TRADUCTOR
Carlos
Coloma (1566-1637). España. Estratega
Perfil biográfico. El currículo de este traductor, breve y ocasional pero de gran formato por la obra que tradujo, es el típico de un humanista renacentista que, ya con cierto retraso y como Garcilaso o Cervantes, simultanearía la espada y la pluma. Nacido en Alicante de la familia originaria de Borja, Zaragoza- de los condes de Elda, sería destinado pronto al ejercicio de las armas, pasando por los más diversos destinos de los muchos que en aquel entonces cubrían los tercios españoles (Portugal, Sicilia, Flandes). Destacado durante largos años en Flandes, casaría con una noble flamenca y alcanzaría grandes dignidades (Marqués de Espinar, Comendador de Montiel, Capitán General de Rosellón, Virrey de Mallorca, Gobernador del Milanesado, etc.) y se dice de él (C. Justi) que habría quedado inmortalizado en el cuadro de Las lanzas o rendición de Breda de Velázquez. También posaría para van Dijk. La ciudad de Alicante le ha dedicado una de sus calles.
Actividad traductora. La producción traductora de Carlos Coloma es más bien breve pero importante por las obras escogidas, e indicativa del predicamento y función social que la actividad traductora, junto a la de la escritura (Coloma escribió también Las guerras de los Estados Bajos desde el año de 1588 hasta el de 1599), tuvo en ciertos momentos como símbolo estamental de refinamiento y cultura entre la aristocracia, no solo la española. La obra elegida por Coloma para ejercer como plumífero de la traducción serían los Anales y la Germania de Tácito, autor que en esos momentos, a principios del XVII, vivía, como afirma Pere J. Quetglas, en el Diccionario histórico de la traducción en España (Madrid 2009, pag.1080), un momento de gloria en la traducción española y que ya circulaba en las versiones de Emmanuel Sueiro, Álamo de Barrientos y Luis Sánchez, 1614. Hoy en día sus versiones del clásico latino están colgadas en la red a disposición libre del público lector. Coloma, protagonista de la historia en primera fila en el momento en el que Europa asistía a la primera edición (las guerras de religión) de lo que después pasaría como “guerra europea”, quizás volvió su rostro a la historiografía para dejar constancia del efecto magistral de la historia. Por su parte, la Germania iba en la onda de las vivencias e impresiones de lo extraño que el traductor recogía en sus estancias en tierras del Norte. A pesar de advertir que Tácito parecía haber escrito la Germania en un arranque de mal humor, quizás quisiera dejar constancia ante el público español de que las descripciones del autor latino (“La tierra, aunque hay diferencia en algunas partes, es universalmente de vista horrible por los bosques, y fea y manchada por las lagunas que tiene”, había escrito entre otras lindezas el historiador romano) seguían teniendo vigencia. El lacónico Germania, como vulgarmente se conocía a la obra de Tácito, se convierte en el lucentino en el título completo que epigrafía la obra del autor latino: De las Costumbres, Sitios y Pueblos de la Germania. La traducción está realizada con el exquisito estilo de la historiografía clásica y de ahí deriva el que hasta en tiempos recientes se le haya seguido reeditando. Sin embargo, ni Pellicer y Saforcada, que menciona pero no recoge como entrada a Coloma, a quien calificaría de “elegante traductor”, ni Menéndez Pelayo le ha considerado en sus respectivas Bibliotecas de traductores. J. Martín Cordero, traductor de Flavio Josefo, le dedicaría su versión.