreras clásicas de la clase consejero real. Sea cual sea nuestra carrera, es probable que no vayamos en pos de ella como un guerrero, sino como un sacerdote o un consejero real: concienzudamente, en todos los sentidos. Si no hubiera PAS en los puestos más elevados de la sociedad o de una organización, los tipos guerreros tenderían a tomar decisiones impulsivas y carentes de intuición, tenderían a utilizar el poder y la fuerza de forma abusiva, y no tendrían en cuenta ni la historia ni las tendencias futuras. Esto no es insultarlos; no es más que describir su naturaleza. (Ésta era la clave del papel de Merlín en las leyendas del rey Arturo; y hay figuras similares en la mayoría de las epopeyas indoeuropeas.)
La pertenencia a la clase de los consejeros tiene una implicación práctica en el hecho de que la PAS difícilmente puede tener suficiente educación y experiencia. (Añado experiencia debido a que, a veces, las PAS se consagran a la educación a costa de la experiencia.) Cuanto mayor sea la diversidad de nuestras experiencias, dentro del ámbito de lo que €$ razonable para nosotros (no es necesario volar en ala delta), más sabio será nuestro consejo.

 

También es importante la educación de las PAS con el fin de validar ese estilo nuestro, más silencioso y sutil. Creo conveniente que estemos bien representados en nuestras profesiones tradicionales (enseñanza, medicina, leyes, artes, ciencias, religión), que cada vez se encuentran más en los dominios de las no PAS. Esto significa que las necesidades sociales que cubren estas profesiones se ven cada vez más dominadas por el estilo guerrero, siendo la expansión y el beneficio la única preocupación.
Nuestra «sacerdotal» influencia ha descendido, debido en parte a la pérdida del respeto que sentimos por nosotros mismos. Al mismo tiempo, las
profesiones en sí están perdiendo respetabilidad al no recibir nuestra contribución, más tranquila y digna.
Pero todo esto no quiere decir que haya una trama, un complot de los menos sensibles. A medida que el mundo se hace más difícil y estimulante, es natural que medren las no PAS, al menos al principio. Pero no podrán medrar largo tiempo sin nuestra aportación.

 

La vocación, la individuación y la PAS

 

Bien, ¿y qué hay de su vocación en particular? Siguiendo el pensamiento de Cari Jung, yo contemplo la vida humana como un proceso de individuación, un proceso a través del cual se descubre la pregunta particular para cuya respuesta se lo puso a usted aquí en la Tierra. Puede ser una pregunta que dejó sin culminar algún antepasado, aunque usted debe proceder con ella a la manera de nuestra propia generación; pero la pregunta no es fácil, o no llevaría una vida entera el responderla. Lo que importa es que trabajar sobre ella es algo que satisface profundamente al alma.
Este proceso de individuación es a lo que se refiere el experto en mitología Joseph Campbell cuando exhorta a sus alumnos a luchar por su vocación para «perseguir tu dicha»93. Campbell siempre dejó claro que, con esto no estaba diciendo que se haga cualquier cosa que sea fácil o divertida en ese momento; se refería al hecho de consagrarse a un trabajo que sientes correcto, un trabajo que te llama. Tener un trabajo así (y si somos tan afortunados, que encima se nos pague por él) es una de las mayores bendiciones de la vida.
ti proceso de individuación precisa de una enorme sensibilidad y de una gran intuición, para poder ser consciente de cuándo estamos trabajando en la pregunta correcta y del modo correcto. Como PAS, usted está diseñado para esta empresa igual que un velero de competición lo está para aprovechar el viento. Es decir, la vocación de las PAS, en su sentido más amplio, consiste en ir, con suma atención y cuidado, en pos de su vocación en un sentido personal.

 

Trabajos y vocación

 

Pero, entonces, nos encontramos con el problema de quién va a pagar a las PAS por ir en pos de su dicha. Suelo coincidir con algo en lo que Jung insistía una y otra vez: es un grave error apoyar económicamente a nuestro tipo de persona. Si una PAS no se ve obligada a ser práctica, terminará por perder el contacto con el resto del mundo. Se convertirá en un odre vacío a quien nadie querrá escuchar. Pero, ¿cómo se puede hacer dinero y, al mismo tiempo, seguir una llamada?
Una forma consiste en buscar el punto donde se cruzan los dos senderos, el que está dirigido por la mayor de nuestras dichas y el que está dirigido por la mayor de las necesidades mundanas, es decir, aquello por lo que se nos va a pagar. En esta intersección, podrá ganar dinero por hacer aquello que ama hacer.
En realidad, la relación entre la vocación y el empleo por el que se cobra puede ser bastante variada y puede cambiar a lo largo de la vida. A veces, su trabajo no será otra cosa que el modo de obtener dinero, y tendrá que ir en pos de su vocación durante el tiempo libre. Un buen ejemplo lo constituye el caso de Einstein, con el desarrollo de la teoría de la relatividad. Einstein trabajaba como dependiente en una oficina de patentes, encantado de tener un trabajo aburrido en el que se sentía libre para pensar en lo que de verdad le importaba. En otras ocasiones, podemos encontrar o crear un trabajo que satisfaga nuestra vocación, y que suponga un salario adecuado como mínimo. Hay muchos trabajos posibles que hacer, o bien el trabajo que satisfaga nuestros propósitos irá cambiando a medida que aumente la experiencia y profundicemos en nuestra vocación.

 

 

 

La vocación y la PAS liberada

 

La individuación consiste, por encima de todo, en ser capaz de escuchar tu voz interior a través del ruido interno y externo. Algunos nos vemos atrapados en las exigencias de los demás, y estas exigencias pueden estar constituidas por verdaderas responsabilidades, o pueden ser ideas comunes sobre lo que hace falta para tener éxito (dinero, prestigio, seguridad). Después, están las presiones con las que los demás nos caigan por esa actitud nuestra de no querer disgustar a nadie.
Con el tiempo, muchas PAS, si no la mayoría, se ven obligadas a lo que yo llamo «liberarse», aunque esto no ocurra hasta llegada la segunda parte de la vida. Estas PAS sintonizan con su pregunta interna y con sus voces interiores, en lugar de sintonizar con las preguntas que les hacen los demás y que les exigen responder.
No es fácil liberarse, dado que ansiamos complacer a los demás. Somos muy conscientes de lo que los demás necesitan. Sin embargo, nuestra intuición se cierne sobre la pregunta interna que debemos responder. Estas dos potentes y conflictivas corrientes pueden estar zarandeándonos durante años. No se preocupe si su progreso hada la liberación es lento, pues es casi inevitable.
Sin embargo, no pretenda desarrollar una imagen idealizada del tipo de PAS en la que quiere convertirse. Eso no es precisamente liberación. Se trata de averiguar quién es usted, no de lo que algún otro piensa que usted debe ser.

