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Las relaciones sociales:
caer en la «timidez»
«ERES demasiado tímido/a.» ¿Ha
oído esto con frecuencia? Después de leer este capítulo, pensará de
un modo diferente al respecto. En este capítulo, se explica dónde
se suele dar más la timidez: en sus relaciones sociales no íntimas.
(De las íntimas se habla en el capítulo 7.) Muchos de ustedes son
socialmente superdotados, y eso es un hecho. Pero, dado que no
tiene sentido arreglar algo que no se ha roto, me voy a centrar
aquí en un problema que habitualmente necesita arreglo: lo que los
demás llaman «timidez», «evitación social», «fobia social». Pero lo
vamos a enfocar, tanto esto como algunos otros temas comunes de las
PAS, desde un punto de vista diferente.
De nuevo señalo que centrarse en problemas
no supone que las PAS tengan necesariamente una vida social
difícil. Pero hasta el presidente de Estados Unidos y la reina de
Inglaterra se preocupan a veces de lo que piensan de ellos los
demás. De modo que es probable que usted también lo haga de vez en
cuando. Y la preocupación nos sobreactiva, es nuestro talón de
Aquiles particular.
Por otra parte, se nos dice con frecuencia:
«No te preocupes; nadie te está juzgando». Pero, siendo sensible,
puede que usted esté percibiendo que realmente lo están evaluando y
juzgando; las personas suelen hacerlo. Los no sensibles no suelen
ser conscientes de ello, felizmente. De manera que la tarea de una
PAS en la vida es mucho más dura: ser consciente de esas miradas,
de esos juicios silenciosos y, aun así, no permitir que le afecten
demasiado, lo cual no es fácil.
Si usted siempre se ha considerado
tímido
La mayoría de la gente confunde sensibilidad
con timidez; ése es el motivo de que usted oyera lo de «Eres
demasiado tímido». La gente dice que tal perro, gato o caballo
nació «tímido», cuando, en realidad, dispone de un sistema nervioso
sensible (a menos que se le hayan dado malos tratos; en ese caso,
sería más acertado decir que es «temeroso»). La timidez es el miedo
a no caer bien a los demás o a que nos reprueben, y eso lo
convierte en una respuesta ante una situación. Es un estado, no un
rasgo omnipresente. La timidez, incluso la que es crónica, no es
hereditaria; la sensibilidad sí. Y aunque la timidez crónica se
desarrolla más en las PAS, no necesariamente tiene que ser así. He
conocido a muchas PAS que no se muestran casi nunca tímidas.
Si siente timidez con frecuencia, hay una
buena explicación sobre el modo en que usted o cualquier otra
persona, incluso las no PAS, adquirieron esta tendencia. En algún
momento de su pasado, usted se implicó en una situación social
(normalmente, con sobreestimulación, para comenzar) y sintió que
había fracasado. Los demás le dijeron que había hecho algo mal o le
produjeron la sensación de que usted no les caía bien, o quizá
usted no logró dar la talla en aquella situación. Puede que ya
estuviera sobreactivado, después de utilizar su excelente
imaginación para visualizar todo lo que podría ir mal.
Por lo común, un fracaso no es suficiente
para hacer que alguien se convierta en un tímido crónico, aunque
podría ocurrir. Normalmente, sucede que en la siguiente oportunidad
en la que estuvo en la misma situación, usted estaba más activado
debido al temor a que se repitiese la escena anterior. Y, estando
más activado, es más probable hacer las cosas mal. En la tercera
ocasión, quizá le echó coraje al asunto, pero también estaba
insufriblemente activado. No se le ocurría nada que decir, se
sintió por debajo de los demás y se le trató como tal; y así
sucesivamente. Se dará cuenta de que este patrón se puede repetir
una y otra vez en una espiral descendente. También se puede
extender a otras situaciones, aunque sólo se parezcan ligeramente,
¡como cualquier situación en la que haya gente presente!
Las PAS, siendo más fáciles de activar,
también son más proclives a entrar en la espiral. Pero usted no
nació tímido o tímida, solamente nadó sensible.
Liberarse de la «timidez» a partir del
concepto de sí mismo
El hecho de aceptar la etiqueta de «tímido»
genera tres problemas. En primer lugar, que es completamente
desacertada. Pasa por alto su yo real, su sensibilidad para las
sutilezas y sus dificultades con la sobreactivación. Recuerde, la
sobreactivación no siempre se debe al miedo. Pensar que es miedo
puede hacer que usted sienta timidez, cuando no es así, como vamos
a ver.
Es natural la confusión entre sensibilidad y
ese estado mental al que llamamos timidez, dado que el 75 % de la
población (al menos, en Estados Unidos) está formado por personas
socialmente muy abiertas78. Cuando se dan cuenta de que usted está
sobreactivado, no caen en la cuenta de que puede deberse a un
exceso de estimulación. Ésta es una experiencia que desconocen.
Creen que uno tiene miedo a ser rechazado, que es tímido, que teme
el rechazo. ¿Qué otra cosa podría impedirle interactuar
socialmente?
Es cierto que hay veces en que uno tiene
miedo de ser rechazado. ¿Por qué no? Después de todo, nuestro
estilo de persona no se corresponde con el ideal cultural. Pero
como PAS, hay ocasiones en que lo que no se desea es una activación
extra. Si los demás te tratan como si fueras tímido y tuvieras
miedo, puede resultar difícil tomar conciencia de que, simplemente,
has decidido estar solo, al menos al principio. Eres tú el que
rechaza, no el que es rechazado. (Además de no comprender por qué
han nacido con una mayor necesidad de activación que tú para
sentirse cómodas, las no PAS pueden proyectar también sobre ti su
propio miedo al rechazo; es decir, atribuirte algo que no quieren
admitir de sí mismos.)
Si usted emplea menos tiempo en multitudes o
en reunirse con extraños, va a ser casi inevitable que disponga de
menos habilidades sociales cuando tenga que implicarse en tales
situaciones. Ciertamente, no es su especialidad. Pero, lo repito,
es incorrecto suponer que es usted tímido o que tiene miedo. Cuando
los demás se disponen a ayudarlo, normalmente parten de una premisa
errónea. Por ejemplo, creen que usted carece de confianza en sí
mismo y lo tranquilizan haciéndole ver que les resulta simpático.
Sin embargo, lo cierto es que, con esto, le están diciendo que a
usted le pasa algo: que tiene una baja autoestima. Al no ser
conscientes de su rasgo subyacente, le dan una razón equivocada de
por qué es usted menos sociable, y ninguna de las muchas razones
verdaderas que hay detrás, que se siente usted perfectamente bien
consigo mismo.
No es bueno calificarse a sí mismo de
tímido
Desgraciadamente, la palabra tímido tiene
algunas connotaciones negativas No tendría por qué, dado que
«tímido» podría ser sinónimo de palabras como discreto, controlado,
pensativo y sensible. Pero las investigaciones han demostrado que
la mayoría de las personas, en su primer encuentro con lo que yo
llamaría PAS, las consideraron tímidas y asociaron esa calificación
con ansiosas, torpes, temerosas, inhibidas y retraídas79,
Hasta los profesionales de la salud mental las han tipificado muy
frecuentemente de esta manera, así como inferiores en competencia
intelectual, en logros y en salud mental, todo lo cual, por cierto,
no tiene ninguna relación con la timidez. Sólo eligieron términos
positivos las personas que conocían bien a los tímidos, como es el
caso de las parejas de los tímidos. En otra investigación se
descubrió que los test que utilizamos los psicólogos para medir la
timidez están repletos de esos mismos términos negativos80. Eso podría estar bien si los test
identificaran tan sólo un estado mental, pero con frecuencia se los
utiliza para identificar a las «personas tímidas», aplicándoles así
una etiqueta negativa. Tenga cuidado con los prejuicios ocultos
tras esta palabra.
