CAPÍTULO 6
No se puede luchar contra lo que ya está escrito, aunque lo intentemos, aunque nos esforcemos, cuando tu destino está unido al de otra persona, no habrá poder sobre la tierra que pueda modificarlo. A veces aunque no queramos tenemos que aceptar que algunas cosas tienen que pasar… para bien o para mal, lo que está escrito así será.
*****
Donnie estaba estacionado frente al edificio donde vivía Verónika, miraba su reloj, aún faltaban 5 minutos y él sabía que las mujeres siempre tardaban, se vio tentado en dar una vuelta por la zona pero en realidad no quería irse de ahí, miraba por la ventana mientras esperaba por ella, mientras sentía cosas que hacía mucho tiempo no sentía ante una cita, Donnie sonrió ante la cantidad de cosas que estaba experimentando a causa de Verónika. El sonido de su teléfono lo hizo apartar la vista del edificio, lo sacó de su guantera y respondió.
— Hola — saludó sin emoción al no reconocer el número.
— Hola — respondió ella — soy yo, Verónika — él automáticamente sonrió
— He reconocido tu linda voz… — le aseguró mientras trataba de verla a través de la ventana — Buenos días…
— Buenos días — sonrió mientras miraba por su ventana — ¿eres tú el que está en ese auto que lleva media hora afuera?
— Jajaja me has descubierto — él abrió la puerta y miró hacia el edificio — soy medio maniático con la puntualidad ¿Dónde estás? No puedo verte — ella se escondió entre las cortinas
— Te estoy mirando… estas muy elegante
— Ideas tuyas — respondió arreglando su chaqueta
— No creo que pueda igualarte con mis jeans de siempre — él sonrió
— Te aseguro que aún en jeans luces como una princesa.
Ella sintió como poco a poco su estómago se llenaba de mariposas, mientras el corazón le latía a mil por hora.
— ¿Dónde estás?
— Mirándote…
— Pues, yo no puedo verte — dice él mientras la buscaba entre las ventanas
— Lo sé… pero es lindo verte buscándome — él sonrió con diversión — no te preocupes, ya estoy lista, sólo necesito hacer una cosa más… ¿Quieres subir?
— ¿Quieres que suba? — preguntó Donnie mordiendo sus labios
— No quiero hacerte esperar más…
— Te esperaría el tiempo que quieras — ella nuevamente sonríe
— Sube, abriré la puerta para ti… ve hasta el último piso
— El último… — dijo él mientras cerraba su auto y caminaba a la entrada
— Me gusta sentirme más cerca del cielo.
Él llegó hasta la puerta y ella la abrió desde arriba, Donnie la empujó y entró al edificio, subió al ascensor y marcó el 4to piso.
— ¿Eres alérgico a algo?
— Que yo sepa no… ¿Por qué? — preguntó cuándo el ascensor lo llevaba hacia su destino.
— Curiosidad — respondió ella de forma alegre, guardó silencio y esperó que él llegara
— Ya estoy aquí — anunció Donnie cuándo el ascensor se detuvo.
Salió y se quedó de pie ahí, esperando ver cuál de las tres puestas se abrían, el sonido de una cerradura lo hizo girar a su derecha, ella apareció y él se quedó sin aliento al verla. Ella le sonrió y él no se movió.
— Así que jeans… — dijo finalmente mientras la miraba de pies a cabeza
— Encontré algo más… apropiado — él se movió de donde estaba y caminó hacia ella, el corazón de Verónika se aceleró — Hola —
Donnie dio un paso más y sujetó su cuello, la haló hacia él y la besó, ella se quedó sin aliento mientras su cuerpo temblaba, él la sujetó con fuerza haciendo que la fina tela de su vestido se hiciera invisible entre sus cuerpos.
