37
Al día siguiente en la oficina llamé a Jack Bass por teléfono.
—¿Todavía quiere divorciarse de Cindy, Jack?
—No sé. ¿Ha averiguado algo?
—Digámoslo así: los dos caballeros con los que ella tuvo contacto ahora están muertos.
—Contacto. ¿Qué demonios quiere decir con «contacto»?
—Jack, por favor, esos tipos ya están muertos, eran un francés y un extraterrestre.
—¿Un extraterrestre? ¿Pero qué clase de mierda quiere que me trague?
—Ninguna mierda, Jack. Nos han invadido unos pocos extraterrestres que vienen de Zaros. Ella conoció a uno en un bar. Un tipo con un buen paquete.
—¿Está muerto?
—Sí, ése y el francés, como le he dicho.
—¿Usted se dedica a matar?
—Jack, esos tipos han desaparecido. Cindy ya no se irá más de juerga. Puede quedarse tranquilo.
—¿Y cómo sé yo que ella ya no va a irse más de juerga?
—No se preocupe. Tengo un as en la manga. Ya no se va a ir más de juerga.
—Tiene usted algo filmado que ella no quiere que yo vea, ¿no es eso?
—Puede que sí. Puede que no. Digamos que tengo algo con lo que puedo pillarle el culo si lo hace.
—Pero yo quiero que ella esté conmigo por mí mismo y no por un chantaje.
—¡Qué más da, chantaje, sentimentalaje! Jack, ya no va a irse más de juerga. Me he deshecho de sus contactos y ella ya se encargará de no quitarse las bragas. ¿Qué más quiere? Tal vez llegue incluso a encariñarse con usted. Dele una oportunidad de acercarse. Ella es joven, necesitaba un poco de juerga, ¡qué cojones!
—¿Con un extraterrestre?
—Pues ya puede estar contento. Nadie sabrá nunca quién era. Es casi como si no hubiera pasado.
—Pero pasó. ¿Y ha dicho que tenía un buen paquete? ¿Cómo era de bueno el paquete?
—No puedo decirlo exactamente. Él estaba en ello…
—¿Y usted miraba?
—Yo interrumpí.
—¿Y el francés? ¿También tenía un buen paquete?
—Jack, esos dos tipos están muertos. Olvídese. Recibirá mis honorarios por correo dentro de un par de días.
—Hay algo en todo esto que no acaba de convencerme.
—Ella ya no va a irse más de juerga, Jack.
—Pero supongamos que lo hace.
—No lo hará porque sabe que yo puedo pillarle el culo.
—Ya estamos otra vez. Usted no se la habrá tirado, ¿no?
—¡Jack, Jack, Jack! ¡Por favor! Soy un profesional.
—¿Y dice que esos tipos están muertos? ¿Y cómo sé que es verdad?
—Jack, lo sabrá por la forma de comportarse ella. Ahora deje ya de preocuparse. ¿Tiene alguna otra cosa para que yo se la resuelva? Soy el mejor detective de Los Ángeles.
—Ahora mismo no tengo nada.
—Muy bien, Jack, que tenga un buen día.
—Vale, vale…
Colgué.
Abrí el cajón del escritorio y saqué el vodka, eché un trago. Las cosas iban saliendo. Lo único que tenía que hacer ahora era encontrar al Gorrión Rojo. Y dejar de enredarme tanto con los extraterrestres. O con la señora Muerte.
Eché otro trago de vodka. Y me di el gusto de sentirme bien. Durante un rato.