¿QUÉ ES LA VIDA?
Aunque la respuesta nos parece a todos evidente, no han faltado profesionales de distintas especialidades que han aportado una total confusión al tema: es un paraíso, es un cuento, es un instante, es un viaje, es una ilusión. ¡Viva la literatura!
Pero seguro que la definición más precisa y con números es la siguiente:
Enfermedad de transmisión sexual con un 100 % de mortalidad.
POPEYE Y EL MITO DE LAS ESPINACAS
A principios del siglo XX, el doctor J. Alexander analizó el hierro en las espinacas y determinó un contenido de 0,003 gramos en 100 gramos de este vegetal, cantidad a todas luces ridícula para los consumidores. Pero un error de transcripción hizo que se publicaran 0,03 gramos en lugar de 0,003. A la sombra de estos datos fue inventado en 1929 el popular Popeye, que contribuyó a extender el mito del mucho hierro —y energía— que las espinacas aportan a nuestros cuerpos.
Hasta 1937 no se recalculó de nuevo el contenido de hierro de las espinacas. Según el químico Claudi Mans, para obtener los 14 miligramos de hierro que el cuerpo necesita a diario serían precisos 470 gramos de espinacas si este vegetal fuera totalmente asimilable. Pero como al comer las verdes hojas sólo se asimila un 2 % de lo anunciado, resulta que deberíamos ingerir 23,5 kilogramos de espinacas al día para asegurar la jugada. Imposible reto con espinacas pero fácil de lograr combinando carne, huevos, cereales, lentejas, embutidos, etc.
TRISCADECAFOBIA
Un disparate vivencial es tener «fobia» a un número. El mundo de las fobias afecta a millones de personas que por algún motivo tienen miedo a las cosas más diversas: a animales, a la música, a la altura, a la muerte, a la soledad… Basta mirar en la completa web http://www.fobias.net/M para darse cuenta de la variabilidad del tema y prever la creciente prosperidad de psicólogos y de todo tipo de terapeutas para intentar ayudar a superar estas fobias. Lo que es más sorprendente es que se incluya en este mundo fóbico la «triscadecafobia» o miedo al número 13.
Desde hace muchos años el numerito 13 se ha asociado a la mala suerte con absurdas eliminaciones de filas 13 en aviones o pisos 13 en hoteles, etc. Si los martes 13 son nefastos para nosotros, para los italianos el problema aparece los viernes 13, fechas también fatídicas en temas de virus de ordenadores que se activan estos días. Las leyendas y tradiciones culturales han dado mala fama al 13, mientras que han encumbrado positivamente a otros números, como el 3 o el 7.
Pero que de una mala fama se pase a una fobia y al sofá de confesiones íntimas, hay todo un abismo.
DOS TERCERAS PARTES
Me explica CB que al realizar una consulta telefónica con su doctor para determinar qué dosis debía tomar de unas pastillas, el prestigioso doctor (con más de cuarenta años de experiencia) le dijo:
Le conviene aumentar la dosis. En lugar de media pastilla tome dos terceras partes.
Siendo CB matemática y sabiendo que aquellas pastillas tenían sólo una rayita que marcaba la mitad, rápidamente insistió en que no sería fácil tomar las dos terceras partes. Pero la sorpresa vino con la respuesta médica:
Señora, no hay ningún problema en tomar dos terceras partes: divida la pastilla por la mitad y luego tome una de las mitades y divídala de nuevo por la mitad. Ya tendrá tres trozos y se toma uno grande y uno pequeño, es decir, dos de los tres.
Inútil fue el intento de CB para hacer ver que ½ + ¼ = ¾, cantidad superior a 2/3.
EL MISTERIOSO 0,0 % CERVE(CERO)
Decimales del tipo 0,1 %, 0,02 %, etc., son normales. Y el 0 % es contundente. Pero hoy proliferan cervezas «sin alcohol» que, a pesar del radical «sin», no optan por el 0 % sino por el 0,0 %. Francamente curioso. Lo único matemáticamente razonable es intuir que el 0,0 % es el resultado de truncar una expresión del tipo 0,0X % para así poder pasar del «poco» al «sin». Estudios sobre diversas marcas hacen ver que, en efecto, éste el caso (Bavaria 0,04 % vol.; Buckler 0,05 % vol.; San Miguel 0,03 % vol., etc.), aunque en la generación del «sin» también existen los valores 0,85 % vol. (Laiker), 0,95 % vol. (Kaliber), 1,1 % vol. (Ambar Green), 0,85 % vol. (Damm Bier), etc. Todas tienen en efecto bajísimos niveles alcohólicos pero, matemáticamente, lo del «sin» y «0,0 %» son engañosos.