Calificarse de tímido lleva a la
timidez
Susan Brodt y Philip Zimbardo81,
de la Universidad de Stanford, llevaron a cabo un encantador
experimento psicológico sobre la timidez en el que se demuestra por
qué conviene que usted sepa que no es tímido, sino una PAS que
puede llegar a sobreactivarse.
Brodt y Zimbardo hicieron un muestreo con
alumnas de la universidad que decían ser sumamente «tímidas», en
especial con los hombres, y otras que no eran «tímidas», que
sirvieron como grupo de comparación. En el estudio, que
supuestamente tenía que ver con los efectos de los ruidos fuertes,
se hizo pasar a cada mujer un rato en compañía de un hombre joven.
El hombre, que no sabía si la mujer con la que estaba era «tímida»
o no, había recibido instrucciones para que conversara con todas
las mujeres de igual manera, pero el truco del estudio consistió en
hacer creer a algunas de las mujeres tímidas que su sobreactivación
(las palpitaciones en su pecho y la aceleración del pulso) se debía
al fuerte ruido.
El resultado fue que aquellas mujeres
«tímidas» que creyeron que su sobreactivación era debida al fuerte
ruido, hablaron tanto con el joven como aquellas otras que no se
consideraban tímidas. Incluso tomaron el control del tema de la
conversación, del mismo modo que las mujeres no tímidas. El otro
grupo de mujeres tímidas, que no tenían a qué culpar de su
sobreactivación, hablaron mucho menos y dejaron que fuera el hombre
quien controlase la conversación en mayor medida. Después del
experimento, se le pidió al joven que intentara identificar a las
mujeres tímidas. Pues bien, no pudo distinguir a las mujeres no
tímidas de las tímidas a las que se había hecho creer que su
activación se debía al fuerte ruido.
En este grupo, las mujeres tímidas perdieron
timidez al suponer que no había una razón social para su
sobreactivación. También dijeron que no habían sentido timidez
alguna y que habían disfrutado de la experiencia. De hecho, cuando
se les preguntó si preferirían estar solas en la próxima ocasión en
que tuvieran que participar en un «experimento de bombardeo de
ruido», las dos terceras partes dijeron que no, comparadas con sólo
el 14 % de las otras mujeres tímidas y el 25 % de las no tímidas.
Al parecer, estas tímidas pasaron un buen rato debido a que
pensaban que su sobreactivación era provocada por algo distinto a
su timidez.
Recuerde este experimento la próxima vez que
se sienta sobreactivado en una situación social. Quizás sienta
latir con fuerza su corazón por otras muchas razones que no tengan
nada que ver con las personas en cuya compañía se encuentra. Puede
que haya mucho ruido, o que le preocupe alguna otra cosa de la que
usted es consciente a medias y que no tiene nada que ver con esas
personas. De modo que siga adelante, ignore las otras causas (si
puede), y páselo bien.
Le he dado tres poderosas razones para que
deje de calificarse como tímido o tímida. Es desacertado, negativo
y tiende a autocumplirse. Y no permita que los demás lo etiqueten
de este modo. Digamos que es un deber cívico erradicar un prejuicio
social como éste. No sólo es injusto, sino que, como ya comentamos
en el capítulo 1, es peligroso, porque lleva a silenciar las voces
conscientes de las PAS al reducir la confianza que tienen en sí
mismas.
Como pensar acerca de su «incomodidad
social»
La incomodidad social (un término que
prefiero al de «timidez») se debe casi siempre a la
sobreactivación, la cual lo lleva a usted a actuar, hablar o a
parecer no muy hábil socialmente. O puede deberse también al terror
que siente usted ante la posibilidad de sobreactivarse, al miedo a
cometer alguna torpeza o a no ser capaz de pensar algo que decir.
Pero el miedo, en sí, es por lo común suficiente para generar la
sobreactivación. una vez dada la circunstancia.
Recuerde, la incomodidad es pasajera, y le
da a usted opciones. Suponga. por ejemplo, que siente frío. Usted
puede tolerar ese frío, pero también puede buscar un entorno más
agradable. Puede producir calor (encendiendo un fuego, subiendo el
termostato), o pedírselo a las personas encargadas de hacerlo.
También puede ponerse un abrigo. Lo único que no debería hacer
usted es culparse por su mayor susceptibilidad intrínseca a un
entorno frío.
Lo mismo se aplica a la incomodidad social
pasajera debida a la sobreactivación. Puede usted soportarla,
abandonar la situación, cambiar la atmósfera social o pedirle a
otro que lo haga, o puede hacer alguna otra cosa para sentirse más
cómodo, como ponerse su «persona» (hablaremos de eso más
tarde).
Sea como sea, usted se estará liberando de
la incomodidad. De modo que deje a un lado la idea de que usted se
siente irremediablemente incómodo en las situaciones
sociales.
Cinco formas para manejar la sobreactivación
en situaciones sociales
1. Recuerde que la sobreactivación no
significa necesariamente miedo.
2 Busque otras PAS con las que hablar, de
una en una.
3 Utilice sus habilidades para la reducción
de la activación.
4 Desarrolle una buena «persona» y utilícela
conscientemente.
5 Explíqueles a los demás su rasgo.
No subestime nunca la fuerza que da el
reconocer ante uno mismo que está sobreactivado, posiblemente por
algo que no tiene nada que ver con las personas con las que se
encuentra. Si se le juzga por ello, no es su yo real, sino su yo
pasajero el que se ve aturullado por la sobreactivación. Si ellos
conocen su yo tranquilo, ese yo que es consciente de todo lo sutil,
o cuando lo conozcan, se verán favorablemente impresionados. Usted
sabe que es cierto, porque cuenta con amigos íntimos que lo
admiran.
Cuando volví a la escuela de posgraduados
muchos años después, durante el temprano desayuno del primer día en
el comedor, me derramé por encima un vaso lleno de leche, en
presencia de algunas personas. No había chocado con nadie;
simplemente lo hice tropezar con algo. Y esto ocurrió delante de
todos los que iban a ser mis compañeros y profesores, precisamente
las personas en quienes quería producir buena impresión.
Aquello se sumó a mi casi ya insoportable
sobreactivación. Pero, gracias a las investigaciones que estaba
llevando a cabo con PAS como usted o yo, supe de inmediato por qué
lo había hecho. La incapacidad de mi cuerpo para llevar siquiera un
vaso de leche era previsible. El día fue difícil, pero no permití
que la leche derramada se sumara a mi incomodidad social.
Con el transcurso del día, me encontré con
otras PAS, y eso me ayudó enormemente. Todas éramos de las que
derramamos leche, por decirlo de algún modo. En la situación social
media, debe haber alrededor de un 20 % de PAS y otro 30 % que se
siente moderadamente sensible. En las investigaciones sobre la
timidez se descubrió que, en un cuestionario anónimo, el 40 % de
las personas se califican como tímidas82.
En una sala llena de gente, las probabilidades indican que habrá al
menos una persona con su mismo rasgo o que se sienta incómoda
socialmente. Mírela a los ojos cuando se tropiece con ella, literal
o metafóricamente, y notará una mirada de profunda simpatía. Se
harán amigas de inmediato.
Mientras tanto, utilice todos los puntos
sugeridos en el capítulo 3 para reducir la activación. Haga
respiraciones. Dese un paseo. Respire profundamente. Muévase de
algún modo. Considere sus opciones. Quizá sea hora de irse. Puede
que haya un lugar mejor donde ubicarse, junto a una ventana
abierta, en un pasillo o en la puerta. Piense en términos de
continentes: ¿quién o qué presencia silenciosa, familiar, podría
cobijarlo en este mismo momento?
Hubo momentos, durante aquel primer día en
la escuela de posgraduados, en que temí que los profesores se
formaran una idea muy equivocada acerca de mí. Comparada con la
media de no PAS, mi sobreactivación sólo podía acarrearme
conflictos e inestabilidad. De modo que utilicé todos mis trucos
(caminar, meditar, salir del campus durante el almuerzo, llamar a
casa buscando apoyo...), y funcionó bastante bien.
