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Las relaciones sociales:

 

 

caer en la «timidez»

 

«ERES demasiado tímido/a.» ¿Ha oído esto con frecuencia? Después de leer este capítulo, pensará de un modo diferente al respecto. En este capítulo, se explica dónde se suele dar más la timidez: en sus relaciones sociales no íntimas. (De las íntimas se habla en el capítulo 7.) Muchos de ustedes son socialmente superdotados, y eso es un hecho. Pero, dado que no tiene sentido arreglar algo que no se ha roto, me voy a centrar aquí en un problema que habitualmente necesita arreglo: lo que los demás llaman «timidez», «evitación social», «fobia social». Pero lo vamos a enfocar, tanto esto como algunos otros temas comunes de las PAS, desde un punto de vista diferente.
De nuevo señalo que centrarse en problemas no supone que las PAS tengan necesariamente una vida social difícil. Pero hasta el presidente de Estados Unidos y la reina de Inglaterra se preocupan a veces de lo que piensan de ellos los demás. De modo que es probable que usted también lo haga de vez en cuando. Y la preocupación nos sobreactiva, es nuestro talón de Aquiles particular.

 

Por otra parte, se nos dice con frecuencia: «No te preocupes; nadie te está juzgando». Pero, siendo sensible, puede que usted esté percibiendo que realmente lo están evaluando y juzgando; las personas suelen hacerlo. Los no sensibles no suelen ser conscientes de ello, felizmente. De manera que la tarea de una PAS en la vida es mucho más dura: ser consciente de esas miradas, de esos juicios silenciosos y, aun así, no permitir que le afecten demasiado, lo cual no es fácil.

 

Si usted siempre se ha considerado tímido

 

La mayoría de la gente confunde sensibilidad con timidez; ése es el motivo de que usted oyera lo de «Eres demasiado tímido». La gente dice que tal perro, gato o caballo nació «tímido», cuando, en realidad, dispone de un sistema nervioso sensible (a menos que se le hayan dado malos tratos; en ese caso, sería más acertado decir que es «temeroso»). La timidez es el miedo a no caer bien a los demás o a que nos reprueben, y eso lo convierte en una respuesta ante una situación. Es un estado, no un rasgo omnipresente. La timidez, incluso la que es crónica, no es hereditaria; la sensibilidad sí. Y aunque la timidez crónica se desarrolla más en las PAS, no necesariamente tiene que ser así. He conocido a muchas PAS que no se muestran casi nunca tímidas.
Si siente timidez con frecuencia, hay una buena explicación sobre el modo en que usted o cualquier otra persona, incluso las no PAS, adquirieron esta tendencia. En algún momento de su pasado, usted se implicó en una situación social (normalmente, con sobreestimulación, para comenzar) y sintió que había fracasado. Los demás le dijeron que había hecho algo mal o le produjeron la sensación de que usted no les caía bien, o quizá usted no logró dar la talla en aquella situación. Puede que ya estuviera sobreactivado, después de utilizar su excelente imaginación para visualizar todo lo que podría ir mal.
Por lo común, un fracaso no es suficiente para hacer que alguien se convierta en un tímido crónico, aunque podría ocurrir. Normalmente, sucede que en la siguiente oportunidad en la que estuvo en la misma situación, usted estaba más activado debido al temor a que se repitiese la escena anterior. Y, estando más activado, es más probable hacer las cosas mal. En la tercera ocasión, quizá le echó coraje al asunto, pero también estaba insufriblemente activado. No se le ocurría nada que decir, se sintió por debajo de los demás y se le trató como tal; y así sucesivamente. Se dará cuenta de que este patrón se puede repetir una y otra vez en una espiral descendente. También se puede extender a otras situaciones, aunque sólo se parezcan ligeramente, ¡como cualquier situación en la que haya gente presente!
Las PAS, siendo más fáciles de activar, también son más proclives a entrar en la espiral. Pero usted no nació tímido o tímida, solamente nadó sensible.

 

Liberarse de la «timidez» a partir del concepto de sí mismo

 

El hecho de aceptar la etiqueta de «tímido» genera tres problemas. En primer lugar, que es completamente desacertada. Pasa por alto su yo real, su sensibilidad para las sutilezas y sus dificultades con la sobreactivación. Recuerde, la sobreactivación no siempre se debe al miedo. Pensar que es miedo puede hacer que usted sienta timidez, cuando no es así, como vamos a ver.
Es natural la confusión entre sensibilidad y ese estado mental al que llamamos timidez, dado que el 75 % de la población (al menos, en Estados Unidos) está formado por personas socialmente muy abiertas78. Cuando se dan cuenta de que usted está sobreactivado, no caen en la cuenta de que puede deberse a un exceso de estimulación. Ésta es una experiencia que desconocen. Creen que uno tiene miedo a ser rechazado, que es tímido, que teme el rechazo. ¿Qué otra cosa podría impedirle interactuar socialmente?
Es cierto que hay veces en que uno tiene miedo de ser rechazado. ¿Por qué no? Después de todo, nuestro estilo de persona no se corresponde con el ideal cultural. Pero como PAS, hay ocasiones en que lo que no se desea es una activación extra. Si los demás te tratan como si fueras tímido y tuvieras miedo, puede resultar difícil tomar conciencia de que, simplemente, has decidido estar solo, al menos al principio. Eres tú el que rechaza, no el que es rechazado. (Además de no comprender por qué han nacido con una mayor necesidad de activación que tú para sentirse cómodas, las no PAS pueden proyectar también sobre ti su propio miedo al rechazo; es decir, atribuirte algo que no quieren admitir de sí mismos.)
Si usted emplea menos tiempo en multitudes o en reunirse con extraños, va a ser casi inevitable que disponga de menos habilidades sociales cuando tenga que implicarse en tales situaciones. Ciertamente, no es su especialidad. Pero, lo repito, es incorrecto suponer que es usted tímido o que tiene miedo. Cuando los demás se disponen a ayudarlo, normalmente parten de una premisa errónea. Por ejemplo, creen que usted carece de confianza en sí mismo y lo tranquilizan haciéndole ver que les resulta simpático. Sin embargo, lo cierto es que, con esto, le están diciendo que a usted le pasa algo: que tiene una baja autoestima. Al no ser conscientes de su rasgo subyacente, le dan una razón equivocada de por qué es usted menos sociable, y ninguna de las muchas razones verdaderas que hay detrás, que se siente usted perfectamente bien consigo mismo.

 

No es bueno calificarse a sí mismo de tímido

 

Desgraciadamente, la palabra tímido tiene algunas connotaciones negativas No tendría por qué, dado que «tímido» podría ser sinónimo de palabras como discreto, controlado, pensativo y sensible. Pero las investigaciones han demostrado que la mayoría de las personas, en su primer encuentro con lo que yo llamaría PAS, las consideraron tímidas y asociaron esa calificación con ansiosas, torpes, temerosas, inhibidas y retraídas79, Hasta los profesionales de la salud mental las han tipificado muy frecuentemente de esta manera, así como inferiores en competencia intelectual, en logros y en salud mental, todo lo cual, por cierto, no tiene ninguna relación con la timidez. Sólo eligieron términos positivos las personas que conocían bien a los tímidos, como es el caso de las parejas de los tímidos. En otra investigación se descubrió que los test que utilizamos los psicólogos para medir la timidez están repletos de esos mismos términos negativos80. Eso podría estar bien si los test identificaran tan sólo un estado mental, pero con frecuencia se los utiliza para identificar a las «personas tímidas», aplicándoles así una etiqueta negativa. Tenga cuidado con los prejuicios ocultos tras esta palabra.

