Capítulo 18

Joy se levantó las faldas del vestido para correr más rápido mientras luchaba contra el miedo y trataba de no sentir dolor pensando en Jack.
Él era mucho mejor que cualquier sueño porque aquellos maravillosos besos habían sido realidad.
Aunque durante su estancia en la posada había aprendido mucho sobre muchas cosas, los besos de Jack habían sido sin duda lo más maravilloso y distinto a su experiencia. Habían hecho que se sintiera fuerte, pequeña, asustada y segura, y cientos de cosas más al mismo tiempo. ¿Serían así todos los besos, o solo los de Jack Kendall?
Pero seguramente nunca lo sabría. Aunque se alegraba de haberlos disfrutado. Antes de conocer a Jack, había llegado a creer que no había tenido otra vida antes de la brutalidad de la posada. Que su pasado y todas las expectativas habían sido una ilusión que la realidad se había encargado de borrar. Pero ahora sabía la verdad.
De pronto se le quedó el pie enganchado en una raíz y cayó al suelo. Sintió un crujido en el tobillo al mismo tiempo que algo tiraba de ella hacia arriba.
Tallack la había alcanzado y la había agarrado por el vestido. Joy levantó la mirada con desesperación; podía ver el acantilado a pocos metros de distancia. Otra vez la detenían cuando su objetivo estaba casi al alcance de su mano.
–¿Creías que escaparías de mí tan fácilmente? –la agarró del pelo y tiró hacia tras.
No creía que descolgarse por una ventana en medio de la lluvia mientras esquivaba balas fuera algo fácil, pero prefirió no responder. Optó por reservar su energía para luchar, tratando de soltarse de él.
–Por culpa de tus jueguecitos, Bines está muerto y Pascoe herido. Alguien tendrá que pagar por eso. He dejado a Dungey que se haga cargo de tu amigo y, mientras, tú vas a responder ante mí, y cuando haya terminado contigo, no tendremos más problemas con desconocidos que se sientan tentados por esa cara bonita –le dio la vuelta y la apretó contra el suelo.
Iba a golpearla de nuevo, o quizá a llevarla a rastras hasta la posada. El dolor de la mejilla no era nada comparado con lo estaba creciendo en su interior. Tallack le había quitado todo lo que tenía y lo había destruido. Pero si pretendía torturar a Jack y dejarla con vida para que pudiera recordar lo que había perdido…
–No.
Tallack la miró como si lo hubieran abofeteado.
–No te atrevas a decirme que no, muchacha.
–De ahora en adelante, haré lo que me plazca –dijo ella al tiempo que agarraba el cuchillo. Esperó a que se acercara un poco más para mover la mano y cortarle.
Mientras él gritaba, Joy echó a correr hacia el acantilado.