Muchas veces pienso que nuestra
sobreactivación resulta más evidente para los demás de lo que en
realidad es.83
Usted sabe que gran parte de nuestra vida social consiste en una
«persona»* que se encuentra con otra, y que ninguna de las dos
personas mira mucho más allá, por debajo de la superficie.
Conduciéndose de un modo previsible, hablando del mismo modo en que
lo hacen los demás, aunque usted no se sienta así, nadie lo va a
molestar ni va a sacar la conclusión equivocada de que usted es
arrogante, distante o desconfiado. Por ejemplo, las investigaciones
indican que los alumnos de universidad «tímidos» suelen pensar que
hacen todo lo posible en el ámbito social, pero sus compañeros de
habitación suelen pensar que no hacen lo suficiente84.
Esto puede deberse a una cuestión cultural, por no comprender a las
PAS, pero, hasta que todo esto cambie, convendrá que haga usted su
vida un poco más llevadera comportándose más como lo hacen los
demás. Póngase su «persona»; este término viene del griego, y
significa «máscara». Detrás de la máscara, usted puede ser quien
quiera ser.
Por otra parte, algunas veces la mejor
táctica consiste en dar explicaciones sobre su sobreactivación. Yo
suelo hacerlo cuando hablo o imparto una charla ante un grupo de
personas extrañas. Les digo que sé que parezco un poco tensa, pero
que en pocos minutos me encontraré bien. En grupo, hacer partícipe
de su rasgo a otros puede llevar a una conversación más íntima
acerca de la incomodidad social habitual, le permite apartarse a
solas sin sentirse culpable o salir a tomarse un respiro sin que se
le deje de lado al volver. Quizás haya alguien que pueda reducir la
estimulación que está experimentando usted, aminorando la luz o el
volumen, o dándole paso cuando las presentaciones ya han tenido
lugar.
En el momento en que mencione que usted es
altamente sensible, va a poner en marcha uno o dos estereotipos, en
función de las palabras que elija. Uno de estos estereotipos es,
francamente, el de una víctima pasiva, alguien débil y atormentado;
el otro es el de una presencia poderosa, profunda y superdotada en
la sala. Hace falta algo de práctica para resaltar el estereotipo
positivo por medio de las palabras que usted elige para expresar
sus necesidades. Nos ocuparemos de ello en el capítulo 6.
Cuando tengo que pasar un día entero o un
fin de semana con un grupo de personas, suelo decirles que necesito
bastante tiempo para estar a solas. Es frecuente que los demás
también lo necesiten pero, aun en el caso de que sea la única en
irme a mi dormitorio pronto y en darme largos paseos en soledad, he
aprendido a no generar simpatía ni compasión, sino a crear cierta
atmósfera de misterio. Los miembros de la clase de «consejeros
reales» deben tomar en consideración estas cosas. Sea un tanto
reservado en cuanto a sus relaciones públicas como PAS.
Gente, activación e introversión
Hasta aquí, hemos atacado el «problema»
liberándonos de la etiqueta de tímido y entendiendo lo que sucede
con la tan familiar sobreactivación. Pero también es importante que
valore usted que existe más de una forma correcta de ser
sociable.
Su forma de ser sociable surge de un hecho
básico: para la mayoría de las personas, la mayor parte de la
estimulación activadora del mundo exterior proviene de otras
personas, sea en casa, el trabajo o el ámbito público. Todos somos
seres sociables que disfrutan con los demás y dependen de ellos.
Pero muchas PAS evitan a aquellas personas que les llegan en
paquetes sobreestimulantes: los extraños, las grandes fiestas, las
masas. Para la mayoría de las PAS, ésta es una hábil estrategia. En
un mundo enormemente estimulante y exigente, cada uno tiene que
establecer sus prioridades.
Evidentemente, no hay nadie que pueda ser un
experto en el tratamiento de situaciones que opta por evitar. Pero
la mayor parte de ustedes puede gestionarlas o aprender a hacerlo.
La simple gestión es una forma aceptable y hábil de ahorro de
energía en cualquier aspecto que sea de su interés.
También es cierto que algunas PAS evitan a
los extraños, las fiestas y otras situaciones a causa de haber sido
rechazadas por sus pares o grupos en el pasado. Debido al hecho de
que las PAS no encajan con el ideal de nuestra cultura de ser
personas abiertas, se las ha juzgado con dureza y han terminado por
evitar a aquellas personas de las que no pueden estar seguras. Esto
es algo razonable, aunque triste, y no hay nada de que
avergonzarse.
En total, el 70 % de las PAS tienden a ser
socialmente «introvertidas». Esto no quiere decir que a usted le
desagrade la gente. Significa que usted prefiere tener unas pocas
relaciones íntimas en lugar de un gran círculo de amigos, y que
normalmente no disfruta en una gran fiesta ni entre multitudes.
Pero hasta la persona más introvertida se muestra a veces
extravertida y disfruta con una persona extraña o entre multitudes.
Y, a la inversa, hasta el más extravertido se conduce a veces como
un introvertido.
Los introvertidos no dejan de ser individuos
sociables. De hecho, su bienestar se ve más afectado por las
relaciones sociales que el bienestar de los extravertidos: los
introvertidos están más pendientes de la calidad, no de la
cantidad85.
(Sin embargo, si no disfruta usted de la
sensación de bienestar emocional, una relación estrecha con alguien
no siempre resuelve el problema. De hecho, muchas personas son
incapaces de mantener una relación sana y estrecha hasta que
desarrollan una mayor sensación de bienestar a través del trabajo
psicoterapéutico, en el sentido más amplio de la palabra, tal como
se describe en el capítulo 8).
La PAS extravertida
Quiero resaltar que ser una PAS no es lo
mismo que ser socialmente introvertido. En mis investigaciones, he
descubierto que el 30 % de nosotros somos socialmente
extravertidos. Siendo extravertido, usted debe de tener un amplio
círculo de amistades y debe de disfrutar estando en grupo o con
extraños. Es posible que haya crecido en una gran familia, una
familia encantadora y sociable, o en un vecindario afable, y que
haya aprendido a ver a las personas como fuentes de seguridad en
lugar de encontrar razones para ponerse en guardia frente a
ellas.
Sin embargo, usted no dejará de encontrar
otras fuentes de dificultades que lo activarán, como un largo día
de trabajo o pasarse demasiado tiempo en la ciudad. Si se
sobreactiva, usted va a evitar relacionarse. (Las no PAS
extravertidas se relajan más fácilmente con gente a su alrededor.)
Aunque, en este libro, la mayor parte de nuestra atención se centre
en los habitualmente introvertidos, es muy probable que los extra—
vertidos también lo encuentren útil.
Valorar el estilo introvertido
Avril Thorne, en la actualidad en la
Universidad de California en Santa Cruz, se puso a observar cómo
interactúan en realidad los introvertidos86.
Utilizó test para identificar a alumnas universitarias altamente
introvertidas y altamente extravertidas, y luego las emparejó con
el mismo tipo de personas o con su opuesto, y grabó en vídeo las
conversaciones.
Las mujeres altamente introvertidas se
mostraban serias y centradas, hablaban más acerca de problemas y
eran más cautas. Tenían tendencia a escuchar, a preguntar, a dar
consejos; parecían estar concentrándose en la otra persona de un
modo profundo.
En cambio, las mujeres altamente
extravertidas charlaban más «por placer», buscaban más el acuerdo,
buscaban similitudes en cuanto a orígenes y experiencias, y hacían
más cumplidos. Eran optimistas y expansivas, y gustaban de
emparejarse con cualquier tipo de persona, como si su principal
placer fuera la conversación.
