Bienvenida y reencuentros (20 Septiembre)
Todos estaban reunidos en el pequeño auditorio del hotel. La gente se encontraba muy emocionada al pasar una convención en un hotel que tenía aguas termales dentro de sus instalaciones, sin contar con el spa y el parque acuático a un costado. Pero para ellos habían tenido que pelear con casa matriz.
El presupuesto de realizar una convención que incluyese más días de los establecidos y un día de actividades recreativas se elevaba notablemente, lo que había hecho que no quisieran aprobar el presupuesto original. Sin embargo, tanto Caleb como David habían presionado a Xavier para que conseguir el presupuesto. A ambos les parecía importante que la primera convención en donde trabajarían con el equipo de ventas directamente tuviera tiempo de integración además de aprendizaje, pues verían 3 lanzamientos.
Después de la presentación del primer día, tuvieron un coctail de bienvenida en donde las personas pudieron acercarse y conocer mejor a los nuevos directores. Muchos de los representantes de ventas se acercaban al equipo de mercadotecnia intentando conocer más de la forma de trabajar de los directores.
Clarissa portaba un vestido aguamarina entallado del torso y suelto de la cadera que acentuaba su cintura. David tenía un traje de corte americano color gris Oxford con una camisa blanca y corbata morada. Aunque lo disimulaba bastante en su plática con los gerentes, no dejaba de mirarla de reojo.
Caminó hasta el borde del bar para dejar su copa e ir con Clarissa. Sin siquiera entender qué estaba pasando, sintió un par de fuertes brazos y lo cargaban junto con otras manos que lo levantaban de las piernas y espalda baja.
–¡Ey! ¿Qué?
–Es una costumbre para los de nuevo ingreso.
–¿Dónde tienes tu celular?
–¿De qué hablas?
–David – se acercó Clarissa hacia donde él estaba – hablan en serio. Dame tu celular. Rápido.
Sin saber cómo, terminó de entregarle sus cosas a Clarissa mientras las manos que lo cargaban le quitaban los calcetines y zapatos. Antes de que pudiera decir algo más, escuchó un conteo y volteó hacia un costado. Había una alberca cuya agua emitía un poco de humo. Sintió como lo aventaron hacia la piscina y se dejó llevar por el sentimiento de caída libre.
Cuando regresó a la superficie, notó que todo mundo estaba aplaudiendo y que un grupo de cuatro personas estaba cargando a Caleb que sonreía e incluso parecía emocionado al respecto gritando “¡Agua! ¡Agua!”. Del otro lado también traían a dos chicas sujetas por la cintura con la firme intención de arrojarlas a la alberca.
Le hizo espacio a Caleb y observó como éste llevaba su mano a su nariz. Un gran chapuzón salió disparado hacia todas partes mojando nuevamente a David y también a los pantalones de las personas que lo habían arrojado.
Caleb salió de la alberca dejando oír una sonora carcajada. Las dos chicas pronto cayeron al agua cerca de donde ellos estaban y los cuatro caminaron hacia la escalera para salir. Ahí los esperaba pacientemente Clarissa con cuatro toallas.
–Esto fue muy divertido.
–Sí, pero un poco loco en pleno otoño.
–Gracias Clarissa. – dijo Caleb mientras ayudaba a subir a las damiselas que se encontraban mojadas.
–No es nada.
Terminaron de subir uno a uno y al final David tomó la toalla que Clarissa le ofrecía. Se quitó el saco para exprimirlo. Su camisa se le pegaba al cuerpo. No era lo que comúnmente se podría decir como un cuerpo escultural, sin embargo, podía notarse que estaba tonificado. Le sonrió mientras tomaba la toalla y se secaba Fue con esa sonrisa que tanto ponía nerviosa a Clarissa con el colmillo asomándose. ¿Acaso nadie había notado que cuando sonreía se le observaba el colmillo y apretaba un poco éste contra su labio?
–Un poco de advertencia previa acerca de este rito de iniciación hubiera sido muy bueno.
–Si yo decía algo, a mí también me tocaría agua.