Veronika lo abrazó y lo besó con la misma intensidad con la que él devoraba sus labios, la apoyó contra la puerta y acarició la parte desnuda de su espalda haciéndola temblar. Donnie tuvo que recordarse a sí mismo como controlar todo ese deseo, sus besos se hicieron más calmados hasta que algo pasó por sus pies y él se alejó sorprendido, ella miró hacia el piso y sonrió.
— Él es Coco — susurró Verónika agachándose hacia su bulldog, acarició la cabeza de la mascota y le sonrió — Coco, este es Donnie… el culpable de que ayer hayas cenado tan tarde — Donnie sonrió y se arrodilló ante la pequeña bola de pelos.
— Hola — saludó extendiendo su mano, el perrito levantó una pata y Donnie sonrió — es hermoso ¿Cuánto tiempo tiene?
— 13 meses… me lo regaló mi hermana para mi cumpleaños.
Donnie acariciaba al pequeño perro y sonreía.
— Es hermoso…
— Lo sé — dijo ella haciéndose a un lado para dejarlo pasar — entra por favor.
Donnie le indicó que ella entrara y luego la siguió, el pequeño perrito se coló entre sus piernas y caminó junto a Verónika.
— Sólo le serviré el almuerzo a Coco y luego podemos irnos
— Está bien, no tengo prisa.
Donnie se inclinó y llamó al perrito, este caminó perezoso hasta él. Lo levantó y lo puso sobre sus piernas, el pequeño perrito se acurrucó sobre él como si lo conociera de toda la vida. Verónika lo miró con ternura.
— Le gustas — comentó ante la escena, él levantó la mirada y volvió a admirar su belleza.
— Tú me gustas a mí — susurró con sinceridad… ella se ruborizó — ¿Lo dejas sólo todo el día?
— Sí, bueno, en las mañanas lo saco antes de irme a estudiar, y en las noches cuando llego de trabajar… los fines de semana salimos juntos a todos lados — ella se acerca y acaricia a su mascota — él sabe que si pudiera me lo llevaría a todas partes.
Veronika nuevamente caminó hacia la cocina y dejó la bolsa de comida para cachorros en su lugar, llenó de agua el plato de Coco y finalmente regresó a la sala, Donnie seguía acariciando a Coco y este se había quedado dormido.
— Ya podemos irnos
— Ok — respondió mientras ponía sobre el sofá al pequeño perro — adiós Coco… nos vemos pronto.
Verónika se acercó a su pequeña mascota y lo acaricio con ternura, este levantó su cabeza y luego nuevamente se dejó caer sobre el sofá.
— Pórtate bien, Coco… volveré pronto.
Ambos salieron del apartamento, Verónika llamó al ascensor y él la observo en silencio, se dijo a sí mismo que ella era demasiado perfecta para ser real, una mujer hermosa, sexy, elegante y con un gran corazón, se preguntó a si mismo <<¿Por qué alguien así estaba sola? ¿Por qué ella no tenía un novio o siquiera muchos pretendientes rondando su casa?>>
Cuando el ascensor se cerró ella lo miró y Donnie sonrió, tomó su mano y la haló hacia él, la rodeó con sus brazos y la abrazó con dulzura. Su memoria recordaba las excusas que ella ponía para que ellos no estén juntos, una parte de él se imaginó que esa excusa se la daría a todos los que la pretendían, sólo que él era terco y cuando alguien le gustaba, él luchaba… y ella le gustaba mucho.
Aquella tarde Donnie la llevó a un hermoso restaurant en una de las mejores zonas de New York, ella estaba agradecida de haber elegido un vestido así para salir con él, muchas personas lo saludaban y él siempre sostenía una sonrisa para todos. Después del postre justo a las 3 pm salieron del restaurant y subieron a su auto.
— Ya he conocido tu casa… ¿Quieres conocer la mía? — preguntó Donnie.
Verónika mordió sus labios y se dijo a sí misma que no podía decir no a lo que sentía, se recordó que sólo tenía una vida para vivir y que ya le había dado una segunda oportunidad con él y no debería desperdiciarla.
