Yo amo a quien tiene un espíritu y un corazón libres; pues su mente no es sino la entraña de su corazón, y su corazón le impulsa al hundimiento.

F. NIETZSCHE

Me embriagué tanto con la idea de morir, que en mi estupor de borracho iba diciendo entre dientes al Dios de las alturas que me matara aquella noche: «Mátame, Dios, para saber en qué consiste». Intenté lo mejor que pude imaginar como seria eso de entregar el alma, pero no hubo manera. Lo máximo que pude fue imitar un estertor de agonía, pero al hacerlo casi me asfixié, y entonces me asusté tanto, que casi me cagué en los pantalones. De todos modos, eso no era la muerte. Eso era asfixiarse simplemente.

HENRY MILLER