 

Descubra su propia vocación

 

Quizás usted esté esforzándose por descubrir su vocación y se sienta un poco frustrado al ver que su intuición no le sirve de mucho. Por desgracia, la intuición también se puede interponer en su camino debido al hecho de que le hace escuchar diversas voces internas que hablan de posibilidades muy distintas. Sí, sería deseable poder servir a los demás, y no pensar demasiado en mis ganancias materiales, pero esto descartaría un estilo de vida en el que dispusiera de tiempo para buscar las cosas buenas de la vida. Y ambas cosas excluyen la actualización de mis aptitudes artísticas. Y siempre me ha gustado la vida tranquila, centrada en la familia. ¿O quizá centrada en lo espiritual? Pero eso supondría estar muy en las nubes, cuando me gusta la vida más cercana a la tierra.
Reestructuración de los puntos críticos de su historia vocacional y laboral
Éste puede ser un buen momento para que se detenga y haga un poco de reestructuración, al igual que en capítulos anteriores. Haga una lista de sus más importantes pasos vocacionales o cambios de trabajo. Ponga por escrito de qué modo entendió siempre estos acontecimientos. Quizá sus padres querían que fuera usted médico, pero usted sabía que eso no era lo suyo. Sin una explicación mejor, puede que usted aceptara la idea de que era «demasiado blando» o de que «carecía de motivación». Ahora, ponga por escrito lo que entiende a la luz de su rasgo. En este caso, que la mayoría de las PAS no están preparadas en absoluto para la inhumana rutina que requieren, por desgracia, la mayoría de las escuelas de medicina.
A la luz de la nueva comprensión de la situación, ¿se le ocurre algo que haya que hacer? En el ejemplo, acaso merezca la pena comentar con sus padres esta nueva visión de los estudios de medicina, si es que siguen insistiendo en sus negativos puntos de vista. O quizás suponga buscar otra escuela de medicina más humana o que estudie un tema relacionado con la medicina, como fisiología o acupuntura, que le permita un estilo diferente de educación profesional.

 

Quizá sería más feliz trabajando en una causa ecológica. Pero... ¡los seres humanos tienen tantas necesidades!
Todas las voces resuenan con fuerza; ¿cuál es la correcta? Si se ve abrumado por tantas voces, es probable que le cueste tomar decisiones; a las personas intuitivas les suele ocurrir esto. Pero usted va a tener que desarrollar sus habilidades de toma de decisiones, cualquiera que sea la vocación que elija. Así pues, empiece por reducir las opciones a sólo dos o tres. Puede hacer una lista racional de pros y contras. O imagine que se ha decidido ya por un camino y viva en función de ello durante uno o dos días.
Otro problema que tienen las PAS que son muy intuitivas y/o introvertidas es que quizá no estén bien informadas acerca de las realidades. Dejamos que nos dirijan las corazonadas. No nos gusta preguntar. Pero reunir información concreta de personas reales es una parte del proceso de individuación, en especial para las personas introvertidas o intuitivas.
Si cree que «simplemente, no puede», estará manifestando el tercer obstáculo en la búsqueda de su vocación: una baja confianza en sí mismo. Es probable que, en lo más profundo, usted sepa lo que realmente quiere hacer. Claro está que quizás elija algo en lo que le va a resultar difícil tener éxito con el fin de no dar un paso adelante y hacer lo que sí es posible, pero puede que siga confundido con lo que puede hacer o no.
Como una PAS que es, puede que tenga importantes dificultades con determinadas tareas que, según las normas culturales, son cruciales para tener éxito en la mayoría de las vocaciones (hablar o desenvolverse en público, la tolerancia al ruido, las reuniones, el trabajo en cadena, la política de una oficina, los viajes). Pero ahora ya conoce la causa concreta de sus dificultades en estos campos y puede explorar formas para sortear la sobreactivación que le generan. De modo que, en realidad, hay muy poco que no pueda hacer, si encuentra una forma de hacerlo según su propio estilo.
Sin embargo, la escasa confianza en sí mismo es perfectamente comprensible en las PAS. Muchos de ustedes deben haberse sentido imperfectos. Quizá se hayan esforzado mucho en complacer a los demás y, al final, puede que lo único que hayan conseguido no haya sido más que servir de puente en sus senderos, y acaso lo hayan tratado como a tal, como algo que pisar. Sin embargo, ¿cómo se sentiría si estuviera terminando sus días y no lo hubiera intentado?
A lo mejor dirá que tiene miedo de fracasar. ¿Hay alguna voz interior que diga eso? ¿Una sabia voz interior que lo proteja? ¿O es una voz crítica que lo paraliza? Por el bien de la discusión, supongamos que la voz tiene razón y que fracasa. Olvídese de la gente que lo intentó y lo consiguió; ése es el tema de muchas películas. Yo conozco personas que lo han intentado y han fracasado. Conozco a muchas de ellas. Puede que no tengan mucho dinero ni dispongan de demasiado tiempo, pero aun así están felices por haberlo intentado. Ahora, avanzan hacia otros objetivos, con más sabiduría, por lo aprendido sobre sí mismos y sobre el mundo. Y, ciertamente, dado que ningún esfuerzo viene a ser un fracaso total, tienen mucha más confianza en sí mismas que cuando estaban sentadas a un lado del camino.
Por último, en la búsqueda de su vocación, haga uso de los excelentes libros y servicios existentes sobre orientación vocacional. Simplemente, mantenga siempre en marcha su sensibilidad, dado que es un factor importante que la mayoría de los orientadores no toman en consideración.