LA INVASIÓN LIGHT
A partir del acuerdo de 1990 de la Comisión Interministerial para la Ordenación Alimentaria, se maneja en España la siguiente:
Definición. Un alimento puede ser calificado de light si y sólo si cumple con los siguientes requisitos:
(i) Para que exista un light debe existir en el mercado su homólogo no-light.
(ii) Debe haber un 30 % de reducción mínima del valor energético respecto del alimento de referencia no-light.
(iii) Debe tener un etiquetado explícito sobre reducción de calorías y valor energético (por 100 g o 100 ml) con referencia al homólogo no-light.
La más curiosa es la condición (i), pues impide la denominación light a un producto si el mercado no ofrece otro nolight, es decir, lo de light es «relativo» y no una condición autónoma. Para lograr las versiones light hay dos trucos elementales: o usar edulcorantes (sorbitol, manitol, xilitol, sacarina, aspartame, ciclamato, etc.) en lugar de azúcar (sacarosa) o fructosa, o bien sustituir grasas por otros elementos que simulen sabor y características pero disminuyan calorías.
La cifra relevante en el mundo light es el aludido 30 % de reducción mínima de aporte de calorías (reducción a un tercio menos de calorías o mitad de grasa en la ley norteamericana).
Educados con el Lazarillo de Tormes y dotados de una capacidad olímpica para saltarse a la torera cualquier definición, cualquiera puede imaginarse la picaresca en el mundo light. La primera es no usar la palabra y dar otras denominaciones que para el consumidor signifiquen lo mismo pero que libren al producto de reglamentaciones. Ahí están los «bajo en grasa», «sin azúcar», «0% materia grasa», «diet», «ligero/a», «desnatado/a», «bajo en calorías», «+ fibra – grasa» y un sinfín de alternativas. Generalmente, como lo light o equivalente parece exigir más esfuerzo, surge el siguiente teorema:
Todo producto light tiende a ser más caro (76 %) que su producto homólogo no-light.
UN ESTUDIO LIGHT… ESCALOFRIANTE
Los estudios de Eroski realizados recientemente sobre 52 alimentos light fueron realmente alarmantes al presentar los siguientes problemas: todos los etiquetados eran deficientes, tres de cada cuatro eran más caros «por ser light» y la tercera parte de los light no lo eran, pues no alcanzaban la reducción del 30 % calórico respecto de sus versiones no-light. El siguiente párrafo del estudio Eroski es concluyente:
Según concluye el estudio, no son light ninguno de los alimentos estudiados de cereales «tipo línea» para desayuno (Kellog’s Special K y Nestlé Fitness), chocolates (Santiveri Fondant, Pagesa Fondant), patatas fritas (Celigüeta light y Matutano light), galletas (Gullón ligeras y Lú Vitalínea), leche condensada (Nestlé), nata líquida (Central Lechera Asturiana Cocina ligera), pan tostado (Recondo sin sal y sin azúcar, y Recondo sin grasa y sin sal) y pan de leche (Martínez integral «– grasa»). Asimismo, tampoco son light uno de los batidos de leche (Central Lechera Asturiana, «vainilla bajo en grasa») incluidos en el informe y una de las mermeladas (Vieja Fábrica «fresa diet»).
Para colmo, los alimentos no-light pero sí «diet», «menos…», «sin…» pueden ser incluso más energéticos y dar más calorías que sus homólogos «más…», «con…». Valgan de referencia mermeladas sin azúcar pero con fructosa o determinadas leches condensadas, chocolates, etc.
OCHO DE CADA DIEZ DENTISTAS…
Una alternativa al 80 % es decir 8 de cada 10. Pero si esto se une a dentistas, entonces la afirmación numérica adquiere un talante riguroso, aparentando ser el resultado de una exhaustiva encuesta entre el gremio. Muchas son las marcas de dentífricos que aseguran que 8 (o más) de cada 10 dentistas aconsejan precisamente su marca, lo cual no acaba de ser demasiado creíble.
Ojo, pues, con los porcentajes que intentan dar seriedad donde no necesariamente la hay. Decir «en verano hace calor» no influye demasiado, pero decir «el 100 % de las personas pasa calor en verano» abre buenas perspectivas a la venta de aparatos de aire acondicionado.
EL 40 % Y LOS ERRORES EN LA MEDICACIÓN
Se ha determinado que en los fallos en la medicación farmacológica el 40 % de los errores son cometidos por los médicos al redactar las recetas (producto equivocado, dosis inadecuada…), pero otro 40 % de los errores se deben al servicio de enfermería que administra la medicación supuestamente pertinente.