–Eso es bueno. – No quiero que te resfríes. Aun no me has pagado esa apuesta por el presupuesto de la convención.
–No era en serio.
–Claro que sí lo era.
–Solo lo haces para hacerme rabiar.
–En parte. Por cierto, ¿quién es el chico que no deja de
observarnos?
–¿Quién? – Clarissa dio media vuelta y observó a Oswaldo que tomaba una cerveza a lo lejos.
–Es Oswaldo. El representante de Veracruz.
Clarissa y Oswaldo habían tenido ya varios acercamientos sin que se concretara una relación seria. Ella salía y se juntaba con Oswaldo cuando él trabajaba en la zona centro. Pero las cosas se enfriaron rápidamente entre ellos por las diferencias que había en sus perspectivas de vida y forma de pensar, acentuado por el hecho de que él fuese cuatro años menor que ella. Cuando se fue a Veracruz las cosas se relajaron por la distancia y eso les ayudó a volver a tener una relación sana y convivir en las convenciones, aunque él siguiera insistiendo con ella.
–Te acompaño con él. Se nota que quiere hablar
contigo.
–¿Tú crees? Lo veo cada tres meses.
–Si no quieres hablarle, puedes acompañarme, aunque no creo que sea
propio.
–¿A dónde?
–Yo voy a mi habitación.
El color subió ligeramente al rostro de Clarissa y volteó para que él no se diera cuenta.
–Te lo dije. Te veo más tarde. Y gracias por la toalla, extraña. – guiño un ojo mientras se retiraba.
No tenía idea de que pensar mientras caminaba hacia Oswaldo ofreciéndole una sonrisa. Sentía que había recibido dos diferentes mensajes de David. No sabía cómo responderle.
Cuando fueron de scouting platicaron al principio de la compañía y lo que se necesitaba hacer. Inclusive organizaron la actividad de trabajo en equipo que mostrarían en la convención. Trabajaban muy bien complementando las ideas que tenían. Pero cuando terminaron con el trabajo, comenzaron a hablar un poco más de sus vidas.
David le contó parte de su vida, como había trabajado desde que tenía 18 en la compañía de su tío. EL trabajo le dio perspectiva para elegir una carrera que le ayudara a tener un camino dentro de la compañía. Gracias a ello, pudo ganar experiencia y aplicar muchas cosas en su trabajo, lo que le valió para catapultarse y convertirse en Director de área apenas a sus 30 años. Y había estado en el puesto por tres años antes de decidir cambiarse.
Clarissa le correspondió también platicando de su vida y como había llegado a ser asistente de dirección comercial gracias a la recomendación de Alejandro, el coordinador de capacitación. Había sido alguna vez gerente de una reconocida tienda de marca y después se dedicó a la organización de eventos, pero quería algo mucho más estable y mejor pagado, así que Alejandro la recomendó ya que él había salido de las oficinas de la tienda también.
Esto era normal. En una empresa todo mundo se llega a conocer de la vida de otros, sin embargo, lo que cambió durante esta salida fue la invitación a salir en la noche por parte de David. Le comentó que tenía un par de amigos cerca de la ciudad y se verían; ella estaba invitada si aceptaba salir con ellos. No sería nada de trabajo y podrían relajarse, tomar un trago y pasarla bien. Fueron a un bar y salón de baile por recomendación de los amigos de David. Hacía mucho tiempo que Clarissa no la pasaba tan bien.
Esa noche congeniaron muy bien. Mostraron su humor ácido ante las situaciones y compartieron experiencias de todo tipo. Descubrieron que podían tener más cosas en común de lo que imaginaban. Incluso bebieron de más, pues se sentían en extrema confianza. Tal vez todo esto lo había despertado que se hubiesen conocido como dos perfectos extraños en una cafetería y no en el ambiente de trabajo diario.
–¿Qué piensas? – Oswaldo se había acercado con
una bebida para ella.
–En nada en particular. ¿Qué planes tienen para hoy los chicos y
tú?
–Vamos a ir al cuarto de Eric. Trajo dos de Buchanans y Esteban otras de Appleton State. Pondremos música. Vienen Laura y Charo. No sé a quién más les hayan dicho.