 

Lo que hacen otras PAS

 

Puede resultar interesante saber algo acerca de las carreras que han elegido otras PAS. Evidentemente, en todo ponemos nuestro sello. En la encuesta telefónica que hice, averigüé, por ejemplo, que no demasiadas PAS eran vendedoras, pero una lo era de buenos vinos. Otra vendía propiedades inmobiliarias, y sostenía que hacía uso de su intuición para emparejar personas con casas.
Podemos imaginar a otras PAS dándole forma a otros empleos (a casi cualquier empleo) y convirtiéndolos en algo tranquilo, reflexivo y concienzudo, como cuando algunas PAS me dijeron que eran maestras, peluqueros, agentes hipotecarios, pilotos, azafatas, profesoras, actores, educadores de primera infancia, secretarios, doctoras, enfermeros, agentes de seguros, atletas profesionales, cocineras y asesores.
Otros empleos parecían obviamente adecuados a las PAS: creador de muebles, cuidador de animales, psicoterapeuta, ministro, operario de equipos pesados (ruidoso, pero sin gente), granjero, escritora, artista (montones de artistas), técnico en rayos X, meteoróloga, podador de árboles, científico, transcriptor médico, editora, experto en humanidades, contable y electricista.
Aunque algunas investigaciones indican que los llamados tímidos hacen menos dinero, pude descubrir muchas PAS en posiciones que parecían estar muy bien pagadas (administradores, directivos, banqueros...). Quizás en otros estudios se encontrara que los tímidos estaban mal pagados debido a un detalle que aparece tanto en sus datos como en los míos: el doble de PAS con relación a las no PAS de mi estudio se ubicaron en las calificaciones de «trabajos del hogar», «ama de casa» o «padre o madre a tiempo completo». (No todo eran mujeres.) Si las contamos como personas que no obtienen dinero, harían descender mucho la media de ingresos de su grupo. Pero, evidentemente, estas personas realizan importantes ingresos a su familia al llevar a cabo servicios por los que, si hubiera que pagar, resultarían ciertamente caros.
Las PAS que hacen «trabajos del hogar» han encontrado un buen lugar donde guarecerse, siempre y cuando sean capaces de ignorar el menosprecio de nuestra cultura por su trabajo. De hecho, nuestra cultura se beneficia enormemente de ellas. Las investigaciones realizadas sobre la paternidad, por ejemplo, indican una y otra vez que la esquiva cualidad de la «sensibilidad» es la clave en una buena educación de los hijos94.

 

Convertir la vocación en un trabajo remunerado

 

Hay buenos libros en los que se habla del tema de cómo convertir lo que se ama en algo por lo cual se recibe un salario, de modo que, como es habitual, yo me voy a ceñir a los aspectos que resultan relevantes en nuestro caso. Para hacer de su verdadera vocación un trabajo remunerado suele ser necesario crear un servicio o una profesión totalmente nueva, y eso puede significar la puesta en marcha de un negocio propio o la creación de un nuevo empleo en el lugar donde usted ya trabaja.
Y esto puede antojarse amedrentador, a menos que recuerde usted que debe hacerlo según el estilo de una PAS.
En primer lugar, deseche la imagen según la cual todo el mundo hace su trabajo a través de una red laboral, conociendo a las personas adecuadas y demás. Siempre hace falta algo de trabajo en equipo, pero hay otras formas muy efectivas y mucho más agradables para una PAS (cartas, correos electrónicos, mantener contacto con una persona que está en contacto con muchas, invitar a comer y realizar una «sesión informativa» al colega extravertido que va a todos los congresos, etc.).
En segundo lugar, tendrá que confiar en algunas de sus virtudes. Con su intuición, puede estudiar las tendencias y percibir las necesidades del mercado mejor que otros. Si algo le emociona, será una buena ocasión para que los demás también se emocionen o puedan emocionarse, en cuanto escuchen sus motivos. Si sus intereses no son demasiado habituales, convendrá que se adapten a trabajos ya existentes. Y si son muy insólitos, usted será probablemente un destacado experto, y es posible que alguien, en algún lugar, necesite pronto de sus consejos, sobre todo a partir del momento en que comparta su visión.
Hace años, una PAS apasionada del cine y el video, logró un empleo de bibliotecaria y convenció a su universidad de que debían tener un vanguardista departamento de cine y vídeo. Esta mujer intuyó que los medios de comunicación iban a estar en la vanguardia de la educación especialmente en la formación permanente del público. Todo el mundo ve esto ahora con toda claridad, y su biblioteca de cine y vídeo es la mejor del país.
El autoempleo (el que se le conceda a uno plena autonomía dentro de una organización más grande) es un camino lógico para las PAS. Usted controla las horas, la estimulación, el tipo de personas con las que va a tratar, y no hay problemas con jefes o compañeros de trabajo. Y, a diferencia de muchos pequeños empresarios o empresarios noveles, usted probablemente haga una concienzuda investigación y planificación antes de asumir riesgo alguno.
Sin embargo, tendrá que vigilar determinadas tendencias. Si es usted una típica PAS, puede que sea un perfeccionista muy proclive a la preocupación. Es posible que sea el jefe más difícil de manejar para el que haya trabajado jamás. También puede que tenga que superar cierta carencia de enfoque. Si su creatividad y su intuición le ofrecen un millón de ideas, en algún momento, más bien pronto, tendrá que dejar pasar muchas de ellas, y deberá tomar todo tipo de decisiones difíciles.
Y si, además, es una persona introvertida, tendrá que hacer un esfuerzo adicional para mantenerse en contacto con el público o con el mercado. Siempre podrá dar entrada a un extravertido como socio o ayudante. De hecho, con seguridad será una buena idea buscarse socios o contratar a alguien que absorba todo tipo de estimulación excesiva. Pero con ellos como salvaguarda entre usted y el mundo, su intuición no recibirá una información directa, a menos que planifique algún contacto real con aquellos a los que sirve.