— Me encantaría — respondió nerviosa.
Él sonrió al escuchar su voz temblorosa, bajó la mano y tomó la suya, al cruzar la calle se desvió del camino y llegaron hasta lo más exclusivo del lugar, detuvo su auto y ella miró hacia los lados, unas casas hermosas estaban frente a ella, Verónika sonrió y lo miró.
— No sólo eres exigente con la ropa…
— No… yo soy exigente siempre
Él se inclinó sobre ella y nuevamente la besó, había deseado besarla desde que salieron de su apartamento, había deseado besarla durante el almuerzo, y aún más mientras conducía hacia su casa, cuando sus labios tomaron los suyos, Donnie acarició con una mano las caderas de ella, haciéndola temblar, él sonrió y se sintió tan excitado que le costaba respirar.
Verónika nuevamente hervía ante sus caricias, caricias que dentro del auto con vidrios ahumados eran aún más desenfrenadas, él la tocaba de un modo posesivo, como si quisiera que ella sintiera lo mucho que la deseaba. Cuando él bajó sus manos hasta sus muslos, ella gimió y en lugar de alejarse se movió contra su mano, buscando sus caricias, suplicando por ellas.
Donnie le dio lo que quería, la tocó de forma despiadada, metió la mano entre sus piernas y ella tembló, él abrió los ojos y la miró, ella gemía y se movía con deseo… Verónika lo deseaba del mismo modo que él a ella. Donnie la sujetó de la cintura y la subió sobre sus piernas, ella lo miró asustada, avergonzada, sus mejillas habían tomado un color más intenso y él sonrió, la empujó contra el volante y subió sus manos por su abdomen, ella tembló.
Sus manos sabían exactamente como moverse, como lograr que una mujer perdiera el control, él había logrado que ella después de más de dos años perdiera el control, su cuerpo suplicaba por sus caricias, se movía bajo su tacto, podía sentirlo, ella sabía que él la deseaba y ese deseo la hacía feliz, la hacía sentir bella, la hacía sentir mujer. Una de sus manos cubrió su pecho, ella cerró los ojos y sin darse cuenta su cuerpo empezó a moverse, él gruñó ante el placer que sentía gracias a ella, apenas se estaban tocando y el placer era superior a cualquier otro, ella se inclinó y lo besó, él mordió sus labios con intensidad, aquel caballero de traje elegante y la dama de vestido fino habían desaparecido, dentro de ese auto había un hombre y una mujer muriendo de pasión, deseándose mutuamente y experimentando el placer de esa primera vez que siempre será inolvidable.
Donnie levantó su vestido hasta dejar su trasero libre para poder tocarlo, sus manos le quemaron la piel cuando la acaricio, ella lloriqueó entre besos y él sonrió, estaba disfrutándolo, ese era un momento perfecto para cualquier hombre, lograr que una joven tan dulce como ella se convirtiera en una apasionada mujer, era el momento que cualquier hombre desearía tener y Donnie era el elegido. Él liberó su boca y bajó sus besos por su cuello, ella tembló y se retorció sobre él, causándole el doble de placer, él mordía su piel dejando pequeñas marcas que luego lamía como recompensa por dejarlo hacer su voluntad.
Verónika no estaba pensando, no quería hacerlo, llevaba mucho tiempo sólo pensando, reprimiendo sus deseos, reprimiendo sus sentimientos, llevaba mucho tiempo fingiendo ser feliz estando sola, pero en este momento él le estaba demostrando que sólo podía ser feliz… si se daba el permiso de sentir y vivir. Donnie mordió el lóbulo de su oreja y ella gimió.
— Te deseo tanto — confesó él mientras seguía jugando con su oreja — Quiero quitarte este vestido y besar cada centímetro de tu piel — ella tembló y se excitó — entremos.