La única esperanza es, pues, que su doctor le recete algo equivocado y que la enfermera del hospital se olvide de dárselo.
UN INFORME AUSTRALIANO
En un estudio serio publicado en el Medical Journal of Australia (15 de julio de 2002) se detectó que en atención primaria familiar, vistos 89 casos se habían producido 54 errores de diagnóstico, 21 en tratamiento y 14 en habilidades médicas. En otros 340 casos, 110 errores fueron de tratamiento y 81 de tipo administrativo. Unos elevados porcentajes que sólo tranquilizan al pensar en lo lejos que queda Australia.
DENTISTAS LESBIANAS
Mi amigo americano SG estaba un día en Nueva York y, al cruzar la Quinta Avenida se encontró con el desfile del día del orgullo gay. Y lo que más sorprendió a SG fue un numerosísimo grupo de mujeres que desfilaban detrás de una pancarta que decía:
Asociación de Dentistas Lesbianas entre la calle 35 y la calle 42.
Que entre siete calles hubiese tal cantidad de dentistas lesbianas no deja indiferente a nadie. Representa un porcentaje considerable de la población, y si se echan cuentas para considerar toda la ciudad de Nueva York, la conclusión es sorprendente.
100 % NATURAL
Un reclamo ecológico para alimentos, zumos, etc., es cambiar la expresión «totalmente natural» por «100 % natural». A veces machacan el anuncio con más datos redundantes «100 % natural. Sin aditivos ni colorantes». ¿Es preciso?
La conocida marca de cigarrillos Ducados lleva impresa bajo el nombre de la marca la frase «100 % Tabaco Natural». ¿Hay hojas de tabaco sintéticas de laboratorio? ¿No tiene sustancias añadidas?
Lo más curioso es que la palabra «natural» pueda traducirse hoy como «más caro».
AL FINAL, ¿TODOS JÓVENES?
Algo que resulta hoy extraordinariamente borroso es el tramo de edades que corresponde a la juventud. Como «ser joven» aparece siempre como algo deseable, multitud de ochentones se declaran jóvenes y no hay actriz o actor que renuncie a serlo. La cirugía plástica promete mantener aspectos juveniles y un amplio grupo de la población desea situarse «entre los jóvenes» para beneficiarse de determinadas ventajas, descuentos, acceso a vivienda, etc.
Hoy los populares carnets de jóvenes llegan a los 30 años, e incluso los prestigiosos premios matemáticos de las Medallas Fields admiten sólo a jóvenes matemáticos hasta los 40 años. Las informaciones periodísticas o programas de ayudas hacen a menudo referencia a «jóvenes de entre 15 y 29 años»… Un auténtico lío entre el número de años y el concepto juventud. El error es empeñarse en identificar el concepto borroso «juventud» con un rígido intervalo temporal. Es más razonable lo que se hace en lógica borrosa al introducir «grados» de juventud, superando la bestial contraposición clásica de o joven o viejo.
PREVISIONES DE LONGEVIDAD
Con jubilaciones entre los 60 y los 70 años pero con esperanzas de vida crecientes, las personas deberíamos pensar que las previsiones temporales deben ser de entre 20 y 30 años… y todo lo que ello implica de previsión de dinero necesario. El cálculo para el primer mes de jubilación es simple, pero prever poder pagar una residencia al cabo de 15 años ya no es un tema trivial. Nuestra esperanza de vida nos debe inducir a no cometer el error de mirar sólo a corto plazo.
HISTORIA DE LOS 98,6 ºF
Durante años en Estados Unidos los médicos tomaron como temperatura normal de referencia del cuerpo 98,6 ºF. Estos tres dígitos del sistema de grados Farenheit se habían adaptado al convertir a esta escala un estudio alemán que fijó la temperatura de referencia en 37 ºC después de haber redondeado a este valor entero. Así pues, el «0,6 ºF» del 98,6 ºF era un resultado aritmético basado en un redondeo previo.
Hoy se considera como normal cualquier temperatura entre 97,6 y 98,8 ºF.