 

El arte como vocación

 

Casi todas las PAS tienen una vertiente artística que disfrutan expresando, o bien aprecian profundamente alguna forma de arte. Pero algunos de ustedes intentarán hacer de las artes su vocación o incluso su medio de vida. Casi la totalidad de los estudios sobre las personalidades de artistas prominentes insisten en que su sensibilidad era crucial. Desgraciadamente, esa sensibilidad está vinculada también con la enfermedad mental.
Yo creo que el problema consiste en que, normalmente, nosotros, los artistas, trabajamos solos, retinando nuestro arte y nuestra sutil visión creativa. Pero el retiro, sea del tipo que sea, incrementa la sensibilidad (que no deja de ser una parte del motivo por el que uno se retira). De manera que estamos extrasensibles cuando llega el momento de mostrar nuestra obra, representarla, explicarla, venderla, leer reseñas sobre ella y aceptar el rechazo o la aclamación. Entonces, cuando se ha concluido una obra importante o ha terminado su representación, hay cierto sentido de pérdida y confusión. La corriente de ideas que manaba desde el inconsciente ya no emerge, y los artistas están más capacitados para avivar y expresar esa fuerza que para comprender sus fuentes o su impacto.
No resulta sorprendente que los artistas recurran a las drogas, el alcohol y los fármacos para controlar su activación o para reconectar con su yo interior. Pero los efectos a largo plazo llevan a un organismo desequilibrado y, por otra parte, entre los mitos o los arquetipos de los artistas se encuentra la idea de que cualquier ayuda de tipo psicológico puede destruir su creatividad, al hacer del artista una persona normal.
Pero un artista altamente sensible en particular haría bien en pensar detenidamente acerca de la mitología que envuelve a este rol. El artista grave y atormentado es una de las imágenes más románticas de nuestra cultura, ahora que se desvanecen los santos, los proscritos y los exploradores. Recuerdo a un profesor de escritura creativa que hizo una vez una relación en la pizarra de la casi totalidad de autores famosos, y nos preguntó que tenían todos ellos en común. La respuesta fue que intentaron suicidarse. No estoy segura de si la clase lo vio como una tragedia o como un aspecto romántico de la carrera que habían elegido. Pero, como psicóloga y artista que soy, a mí me pareció una situación terriblemente grave. Cuán a menudo se ha incrementado el valor de las obras de un artista después de habérsele diagnosticado una demencia o de haberse suicidado. Aunque la vida del héroe-aventurero artístico atrae especialmente a las jóvenes PAS, también puede ser una trampa inconsciente puesta por aquellos de vida mundana que no tienen tiempo para el artista interior y desean que alguna otra persona sea artista en su lugar, dando pábulo a todas las locuras que ellos reprimen en sí mismos. Gran parte del sufrimiento de los artistas sensibles se podría prevenir comprendiendo el impacto de la alternancia de la baja estimulación del aislamiento creativo con la estimulación incrementada de la exposición pública que ya he descrito, pero no estoy segura de si este conocimiento se aplicará extensamente hasta que el mito del artista inestable y su propia necesidad hayan sido comprendidos.

 

El servicio a los demás como vocación

 

Las PAS tienden a ser enormemente conscientes de los sufrimientos ajenos. Su intuición suele darles una imagen bastante clara de lo que hay que hacer. Así, muchas PAS optan por vocaciones de servicio... y muchas de ellas «se queman».
Pero, para ser útil a los demás no conviene que tenga usted un trabajo que lo consuma. Muchas PAS insisten en trabajar en la primera línea del frente, por así decirlo, y reciben con ello la máxima estimulación. Se sentirían culpables quedándose atrás, enviando a otros a hacer lo que a ellos les parece pesado. Pero, a estas alturas, creo que se dará cuenta de que hay personas que, de hecho, están perfectamente preparadas para la primera línea del frente y a las que les encanta estar ahí. De modo que, ¿por qué no les deja satisfacer sus impulsos? También hace falta gente en la retaguardia, desarrollando la estrategia desde una atalaya sobre el campo de batalla.
Por decirlo de otro modo, hay unas personas a las que les gusta cocinar y hay otras personas a las que les gusta lavar platos. Durante años, no pude permitir que otras personas lavaran los platos en mi propia casa después de lo mucho que yo había disfrutado cocinando, que es uno de mis pasatiempos favoritos. Pero un día, finalmente, alguien me insistió en que de verdad le gustaba fregar platos, y que detestaba cocinar.
Un verano hice un viaje en el Rainbow Warrior de Greenpeace y tuve ocasión de escuchar algunas de las aventuras de la tripulación, como aquella en que los dejaron delante de las quillas de unos enormes barcos factoría balleneros, o aquella otra en la que estuvieron en el punto de mira de los torpedos y las ametralladoras durante varios días. A pesar del gran amor que siento por las ballenas, yo hubiera sido más un problema que una ayuda en este tipo de circunstancias, pero sabía que podía dar apoyo a sus esfuerzos de otras maneras.
En resumen, usted no tiene por qué asumir un trabajo que le vaya a generar un estrés excesivo o una sobreactivación. Siempre habrá alguien que pueda asumirlo y sentirse bien con él. Y no tiene por qué trabajar largas horas; de hecho, convendría que trabajara menos. Puede que lo mejor sea no darle publicidad a esto, pero la primera condición para ayudar a los demás es mantenerse sano y dentro de un margen adecuado de activación.

 

El ejemplo de Greg

 

Greg era un maestro de escuela altamente sensible, apreciado y respetado tanto por los alumnos como por sus colegas, pero vino a verme para decirme que estaba a punto de dejar la profesión que tanto había querido, con la esperanza de que yo le verificara que la enseñanza no era una profesión para una PAS. Coincidí con él en que se trata de una profesión muy dura, pero también le dije que pensaba que era esencial que hubiera maestros buenos y sensibles para que pudiera haber felicidad y progreso, tanto para los individuos como para la sociedad en general. No podía soportar ver cómo una joya así abandonaba ese campo.
Pensándolo juntos, él aceptó que la enseñanza era una vocación lógica para una persona sensible y cariñosa. El trabajo de la enseñanza debería de estar diseñado para este tipo de personas, pero la verdad es que las presiones están haciendo que a las PAS les resulte cada vez más difícil mantenerse en este ámbito. Greg se percató de que su tarea consistía en cambiar el formato de su trabajo y que, de hecho, éste era un deber ético, y que haría mucho más bien negándose a trabajar en exceso que abandonando su puesto.
Al día siguiente se puso en marcha, y Greg ya no volvió a trabajar después de la hora a la que, por ley, estaba obligado. Tuvo que echar mano de gran parte de su creatividad para encontrar los atajos adecuados, aunque muchos de ellos no fueran los ideales y, ciertamente, lo angustiaran a veces. Sentía que debía ocultar a sus compañeros y al director sus nuevos hábitos laborales aunque, con el tiempo, terminaron por descubrirlo. (El director aceptó la situación, al ver que Greg estaba haciendo bien sus tareas esenciales y que se sentía mejor.) Algunos de sus compañeros lo imitaron, otros lo envidiaron y se mostraron resentidos con él, pero no pudieron cambiar su nuevo enfoque. Diez años más tarde, Greg es todavía un maestro de reconocido mérito; pero, además, se siente mucho mejor y más feliz.
Es cierto que, aun estando exhausto, usted sigue aportando algo a aquellas personas a las que sirve, pero, al hacerlo, pierde el contacto con sus puntos fuertes más profundos, ofreciendo un modelo de comportamiento autodestructivo, martirizándose y dando motivos a los demás para sentirse culpables. Y, al final, usted querrá abandonar, como Greg, o bien se verá obligado a forzar su organismo.

