© Pablo Grinberg
Al salir al balcón de la Casa Rosada, con la Copa del Mundo en las manos, me sentí Juan Domingo Perón cuando le hablaba a la gente. Siempre fui peronista y voy a morir peronista, por un legado de mi vieja y por Evita. Como somos machistas, todos decimos Perón, Perón, pero Evita fue grande, muy grande.