 

Calificarse de tímido lleva a la timidez

 

Susan Brodt y Philip Zimbardo81, de la Universidad de Stanford, llevaron a cabo un encantador experimento psicológico sobre la timidez en el que se demuestra por qué conviene que usted sepa que no es tímido, sino una PAS que puede llegar a sobreactivarse.

 

Brodt y Zimbardo hicieron un muestreo con alumnas de la universidad que decían ser sumamente «tímidas», en especial con los hombres, y otras que no eran «tímidas», que sirvieron como grupo de comparación. En el estudio, que supuestamente tenía que ver con los efectos de los ruidos fuertes, se hizo pasar a cada mujer un rato en compañía de un hombre joven. El hombre, que no sabía si la mujer con la que estaba era «tímida» o no, había recibido instrucciones para que conversara con todas las mujeres de igual manera, pero el truco del estudio consistió en hacer creer a algunas de las mujeres tímidas que su sobreactivación (las palpitaciones en su pecho y la aceleración del pulso) se debía al fuerte ruido.
El resultado fue que aquellas mujeres «tímidas» que creyeron que su sobreactivación era debida al fuerte ruido, hablaron tanto con el joven como aquellas otras que no se consideraban tímidas. Incluso tomaron el control del tema de la conversación, del mismo modo que las mujeres no tímidas. El otro grupo de mujeres tímidas, que no tenían a qué culpar de su sobreactivación, hablaron mucho menos y dejaron que fuera el hombre quien controlase la conversación en mayor medida. Después del experimento, se le pidió al joven que intentara identificar a las mujeres tímidas. Pues bien, no pudo distinguir a las mujeres no tímidas de las tímidas a las que se había hecho creer que su activación se debía al fuerte ruido.
En este grupo, las mujeres tímidas perdieron timidez al suponer que no había una razón social para su sobreactivación. También dijeron que no habían sentido timidez alguna y que habían disfrutado de la experiencia. De hecho, cuando se les preguntó si preferirían estar solas en la próxima ocasión en que tuvieran que participar en un «experimento de bombardeo de ruido», las dos terceras partes dijeron que no, comparadas con sólo el 14 % de las otras mujeres tímidas y el 25 % de las no tímidas. Al parecer, estas tímidas pasaron un buen rato debido a que pensaban que su sobreactivación era provocada por algo distinto a su timidez.
Recuerde este experimento la próxima vez que se sienta sobreactivado en una situación social. Quizás sienta latir con fuerza su corazón por otras muchas razones que no tengan nada que ver con las personas en cuya compañía se encuentra. Puede que haya mucho ruido, o que le preocupe alguna otra cosa de la que usted es consciente a medias y que no tiene nada que ver con esas personas. De modo que siga adelante, ignore las otras causas (si puede), y páselo bien.
Le he dado tres poderosas razones para que deje de calificarse como tímido o tímida. Es desacertado, negativo y tiende a autocumplirse. Y no permita que los demás lo etiqueten de este modo. Digamos que es un deber cívico erradicar un prejuicio social como éste. No sólo es injusto, sino que, como ya comentamos en el capítulo 1, es peligroso, porque lleva a silenciar las voces conscientes de las PAS al reducir la confianza que tienen en sí mismas.

 

Como pensar acerca de su «incomodidad social»

 

La incomodidad social (un término que prefiero al de «timidez») se debe casi siempre a la sobreactivación, la cual lo lleva a usted a actuar, hablar o a parecer no muy hábil socialmente. O puede deberse también al terror que siente usted ante la posibilidad de sobreactivarse, al miedo a cometer alguna torpeza o a no ser capaz de pensar algo que decir. Pero el miedo, en sí, es por lo común suficiente para generar la sobreactivación. una vez dada la circunstancia.
Recuerde, la incomodidad es pasajera, y le da a usted opciones. Suponga. por ejemplo, que siente frío. Usted puede tolerar ese frío, pero también puede buscar un entorno más agradable. Puede producir calor (encendiendo un fuego, subiendo el termostato), o pedírselo a las personas encargadas de hacerlo. También puede ponerse un abrigo. Lo único que no debería hacer usted es culparse por su mayor susceptibilidad intrínseca a un entorno frío.
Lo mismo se aplica a la incomodidad social pasajera debida a la sobreactivación. Puede usted soportarla, abandonar la situación, cambiar la atmósfera social o pedirle a otro que lo haga, o puede hacer alguna otra cosa para sentirse más cómodo, como ponerse su «persona» (hablaremos de eso más tarde).
Sea como sea, usted se estará liberando de la incomodidad. De modo que deje a un lado la idea de que usted se siente irremediablemente incómodo en las situaciones sociales.

 

Cinco formas para manejar la sobreactivación en situaciones sociales

 

1. Recuerde que la sobreactivación no significa necesariamente miedo.
2 Busque otras PAS con las que hablar, de una en una.
3 Utilice sus habilidades para la reducción de la activación.
4 Desarrolle una buena «persona» y utilícela conscientemente.
5 Explíqueles a los demás su rasgo.

 