Cuando las extravertidas se encontraban con
alguna alumna que era altamente introvertida, les gustaba no tener
que estar tan alegres. Y las introvertidas encontraban la
conversación con la extravertida como «un soplo de aire fresco». La
imagen que obtenemos del trabajo de Thome es que cada tipo de
persona contribuye con algo a este mundo, algo que es igualmente
importante, pero, dado que el estilo introvertido está devaluado,
sería bueno emplear algo de tiempo en centrarse en las virtudes de
este tipo de personas.
Cari Jung y el estilo introvertido
Cari Jung concibió la introversión como una
categoría básica entre los seres humanos, con lo que suscitó
importantes controversias filosóficas y psicológicas, la mayor
parte de las cuales se redujeron a conflictos sobre qué era más
importante en la comprensión de una situación o un tema, si los
hechos externos o la comprensión interna de éstos.
Jung entendía ambas como actitudes hacia la
vida, las cuales se alternan en la mayoría de las personas, como en
la respiración: inhalación y exhalación87.Pero
unos pocos son más constantes en la «inhalación» o la «exhalación».
Además, para Jung, estas dos actitudes no tenían nada que ver,
directamente, con ser sociable o no. Ser introvertido es,
simplemente, volverse hacia dentro, hacia el sujeto, el yo, en vez
de hacia fuera, hacia el objeto. La introversión surge de una
necesidad y una preferencia por proteger lo interno, el aspecto
«subjetivo» de la vida, por valorarlo más y, en particular, no
permitir que resulte abrumado por el mundo «objetivo»88.
No se puede insistir suficiente en la
importancia de los introvertidos desde el punto de vista de
Jung.
(Los introvertidos] son evidencias vivas de
que este mundo, rico y variado, con su vida desbordante y
embriagadora, no es únicamente externo, sino que también existe en
el interior [... ] Con su vida nos enseñan más que con sus palabras
[... ] Sus vidas nos hablan de otra posibilidad, la vida interior
de la que tan dolorosamente necesitada está nuestra
civilización89.
Jung era consciente del prejuicio de la
cultura occidental en contra de los introvertidos, y podía
tolerarlo cuando llegaba de los extravertidos, pero sentía que el
introvertido que se menospreciaba a sí mismo le estaba haciendo un
flaco favor al mundo.
Todo es necesario
A veces, lo único que necesitamos es
disfrutar del mundo exterior tal como es y estar agradecidos a
aquellos que nos ayudan, los extravertidos, que pueden hacer que
gente totalmente extraña se sienta conectada. A veces, necesitamos
un anclaje interno, es decir, aquellos que son introvertidos y
prestan plena atención a los matices más profundos de la
experiencia íntima. La vida no va sólo de películas que todos hemos
visto y de restaurantes que todos hemos visitado. A veces, hablar
de las cuestiones más sutiles es esencial para el alma.
Linda Silverman, experta en niños
superdotados, descubrió que cuanto más brillante era el niño, más
probabilidades había de que fuera introvertido90.Los introvertidos son excepcionalmente
creativos, incluso en algo tan simple como en el número de
respuestas poco usuales en el test de las manchas de tinta de
Rorschach91.También
son más flexibles en cierto sentido, en que a veces tienen que
hacer lo que los extravertidos hacen a todas horas: relacionarse
con extraños e ir a fiestas. Pero hay extravertidos que pueden
evitar ser introvertidos, volverse hacia dentro, durante años. Esta
mayor versatilidad por parte de algunos introvertidos es
especialmente importante en estadios posteriores de la vida, cuando
uno comienza a desarrollar todo aquello que ha encontrado en falta
hasta la mitad de la vida. Con el paso de los años, la
autorreflexión se hace también muy importante.
De modo que está usted en buena compañía.
Ignore las pullas del «alégrate». Disfrute de la ligereza de los
demás y permítase su propia especialidad. Si no se le dan bien los
cotilleos, enorgullézcase de su silencio. E, igualmente importante,
si cambia su humor y aparece su yo extravertido, déjele ser tan
torpe o bobo como haga falta serlo. Todos somos un poco torpes
cuando nos ponemos a hacer algo que no es nuestra especialidad.
Usted posee un trozo de lo «bueno». No sería otra cosa que
arrogancia pensar que deberíamos tenerlo todo.
Hacer amigos
Los introvertidos prefieren las relaciones
íntimas por muchas razones. Los amigos íntimos se comprenden mejor
y se apoyan mutuamente. Un buen amigo o la pareja pueden también
disgustarte más, pero eso obliga al crecimiento interior, que suele
ser algo prioritario para las PAS.
Y, con la intuición que usted tiene, es muy
probable que le guste hablar de temas complejos, como la filosofía,
los sentimientos y la lucha por la vida. Y eso es difícil de hacer
con un extraño o en una fiesta. Por Ultimo, los introvertidos
disponen de rasgos que los convierten en magníficos elementos para
las relaciones estrechas; entre amigos íntimos, los introvertidos
pueden alcanzar un gran éxito social.
Sin embargo, los extravertidos tienen razón
cuando dicen que «un extraño no es más que un amigo al que aún no
he conocido». Todos sus amigos, por íntimos que sean, fueron alguna
vez extraños para usted. Cuando esas relaciones cambian (o
terminan), es posible que usted sienta la necesidad de conocer a
otros amigos íntimos potenciales. Así que quizá sea bueno recordar
cómo conoció a sus mejores amistades.
Cómo conoció a sus mejores amistades
Escriba los nombres de sus mejores amistades
en un papel y, después, responda a las siguientes preguntas sobre
el inicio de cada amistad.
• ¿Las circunstancias lo obligaron a
conversar?
• ¿Tomó la iniciativa la otra persona?
• ¿Hubo algo inusual en el modo en que se
sentía usted?
• ¿Estaba usted especialmente extravertido
aquel día?
• ¿Cómo iba vestido o vestida, o como se
sentía respecto a su apariencia?
• ¿Dónde se encontraban: en clase, en el
trabajo, de vacaciones, en una fiesta?
• ¿Cuál fue la situación? ¿Quién los
presentó? ¿O se encontraron por casualidad? ¿O uno se puso a hablar
con el otro sobre algo? ¿Qué ocurrió?
• ¿Cómo fueron los primeros momentos, las
primeras horas, los primeros días?
• ¿Cómo y cuándo supo que aquello iba a ser
una buena amistad?
Busque ahora cosas comunes entre sus amigos.
Por ejemplo, a usted quizá no le gusten las fiestas, pero puede que
ése fuera el escenario para el primer encuentro con dos de sus
mejores amistades. ¿Está ausente de su vida en este momento alguno
de estos puntos comunes, como el ir a ciase o a trabajar con otras
personas? ¿Hay algo que le gustaría hacer acerca de lo que ha
aprendido? ¿Se compromete a ir a una fiesta cada mes? (O a evitar
las fiestas de aquí en adelante, si no resultan ser una fuente de
amistades después de todo.)
La «persona» y los buenos modales
Recuerde, en especial si es usted
normalmente introvertido, que en la mayoría de las situaciones
sociales conviene que satisfaga al menos las mínimas expectativas
sociales. Las PAS pueden reducir todas las reglas de la etiqueta a
una regla de seis palabras: minimiza la sobreactivación de los
demás. (O de dos palabras: sé amable.) Un silencio sepulcral, dado
que es algo que no se espera, puede activar a la otra persona. Pero
entonces todo se puede ir al otro extremo, demasiado abierto, que
suele ser el error del extravertido. El objetivo es, simplemente,
decir algo agradable y nada sorprendente.
Sí, esto puede ser aburrido para algunas no
PAS que disfrutan con mucha estimulación; pero, cuando conoce a una
persona nueva, usted lo que quiere es que se calme su activación a
corto plazo, aunque no sea un problema para el otro. Más tarde,
podrá ser tan creativo y sorprendente como desee, pero en este
momento está usted haciendo un cálculo de riesgos, y cualquier
éxito le va a dar puntos extra.