Ordenó mientras se alejaba un poco de ella, sintiendo el miedo de que ella pudiera pensar con claridad y negarse a seguir con lo que ya habían empezado, ella se ruborizó cuando él la observó, su hermoso vestido estaba enrollado en su cintura, sentía la humedad entre sus piernas y el deseo que quemaba su piel… ella lo miró, se inclinó y besó sus labios.
— Me has arrugado el vestido — protestó Verónika en broma, una broma que lo hizo inmensamente feliz.
— Te lo plancharé — prometió mientras le acomodaba las tiras de su vestido y nuevamente la besaba.
Ella también lo besó, mordió los labios de él con más fuerza de la debida y él se quejó, Verónika se alejó y lo miró asustada.
— Me has mordido — dijo con los ojos ardiendo de pasión
— Lo siento — respondió ella un poco asustada, pero él lamio la huella de su descontrol y sonrió
— No te disculpes… me gusta —
Comentó Donnie con una sonrisa retorcida que la derritió por completo, la sujetó del trasero y la puso nuevamente sobre el asiento, ella se inclinó y pasó la lengua sobre su labio, él cerró los ojos y disfrutó de ese delicioso momento, cuando los abrió sus ojos lucían más oscuros, más excitantes… más encendidos.
— Bajemos
Ella sonrió mientras bajaba su vestido, Donnie salió acomodando su traje y luego se giró hacia ella y le abrió la puerta, ella bajó y él la besó una vez más. Verónika se colgó de su cuello, entre risas y besos caminaron hasta la puerta de su casa, él abrió, entraron y cerró la puerta con el pie.
Donnie la levantó en sus brazos y subió las escaleras mientras la besaba, ella reía de felicidad mientras él la llevaba hasta su habitación, cuando estuvieron ahí Donnie la dejó sobre sus pies y la miró de ese modo que dejaba claro lo mucho que la deseaba, ella tembló mientras sonreía con timidez. Donnie se acercó a ella, bajó las tiras de su vestido hasta hacerlo caer a sus pies, se alejó y lamió sus labios mientras miraba el hermoso juego de lencería que ella había elegido para esa ocasión.
— Dios… no sé si quedarme mirando un poco más lo sexy que luces con esa ropa interior o quitártela para disfrutar de la mujer que hace sexy todo lo que se pone — ella se ruborizó, él pasó sus manos por la fina tela y sonrió — ¿Siempre usas ropa así? — ella negó — ¿Te lo has puesto para mí?
Las mejillas de Verónika se encendieron y él no necesitó una respuesta pero ella se la dio.
— Si, quería verme bonita, quería gustarte —
Donnie cerró los ojos y luego la miró, ahora su mirada era de admiración, de idolatría, levantó la mano y acarició su rostro.
— Me gustas desde aquel primer día en el vagón del tren… me pareciste hermosa en aquel momento y me pareces hermosa ahora… tú eres hermosa siempre — se acercó a ella y besó con suavidad sus labios, la abrazó de la cintura y la pegó a su cuerpo — ¿Acaso no notas lo mucho que me gustas? ¿No puedes sentir lo mucho que te deseo? Creo que eso es suficiente para que sepas que eres mucho más que bonita.
— Yo también te deseo…
Él sonrió mientras sus manos empezaron a bajar por su espalda, deteniéndose en su trasero, ella tembló, pero su mano se movió hacia su chaqueta y la deslizó sobre sus hombros, luego empezó a desabrochar su camisa hasta que se lo quitó, contuvo el aliento al ver su firme abdomen, al ver su cuerpo tan bien formado, ella mordió sus labios y él sonrió.
— Eres tan sexy, tu cuerpo es… perfecto
— Y es todo tuyo
Fue lo último que dijo antes de inclinarse hacia ella y besarla con intensidad. Donnie la sujetó de la espalda y la hizo caer sobre su gran cama, ella se acomodó sobre las suaves sábanas y él se acostó sobre ella, mirándola y disfrutando de aquella mujer que él estaba a punto de tomar y hacer suya… suya y de nadie más.