No subestime nunca la fuerza que da el reconocer ante uno mismo que está sobreactivado, posiblemente por algo que no tiene nada que ver con las personas con las que se encuentra. Si se le juzga por ello, no es su yo real, sino su yo pasajero el que se ve aturullado por la sobreactivación. Si ellos conocen su yo tranquilo, ese yo que es consciente de todo lo sutil, o cuando lo conozcan, se verán favorablemente impresionados. Usted sabe que es cierto, porque cuenta con amigos íntimos que lo admiran.
Cuando volví a la escuela de posgraduados muchos años después, durante el temprano desayuno del primer día en el comedor, me derramé por encima un vaso lleno de leche, en presencia de algunas personas. No había chocado con nadie; simplemente lo hice tropezar con algo. Y esto ocurrió delante de todos los que iban a ser mis compañeros y profesores, precisamente las personas en quienes quería producir buena impresión.
Aquello se sumó a mi casi ya insoportable sobreactivación. Pero, gracias a las investigaciones que estaba llevando a cabo con PAS como usted o yo, supe de inmediato por qué lo había hecho. La incapacidad de mi cuerpo para llevar siquiera un vaso de leche era previsible. El día fue difícil, pero no permití que la leche derramada se sumara a mi incomodidad social.
Con el transcurso del día, me encontré con otras PAS, y eso me ayudó enormemente. Todas éramos de las que derramamos leche, por decirlo de algún modo. En la situación social media, debe haber alrededor de un 20 % de PAS y otro 30 % que se siente moderadamente sensible. En las investigaciones sobre la timidez se descubrió que, en un cuestionario anónimo, el 40 % de las personas se califican como tímidas82. En una sala llena de gente, las probabilidades indican que habrá al menos una persona con su mismo rasgo o que se sienta incómoda socialmente. Mírela a los ojos cuando se tropiece con ella, literal o metafóricamente, y notará una mirada de profunda simpatía. Se harán amigas de inmediato.
Mientras tanto, utilice todos los puntos sugeridos en el capítulo 3 para reducir la activación. Haga respiraciones. Dese un paseo. Respire profundamente. Muévase de algún modo. Considere sus opciones. Quizá sea hora de irse. Puede que haya un lugar mejor donde ubicarse, junto a una ventana abierta, en un pasillo o en la puerta. Piense en términos de continentes: ¿quién o qué presencia silenciosa, familiar, podría cobijarlo en este mismo momento?
Hubo momentos, durante aquel primer día en la escuela de posgraduados, en que temí que los profesores se formaran una idea muy equivocada acerca de mí. Comparada con la media de no PAS, mi sobreactivación sólo podía acarrearme conflictos e inestabilidad. De modo que utilicé todos mis trucos (caminar, meditar, salir del campus durante el almuerzo, llamar a casa buscando apoyo...), y funcionó bastante bien.
Muchas veces pienso que nuestra sobreactivación resulta más evidente para los demás de lo que en realidad es.83 Usted sabe que gran parte de nuestra vida social consiste en una «persona»* que se encuentra con otra, y que ninguna de las dos personas mira mucho más allá, por debajo de la superficie. Conduciéndose de un modo previsible, hablando del mismo modo en que lo hacen los demás, aunque usted no se sienta así, nadie lo va a molestar ni va a sacar la conclusión equivocada de que usted es arrogante, distante o desconfiado. Por ejemplo, las investigaciones indican que los alumnos de universidad «tímidos» suelen pensar que hacen todo lo posible en el ámbito social, pero sus compañeros de habitación suelen pensar que no hacen lo suficiente84. Esto puede deberse a una cuestión cultural, por no comprender a las PAS, pero, hasta que todo esto cambie, convendrá que haga usted su vida un poco más llevadera comportándose más como lo hacen los demás. Póngase su «persona»; este término viene del griego, y significa «máscara». Detrás de la máscara, usted puede ser quien quiera ser.
Por otra parte, algunas veces la mejor táctica consiste en dar explicaciones sobre su sobreactivación. Yo suelo hacerlo cuando hablo o imparto una charla ante un grupo de personas extrañas. Les digo que sé que parezco un poco tensa, pero que en pocos minutos me encontraré bien. En grupo, hacer partícipe de su rasgo a otros puede llevar a una conversación más íntima acerca de la incomodidad social habitual, le permite apartarse a solas sin sentirse culpable o salir a tomarse un respiro sin que se le deje de lado al volver. Quizás haya alguien que pueda reducir la estimulación que está experimentando usted, aminorando la luz o el volumen, o dándole paso cuando las presentaciones ya han tenido lugar.
En el momento en que mencione que usted es altamente sensible, va a poner en marcha uno o dos estereotipos, en función de las palabras que elija. Uno de estos estereotipos es, francamente, el de una víctima pasiva, alguien débil y atormentado; el otro es el de una presencia poderosa, profunda y superdotada en la sala. Hace falta algo de práctica para resaltar el estereotipo positivo por medio de las palabras que usted elige para expresar sus necesidades. Nos ocuparemos de ello en el capítulo 6.
Cuando tengo que pasar un día entero o un fin de semana con un grupo de personas, suelo decirles que necesito bastante tiempo para estar a solas. Es frecuente que los demás también lo necesiten pero, aun en el caso de que sea la única en irme a mi dormitorio pronto y en darme largos paseos en soledad, he aprendido a no generar simpatía ni compasión, sino a crear cierta atmósfera de misterio. Los miembros de la clase de «consejeros reales» deben tomar en consideración estas cosas. Sea un tanto reservado en cuanto a sus relaciones públicas como PAS.

 

Gente, activación e introversión

 

Hasta aquí, hemos atacado el «problema» liberándonos de la etiqueta de tímido y entendiendo lo que sucede con la tan familiar sobreactivación. Pero también es importante que valore usted que existe más de una forma correcta de ser sociable.
Su forma de ser sociable surge de un hecho básico: para la mayoría de las personas, la mayor parte de la estimulación activadora del mundo exterior proviene de otras personas, sea en casa, el trabajo o el ámbito público. Todos somos seres sociables que disfrutan con los demás y dependen de ellos. Pero muchas PAS evitan a aquellas personas que les llegan en paquetes sobreestimulantes: los extraños, las grandes fiestas, las masas. Para la mayoría de las PAS, ésta es una hábil estrategia. En un mundo enormemente estimulante y exigente, cada uno tiene que establecer sus prioridades.
Evidentemente, no hay nadie que pueda ser un experto en el tratamiento de situaciones que opta por evitar. Pero la mayor parte de ustedes puede gestionarlas o aprender a hacerlo. La simple gestión es una forma aceptable y hábil de ahorro de energía en cualquier aspecto que sea de su interés.
También es cierto que algunas PAS evitan a los extraños, las fiestas y otras situaciones a causa de haber sido rechazadas por sus pares o grupos en el pasado. Debido al hecho de que las PAS no encajan con el ideal de nuestra cultura de ser personas abiertas, se las ha juzgado con dureza y han terminado por evitar a aquellas personas de las que no pueden estar seguras. Esto es algo razonable, aunque triste, y no hay nada de que avergonzarse.
En total, el 70 % de las PAS tienden a ser socialmente «introvertidas». Esto no quiere decir que a usted le desagrade la gente. Significa que usted prefiere tener unas pocas relaciones íntimas en lugar de un gran círculo de amigos, y que normalmente no disfruta en una gran fiesta ni entre multitudes. Pero hasta la persona más introvertida se muestra a veces extravertida y disfruta con una persona extraña o entre multitudes. Y, a la inversa, hasta el más extravertido se conduce a veces como un introvertido.
Los introvertidos no dejan de ser individuos sociables. De hecho, su bienestar se ve más afectado por las relaciones sociales que el bienestar de los extravertidos: los introvertidos están más pendientes de la calidad, no de la cantidad85.
(Sin embargo, si no disfruta usted de la sensación de bienestar emocional, una relación estrecha con alguien no siempre resuelve el problema. De hecho, muchas personas son incapaces de mantener una relación sana y estrecha hasta que desarrollan una mayor sensación de bienestar a través del trabajo psicoterapéutico, en el sentido más amplio de la palabra, tal como se describe en el capítulo 8).

 

La PAS extravertida

 

Quiero resaltar que ser una PAS no es lo mismo que ser socialmente introvertido. En mis investigaciones, he descubierto que el 30 % de nosotros somos socialmente extravertidos. Siendo extravertido, usted debe de tener un amplio círculo de amistades y debe de disfrutar estando en grupo o con extraños. Es posible que haya crecido en una gran familia, una familia encantadora y sociable, o en un vecindario afable, y que haya aprendido a ver a las personas como fuentes de seguridad en lugar de encontrar razones para ponerse en guardia frente a ellas.
Sin embargo, usted no dejará de encontrar otras fuentes de dificultades que lo activarán, como un largo día de trabajo o pasarse demasiado tiempo en la ciudad. Si se sobreactiva, usted va a evitar relacionarse. (Las no PAS extravertidas se relajan más fácilmente con gente a su alrededor.) Aunque, en este libro, la mayor parte de nuestra atención se centre en los habitualmente introvertidos, es muy probable que los extra— vertidos también lo encuentren útil.

 

Valorar el estilo introvertido

 

Avril Thorne, en la actualidad en la Universidad de California en Santa Cruz, se puso a observar cómo interactúan en realidad los introvertidos86. Utilizó test para identificar a alumnas universitarias altamente introvertidas y altamente extravertidas, y luego las emparejó con el mismo tipo de personas o con su opuesto, y grabó en vídeo las conversaciones.
Las mujeres altamente introvertidas se mostraban serias y centradas, hablaban más acerca de problemas y eran más cautas. Tenían tendencia a escuchar, a preguntar, a dar consejos; parecían estar concentrándose en la otra persona de un modo profundo.
En cambio, las mujeres altamente extravertidas charlaban más «por placer», buscaban más el acuerdo, buscaban similitudes en cuanto a orígenes y experiencias, y hacían más cumplidos. Eran optimistas y expansivas, y gustaban de emparejarse con cualquier tipo de persona, como si su principal placer fuera la conversación.
Cuando las extravertidas se encontraban con alguna alumna que era altamente introvertida, les gustaba no tener que estar tan alegres. Y las introvertidas encontraban la conversación con la extravertida como «un soplo de aire fresco». La imagen que obtenemos del trabajo de Thome es que cada tipo de persona contribuye con algo a este mundo, algo que es igualmente importante, pero, dado que el estilo introvertido está devaluado, sería bueno emplear algo de tiempo en centrarse en las virtudes de este tipo de personas.