Bien, ahora conviene que sepa algo más sobre
la «persona» y los roles sociales. Una buena «persona» supone,
obviamente, unas buenas maneras y un comportamiento previsible y no
activador. Pero no impide que sea un poquito más especializada, en
función de sus necesidades. Alguien que trabaja en un banco va a
necesitar una «persona» sólida y práctica. Si tiene un artista
dentro, tendrá que mantenerlo en privado. Los artistas, por otra
parte, harán bien en mantener ocultas al público sus sensibilidades
bancarias. Los estudiantes harán bien si aparentan un poco de
humildad; mientras que los profesores tienen que ofrecer cierta
pátina de autoridad.
La idea de la «persona» va en contra de la
admiración manifiesta en la cultura de Norteamérica hacia la
apertura y la autenticidad; los europeos son más conscientes del
valor de no decir todo lo que se piensa. Sin embargo, hay personas
que se identifican demasiado con su «persona». Todos sabemos a qué
nos referimos. Al no haber nada más por debajo, no se puede decir
que sean poco honestos o poco auténticos, pero es raro que una PAS
se exceda en su identificación con una «persona»
Si usted aún piensa que estoy diciéndole que
no sea sincero, véalo como una elección del nivel adecuado de
apertura en función del lugar y del momento. Tome como ejemplo de
esto una situación en la que apenas termina de conocer a una
persona cuando ésta quiere establecer con usted una relación de
amistad que usted ya ha decidido no llevar adelante. Es muy
probable que no rechace la invitación a comer de la otra persona
diciendo: «Me he dado cuenta de que no quiero establecer una
amistad íntima contigo». Usted, normalmente, comentará algo sobre
su apretada agenda en estos momentos.
Esta respuesta es honesta hasta cierto
punto; si dispusiera usted de un tiempo infinito, quizás podría
proseguir esa relación más adelante. Pero decirle a una persona que
se encuentra en un nivel bajo de su lista de prioridades no es,
según mi experiencia, algo moralmente correcto. Una buena «persona»
y unas buenas maneras suponen este tipo de situaciones en las que
hay que salvar las apariencias, además de un compasivo nivel de
honestidad, especialmente con aquellas personas a las que no conoce
demasiado bien.
Aprender más habilidades sociales
Hay dos tipos de información en cuanto a
habilidades sociales, sea en el formato de libro, grabación,
artículo, conferencia o curso. Una de ellas proviene de los
expertos en extraversión, habilidades sociales, ventas, dirección
de personal y etiqueta. Se trata de personas que suelen ser
ingeniosas y optimistas. Hablan de aprendizaje, no de sanar, de
manera que ellos no van a rebajar su autoestima dando a entender
que tiene usted un serio problema. Si recurre a estos
profesionales, comprenda simplemente que su objetivo no es ser
exactamente como ellos, sino aprender unos cuantos consejos. Busque
títulos del tipo Cómo convencer a una multitud y Qué decir en
cualquier momento incómodo que se le presente. (Estos títulos me
los acabo de inventar, pero constantemente se están publicando
títulos similares.)
El otro tipo de información proviene de
psicólogos que intentan ayudar a las personas con su timidez. Su
estilo le va a preocupar más que a motivar, para luego llevarlo
paso a paso a través de unos métodos muy sofisticados y
sobradamente investigados de cambio de comportamiento. Este enfoque
puede ser muy efectivo, pero también ofrece problemas a las PAS,
aunque pueda parecer el más adecuado para usted. Hablar acerca de
«curar» su timidez o «vencer su síndrome» no lleva a otra parte que
a hacerlo sentir defectuoso, y pasa por alto el lado positivo de su
rasgo congénito.
Recuerde que, ante cualquier consejo que lea
o escuche, no tiene por qué aceptar la forma en que las tres
cuartas partes extravertidas de la población definen las
habilidades sociales (inundando el ambiente, teniendo siempre un
buen regreso, no dejando nunca silencios «embarazosos»). Usted
tiene sus propias habilidades (conversar con seriedad, una buena
escucha o dejar silencios en los que puedan desarrollarse
pensamientos más profundos). Probablemente, también sea cierto que
usted ya sabe mucho de lo que pueden decirle estos expertos. Así
pues, he tomado los puntos principales y los he reunido en un breve
test para mostrarle lo que ya sabe y enseñarle algo del
resto.
¿Conoce usted lo último para superar la
incomodidad social?
Responda verdadero o falso; después,
compruebe sus respuestas en las páginas 149-150.
1. Conviene controlar el monólogo interior
negativo, V F
como por ejemplo; «Probablemente, no le voy
a caer
bien» o «Es probable que fracase, como
siempre».
2. Si una persona se siente tímida, todos
aquellos que V F
están a su alrededor lo notan.
3. Conviene que esperes siempre algún
rechazo y que no te
lo tomes como algo personal. V F
4. Conviene tener un plan para superar tu
incomodidad
social; por ejemplo, intentar conocer a una
persona nueva
cada semana. V F
5. Al formular tus planes, cuanto más
grandes sean los
pasos, más rápido alcanzarás tus objetivos.
V F
6. Es mejor no ensayar lo que vas a decir
con una
persona nueva o en una situación nueva; te
haría
parecer rígido y poco espontáneo. V F
7. Ten cuidado con el lenguaje corporal;
cuanto menos
transmitas, mejor. V F
8. Cuando intentes establecer o retomar una
conversación,
haz preguntas que no sean demasiado
personales y
que no se puedan responder con una o dos
palabras. V F
9. Una forma de demostrar que estás
escuchando es
apoyarte en el respaldo de la silla, con los
brazos y las
piernas cruzados, manteniendo el rostro
tranquilo y sin mirar
a los ojos a la otra persona. V F
10. No toques nunca a la otra persona. V
F
11. No leas el periódico antes de salir al
encuentro de la
gente; no hará más que disgustarte. V
F
12. Sincerarse no es importante en la
conversación, siempre
y cuando estés hablando de algo interesante.
V F
13. Las personas que escuchan bien repiten
parte de lo que
escuchan para reflejar los sentimientos de
su
interlocutor, y luego responden con sus
propios
sentimientos, no con ideas. V F
14. No cuentes a los demás detalles
interesantes acerca
de ti; lo único que conseguirás será
despertar su envidia. V F
15. Para profundizar una conversación o
hacerla más
interesante para ambos, a veces funciona
bien compartir
tus propios defectos o problemas. V F
16. Intenta no tener diferencias de opinión
con la otra persona. V F
17. Si una conversación te hace sentir de
tal modo que te
gustaría pasar más tiempo con la otra
persona, lo
mejor es decirlo. V F
Basado en el libro de J. Cheek, Cómo vencer
/a timidez (Barcelona: Paidós Ibérica, 1990) y en el de M. McKay,
M. Dewis y P. Fanning, Mensajes: el libro de las técnicas de
comunicación (Madrid: RCR Ediciones, 1995).
No se sienta mal si sabe lo que hacer pero
no siempre lo hace
Gretchen Hill92,una
psicóloga de la Universidad de Kansas, hizo una serie de
entrevistas a personas tímidas y no tímidas acerca de cuál debía
ser el comportamiento apropiado en veinticinco situaciones
sociales, y descubrió que los tímidos sabían perfectamente bien lo
que se esperaba de ellos, pero no se consideraban capaces de
hacerlo. Hill sugiere que los tímidos carecen de confianza en sí
mismos, el habitual defecto interno que se nos atribuye. Y de ahí
que nos animen a que tengamos más confianza en nosotros mismos.
Algo que no podemos hacer, evidentemente, con lo que fallamos de
nuevo. Pero es posible que esta falta de confianza esté justificada
cuando se ha pasado por tantas experiencias en las que se estaba
demasiado activado como para comportarse del modo adecuado.
Naturalmente, algunos tenemos la expectativa de no ser capaces de
hacer lo que sabemos que es socialmente correcto. Yo creo que el
simple hecho de animarse a uno mismo a tener más confianza rara vez
sirve de algo. Aférrese al doble enfoque de este capítulo: trabaje
su sobreactivación y valore su introversión.