 

Las PAS y la responsabilidad social

 

Nada de todo lo dicho hasta aquí pretende sacar a las PAS de la lucha por la justicia social y la salud ambiental. Al contrario, tenemos que estar ahí, pero a nuestra manera. Quizá, parte de lo que va mal en los gobiernos y en la política no sea tanto una cuestión de derechas o izquierdas como de falta de suficientes PAS que hagan que todo el mundo se detenga y analice las consecuencias de sus actos. Hemos abdicado y hemos dejado todo en manos de los más impulsivos y agresivos, que medran en la carrera por un cargo político y, más tarde, en la carrera por todo lo demás.
Los romanos tuvieron a un gran general llamado Cincinnatus que, según la leyenda, quería vivir plácidamente en su granja, pero lo persuadieron en dos ocasiones para que volviera a la vida pública con el fin de salvar a su pueblo de los desastres militares. El mundo necesita que se engatuse a muchas más personas así para que acepten cargos públicos. Pero, si no lo hacen, convendrá que lo hagamos nosotros voluntariamente de vez en cuando.

 

Las PAS en el mundo de los negocios

 

El mundo de los negocios es, sin duda alguna, uno de los que más infravalora a las PAS. Las personas dotadas e intuitivas, además de concienzudas y decididas a no cometer errores, deberían ser valoradas como empleados que atesorar. Aunque es menos probable que encajemos en el mundo de los negocios cuando las metáforas sobre el logro están constituidas por imágenes guerreras, pioneras y de expansión.
Pero los negocios también se pueden contemplar como una obra de arte que precisa de un artista, como un trabajo profético que requiere un visionario, como una responsabilidad social que exige un juez, como un esfuerzo de crecimiento que necesita de las habilidades propias de un agricultor o de un padre, como un desafío de educación pública al que le hacen falta las habilidades propias de un maestro, etc.
Las empresas cambian. Esté alerta ante la cultura empresarial cuando acepte un caigo o tenga la ocasión de influir en la cultura empresarial en la que se halla. Escuche lo que se dice, pero haga uso también de su intuición. ¿A quién se admira, se recompensa o se asciende? ¿A aquellos que promueven la dureza, la competitividad y la insensibilidad?

 

¿O a los que potencian la creatividad y la visión? ¿Los que fomentan la armonía y la moral? ¿O bien el servicio al cliente? ¿O el control de calidad? Las PAS deberían sentirse como en casa en cualquiera de estas cosas, menos en las primeras.

 

La PAS superdotada en el puesto de trabajo

 

A mi parecer, todas las PAS son de algún modo superdotadas debido a su propio rasgo, pero algunas lo son de un modo poco habitual. De hecho, una de las razones de la idea de las PAS «liberadas» fue la de la mezcla, aparentemente extraña, de rasgos que iban emergiendo, investigación tras investigación, en los adultos superdotados: impulsividad, curiosidad, una fuerte necesidad de independencia y un alto nivel de energía, junto con introversión, intuición, sensibilidad emocional e inconformismo95.
Sin embargo, no es fácil ser superdotado en el puesto de trabajo. En primer lugar, su originalidad se puede convertir en un problema particular cuando usted tiene que ofrecer sus ideas en una situación grupal. Muchas organizaciones recalcan la resolución de problemas grupales por el mero hecho de que, de este modo, hacen aflorar las ideas en personas como usted, para que los demás las maticen más tarde. El problema surge cuando todos proponen ideas y las de usted se le antojan obviamente mejores, mientras los demás no parecen captarlo. Si usted le da la razón al grupo, se va a sentir falso para sí mismo y no va a poder comprometerse con las conclusiones del grupo. Si no les da la razón, se sentirá marginado e incomprendido. Un buen director o supervisor conoce esta dinámica y protegerá al empleado superdotado; de lo contrario, quizá convenga que ofrezca su talento en cualquier otro sitio.
En segundo lugar, cabe la posibilidad de que usted se entusiasme con su trabajo y sus ideas; y, en su entusiasmo, puede dar la impresión de estar asumiendo grandes riesgos. Para usted, los riesgos no son grandes, debido a que ve el resultado con claridad. Pero usted no es infalible, y los demás pueden alegrarse mucho con sus fracasos, aunque sean raros.

 

 

 