 

Cari Jung y el estilo introvertido

 

Cari Jung concibió la introversión como una categoría básica entre los seres humanos, con lo que suscitó importantes controversias filosóficas y psicológicas, la mayor parte de las cuales se redujeron a conflictos sobre qué era más importante en la comprensión de una situación o un tema, si los hechos externos o la comprensión interna de éstos.
Jung entendía ambas como actitudes hacia la vida, las cuales se alternan en la mayoría de las personas, como en la respiración: inhalación y exhalación87.Pero unos pocos son más constantes en la «inhalación» o la «exhalación». Además, para Jung, estas dos actitudes no tenían nada que ver, directamente, con ser sociable o no. Ser introvertido es, simplemente, volverse hacia dentro, hacia el sujeto, el yo, en vez de hacia fuera, hacia el objeto. La introversión surge de una necesidad y una preferencia por proteger lo interno, el aspecto «subjetivo» de la vida, por valorarlo más y, en particular, no permitir que resulte abrumado por el mundo «objetivo»88.
No se puede insistir suficiente en la importancia de los introvertidos desde el punto de vista de Jung.

 

(Los introvertidos] son evidencias vivas de que este mundo, rico y variado, con su vida desbordante y embriagadora, no es únicamente externo, sino que también existe en el interior [... ] Con su vida nos enseñan más que con sus palabras [... ] Sus vidas nos hablan de otra posibilidad, la vida interior de la que tan dolorosamente necesitada está nuestra civilización89.

 

Jung era consciente del prejuicio de la cultura occidental en contra de los introvertidos, y podía tolerarlo cuando llegaba de los extravertidos, pero sentía que el introvertido que se menospreciaba a sí mismo le estaba haciendo un flaco favor al mundo.

 

Todo es necesario

 

A veces, lo único que necesitamos es disfrutar del mundo exterior tal como es y estar agradecidos a aquellos que nos ayudan, los extravertidos, que pueden hacer que gente totalmente extraña se sienta conectada. A veces, necesitamos un anclaje interno, es decir, aquellos que son introvertidos y prestan plena atención a los matices más profundos de la experiencia íntima. La vida no va sólo de películas que todos hemos visto y de restaurantes que todos hemos visitado. A veces, hablar de las cuestiones más sutiles es esencial para el alma.
Linda Silverman, experta en niños superdotados, descubrió que cuanto más brillante era el niño, más probabilidades había de que fuera introvertido90.Los introvertidos son excepcionalmente creativos, incluso en algo tan simple como en el número de respuestas poco usuales en el test de las manchas de tinta de Rorschach91.También son más flexibles en cierto sentido, en que a veces tienen que hacer lo que los extravertidos hacen a todas horas: relacionarse con extraños e ir a fiestas. Pero hay extravertidos que pueden evitar ser introvertidos, volverse hacia dentro, durante años. Esta mayor versatilidad por parte de algunos introvertidos es especialmente importante en estadios posteriores de la vida, cuando uno comienza a desarrollar todo aquello que ha encontrado en falta hasta la mitad de la vida. Con el paso de los años, la autorreflexión se hace también muy importante.
De modo que está usted en buena compañía. Ignore las pullas del «alégrate». Disfrute de la ligereza de los demás y permítase su propia especialidad. Si no se le dan bien los cotilleos, enorgullézcase de su silencio. E, igualmente importante, si cambia su humor y aparece su yo extravertido, déjele ser tan torpe o bobo como haga falta serlo. Todos somos un poco torpes cuando nos ponemos a hacer algo que no es nuestra especialidad. Usted posee un trozo de lo «bueno». No sería otra cosa que arrogancia pensar que deberíamos tenerlo todo.

 

Hacer amigos

 

Los introvertidos prefieren las relaciones íntimas por muchas razones. Los amigos íntimos se comprenden mejor y se apoyan mutuamente. Un buen amigo o la pareja pueden también disgustarte más, pero eso obliga al crecimiento interior, que suele ser algo prioritario para las PAS.
Y, con la intuición que usted tiene, es muy probable que le guste hablar de temas complejos, como la filosofía, los sentimientos y la lucha por la vida. Y eso es difícil de hacer con un extraño o en una fiesta. Por Ultimo, los introvertidos disponen de rasgos que los convierten en magníficos elementos para las relaciones estrechas; entre amigos íntimos, los introvertidos pueden alcanzar un gran éxito social.
Sin embargo, los extravertidos tienen razón cuando dicen que «un extraño no es más que un amigo al que aún no he conocido». Todos sus amigos, por íntimos que sean, fueron alguna vez extraños para usted. Cuando esas relaciones cambian (o terminan), es posible que usted sienta la necesidad de conocer a otros amigos íntimos potenciales. Así que quizá sea bueno recordar cómo conoció a sus mejores amistades.
Cómo conoció a sus mejores amistades
Escriba los nombres de sus mejores amistades en un papel y, después, responda a las siguientes preguntas sobre el inicio de cada amistad.
• ¿Las circunstancias lo obligaron a conversar?
• ¿Tomó la iniciativa la otra persona?
• ¿Hubo algo inusual en el modo en que se sentía usted?
• ¿Estaba usted especialmente extravertido aquel día?
• ¿Cómo iba vestido o vestida, o como se sentía respecto a su apariencia?
• ¿Dónde se encontraban: en clase, en el trabajo, de vacaciones, en una fiesta?
• ¿Cuál fue la situación? ¿Quién los presentó? ¿O se encontraron por casualidad? ¿O uno se puso a hablar con el otro sobre algo? ¿Qué ocurrió?
• ¿Cómo fueron los primeros momentos, las primeras horas, los primeros días?
• ¿Cómo y cuándo supo que aquello iba a ser una buena amistad?
Busque ahora cosas comunes entre sus amigos. Por ejemplo, a usted quizá no le gusten las fiestas, pero puede que ése fuera el escenario para el primer encuentro con dos de sus mejores amistades. ¿Está ausente de su vida en este momento alguno de estos puntos comunes, como el ir a ciase o a trabajar con otras personas? ¿Hay algo que le gustaría hacer acerca de lo que ha aprendido? ¿Se compromete a ir a una fiesta cada mes? (O a evitar las fiestas de aquí en adelante, si no resultan ser una fuente de amistades después de todo.)