–¿A qué hora?
–Cuando termine esto.
–Tengo que terminar de revisar la agenda con Caleb y David. Después de eso soy toda suya.
–Bien. Te espero entonces. Es la habitación 2145.
Se despidieron mientras Oswaldo la veía moverse hacia donde estaban las habitaciones.
El tercer día había sido planeado para darle un respiro a la gente respecto a la información que tenían que manejar. Era el día en que realizarían la actividad de integración y planeaban empezar desde temprano hasta entrada la tarde. Después de todo, mañana tendrían la clausura con una cena-baile temática.
La actividad consistía en un rally de diferentes equipos sorteados al momento. Clarissa no podía participar puesto que conocía las preguntas y respuestas, así como todos los ejercicios que realizarían, así que ella ayudaría como juez de la carrera.
Pese a que les había tocado estar en el equipo azul, Oswaldo y David se veían en desacuerdo el uno con el otro. Algunos notaron que el joven parecía inclusive molesto de que el director de mercadotecnia intentara trazar un plan para ganar en el concurso de lanzamiento de globos.
El equipo ganador fue el rojo y tuvieron como premio un masaje de una hora para cada uno de los integrantes. Todos estaban ilusionados y deseosos de hacer valido su cupón pues la actividad los había dejado exhaustos.
–Creo que no le simpatizo a tu amigo.
–¿De qué hablas? – caminaban rumbo al elevador para prepararse para la cena/baile que habían organizado.
–No me digas que no te diste cuenta. No sé qué hice para hacerlo enojar, pero estoy seguro de que tenemos que mejorar nuestra comunicación. – Hizo una pausa para voltearse hacia ella dejando de avanzar en el camino – ¿Mañana vas a bailar conmigo?
La pregunta de David la sacaba nuevamente de balance. El día anterior se había mantenido a distancia y su forma de hablar le hacía recordar que se trataba de la asistente de Caleb y él, pese que ambos pudiesen sentir que estaba surgiendo una amistad entre ellos. Clarissa siempre había intentado ocultar la atracción que tenía hacia su jefe. Ni siquiera Anna había sospechado.
–¿Piensas sacarme a bailar?
–¿Vas a aceptar?
–No estoy segura.
Las puertas del elevador se abrieron y ambos
entraron.
–¿No estás o no quieres estar?
–¿Hay diferencia para ti?
–Eres alguien muy difícil, ¿lo sabes?
Se quedaron viéndose el uno al otro. David se acercó un poco más a Clarissa quién no podía moverse. Su corazón palpitaba con rapidez y estaba segura de que en esta ocasión podía escuchar que la respiración de David estaba acelerada, no precisamente por ejercicio.
–No quiero ser difícil.
–Clarissa…
Las puertas del elevador se abrieron en el Mezzanine. Anna se subió al elevador mirando a David y a Clarissa con un gesto entre sorpresa y fascinación.
–¿Vas al cuarto? – era una pregunta obvia, pero Anna estaba intentando quebrantar el momento incómodo entre los tres.
–Sí. Voy a descansar. Mañana tenemos más presentaciones y creo que me conviene descansar para estar fresca mañana en la noche.
Las puertas del elevador volvieron a cerrarse. David había tomado distancia de ellas y se encontraba mirando hacia los números. Clarissa entendió que lo que había pasado hacía unos segundos no había sido su imaginación, y que ambos habían sido tomados por sorpresa.
–Voy a salir con los chicos al rato, por si gustas.
David miró de reojo a las chicas mientras seguía esperando que las puertas del elevador se abrieran.
–No. Te espero en la habitación.
–Ok.
Ding.
–Te vemos mañana David.
–Hasta mañana. ¿Las veo para desayunar?
–Sí.
–No. –dijeron al mismo tiempo Anna y Clarissa. Voltearon a verse y Anna arqueó las cejas intentando hacerle entender a su compañera que lo mejor era salir a desayunar con él.
–Mañana a las siete y media en el
restaurante.
–De acuerdo. Hasta mañana.