Además, aquellos que no entienden tal intensidad, dirán que usted se pasa el tiempo trabajando y, probablemente, se resientan por ello (usted los hace parecer malos). Pero, para usted, trabajar es jugar, y no trabajar sería trabajar. Si es éste su caso, puede que tenga que mantener en secreto sus muchas horas de trabajo, haciéndoselo saber sólo a su superior.
O mejor aún, espacie las horas de trabajo. Intente tratar hasta el entusiasmo más positivo como un estado de sobreactivación y esfuércese por equilibrar su labor con las distracciones. Su trabajo se beneficiará de ello.
Otra consecuencia de su intensidad es que su incansable mente puede llevarlo hacia otros proyectos antes de haber completado los detalles del último, y los demás pueden cosechar lo que usted sembró. A menos que usted se organice en esto, algo que normalmente no se corresponde con su estilo, tendrá que aceptar las consecuencias.
Hay un tercer aspecto de sus talentos y de su sensibilidad emocional que puede meterlo en la complicada vida privada de los demás; y, precisamente en el puesto de trabajo, ésta no es una buena idea. Conviene que usted disponga de ciertas fronteras profesionales. Especialmente en el trabajo, usted tiene que pasar más tiempo con personas menos sensibles, que pueden suponer un gran factor de equilibrio para usted, al igual que usted para ellas. Pero los tipos más intensos de relaciones que le puedan ofrecer la profundidad emocional que usted busca desarróllelos fuera del trabajo.
Y también conviene desarrollar fuera del trabajo las relaciones que ofrecen un puerto seguro frente a las tempestades emocionales que su sensibilidad genera. No busque eso entre sus compañeros de trabajo, y especialmente no lo haga entre sus superiores. Usted sobrepasa el límite de lo que ellos pueden manejar, y podrían llegar a la conclusión de que «hay algo en usted que no va bien».
Un cuarto rasgo de los superdotados, la intuición, puede parecer algo mágico para los demás. Ellos no ven lo que usted ve (es la diferencia entre la superficie y «lo que de verdad está ocurriendo»). De modo que, al igual que con sus ideas poco habituales, tendrá que decidir si ser sincero o aceptar las cosas tal como las ven los demás, y sentirse un poquito marginado en lo más íntimo.
Por último, sus dotes pueden darle a usted cierto carisma. La gente puede tener la esperanza de que usted los guíe, en lugar de asumir ellos mismos su propia dirección. Es una tentación muy halagadora, pero puede terminar usted con la sensación de que les está robando su libertad, algo que en cierto modo así es.
Por su parte, es posible que tenga la sensación de que los demás tienen poco que ofrecer a cambio. Los intercambios iniciales pueden venir seguidos de cierta sensación de decepción. Pero el dejar por imposible a los demás lo va a llevar a una marginación aún mayor, mientras que lo cierto es que usted tiene necesidad de ellos.
La solución para todo esto no consiste en insistir en manifestar todos sus talentos en el trabajo. Exprésese también mediante proyectos privados y arte, planes de futuro o un autoempleo paralelo, y a través de la vida en sí.
Es decir, amplíe el campo de acción de sus talentos más allá, generando las ideas más notables en su trabajo. Utilícelo para lograr una percepción más profunda de sí mismo y para obtener sabiduría acerca de los seres humanos en los grupos y las organizaciones. Si éste es su objetivo, estará muy bien cruzarse de brazos y observar, siendo uno más, y no un superdotado, en algunas ocasiones y viendo cómo se siente con ello.
Por último, mantenga un buen contacto con muchas clases de personas, en el trabajo y en cualquier otro lugar, aceptando que nadie puede relacionarse con todo el mundo. De hecho, aceptar la soledad que conlleva al hecho de ser un superdotado puede ser lo más liberador y fortalecedor de todo. Pero acepte también lo contrario, que no hace falta sentirse aislado, pues todos son superdotados de un modo u otro. Y, después, está la verdad contraria: nadie, ni siquiera usted, es especial en el sentido de estar exento de los universales del envejecimiento y la muerte.

 

Procure que su rasgo sea valorado adecuadamente

 

Espero que a estas alturas pueda imaginar que son muchas las formas como una PAS puede ser una ventaja en su trabajo, tanto si trabaja para sí mismo como si lo hace para otro. Pero yo he descubierto que supone un esfuerzo considerable el mero hecho de que las PAS se deshagan de las ideas negativas del pasado acerca de su rasgo y empiecen a valorarlo de verdad. No va a poder convencer a nadie de su valor si no se convence primero a sí mismo. De modo que, por favor, haga lo siguiente, sin equivocarse.
Haga una relación de todas las cualidades de las que puede hacer uso normalmente una PAS. Siga las normas de la brainstorming* y acepte todas las ideas sin criticarlas. No se preocupe por si las no PAS tienen algunas de esas mismas cualidades; basta con que las tengamos también o incluso en mayor medida. Y haga uso de cualquier estrategia: deducción lógica del rasgo básico, pensar en su cada vez más clara imagen de la PAS típica, reflexionar sobre las PAS a las que conoce y admira, pensar en si mismo o sí misma o rebuscar entre las páginas de este libro. La lista debe ser larga. Cuando la hace un grupo de PAS (cosa a la que yo les incito), suele ser muy larga. De modo que insista en ella hasta que su lista sea sustancial.
Luego, haga dos cosas: tome notas para una pequeña charla que podría utilizar durante una entrevista y escriba también una carta más formal, y exprese en ambas algunas de sus cualidades, introduciendo entre ellas el rasgo de la sensibilidad, pero de tal modo que eduque calladamente al patrono o empresario.
He aquí parte de un posible guión (que resultaría un poco informal para una carta):

 

Y junto a mis diez años de experiencia con niños pequeños, tengo conocimientos considerables sobre artes gráficas y experiencia práctica en diseño. En todo esto, soy consciente de la aportación singular de mi personalidad y mi temperamento (soy una de esas personas sumamente concienzudas y minuciosas, que se preocupan por hacer un buen trabajo).
Al mismo tiempo, creo que tengo una imaginación asombrosa. Siempre me han considerado una persona enormemente creativa (junto con las excelentes notas obtenidas en el instituto y el haber obtenido un alto cociente intelectual). Mi intuición en el trabajo ha sido siempre una de mis mayores virtudes, así como el ser capaz de detectar posibles problemas o errores potenciales.
Sin embargo, no sirvo para armar jaleo. Me gusta la calma a mí alrededor. De hecho, debo decirle que trabajo mejor cuando me encuentro en calma, cuando todo a mí alrededor está tranquilo. De manera que a la mayoría de las personas les resulta cómodo trabajar conmigo, aunque yo me siento tan feliz trabajando sola como con algunos compañeros. Mi independencia a este respecto, mi capacidad para trabajar bien sola y a mi aire, siempre ha sido otra de mis virtudes...

 

El adiestramiento

 

Las situaciones de adiestramiento pueden ser muy sobreactivadoras debido a que usted suele desempeñarse peor cuando se siente observado o cuando está sobreactivado por alguna otra cosa (por ejemplo, si le dan demasiada información de una vez, habiendo demasiada gente alrededor, hablando o esforzándose por aprender, imaginando consecuencias desagradables acerca del hecho de no acordarse de algo).
Si es posible, pruebe a adiestrarse por sí solo. Llévese a casa los manuales de instrucciones o haga horas extra y trabaje a su manera. O bien disponga las cosas para recibir adiestramiento individualizado, preferiblemente a cargo de alguien que le haga sentirse cómodo. Pida que se le enseñe un paso, y que luego se le deje practicar solo. Después, permita que alguien más lo observe, siempre y cuando no sea un superior, sino alguien que no lo ponga nervioso.