 

La «persona» y los buenos modales

 

Recuerde, en especial si es usted normalmente introvertido, que en la mayoría de las situaciones sociales conviene que satisfaga al menos las mínimas expectativas sociales. Las PAS pueden reducir todas las reglas de la etiqueta a una regla de seis palabras: minimiza la sobreactivación de los demás. (O de dos palabras: sé amable.) Un silencio sepulcral, dado que es algo que no se espera, puede activar a la otra persona. Pero entonces todo se puede ir al otro extremo, demasiado abierto, que suele ser el error del extravertido. El objetivo es, simplemente, decir algo agradable y nada sorprendente.
Sí, esto puede ser aburrido para algunas no PAS que disfrutan con mucha estimulación; pero, cuando conoce a una persona nueva, usted lo que quiere es que se calme su activación a corto plazo, aunque no sea un problema para el otro. Más tarde, podrá ser tan creativo y sorprendente como desee, pero en este momento está usted haciendo un cálculo de riesgos, y cualquier éxito le va a dar puntos extra.
Bien, ahora conviene que sepa algo más sobre la «persona» y los roles sociales. Una buena «persona» supone, obviamente, unas buenas maneras y un comportamiento previsible y no activador. Pero no impide que sea un poquito más especializada, en función de sus necesidades. Alguien que trabaja en un banco va a necesitar una «persona» sólida y práctica. Si tiene un artista dentro, tendrá que mantenerlo en privado. Los artistas, por otra parte, harán bien en mantener ocultas al público sus sensibilidades bancarias. Los estudiantes harán bien si aparentan un poco de humildad; mientras que los profesores tienen que ofrecer cierta pátina de autoridad.
La idea de la «persona» va en contra de la admiración manifiesta en la cultura de Norteamérica hacia la apertura y la autenticidad; los europeos son más conscientes del valor de no decir todo lo que se piensa. Sin embargo, hay personas que se identifican demasiado con su «persona». Todos sabemos a qué nos referimos. Al no haber nada más por debajo, no se puede decir que sean poco honestos o poco auténticos, pero es raro que una PAS se exceda en su identificación con una «persona»
Si usted aún piensa que estoy diciéndole que no sea sincero, véalo como una elección del nivel adecuado de apertura en función del lugar y del momento. Tome como ejemplo de esto una situación en la que apenas termina de conocer a una persona cuando ésta quiere establecer con usted una relación de amistad que usted ya ha decidido no llevar adelante. Es muy probable que no rechace la invitación a comer de la otra persona diciendo: «Me he dado cuenta de que no quiero establecer una amistad íntima contigo». Usted, normalmente, comentará algo sobre su apretada agenda en estos momentos.
Esta respuesta es honesta hasta cierto punto; si dispusiera usted de un tiempo infinito, quizás podría proseguir esa relación más adelante. Pero decirle a una persona que se encuentra en un nivel bajo de su lista de prioridades no es, según mi experiencia, algo moralmente correcto. Una buena «persona» y unas buenas maneras suponen este tipo de situaciones en las que hay que salvar las apariencias, además de un compasivo nivel de honestidad, especialmente con aquellas personas a las que no conoce demasiado bien.

 

Aprender más habilidades sociales

 

Hay dos tipos de información en cuanto a habilidades sociales, sea en el formato de libro, grabación, artículo, conferencia o curso. Una de ellas proviene de los expertos en extraversión, habilidades sociales, ventas, dirección de personal y etiqueta. Se trata de personas que suelen ser ingeniosas y optimistas. Hablan de aprendizaje, no de sanar, de manera que ellos no van a rebajar su autoestima dando a entender que tiene usted un serio problema. Si recurre a estos profesionales, comprenda simplemente que su objetivo no es ser exactamente como ellos, sino aprender unos cuantos consejos. Busque títulos del tipo Cómo convencer a una multitud y Qué decir en cualquier momento incómodo que se le presente. (Estos títulos me los acabo de inventar, pero constantemente se están publicando títulos similares.)
El otro tipo de información proviene de psicólogos que intentan ayudar a las personas con su timidez. Su estilo le va a preocupar más que a motivar, para luego llevarlo paso a paso a través de unos métodos muy sofisticados y sobradamente investigados de cambio de comportamiento. Este enfoque puede ser muy efectivo, pero también ofrece problemas a las PAS, aunque pueda parecer el más adecuado para usted. Hablar acerca de «curar» su timidez o «vencer su síndrome» no lleva a otra parte que a hacerlo sentir defectuoso, y pasa por alto el lado positivo de su rasgo congénito.
Recuerde que, ante cualquier consejo que lea o escuche, no tiene por qué aceptar la forma en que las tres cuartas partes extravertidas de la población definen las habilidades sociales (inundando el ambiente, teniendo siempre un buen regreso, no dejando nunca silencios «embarazosos»). Usted tiene sus propias habilidades (conversar con seriedad, una buena escucha o dejar silencios en los que puedan desarrollarse pensamientos más profundos). Probablemente, también sea cierto que usted ya sabe mucho de lo que pueden decirle estos expertos. Así pues, he tomado los puntos principales y los he reunido en un breve test para mostrarle lo que ya sabe y enseñarle algo del resto.
¿Conoce usted lo último para superar la incomodidad social?
Responda verdadero o falso; después, compruebe sus respuestas en las páginas 149-150.
1. Conviene controlar el monólogo interior negativo, V F
como por ejemplo; «Probablemente, no le voy a caer
bien» o «Es probable que fracase, como siempre».
2. Si una persona se siente tímida, todos aquellos que V F
están a su alrededor lo notan.
3. Conviene que esperes siempre algún rechazo y que no te
lo tomes como algo personal. V F
4. Conviene tener un plan para superar tu incomodidad
social; por ejemplo, intentar conocer a una persona nueva
cada semana. V F
5. Al formular tus planes, cuanto más grandes sean los
pasos, más rápido alcanzarás tus objetivos. V F
6. Es mejor no ensayar lo que vas a decir con una
persona nueva o en una situación nueva; te haría
parecer rígido y poco espontáneo. V F
7. Ten cuidado con el lenguaje corporal; cuanto menos
transmitas, mejor. V F
8. Cuando intentes establecer o retomar una conversación,
haz preguntas que no sean demasiado personales y
que no se puedan responder con una o dos palabras. V F
9. Una forma de demostrar que estás escuchando es
apoyarte en el respaldo de la silla, con los brazos y las
piernas cruzados, manteniendo el rostro tranquilo y sin mirar
a los ojos a la otra persona. V F
10. No toques nunca a la otra persona. V F
11. No leas el periódico antes de salir al encuentro de la
gente; no hará más que disgustarte. V F
12. Sincerarse no es importante en la conversación, siempre
y cuando estés hablando de algo interesante. V F
13. Las personas que escuchan bien repiten parte de lo que
escuchan para reflejar los sentimientos de su
interlocutor, y luego responden con sus propios
sentimientos, no con ideas. V F
14. No cuentes a los demás detalles interesantes acerca
de ti; lo único que conseguirás será despertar su envidia. V F
15. Para profundizar una conversación o hacerla más
interesante para ambos, a veces funciona bien compartir
tus propios defectos o problemas. V F
16. Intenta no tener diferencias de opinión con la otra persona. V F
17. Si una conversación te hace sentir de tal modo que te
gustaría pasar más tiempo con la otra persona, lo
mejor es decirlo. V F

 

Basado en el libro de J. Cheek, Cómo vencer /a timidez (Barcelona: Paidós Ibérica, 1990) y en el de M. McKay, M. Dewis y P. Fanning, Mensajes: el libro de las técnicas de comunicación (Madrid: RCR Ediciones, 1995).

 

No se sienta mal si sabe lo que hacer pero no siempre lo hace

 

Gretchen Hill92,una psicóloga de la Universidad de Kansas, hizo una serie de entrevistas a personas tímidas y no tímidas acerca de cuál debía ser el comportamiento apropiado en veinticinco situaciones sociales, y descubrió que los tímidos sabían perfectamente bien lo que se esperaba de ellos, pero no se consideraban capaces de hacerlo. Hill sugiere que los tímidos carecen de confianza en sí mismos, el habitual defecto interno que se nos atribuye. Y de ahí que nos animen a que tengamos más confianza en nosotros mismos. Algo que no podemos hacer, evidentemente, con lo que fallamos de nuevo. Pero es posible que esta falta de confianza esté justificada cuando se ha pasado por tantas experiencias en las que se estaba demasiado activado como para comportarse del modo adecuado. Naturalmente, algunos tenemos la expectativa de no ser capaces de hacer lo que sabemos que es socialmente correcto. Yo creo que el simple hecho de animarse a uno mismo a tener más confianza rara vez sirve de algo. Aférrese al doble enfoque de este capítulo: trabaje su sobreactivación y valore su introversión.
Otra razón para no ser capaz de poner en práctica lo que usted sabe acerca de habilidades sociales es que los viejos patrones de la infancia pueden estar aún operativos y hay que afrontarlos. O que algunos sentimientos dominan su atención. ¿Quiere una señal indudable? Usted no deja de decir cosas como «No sé por qué hice eso, que no es típico de mí». O bien: «A pesar de todos mis esfuerzos, nada me funciona».