Otra razón para no ser capaz de poner en
práctica lo que usted sabe acerca de habilidades sociales es que
los viejos patrones de la infancia pueden estar aún operativos y
hay que afrontarlos. O que algunos sentimientos dominan su
atención. ¿Quiere una señal indudable? Usted no deja de decir cosas
como «No sé por qué hice eso, que no es típico de mí». O bien: «A
pesar de todos mis esfuerzos, nada me funciona».
El caso de Paula
Paula nació siendo decididamente una persona
altamente sensible. Sus padres hablaban de su «timidez» desde que
nació. Ella siempre fue consciente de tener una gran sensibilidad
ante los sonidos y también una mayor confusión que sus amigas.
Pasados los treinta años, cuando la entrevisté, era una mujer
sumamente capaz en su profesión, que suponía la organización de
importantes eventos entre bastidores. Pero no tenía posibilidades
de promoción debido a su terror a hablar en público y a la gente en
general, lo cual le impedía dirigir ninguna otra cosa, salvo su
pequeño equipo de colaboradores. De hecho, Paula había organizado
su vida en torno a las contadas ocasiones en que su trabajo le
exigía convocar reuniones de personal. Para esto, se ejercitaba
durante horas y llevaba a cabo diversos rituales con el fin de
prepararse emocionalmente
Paula se había leído todos los libros a su
alcance sobre cómo superar tales miedos y había hecho uso de una
considerable fuerza de voluntad para luchar contra sus
sentimientos. Pero se dio cuenta de que su temor era poco habitual,
de manera que probó con una larga e intensa terapia. Allí encontró
algunas razones de sus temores y comenzó a trabajar en esta
línea.
Durante su infancia y adolescencia, Paula
tuvo que vivir con un padre «iradicto» (ahora también es
alcohólico). Siempre había sido un hombre brillante, analítico,
pendiente en todo momento de ayudar a sus hijos con las tareas
escolares. De hecho, se había implicado con sus hijos plenamente y
resultó ser algo menos cruel con Paula de lo que era con sus
hermanos. Pero parte de aquella atención quizá fuera sexual, tal
como empezó a percibir Paula, y aquello resultaba ciertamente
desconcertante para ella. Fuera como fuera, la ira del padre la
afectaba de un modo abrumador.
La madre de Paula se ponía muy nerviosa con
la gente y con lo que opinaran, y era sumamente dependiente de
aquel marido de férrea voluntad. También era algo así como una
mártir, cuya vida giraba expresamente en torno a los hijos. Su
horror explícito a los relatos de partos y su escaso cariño por los
bebés me hacen pensar que la primera sujeción de Paula fue
cualquier cosa menos segura. Más tarde, la madre hizo de Paula su
confidente, contándole más cosas de las que una niña puede manejar,
incluido un catálogo completo de razones para que le desagradara el
sexo. De hecho, sus dos progenitores le hablaron de los
sentimientos que tenía cada uno por el otro, incluyendo sus
intimidades sexuales.
Con unos antecedentes así, el «miedo a
hablar en público» de Paula se parecía más bien a una desconfianza
básica hacia los demás. Había nacido sensible y, por tanto, muy
excitable, es cierto; pero, siendo niña, su sujeción había sido
insegura, lo cual le hizo bastante más difícil afrontar situaciones
amenazadoras con la suficiente confianza en sí misma. De hecho, la
madre sentía, y así le enseñó, un temor irracional generalizado
hada la gente, en lugar de enseñarle a confiar en las personas. Por
último, los primeros intentos de Paula por decir lo que pensaba
toparon con la ira del padre.
Puede que una última razón de su temor a
hablar en público fuera que llegara a tener la sensación de saber
demasiado, tanto por los posibles sentimientos incestuosos de su
padre como sobre las vidas privadas de sus progenitores.
Estos temas no son fáciles de resolver, pero
se pueden traer a la conciencia y se pueden trabajar con un
terapeuta competente. Las voces que temen hablar se sueltan
finalmente, aunque posteriormente pueda seguir haciendo falta un
entrenamiento en habilidades sociales; pero en aquel momento, en el
caso de Paula, había que trabajar duro.
Asesoramiento social básico para PAS
He aquí algunas sugerencias acerca de
ciertas situaciones que suelen generar incomodidad social en las
PAS.
Cuando tenga que charlar. Decida si prefiere
hablar o escuchar. Si quiere escuchar, la mayoría de las personas
estarán encantadas de hablar. Haga unas cuantas preguntas
específicas. O, simplemente, pregunte: «¿Qué hace usted en su vida
cotidiana?».
Si desea hablar (lo cual le da a usted el
control y evita que se aburra), planee de antemano plantear un tema
del cual disfrute y con el que pueda ir de aquí para allá, como
«¡Qué día más malo! ¿No? Al menos, hace que me apetezca quedarme en
casa y trabajar en mi proyecto literario». Obviamente, la otra
persona preguntará qué está usted escribiendo. O bien puede decir:
«¡Qué día más malo! Hoy no podré entrenar»:
O, «¡Qué día más malo! Mis serpientes odian
estos días».
Recordar nombres. Quizás olvide usted el
nombre de una persona debido a que estuvo distraído o sobreactivado
cuando los presentaron. Conviene que establezca el hábito de, en el
momento en que escucha un nombre, utilizarlo inmediatamente:
«Arnold, encantado de conocerte». Después, utilícelo de nuevo en el
plazo de dos minutos. Posteriormente, el retrotraerse al recuerdo
de las personas que ha conocido puede hacer que los nombres se
fijen mejor, pero el problema de los nombres es algo
habitual.
Tener que pedir algo. Pedir algo sin
importancia, por ejemplo, información, no debería suponer un gran
problema. Pero, a veces, ponemos nuestras peticiones en una lista
de cosas por hacer y ahí se quedan, haciéndosenos cada vez más
grandes y difíciles. Si es posible, pida las cosas en cuanto tome
conciencia de que las necesita. O agrupe sus peticiones con el fin
de expresarlas cuando se halle en un estado de ánimo más abierto.
Para pedir cosas un poco más importantes, quíteles importancia.
Piense en lo poco que le va a costar en tiempo y en dificultades a
la otra persona satisfacer su petición. Para pedir cosas aún más
importantes, haga una lista de lo que quiere solicitar y comentar.
Empiece por asegurarse de que está hablando con la persona adecuada
a sus propósitos. Para hacer una petición de importancia, conviene
ensayar con alguien, de modo que esta persona le responda a usted
de todas las formas posibles. Esto no lo hace mucho más fácil, pero
se sentirá más preparado.
Vender.: Francamente, no es habitual que una
PAS trabaje en las ventas. Pero, aunque usted no venda un producto
comercial, hay ocasiones en la vida en las que es posible que desea
vender una idea, venderse a sí mismo para obtener un empleo, o
quizá vender nuestro trabajo creativo. ¿Y qué decir si usted piensa
que algo puede ser realmente útil para una persona o para el mundo
en general? En su forma más suave, que es probablemente la suya,
vender es simplemente compartir con los demás lo que usted sabe
acerca de algo. En cuanto los demás captan lo que usted ve de
valioso en lo que desea vender, ya puede dejar que se compongan su
propia idea y opinión.
Cuando se trata de recibir dinero, las PAS
se suelen sentir culpables por estar recibiendo «demasiado», o
siquiera por estar recibiendo algo. (Y si nos sentimos defectuosos:
«¿Qué hay de valioso en mí, en cualquier caso?») Normalmente, no
podemos y no debemos regalamos a nosotros mismos ni regalar
nuestros productos. Necesitamos dinero para poder seguir ofreciendo
lo que ofrecemos. Y la gente entiende eso, del mismo modo que lo
entiende usted cuando compra algo.
Manifestar una queja. Esto puede ser difícil
para una PAS, aunque se trate de una queja perfectamente legítima.
