Capítulo 13
BELLA no era una urraca, no le gustaban las cosas caras para ella sino para sus seres queridos. Pero esa noche su deseo era egoísta.
—Sophie…
Su amiga parecía más feliz que nunca. Estaba claro que la boda no había sido una farsa y no podía disimular su felicidad.
—Dime.
—Voy a ser la peor dama de honor de la historia, pero tengo que irme.
—¿Vas a buscar al padrino?
—Sé que nunca se casará conmigo, pero… —no terminó la frase. No tenía que explicarle a su amiga que durante esos cinco años había tenido que luchar contra el recuerdo de Matteo.
Bella solo quería una noche más, una que jamás olvidaría.
—Ve —dijo Sophie—. ¿Necesitas un coche?
—No, le he pedido a Pino que me lleve.
Antes de reunirse con Pino pasó un momento por la tumba de su madre, en la que los vecinos seguían dejando flores.
—Te quiero, mamá. Te quiero tanto que algún día volveré para poner la lápida que mereces, pero ahora tengo que irme. Voy a gastarme en mí misma el dinero que he ahorrado. Voy a ser alguien.
Pino, el mensajero del pueblo que había enderezado su vida tras la muerte de Malvolio, la llevó al aeropuerto. Era liberador recorrer la carretera con el mar a un lado y el bosque que la había salvado al otro. Por fin era libre para tomar sus propias decisiones, fueran o no sensatas.
Tomó el último vuelo y estaba de vuelta en su apartamento unas horas después, pero mientras se duchaba recordó que debía estar de vuelta en el hotel a las seis para empezar con los desayunos.
Con todo lo que había pasado en los últimos días había olvidado cambiar su turno con alguna compañera.
Sin maquillaje, con el uniforme verde y los zapatos planos salió del apartamento. Podría lamentarlo al día siguiente, pero en ese momento se guiaba por el corazón.
Y Matteo se guiaba por el suyo.
Cuando llegó a Roma la abarrotada ciudad le parecía desierta, pero después de unas horas sin Bella su cabeza estaba completamente despejada.
Había tomado una decisión y allí, frente a la Fontana de Trevi, sacó una moneda del bolsillo y la lanzó al agua.
Volvería y lo haría con ella a su lado.
Pero para eso tenía muchas cosas que organizar. Una vez en el hotel hizo las necesarias llamadas y luego se quedó profundamente dormido.