 

El caso de Paula

 

Paula nació siendo decididamente una persona altamente sensible. Sus padres hablaban de su «timidez» desde que nació. Ella siempre fue consciente de tener una gran sensibilidad ante los sonidos y también una mayor confusión que sus amigas. Pasados los treinta años, cuando la entrevisté, era una mujer sumamente capaz en su profesión, que suponía la organización de importantes eventos entre bastidores. Pero no tenía posibilidades de promoción debido a su terror a hablar en público y a la gente en general, lo cual le impedía dirigir ninguna otra cosa, salvo su pequeño equipo de colaboradores. De hecho, Paula había organizado su vida en torno a las contadas ocasiones en que su trabajo le exigía convocar reuniones de personal. Para esto, se ejercitaba durante horas y llevaba a cabo diversos rituales con el fin de prepararse emocionalmente
Paula se había leído todos los libros a su alcance sobre cómo superar tales miedos y había hecho uso de una considerable fuerza de voluntad para luchar contra sus sentimientos. Pero se dio cuenta de que su temor era poco habitual, de manera que probó con una larga e intensa terapia. Allí encontró algunas razones de sus temores y comenzó a trabajar en esta línea.
Durante su infancia y adolescencia, Paula tuvo que vivir con un padre «iradicto» (ahora también es alcohólico). Siempre había sido un hombre brillante, analítico, pendiente en todo momento de ayudar a sus hijos con las tareas escolares. De hecho, se había implicado con sus hijos plenamente y resultó ser algo menos cruel con Paula de lo que era con sus hermanos. Pero parte de aquella atención quizá fuera sexual, tal como empezó a percibir Paula, y aquello resultaba ciertamente desconcertante para ella. Fuera como fuera, la ira del padre la afectaba de un modo abrumador.
La madre de Paula se ponía muy nerviosa con la gente y con lo que opinaran, y era sumamente dependiente de aquel marido de férrea voluntad. También era algo así como una mártir, cuya vida giraba expresamente en torno a los hijos. Su horror explícito a los relatos de partos y su escaso cariño por los bebés me hacen pensar que la primera sujeción de Paula fue cualquier cosa menos segura. Más tarde, la madre hizo de Paula su confidente, contándole más cosas de las que una niña puede manejar, incluido un catálogo completo de razones para que le desagradara el sexo. De hecho, sus dos progenitores le hablaron de los sentimientos que tenía cada uno por el otro, incluyendo sus intimidades sexuales.
Con unos antecedentes así, el «miedo a hablar en público» de Paula se parecía más bien a una desconfianza básica hacia los demás. Había nacido sensible y, por tanto, muy excitable, es cierto; pero, siendo niña, su sujeción había sido insegura, lo cual le hizo bastante más difícil afrontar situaciones amenazadoras con la suficiente confianza en sí misma. De hecho, la madre sentía, y así le enseñó, un temor irracional generalizado hada la gente, en lugar de enseñarle a confiar en las personas. Por último, los primeros intentos de Paula por decir lo que pensaba toparon con la ira del padre.
Puede que una última razón de su temor a hablar en público fuera que llegara a tener la sensación de saber demasiado, tanto por los posibles sentimientos incestuosos de su padre como sobre las vidas privadas de sus progenitores.
Estos temas no son fáciles de resolver, pero se pueden traer a la conciencia y se pueden trabajar con un terapeuta competente. Las voces que temen hablar se sueltan finalmente, aunque posteriormente pueda seguir haciendo falta un entrenamiento en habilidades sociales; pero en aquel momento, en el caso de Paula, había que trabajar duro.

 

Asesoramiento social básico para PAS

 