Pero merece la pena ejercitarse en ello; la asertividad consiste en
el fortalecimiento de aquellas personas que suelen menospreciarse o
valorarse poco simplemente por ser como son (demasiado jóvenes,
demasiado viejos, demasiado gordos, demasiado oscuros de piel,
demasiado sensibles, etc.)
Sin embargo, conviene que esté preparado
para las respuestas de los demás. La ira es la emoción más
impactante por razones obvias, pues nos activa y nos moviliza hacia
la lucha. Es algo que nos estimula en gran manera, tanto si se
trata de la propia ira, la de una persona que nos la dirige o
incluso de alguien a quien usted está observando desde la
distancia.
Estar en un grupo pequeño. Los grupos, las
clases y los comités pueden convertirse en algo complicado para las
PAS. Las PAS solemos captar cosas de las que los demás no se dan
cuenta. Pero nuestro deseo de no añadir leña al fuego de nuestro
nivel de activación hace que guardemos silencio. Sin embargo, a
veces se da el caso de que alguien le pregunta a usted qué piensa.
Éste es un momento incómodo, pero es importante para el grupo.
Normalmente, las PAS no suelen tener en cuenta el hecho de que las
personas silenciosas tienen cada vez más influencia con el
transcurso del tiempo. Además de darle a usted la oportunidad de
hablar, es posible que el grupo esté preocupado inconscientemente.
¿Está usted en el grupo o está fuera? ¿Está allí sentado juzgándolo
todo? ¿Está a disgusto o a punto de marcharse? Si usted se va, los
va a dejar con todos estos temores, que es la razón por la que las
personas silenciosas terminan captando tanto la atención con el
tiempo. Puede ser también una cuestión de cortesía, pero siempre
hay temor. Si usted no se une a los demás con el entusiasmo
adecuado, va a recibir una atención considerable. También puede
ocurrir que los demás descubran que su mejor defensa es rechazarlo
a usted antes de que usted los rechace a ellos. Si no me cree,
pruebe a quedarse en silencio en un grupo nuevo sólo una vez y verá
cómo todo esto se manifiesta.
Dada esta energía que siempre se orienta
hacia el silencioso, si desea mantener su silencio, tendrá que
tranquilizar a los demás diciéndoles que no está rechazándolos ni
planeando dejar el grupo. Dígales que se siente parte del grupo
sólo por escuchar. Hágales saber sus sentimientos positivos acerca
del grupo, si es que los tiene, y dígales que hablará cuando se
sienta dispuesto. O pídales que le pregunten cuando deseen.
También puede optar por explicarles lo
relativo a su sensibilidad, pero eso supondrá la adopción de una
etiqueta que tenderá a autoconfirmarse.
Hablar o desenvolverse en público. Éste es
un talento natural en las PAS; sí, lo es. (Le dejo a usted la tarea
de pensar todos los motivos por los cuales es más difícil para
nosotros.) En primer lugar, porque sentimos con frecuencia que
tenemos algo importante que decir, algo que los demás han pasado
por alto. Si los demás agradecen nuestra contribución, nos sentimos
recompensados, con lo que la próxima vez será más fácil. En segundo
lugar, porque nos preparamos. En determinadas situaciones, como en
aquellas en las que volvemos para comprobar si hemos apagado el
fuego en la cocina, damos la impresión de ser «compulsivos» para
aquellas personas que no están tan dispuestas a prevenir cualquier
sorpresa innecesaria (como el hecho de que se te queme la casa).
Pero sería absurdo no «sobreprepararse» para la activación extra
que puede generar ponerse ante el público. Preparándonos del mejor
modo, tenemos asegurado el mayor de los éxitos. (Éstas son las dos
razones por las que todos los libros sobre la timidez citan a
tantos políticos, intérpretes y humoristas que «vencieron su
timidez, del mismo modo que puede hacerlo usted».)
Una vez más, la clave consiste en
prepararse, prepararse y prepararse. Es probable que usted no tenga
miedo alguno de leer en voz alta; de modo que, hasta que se sienta
más cómodo, prepare exactamente lo que quiere decir y léalo ante el
público. Si hacer esto así resulta un poco extraño para la
situación, explique con toda confianza las buenas razones de su
lectura, y después hágalo con autoridad.
La lectura requerirá también preparación y
práctica. Asegúrese de marcar los énfasis y de ajustarse a los
límites de tiempo, con el fin de que pueda leer con tranquilidad,
pausadamente.
Después, puede pasar a las notas. En grupos
grandes, yo siempre me hago notas antes de levantar la mano para
hablar o para hacer una pregunta, por si acaso se me quedara la
mente en blanco cuando se me ceda la palabra. (Hago lo mismo en
cualquier situación que me sobreactiva, incluso en la consulta del
médico).
Por encima de todo, ejercítese tanto como
pueda delante del público, reproduciendo en la medida de lo posible
la situación en la que tiene que desenvolverse. Utilice la misma
sala y la misma hora del día, póngase 1a ropa que va a llevar,
utilice el mismo sistema de sonido que se vaya a instalar..., de
modo que haya pocos elementos nuevos en la situación real. El mayor
secreto consiste en mantener bajo control el nivel de activación.
En cuanto lo consiga, va a disfrutar allí arriba.
Yo superé mi temor a hablar en público
enseñando, un buen comienzo para una PAS. Estás dando, eres
necesaria, y por eso tu parte responsable asume el mando. El
público no espera que lo entretengas, de ahí que sea bien recibida
cualquier gesto tuyo para hacerlo todo más agradable. Y descubrirás
que tienes muy buenas ocurrencias en el momento en que hagas acopio
del suficiente valor como para expresarlas.
Sin embargo, en ocasiones, los alumnos
pueden llegar a ser despiadados. Yo tuve la suerte de comenzar en
una universidad donde la cortesía y las expresiones abiertas de
gratitud constituían la norma. Si puede usted establecer las mismas
normas, será de gran provecho para todos en el aula. Por otra
parte, algunos de sus alumnos también tendrán miedo a hablar en
público, de modo que podrán aprender juntos.
¿Y qué sucede si los demás lo están
observando y escrutando? ¿De verdad lo están observando? Es posible
que haya creado usted un público interior que lo atemoriza. Lo que
puede hacer es llevar a ese público a su alrededor y «proyectarlo»
(véalo allí donde no se encuentra o, al menos, sepa que no se
encuentra hasta el punto que usted imagina).
Y si realmente los demás lo están
observando, ¿puede pedirles que dejen de hacerlo? ¿Se puede negar a
que lo escruten y examinen? ¿O puede encontrar usted algo positivo
y agradable en el hecho de que sea centro de las miradas?
Les voy a contar la historia de la única
clase de danza del vientre a la que fui en cierta ocasión. Para mí,
es casi imposible el aprendizaje en grupo de habilidad física
alguna debido a que la sobreactivación que me provoca sentirme
observada me destroza la coordinación motora. No tardo en quedarme
atrás respecto a los otros y en desempeñarme aún peor.
Sin embargo, en esta ocasión, hice un papel
diferente. Yo era la encantadora, simpática (esa parte era
importante) y distraída profesora cuya cabeza estaba siempre en las
nubes y se olvidaba por completo de dónde se dejaba el cuerpo. La
habían puesto en la hilarante situación de aprender la danza del
vientre, y todo el mundo disfrutaba de lo lindo observando sus
enconados esfuerzos.
El resultado fue que yo sabía que estaban
observándome, pero todo estaba bien. Se rieron, pero sus risas me
sonaban encantadoras. Cualquier progreso que hiciera era reconocido
con unas alabanzas y un reconocimiento inmerecidos; para mí,
funcionó.
La próxima vez que se sienta observado,
pruebe a mirarlos a los ojos y a etiquetarse ante ellos con algo de
lo que usted disfrute. «A nosotros los poetas no se nos dan bien
las sumas» o «Esto de ser un mecánico nato te hace difícil pintar
cuadros que no se parecen en nada al interior de un motor
averiado».