–Adiós
Caminaron hasta la habitación en silencio. A Clarissa le sudaban las manos. Sabía que podría empezar un sermón por parte de Anna. Una vez que abrieron la puerta se dirigió hasta su maleta y comenzó a sacar su ropa de dormir. Quería tomar un baño largo y reconfortante en la tina que tenían.
–¿Qué fue eso? – Anna no cabía en su
emoción.
–¿Qué cosa?
–No me digas que no te diste cuenta. David estaba así de cerca de pegar su rostro al tuyo. – los dedos de Anna mostraban una pequeña separación entre ellos de apenas un par de milímetros.
–Estábamos hablando de Oswaldo.
–¡Ja! Está bien. Yo entiendo que no me quieres decir nada, pero recuerda que tu secreto está a salvo contigo.
–Nada pasó Anna.
–Porque yo interrumpí. ¡Sabía que debí de usar las escaleras para esos últimos tres pisos! – se volteó mientras desabrochaba su blusa – Dime la verdad, ¿si yo no hubiera llegado qué habría pasado allí?
–No lo sé. ¿Tú que crees que hubiera
pasado?
–¡Clarissa!
–¿Qué?
Anna fue al baño para terminar de quitarse la ropa y ponerse algo para salir.
–Anna. No te enojes. En serio no sé qué hubiera pasado. – dijo Clarissa a modo de disculpa. – Creo que no tiene caso que diga que no me atrae David.
–Eso ya lo sabía. Te conozco desde hace años. Pero me pregunto por qué tardaste tanto en decírmelo.
Se podía escuchar como Anna dejaba caer su pantalón al piso y abría el agua de la regadera para preparase y salir a algún bar.
–¿Lo sabías?
–Es un hombre atractivo y a ti te gustan los hombres altos, con hombros anchos y un sentido del humor ácido. Es una combinación infalible contigo.
El sonido del agua intermitente salía del baño hacia la puerta donde estaba recargada Clarissa.
–¿Y entonces? ¿Qué opinas?
–Que él también quiere algo más contigo.
–¿Entonces no es mi imaginación?
–Para nada. Tengo un sexto sentido en esto.
–¿Qué harías tú?
–¿Yo? ignorarlo. Me gustan con más pecho y menos pene.
–¡Anna!
–Es la verdad. Ayer salí con José Luis y conocí a una chica llamada Monique. ¡Dios! Tiene los pezones más perfectos que he visto en mi vida. Redondos y rosas justo al centro de sus pechos. Y su cintura….
–Eres incorregible.
–No diré que lo lamento, porque no lo hago. Tú deberías hacer lo
mismo.
–No son mi tipo las chicas con pezones perfectos.
–¡Bien bajado ese balón! Pero sabes que me refiero a relajarte y dejarte llevar. Esta noche sería ideal, ¿no crees?
–No. Estoy cansada. Tuve que preparar que todo saliera lo mejor posible.
–Lo sé. Pero aún tienes el día de mañana, en la fiesta. Te pondrás tu vestido de chica PinUp de los años cincuenta y vas a causar furor.
–No lo sé.
El agua dejó de oírse desde el otro lado. Anna salió en una toalla del baño y comenzó a cambiarse de inmediato.
–Animo. Toma esa ducha caliente que tanto te gusta en la tina. Relájate y duerme temprano.
Clarissa se metió al baño y comenzó a dejar fluir el agua en la tina.
–Yo hoy iré a divertirme y aunque considero que tú también deberías hacerlo, más por tu edad, entiendo que estés cansada. Mañana tendrás tiempo para bailar y disfrutar.
No vio a Anna vestirse y maquillarse, pero escuchaba todos los consejos que ella le daba. No lo hacía por hacerle mal. Sabía que estaba preocupada porque no quería conocer nuevos chicos ni salir a bailar como antes. “Es tu etapa de duelo. Estaré lista para ir contigo a donde quieras cuando te sientas mejor”, solía decirle.
–Clari. Lamento haber interrumpido el elevador. Descansa. – dijo antes de irse y dejar a la joven tomando un baño de burbujas.