He aquí algunas sugerencias acerca de ciertas situaciones que suelen generar incomodidad social en las PAS.
Cuando tenga que charlar. Decida si prefiere hablar o escuchar. Si quiere escuchar, la mayoría de las personas estarán encantadas de hablar. Haga unas cuantas preguntas específicas. O, simplemente, pregunte: «¿Qué hace usted en su vida cotidiana?».
Si desea hablar (lo cual le da a usted el control y evita que se aburra), planee de antemano plantear un tema del cual disfrute y con el que pueda ir de aquí para allá, como «¡Qué día más malo! ¿No? Al menos, hace que me apetezca quedarme en casa y trabajar en mi proyecto literario». Obviamente, la otra persona preguntará qué está usted escribiendo. O bien puede decir: «¡Qué día más malo! Hoy no podré entrenar»:
O, «¡Qué día más malo! Mis serpientes odian estos días».
Recordar nombres. Quizás olvide usted el nombre de una persona debido a que estuvo distraído o sobreactivado cuando los presentaron. Conviene que establezca el hábito de, en el momento en que escucha un nombre, utilizarlo inmediatamente: «Arnold, encantado de conocerte». Después, utilícelo de nuevo en el plazo de dos minutos. Posteriormente, el retrotraerse al recuerdo de las personas que ha conocido puede hacer que los nombres se fijen mejor, pero el problema de los nombres es algo habitual.
Tener que pedir algo. Pedir algo sin importancia, por ejemplo, información, no debería suponer un gran problema. Pero, a veces, ponemos nuestras peticiones en una lista de cosas por hacer y ahí se quedan, haciéndosenos cada vez más grandes y difíciles. Si es posible, pida las cosas en cuanto tome conciencia de que las necesita. O agrupe sus peticiones con el fin de expresarlas cuando se halle en un estado de ánimo más abierto. Para pedir cosas un poco más importantes, quíteles importancia. Piense en lo poco que le va a costar en tiempo y en dificultades a la otra persona satisfacer su petición. Para pedir cosas aún más importantes, haga una lista de lo que quiere solicitar y comentar. Empiece por asegurarse de que está hablando con la persona adecuada a sus propósitos. Para hacer una petición de importancia, conviene ensayar con alguien, de modo que esta persona le responda a usted de todas las formas posibles. Esto no lo hace mucho más fácil, pero se sentirá más preparado.
Vender.: Francamente, no es habitual que una PAS trabaje en las ventas. Pero, aunque usted no venda un producto comercial, hay ocasiones en la vida en las que es posible que desea vender una idea, venderse a sí mismo para obtener un empleo, o quizá vender nuestro trabajo creativo. ¿Y qué decir si usted piensa que algo puede ser realmente útil para una persona o para el mundo en general? En su forma más suave, que es probablemente la suya, vender es simplemente compartir con los demás lo que usted sabe acerca de algo. En cuanto los demás captan lo que usted ve de valioso en lo que desea vender, ya puede dejar que se compongan su propia idea y opinión.
Cuando se trata de recibir dinero, las PAS se suelen sentir culpables por estar recibiendo «demasiado», o siquiera por estar recibiendo algo. (Y si nos sentimos defectuosos: «¿Qué hay de valioso en mí, en cualquier caso?») Normalmente, no podemos y no debemos regalamos a nosotros mismos ni regalar nuestros productos. Necesitamos dinero para poder seguir ofreciendo lo que ofrecemos. Y la gente entiende eso, del mismo modo que lo entiende usted cuando compra algo.
Manifestar una queja. Esto puede ser difícil para una PAS, aunque se trate de una queja perfectamente legítima. Pero merece la pena ejercitarse en ello; la asertividad consiste en el fortalecimiento de aquellas personas que suelen menospreciarse o valorarse poco simplemente por ser como son (demasiado jóvenes, demasiado viejos, demasiado gordos, demasiado oscuros de piel, demasiado sensibles, etc.)
Sin embargo, conviene que esté preparado para las respuestas de los demás. La ira es la emoción más impactante por razones obvias, pues nos activa y nos moviliza hacia la lucha. Es algo que nos estimula en gran manera, tanto si se trata de la propia ira, la de una persona que nos la dirige o incluso de alguien a quien usted está observando desde la distancia.
Estar en un grupo pequeño. Los grupos, las clases y los comités pueden convertirse en algo complicado para las PAS. Las PAS solemos captar cosas de las que los demás no se dan cuenta. Pero nuestro deseo de no añadir leña al fuego de nuestro nivel de activación hace que guardemos silencio. Sin embargo, a veces se da el caso de que alguien le pregunta a usted qué piensa. Éste es un momento incómodo, pero es importante para el grupo. Normalmente, las PAS no suelen tener en cuenta el hecho de que las personas silenciosas tienen cada vez más influencia con el transcurso del tiempo. Además de darle a usted la oportunidad de hablar, es posible que el grupo esté preocupado inconscientemente. ¿Está usted en el grupo o está fuera? ¿Está allí sentado juzgándolo todo? ¿Está a disgusto o a punto de marcharse? Si usted se va, los va a dejar con todos estos temores, que es la razón por la que las personas silenciosas terminan captando tanto la atención con el tiempo. Puede ser también una cuestión de cortesía, pero siempre hay temor. Si usted no se une a los demás con el entusiasmo adecuado, va a recibir una atención considerable. También puede ocurrir que los demás descubran que su mejor defensa es rechazarlo a usted antes de que usted los rechace a ellos. Si no me cree, pruebe a quedarse en silencio en un grupo nuevo sólo una vez y verá cómo todo esto se manifiesta.
Dada esta energía que siempre se orienta hacia el silencioso, si desea mantener su silencio, tendrá que tranquilizar a los demás diciéndoles que no está rechazándolos ni planeando dejar el grupo. Dígales que se siente parte del grupo sólo por escuchar. Hágales saber sus sentimientos positivos acerca del grupo, si es que los tiene, y dígales que hablará cuando se sienta dispuesto. O pídales que le pregunten cuando deseen.
También puede optar por explicarles lo relativo a su sensibilidad, pero eso supondrá la adopción de una etiqueta que tenderá a autoconfirmarse.
Hablar o desenvolverse en público. Éste es un talento natural en las PAS; sí, lo es. (Le dejo a usted la tarea de pensar todos los motivos por los cuales es más difícil para nosotros.) En primer lugar, porque sentimos con frecuencia que tenemos algo importante que decir, algo que los demás han pasado por alto. Si los demás agradecen nuestra contribución, nos sentimos recompensados, con lo que la próxima vez será más fácil. En segundo lugar, porque nos preparamos. En determinadas situaciones, como en aquellas en las que volvemos para comprobar si hemos apagado el fuego en la cocina, damos la impresión de ser «compulsivos» para aquellas personas que no están tan dispuestas a prevenir cualquier sorpresa innecesaria (como el hecho de que se te queme la casa). Pero sería absurdo no «sobreprepararse» para la activación extra que puede generar ponerse ante el público. Preparándonos del mejor modo, tenemos asegurado el mayor de los éxitos. (Éstas son las dos razones por las que todos los libros sobre la timidez citan a tantos políticos, intérpretes y humoristas que «vencieron su timidez, del mismo modo que puede hacerlo usted».)
Una vez más, la clave consiste en prepararse, prepararse y prepararse. Es probable que usted no tenga miedo alguno de leer en voz alta; de modo que, hasta que se sienta más cómodo, prepare exactamente lo que quiere decir y léalo ante el público. Si hacer esto así resulta un poco extraño para la situación, explique con toda confianza las buenas razones de su lectura, y después hágalo con autoridad.
La lectura requerirá también preparación y práctica. Asegúrese de marcar los énfasis y de ajustarse a los límites de tiempo, con el fin de que pueda leer con tranquilidad, pausadamente.
Después, puede pasar a las notas. En grupos grandes, yo siempre me hago notas antes de levantar la mano para hablar o para hacer una pregunta, por si acaso se me quedara la mente en blanco cuando se me ceda la palabra. (Hago lo mismo en cualquier situación que me sobreactiva, incluso en la consulta del médico).
Por encima de todo, ejercítese tanto como pueda delante del público, reproduciendo en la medida de lo posible la situación en la que tiene que desenvolverse. Utilice la misma sala y la misma hora del día, póngase 1a ropa que va a llevar, utilice el mismo sistema de sonido que se vaya a instalar..., de modo que haya pocos elementos nuevos en la situación real. El mayor secreto consiste en mantener bajo control el nivel de activación. En cuanto lo consiga, va a disfrutar allí arriba.
Yo superé mi temor a hablar en público enseñando, un buen comienzo para una PAS. Estás dando, eres necesaria, y por eso tu parte responsable asume el mando. El público no espera que lo entretengas, de ahí que sea bien recibida cualquier gesto tuyo para hacerlo todo más agradable. Y descubrirás que tienes muy buenas ocurrencias en el momento en que hagas acopio del suficiente valor como para expresarlas.
Sin embargo, en ocasiones, los alumnos pueden llegar a ser despiadados. Yo tuve la suerte de comenzar en una universidad donde la cortesía y las expresiones abiertas de gratitud constituían la norma. Si puede usted establecer las mismas normas, será de gran provecho para todos en el aula. Por otra parte, algunos de sus alumnos también tendrán miedo a hablar en público, de modo que podrán aprender juntos.
¿Y qué sucede si los demás lo están observando y escrutando? ¿De verdad lo están observando? Es posible que haya creado usted un público interior que lo atemoriza. Lo que puede hacer es llevar a ese público a su alrededor y «proyectarlo» (véalo allí donde no se encuentra o, al menos, sepa que no se encuentra hasta el punto que usted imagina).
Y si realmente los demás lo están observando, ¿puede pedirles que dejen de hacerlo? ¿Se puede negar a que lo escruten y examinen? ¿O puede encontrar usted algo positivo y agradable en el hecho de que sea centro de las miradas?
Les voy a contar la historia de la única clase de danza del vientre a la que fui en cierta ocasión. Para mí, es casi imposible el aprendizaje en grupo de habilidad física alguna debido a que la sobreactivación que me provoca sentirme observada me destroza la coordinación motora. No tardo en quedarme atrás respecto a los otros y en desempeñarme aún peor.
Sin embargo, en esta ocasión, hice un papel diferente. Yo era la encantadora, simpática (esa parte era importante) y distraída profesora cuya cabeza estaba siempre en las nubes y se olvidaba por completo de dónde se dejaba el cuerpo. La habían puesto en la hilarante situación de aprender la danza del vientre, y todo el mundo disfrutaba de lo lindo observando sus enconados esfuerzos.
El resultado fue que yo sabía que estaban observándome, pero todo estaba bien. Se rieron, pero sus risas me sonaban encantadoras. Cualquier progreso que hiciera era reconocido con unas alabanzas y un reconocimiento inmerecidos; para mí, funcionó.
La próxima vez que se sienta observado, pruebe a mirarlos a los ojos y a etiquetarse ante ellos con algo de lo que usted disfrute. «A nosotros los poetas no se nos dan bien las sumas» o «Esto de ser un mecánico nato te hace difícil pintar cuadros que no se parecen en nada al interior de un motor averiado».
A veces, la situación resulta incómoda para cualquiera. En ese caso, póngase rojo y sobreviva a la situación. Son cosas que no dejan de formar parte de la vida de cualquier ser humano. Y, al fin y al cabo, no suceden tan a menudo. Una vez estaba yo en la cola de un acontecimiento de etiqueta, y mi hijo de tres años me quitó la falda por accidente. ¿Tiene usted alguna situación más comprometida que ésa? Lo único que puedes hacer con eso es contar la historia durante años.

