“Te amo” (26 septiembre)
Su respiración estaba agitada, aunque no parecía darse cuenta. Con cada movimiento profundo de su cadera un pequeño gemido de placer se escuchaba frente a él. Bajo las manos hasta las piernas de ella jalándolas y acomodándolas a su costado permitiéndole una penetración más profunda y una mejor vista del cuerpo que tenía frente a él.
Tenía los ojos cerrados. Estaba concentrada en sentir más que en verlo. Necesitaba con urgencia llegar a ese anhelado orgasmo. Se aferraba a querer sentirlo con desesperación. Empujó su cadera hacia arriba dejando sus labios golpearan y acariciaran su pubis. Se movió lentamente contra él estimulándose durante unos segundos. Se estremeció mientras esperaba impaciente que reanudara el movimiento de cadera.
Él comenzó a moverse hacia atrás y después hacia delante fuertemente, de una manera casi violenta. Sus manos subieron hasta los pechos de la joven y los apretaron. Un nuevo gemido se dejó escuchar. Continuó moviéndose en un ritmo frenético.
–Sigue. Por favor.
El joven continúo con el movimiento de su cadera notando que la respiración que ella tenía se hacía cada vez más entre cortada. Estaba cansado de la posición y se agachó contra ella para besarla.
Respondió torpemente el beso y espero que él volviera al movimiento anterior, sin embargo, él se quedó sobre ella quieto. Rodeó con sus manos su espalda y empujó otro poco la cadera. Dio un suave y firme empujón contra ella para luego relajarse y continuar con esa acción varias veces.
–Clarissa.
Volvió a moverse rápidamente mientras ella abría los ojos al escuchar su nombre. Se movió un par de veces antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el placer.
–Te amo. – dijo mientras exhalaba y cerraba los ojos.
No hizo nada. Se quedó quieta inclusive al sentir que él la besaba. El no haber podido tener un orgasmo pasó a segundo término cuando escuchó esas palabras. Ni siquiera pensaba mencionarlo, mucho menos al sentir que él se recargaba sobre ella para descansar. Se sintió sumamente incómoda.
–Tienes que irte. Mañana es un día
pesado.
–Mañana son los regresos.
–Lo sé, pero yo tengo que estar lista. Y quiero bañarme – dijo mientras lo empujaba e iba por una toalla para cubrirse.
Él se levantó de la cama y fue al baño para quitarse la protección que había usado. Verificó que no hubiera sufrido ninguna ruptura o perforación y lo tiró al cesto de basura.
–¿Por lo menos puedo bañarme contigo?
–Va a ser muy sospechoso que salgas mojado de mi cuarto. – no sabía
que decir sin ofenderlo. Después de todo ella había dado pie a que
ambos estuvieran en su cuarto.
Recogió su ropa y comenzó a ponérsela al borde la cama. No era un hombre de mal ver, pero Clarissa entendía que no era lo que ella quería y, sobre todo, que se había dejado llevar por sus emociones sin reflexionar en las consecuencias.
–Perdona Oswaldo. Es solo que creo que sigo un poco borracha.
–Está bien. – dijo mientras terminaba de abotonarse la camisa. – Seré paciente. Nos vemos en unas horas.
–Sí.
Abrió la puerta y dejó que el joven saliera. Quiso despedirse con un beso y ella volteó un poco el rostro para no recibirlo en su boca. Oswaldo sonrió y caminó por el pasillo hacia el elevador. Ella volteó hacia el otro lado sin saber por qué. La silueta de David se alejaba hacia las escaleras de emergencia.
“Qué fue lo que hice. Oh, Dios.” Pensó antes de cerrar la puerta y meterse a la regadera para llorar un poco.