A veces, la situación resulta incómoda para
cualquiera. En ese caso, póngase rojo y sobreviva a la situación.
Son cosas que no dejan de formar parte de la vida de cualquier ser
humano. Y, al fin y al cabo, no suceden tan a menudo. Una vez
estaba yo en la cola de un acontecimiento de etiqueta, y mi hijo de
tres años me quitó la falda por accidente. ¿Tiene usted alguna
situación más comprometida que ésa? Lo único que puedes hacer con
eso es contar la historia durante años.
• Trabaje con lo que ha aprendido •
Reestructuración de momentos de
timidez
Piense en tres situaciones en las que sintió
cierta incomodidad social. Si es posible, elija tres situaciones
bien diferentes, situaciones que pueda recordar con cierto detalle.
Reestructúrelas, de una en una, siguiendo los dos puntos
principales de este capítulo: (1) su rasgo no es la timidez, pues
éste es un estado que puede sentir cualquier persona; y (2) el
estilo social introvertido es, en todos los aspectos, tan válido
como el extravertido.
1. Piense en su respuesta al acontecimiento
y en cómo lo ha visto siempre. Puede que sintiera «timidez»
recientemente, en una fiesta. Era un viernes por la noche, después
de un duro día de trabajo. Los compañeros de la oficina lo
convencieron para que los acompañara, y esperaba encontrarse con
alguien que fuera un amigo de verdad. Pero los demás desaparecieron
y usted terminó en un rincón, pensando que estaba llamando la
atención por el hecho de no estar hablando con nadie. De modo que
se fue pronto de la fiesta y se pasó el resto de la noche dándole
vueltas a su manera de ser y a toda su vida, sintiéndose
fatal.
2. Considere su respuesta a la luz de lo que
sabe ahora acerca del modo en que funciona su sistema nervioso. O
imagine que yo se lo explico a usted: «¡Eh, dese un respiro! Una
sala ruidosa, llena de gente, después de un día ajetreado, sus
amigos lo dejan solo, y con sus experiencias pasadas en este tipo
de fiestas... A usted le gusta ser introvertido. Sí, le gustan las
fiestas, pero prefiere que sean fiestas pequeñas, donde conoce a
todo el mundo. Si no, búsquese a alguien que parezca tan sensible e
interesante como usted y márchense juntos tan pronto como puedan.
Ésa es la forma de las PAS de ir a una fiesta. No es que sea tímido
ni desagradable. Decididamente, va a conocer gente interesante y va
a establecer relaciones estrechas, lo único que tiene que hacer es
escoger sus situaciones».
3. ¿Le gustaría hacer algo ahora al respecto
de esta situación? Quizás haya algún amigo o amiga a quien le
gustaría llamar y con quien quedar para pasar un rato.
Respuestas A «¿Conoce usted lo último para
superar la incomodidad social?»
Si ha acertado doce o más, perdone por
haberlo aburrido. Quizá debiera usted escribir un libro sobre el
tema. Si no, estas respuestas le proporcionarán mucho de lo que
necesita usted ahora.
1. Verdadero. El monólogo interior negativo
activa su sistema nervioso y le hace más difícil escuchar al
otro.
2. Falso. Usted, siendo una PAS, puede que
note la timidez en los demás, pero la mayoría de la gente no lo
hace.
3. Verdadero. La gente puede rechazarlo por
toda clase de motivos que no tengan nada que ver con usted. Si esto
le molesta, permítase este sentimiento durante un rato. Luego,
déjelo pasar.
4. Verdadero. Conviene que se establezca una
serie de pasos concretos y graduales por día o por semana, a pesar
de lo nervioso que se pueda poner en los primeros pasos.
5. Falso. Dar grandes pasos estaría bien si
usted pudiera darlos. Pero dado que usted tiene un poco de miedo, y
también tiene miedo de fracasar, convendrá que le prometa a su
parte temerosa que no irá demasiado deprisa, aunque mantenga con
firmeza la idea de que superará ese miedo con el tiempo.
6. Falso. Cuanto más ensaye, menos nervioso
estará, lo cual significa que estará más relajado y se mostrará más
espontáneo, no menos.
7. Falso. El lenguaje corporal siempre
transmite algo. Un cuerpo rígido e inmóvil puede interpretarse de
muchas maneras, pero la mayoría de ellas no van a ser positivas.
Mejor dejar que su cuerpo se mueva y muestre algún interés, cariño,
entusiasmo o pura vitalidad.
8. Verdadero. Está bien curiosear un poco. A
la mayoría de las personas les encanta hablar de sí mismas, y
apreciarán su interés y un cierto toque de audacia.
9. Falso. De pie o sentado, póngase tan
cerca de la otra persona como resulte adecuado y confortable,
inclínese hacia delante, no cruce los brazos ni las piernas y haga
contacto visual con frecuencia. Si el contacto visual es demasiado
activador, puede estar bien mirar a la nariz o a la oreja de la
otra persona (nadie se dará cuenta de la diferencia). Sonría y
utilice otras expresiones faciales (tenga cuidado, cómo no, de no
transmitir más interés del que quiera transmitir).
10. Falso. Evidentemente, dependiendo de la
situación, un breve toque en el hombro, el brazo o la mano,
especialmente en una fiesta, transmite cordialidad.
11. Falso. En general, echando un vistazo al
periódico encontrará ideas para la conversación y se conectará con
el mundo. Simplemente, evite las historias deprimentes.
12. Falso. Sincerarse es importante, si su
objetivo es sentir alguna conexión y no simplemente pasar el rato.
Esto no significa que tenga que contar importantes secretos.
Sincerarse demasiado le va a generar una rápida sobreactivación,
además de parecer inadecuado. Asegúrese de preguntarle a la otra
persona su opinión, claro está.
13. Verdadero. Por ejemplo, alguien dice que
está entusiasmado con su nuevo proyecto. Usted puede decir: «¡Vaya,
de modo que está entusiasmado! Debe de ser emocionante, ¿no?». Si
se toma tiempo para reflexionar sobre ese sentimiento antes de
preguntar por los detalles del proyecto, usted muestra uno de sus
grandes activos, su sensibilidad a los sentimientos. Por otra
parte, anima también a la otra persona para que revele más cosas
sobre su vida interior, algo que normalmente le resultará más
interesante a usted.
14. Falso. Evidentemente, usted no busca
regodearse. Pero todo el mundo desea hablar con alguien con quien
merezca la pena hablar. Tómese tiempo para plasmar por escrito algo
de lo mejor o más interesante que pueda contar sobre sí mismo, y
piense en cómo podría deslizarlo en la conversación. No diga «me he
mudado aquí porque me gustan las montañas», sino «me he mudado aquí
porque voy a poner en marcha una escuela de escalada» o «me gusta
el paisaje montañoso, por mis fotografías de aves de presa
raras».
15. Verdadero....Pero con algunas
precauciones. Cuando conozca a alguien, no le revele demasiadas
carencias o defectos. No querrá parecer humilde y sumiso, o poco
consciente de cuál es el comportamiento adecuado. Pero también hay
algo hermoso en admitir nuestra naturaleza humana, si transmitimos
al mismo tiempo que nos encontramos a gusto dentro de nuestra piel.
(Mi frase favorita del Capitán Picard de Star Trek: The Next
Generation es: «He cometido algunos errores magníficos a lo largo
de mi vida». Es humilde y sabio, y muestra una gran seguridad en sí
mismo, todo a la vez.) Ciertamente, en caso de que la otra persona
haya revelado algo doloroso o embarazoso, la conversación se
profundizará considerablemente si usted hace lo mismo.
16. Falso. La mayoría de las personas
disfrutan con un poquito de conflicto. Además, quizá la clave del
conflicto sea importante para usted o revele algo que probablemente
usted debería saber acerca de la otra persona.
17. Verdadero. Evidentemente, tómese tiempo
para asegurarse de lo que siente, y esté preparado para un
ocasional rechazo.