 

Sentirse físicamente cómodo en el trabajo

 

Debido a que es usted más sensible, lo último que necesita es más incomodidad o estrés a su alrededor. Se puede considerar una situación como segura y, sin embargo, seguir siendo estresante para usted. Del mismo modo, mientras los demás quizá no tengan problemas con las luces fluorescentes, con un nivel bajo de ruido en las máquinas o con los olores de determinados productos químicos, usted sí que puede tenerlos. Es una cuestión sumamente individual, incluso entre las PAS.
Si se siente en la obligación de quejarse, sea realista en cuanto a aquello a lo que se enfrenta. Si aun así quiere seguir adelante, mencione los esfuerzos que ha estado haciendo para resolver la situación por sí mismo. Ponga el énfasis en su productividad y en sus logros, y en que todavía podría hacer las cosas mejor si este problema se resolviera (en caso de que su pretensión sea realista).

 

La promoción en una organización

 

La investigación sobre personas «tímidas» sostiene que éstas tienden a recibir una remuneración menor por su tarea y a trabajar por debajo de su nivel de competencia96. Yo sospecho que esto es cierto en el caso de muchas PAS, y que a veces es una decisión nuestra. Pero si usted quiere promocionarse dentro de la organización y, si se considera el tema de los despidos, no quiere contarse entre éstos, tendrá que prestar atención a la estrategia.
Es frecuente que a las PAS no les guste «hacer política»; pero eso, de por sí, nos puede convertir en objeto de sospecha. Se nos percibe erróneamente en todos los aspectos, especialmente si empleamos menos tiempo que los demás en nuestro puesto de trabajo o no compartimos con ellos lo que pensamos: podemos parecer distantes, arrogantes, extraños. Si no fuera porque somos insistentes, pareceríamos desinteresados o débiles. Frecuentemente, todo esto no son más que proyecciones del todo injustificadas, pero usted tiene que estar atento a estas dinámicas y tener previsto cómo va a neutralizarlas.
Si resulta apropiado, de forma casual (o formal), deje que los demás conozcan los buenos sentimientos que usted tiene por ellos y por la organización. Quizás usted piense que sus sentimientos positivos son obvios pero, si usted tiene un tono bajo y los demás no están muy atentos, puede que no sea así. Piense también si merece la pena hablar más abiertamente acerca de lo que cree que puede aportar, dónde le gustaría verse a sí mismo con el tiempo dentro de la organización y cuánto está dispuesto a esperar para que esto ocurra.
Mientras tanto, asegúrese de no dar por hecha su promoción cuando se distribuyan los siguientes ascensos. Para ello, anote una vez por semana todo lo que ha aportado a la organización, además de cualquier logro, del tipo que sea, en su profesión o en su vida. Hágalo con todo detalle. Al menos, usted será más consciente de todo esto y será más probable que lo mencione; pero, si es posible, muéstrele un resumen de estos logros a su superior la próxima vez que se reúnan.
Si usted se resiste a hacer esto, o si dentro de un mes se da cuenta de que aún no lo ha hecho, piense detenidamente en el porqué. ¿Parecerá jactancioso? Después, considere la posibilidad de que quizá le esté haciendo un flaco servicio a su organización y a su superior al no hacerlos

 

 

 

conscientes de sus valores. Más pronto o más tarde, se sentirá insatisfecho y querrá avanzar, o se sentirá atraído por la competición, o se le dejará de lado mientras eligen a otro menos competente. ¿Espera que los demás se den cuenta de lo que vale si usted no se lo hace ver? Éste es un deseo común que surge de la infancia y que rara vez se ve satisfecho en este mundo.
¿O bien está obteniendo ciertamente pocos logros? ¿Le preocupa? Quizá venga bien que lleve un registro de los logros que realmente le importan (senderos que ha recorrido en bicicleta, libros leídos, conversaciones que tuvo con sus amigos...). Si hay algo, aparte del trabajo, que le absorbe la mayor parte de su energía, seguramente sea aquello de lo que más disfruta. ¿Habría algún modo de recibir una remuneración por hacer eso? Y si le quita mucho tiempo una responsabilidad como la de atender a los hijos u ocuparse de un progenitor anciano, ¿se siente orgulloso de satisfacer esa responsabilidad? Ponga en la lista estos logros también, aun cuando no los pueda compartir con la mayoría de los empresarios.
Por último, si no se le asciende o siente que «alguien la tiene tomada con usted», es bastante probable que usted no esté lo suficientemente curtido.

 

Bette se encuentra con Maquiavelo

 

Bette era una PAS que venía a verme para psicoterapia. Uno de los temas que con más frecuencia sacaba a relucir era el de su frustración en el trabajo. Los terapeutas no pueden saber con certeza qué está pasando en aquellas situaciones en las que sólo puede escuchar una versión de los hechos. Pero aquello sonaba como si Bette estuviera haciendo un buen trabajo y no se le reconociese con algún tipo de promoción.
Luego, en una reunión, fue criticada por esos comportamientos que, según nosotros, la mayoría de los supervisores deberían de valorar. Algo reacia, Bette comenzó a preguntarse si su supervisora «la tenía lomada con ella». Su supervisora tenía una vida personal muy difícil, y la que había sido su antecesora le había advertido a Bette que la nueva iba a «apuñalarla por la espalda».
La mayoría de los empleados se llevaban bien con la nueva supervisora, pero la intuición le decía a Bette que todos hacían lo posible por aplacar a su jefa porque la temían. Siendo mucho mayor, Bette la había visto un tanto inmadura, aunque no la había considerado una amenaza.

 