 

• Trabaje con lo que ha aprendido •
Reestructuración de momentos de timidez

 

Piense en tres situaciones en las que sintió cierta incomodidad social. Si es posible, elija tres situaciones bien diferentes, situaciones que pueda recordar con cierto detalle. Reestructúrelas, de una en una, siguiendo los dos puntos principales de este capítulo: (1) su rasgo no es la timidez, pues éste es un estado que puede sentir cualquier persona; y (2) el estilo social introvertido es, en todos los aspectos, tan válido como el extravertido.

 

1. Piense en su respuesta al acontecimiento y en cómo lo ha visto siempre. Puede que sintiera «timidez» recientemente, en una fiesta. Era un viernes por la noche, después de un duro día de trabajo. Los compañeros de la oficina lo convencieron para que los acompañara, y esperaba encontrarse con alguien que fuera un amigo de verdad. Pero los demás desaparecieron y usted terminó en un rincón, pensando que estaba llamando la atención por el hecho de no estar hablando con nadie. De modo que se fue pronto de la fiesta y se pasó el resto de la noche dándole vueltas a su manera de ser y a toda su vida, sintiéndose fatal.
2. Considere su respuesta a la luz de lo que sabe ahora acerca del modo en que funciona su sistema nervioso. O imagine que yo se lo explico a usted: «¡Eh, dese un respiro! Una sala ruidosa, llena de gente, después de un día ajetreado, sus amigos lo dejan solo, y con sus experiencias pasadas en este tipo de fiestas... A usted le gusta ser introvertido. Sí, le gustan las fiestas, pero prefiere que sean fiestas pequeñas, donde conoce a todo el mundo. Si no, búsquese a alguien que parezca tan sensible e interesante como usted y márchense juntos tan pronto como puedan. Ésa es la forma de las PAS de ir a una fiesta. No es que sea tímido ni desagradable. Decididamente, va a conocer gente interesante y va a establecer relaciones estrechas, lo único que tiene que hacer es escoger sus situaciones».
3. ¿Le gustaría hacer algo ahora al respecto de esta situación? Quizás haya algún amigo o amiga a quien le gustaría llamar y con quien quedar para pasar un rato.

 

Respuestas A «¿Conoce usted lo último para superar la incomodidad social?»

 

Si ha acertado doce o más, perdone por haberlo aburrido. Quizá debiera usted escribir un libro sobre el tema. Si no, estas respuestas le proporcionarán mucho de lo que necesita usted ahora.
1. Verdadero. El monólogo interior negativo activa su sistema nervioso y le hace más difícil escuchar al otro.
2. Falso. Usted, siendo una PAS, puede que note la timidez en los demás, pero la mayoría de la gente no lo hace.
3. Verdadero. La gente puede rechazarlo por toda clase de motivos que no tengan nada que ver con usted. Si esto le molesta, permítase este sentimiento durante un rato. Luego, déjelo pasar.
4. Verdadero. Conviene que se establezca una serie de pasos concretos y graduales por día o por semana, a pesar de lo nervioso que se pueda poner en los primeros pasos.
5. Falso. Dar grandes pasos estaría bien si usted pudiera darlos. Pero dado que usted tiene un poco de miedo, y también tiene miedo de fracasar, convendrá que le prometa a su parte temerosa que no irá demasiado deprisa, aunque mantenga con firmeza la idea de que superará ese miedo con el tiempo.
6. Falso. Cuanto más ensaye, menos nervioso estará, lo cual significa que estará más relajado y se mostrará más espontáneo, no menos.
7. Falso. El lenguaje corporal siempre transmite algo. Un cuerpo rígido e inmóvil puede interpretarse de muchas maneras, pero la mayoría de ellas no van a ser positivas. Mejor dejar que su cuerpo se mueva y muestre algún interés, cariño, entusiasmo o pura vitalidad.
8. Verdadero. Está bien curiosear un poco. A la mayoría de las personas les encanta hablar de sí mismas, y apreciarán su interés y un cierto toque de audacia.
9. Falso. De pie o sentado, póngase tan cerca de la otra persona como resulte adecuado y confortable, inclínese hacia delante, no cruce los brazos ni las piernas y haga contacto visual con frecuencia. Si el contacto visual es demasiado activador, puede estar bien mirar a la nariz o a la oreja de la otra persona (nadie se dará cuenta de la diferencia). Sonría y utilice otras expresiones faciales (tenga cuidado, cómo no, de no transmitir más interés del que quiera transmitir).
10. Falso. Evidentemente, dependiendo de la situación, un breve toque en el hombro, el brazo o la mano, especialmente en una fiesta, transmite cordialidad.
11. Falso. En general, echando un vistazo al periódico encontrará ideas para la conversación y se conectará con el mundo. Simplemente, evite las historias deprimentes.
12. Falso. Sincerarse es importante, si su objetivo es sentir alguna conexión y no simplemente pasar el rato. Esto no significa que tenga que contar importantes secretos. Sincerarse demasiado le va a generar una rápida sobreactivación, además de parecer inadecuado. Asegúrese de preguntarle a la otra persona su opinión, claro está.
13. Verdadero. Por ejemplo, alguien dice que está entusiasmado con su nuevo proyecto. Usted puede decir: «¡Vaya, de modo que está entusiasmado! Debe de ser emocionante, ¿no?». Si se toma tiempo para reflexionar sobre ese sentimiento antes de preguntar por los detalles del proyecto, usted muestra uno de sus grandes activos, su sensibilidad a los sentimientos. Por otra parte, anima también a la otra persona para que revele más cosas sobre su vida interior, algo que normalmente le resultará más interesante a usted.
14. Falso. Evidentemente, usted no busca regodearse. Pero todo el mundo desea hablar con alguien con quien merezca la pena hablar. Tómese tiempo para plasmar por escrito algo de lo mejor o más interesante que pueda contar sobre sí mismo, y piense en cómo podría deslizarlo en la conversación. No diga «me he mudado aquí porque me gustan las montañas», sino «me he mudado aquí porque voy a poner en marcha una escuela de escalada» o «me gusta el paisaje montañoso, por mis fotografías de aves de presa raras».
15. Verdadero....Pero con algunas precauciones. Cuando conozca a alguien, no le revele demasiadas carencias o defectos. No querrá parecer humilde y sumiso, o poco consciente de cuál es el comportamiento adecuado. Pero también hay algo hermoso en admitir nuestra naturaleza humana, si transmitimos al mismo tiempo que nos encontramos a gusto dentro de nuestra piel. (Mi frase favorita del Capitán Picard de Star Trek: The Next Generation es: «He cometido algunos errores magníficos a lo largo de mi vida». Es humilde y sabio, y muestra una gran seguridad en sí mismo, todo a la vez.) Ciertamente, en caso de que la otra persona haya revelado algo doloroso o embarazoso, la conversación se profundizará considerablemente si usted hace lo mismo.
16. Falso. La mayoría de las personas disfrutan con un poquito de conflicto. Además, quizá la clave del conflicto sea importante para usted o revele algo que probablemente usted debería saber acerca de la otra persona.
17. Verdadero. Evidentemente, tómese tiempo para asegurarse de lo que siente, y esté preparado para un ocasional rechazo.