Pero Bette era también dedicada y concienzuda, y solía recibir las alabanzas de los visitadores, que daban a entender que Bette era la más competente que habían conocido en el departamento. Ella pensaba que no tenía nada que temer, pero había pasado por alto la envidia de su supervisora. Aunque, por aquel entonces, a Bette no le gustaba pensar en nada negativo de nadie.
Con el tiempo, Bette se atrevió a pedirle a alguien de personal que le dejara ver su expediente (un movimiento adecuado en esta organización) y descubrió que su supervisora había hecho anotaciones sobre ella que eran sencillamente falsas, mientras que los informes positivos que Bette había solicitado que se incluyeran no aparecían por ninguna parte.
Finalmente, Bette tuvo que admitir que se hallaba inmersa en una lucha de poder con su supervisora, aunque no sabía qué hacer. En particular, decía una y otra vez que no quería rebajarse a pensar de este modo.
Lo importante para mí era ayudarla a entender por qué se había convertido en el objetivo de su supervisora. De hecho, Bette admitió que no era la primera vez que le ocurría esto en su historia laboral. Yo sospechaba que en este caso se debía a que, a pesar de no ser así, Bette parecía distante, superior y, de ahí, amenazadora para una persona más joven e insegura. Pero, por debajo de aquello, se encontraba el fracaso de Bette, incluso el rechazo, a reconocer el inminente conflicto.
Tanto aquí como en otros escenarios laborales en el pasado, Bette se había convertido en un objetivo fácil al preferir «estar separada del rebaño». Como tantas PAS que son introvertidas, prefería ir a trabajar, hacer bien su trabajo y volver a casa sin añadirse mayor estimulación social. A menudo me decía: «No me divierte cotillear como a las demás». Uno de los efectos de este estilo de relación era que estaba muy poco al corriente de lo que ocurría en un nivel informal. Hubiera tenido que exhibir un poco más su «persona» y charlar un poco más, simplemente, para protegerse, para saber qué ocurría y contar con algunos amigos en U «corte». Otro de los efectos era que, en cierto modo, ella estaba rechazando a los demás, o al menos así lo sentían éstos. De todos modos, nadie se sentía impelido para acudir en su ayuda y, de esta manera, la supervisora se había sentido segura para actuar en contra de Bette.
Otro error comprensible en ella, muy típico en las PAS, consistía en que era totalmente inconsciente de la «sombra» o de los aspectos menos deseables de su supervisora. De hecho, Bette tendía a idealizar a sus superiores. Ella sólo esperaba bondad y protección de quienquiera que estuviese en un puesto superior y, cuando no las recibía, se dirigía a la persona que se hallaba más arriba en busca de ayuda. ¡Pero Bette pensó que su supervisora «tenía derecho» a saber lo que iba a hacer! Claro está, la supervisora se le adelantó y volvió en su contra al inmediato superior. Otra autoridad idealizada que se comportaba, como era de esperar, como un mortal.
Le dije a Bette que tenía que curtirse, ser más «política», y al principio pensó que le pedía jugar sucio. Pero yo sabía que aquella pureza arrojaba una larga sombra y, con el tiempo, Bette se encontró en sus sueños con una furiosa cabra encerrada, más tarde con un pequeño y duro «pandillero de barrio» y, finalmente, con una sofisticada mujer de negocios. Conociendo más profundamente a estos personajes oníricos, recibió de cada uno algo que, de hecho, ya poseía, pero a lo que no había recurrido, y que había reprimido vehementemente como inaceptable. Aprendió por sí misma a sospechar al menos un poquito de todos, en especial de aquellas personas a las que idealizaba (incluida yo).
A medida que avanzamos en su reflexión sobre sí misma (gran parte de ello requería, obviamente, mucho coraje e inteligencia), Bette fue admitiendo que a menudo había tenido grandes dudas sobre las motivaciones de todo el mundo, pero que siempre había intentado suprimir estas sospechas como un aspecto desagradable de sí misma. Tomando conciencia de tales suspicacias y sometiéndolas a prueba, descubrió que podía confiar más, no menos, en algunas personas y que podía confiar en gran medida en sus propias intuiciones, ahora menos en conflicto. (Usted va a tener la oportunidad de conocer a su agente de la fuerza interior al final de este capítulo.)

 

Lamentos: lo evitable y lo inevitable

 

Es difícil enfrentarse a todas las cosas que no vamos a conseguir hacer en esta vida. Pero eso forma parte del hecho de ser un mortal. Sería estupendo que pudiéramos avanzar siquiera un poquito en la pregunta que la vida nos ha hecho. Y aún sería mejor si encontráramos el modo de que se nos pagara por ello. Pero casi sería un milagro si fuéramos capaces de trabajar en eso y, además, en compañía de otros, en armonía y mutuo entendimiento. Si ha sido bendecido con esto, valórelo. Si todavía no lo ha conseguido, confíe en que ahora dispone de ciertos indicios sobre cómo podría conseguirlo.

 

Por otra parte, quizás usted tenga que llegar a entenderse con una vocación que, muy a menudo, se vio bloqueada por otras necesidades, o por el fracaso de su cultura en valorarlo a usted. Si puede hacer las paces con esto, entonces bien podrá ser la persona más sabia de todos.
• Trabaje con lo que ha aprendido •
Conozca a su Maquiavelo
Maquiavelo, consejero de un príncipe italiano del Renacimiento, escribió con una franqueza brutal sobre el modo de abrirse paso entre los demás y mantenerse por delante en la vida. Su nombre está asociado, quizás en exceso, a la manipulación, la mentira, la traición y el resto de intrigas «cortesanas» No le recomiendo que se convierta en un Maquiavelo, pero sí opino que, cuantas más cualidades suyas rechace, más tendrá que tomar conciencia de que le esperan al acecho tanto en usted como en los demás. Cuanto más afirme no saber nada de tales cosas, más confundido se verá por intrigas secretas tanto dentro de usted como de los demás.
En resumen, en algún sitio dentro de usted hay un Maquiavelo. Sí, es un manipulador despiadado; pero ningún príncipe, en especial un príncipe bondadoso, podría permanecer en el poder mucho tiempo sin al menos un consejero con unos puntos de vista tan implacables como los de los enemigos que, sin duda, tiene cualquier príncipe. La cuestión estriba en escuchar bien, pero manteniendo a Maquiavelo en su lugar.
Quizás usted ya conozca esta parte de sí mismo. Pero póngale carne a eso. Intente imaginar qué aspecto tiene, qué dice él o ella, o cuál es su nombre. (Probablemente, no será Maquiavelo.) Y, luego, mantenga una conversación. Deje que él o ella le diga todo lo que quiera sobre la organización en la que está trabajando. Pregúntele quién está haciendo qué para abrirse paso y quién la tiene tomada con usted. Pregúntele qué puede hacer usted para salir adelante. Deje que esa voz hable durante un rato.
Después, teniendo mucho cuidado en mantener sus valores y su buen carácter intactos, piense en lo que ha aprendido. Por ejemplo, ¿le dijo que alguien está utilizando tácticas sucias y le está perjudicando a usted y, de paso, a la organización? ¿Es un tanto paranoide esta voz interior, o es algo que ya conocía, pero que no quería admitir? ¿Qué de sabio puede hacer para contrarrestar todo esto o, al menos, para protegerse?