ADELGAZAR DURANTE LA CUARESMA
La Cuaresma parece una época óptima para perder algún peso y recuperarlo en Pascua. Pero ¿hasta qué punto el ayuno cristiano es un fiel aliado de la dietética? He revisado la Guía del cristiano de 1958 y he encontrado las siguientes recomendaciones para ayunar:
El ayuno consiste en reducir la alimentación a una sola comida completa… pero no prohíbe que se tome alguna comida secundaria o parcial por la mañana y otra por la tarde… En la comida de la mañana se pueden tomar dos onzas de alimento, o algo más, si hubiere motivo. Si lo que se come no excediera del doble, o sea, de cuatro onzas, tampoco se cometería pecado grave… En la comida de la tarde se pueden tomar ocho onzas de alimento, o algo más si hubiere motivo razonable. Si el exceso de comida no pasa de cuatro o cinco onzas más, tampoco llegaría a grave… y era costumbre en la parvedad tomar un vaso o copa de leche con una onza de pan… las bebidas no alimenticias, como vino, cerveza, tisanas, gaseosa, no quebrantan este ayuno, en cualquier hora que se tomen, ni tampoco alguna pastilla, caramelo o bombón, si no fuere en cantidad; ni tomar un bizcocho o galleta con vino, etc., sobre todo habiendo motivo razonable para hacerlo.
Realmente, esto de la Cuaresma no es precisamente muy restrictivo y resulta mejor que las dietas actuales de pocas calorías. Parece que todo el truco reside en lo de ser «razonable». ¿Tener hambre lo es?
UN CÁLCULO DE DOSIS
En una simulación de emergencia médica en Estados Unidos se intentó valorar la habilidad y la rapidez de un equipo de 28 doctores para administrar una dosis de 0,12 miligramos de adrenalina. Catorce doctores lograron en medio minuto extraer la dosis correcta de unas botellas donde constaba «1 miligramo en una solución de 1 mililitro». Pero los otros 14 tuvieron que enfrentarse a unas botellitas que contenían «1 mililitro en una solución 1:1.000», es decir, contenían 1 miligramo de adrenalina en 1.000 miligramos de solución (1 gramo). Sólo dos doctores lo hicieron correctamente. La conclusión del estudio fue la necesidad de facilitar al máximo las descripciones de las soluciones para evitar errores y retrasos.
¿JAMÓN DULCE?
No siempre las denominaciones orientan bien al consumidor. Un error habitual es considerar que el jamón dulce es dulce. En 100 gramos de jamón dulce hay 2,3 gramos de sal, y en 100 gramos de jamón serrano hay 2,7 gramos, valor muy escaso. Las medidas no engañan, los nombres sí pueden confundir.
MEDICAMENTOS Y PACIENTES
El conocido principio del doctor Pedro Pons «No hay enfermedades sino enfermos» hacía referencia a la necesidad de mirar «en cada caso» lo que más conviene. Cada enfermo (es decir, todos nosotros) tiene unas características propias (peso, edad, presión, historial médico…) y la determinación de la dosis, los fármacos, las anestesias, los tratamientos, etc., debería ser sensible al «consumidor enfermo». Un error farmacológico habitual es medicar a un «paciente universal» y no personalizar el tratamiento.
ÍNDICE DE MASA CORPORAL
Justo cuando ya todo el mundo había logrando aprenderse aquello de que lo conveniente en cuanto al peso es que el número de kilogramos sea equivalente al número de centímetros en que la altura supera al metro («si mide 1,70 metros, pese unos 70 kilos»), surgió la gran familia de médicos y especialistas en peso y aconsejó que se usara como indicador el índice de masa corporal: IMC = peso en kilogramos/(altura en metros)2. El nuevo índice debía situarse entre 20 y 25, con la recomendación de no superar el 25 (zona de sobrepeso) ni quedarse debajo del 20. Los especialistas esconden el hecho de que toda persona que cumpla con la vieja regla de peso y centímetros seguro que tiene bien el índice.
Pero lo remarcable de la historia es que al incluir el IMC en el denominador un cuadrado, la difusión de la formulita en los medios de comunicación se vio expuesta a todo tipo de desconsideraciones. En algunos periódicos no aparecía el cuadrado, en otros aparecía el 2 del cuadrado multiplicando a la altura, y otras revistas ni tan sólo se atrevieron a dar una fórmula «tan compleja» y facilitaron tablas de doble entrada (peso/altura) donde moviendo los dos dedos se podría hallar el IMC correspondiente.
En el periódico La Vanguardia (23 de diciembre de 2009) se dedicaron dos páginas a salud y obesidad, y cómo no, apareció el dichoso índice de masa corporal. Se daba la fórmula:
Talla × talla / peso = IMC
Recordando que la normalidad se sitúa en un IMC entre 20 y 25, se invita al lector a que haga sus cálculos. ¡Increíble! Nadie llega a normal. La fórmula está invertida: al ir aumentando de peso, iría disminuyendo el índice.
EL SUEÑO DE MARÍA
Mi amiga MC, de edad muy avanzada, acudió recientemente a su médico, el cual le recomendó que en determinadas circunstancias tomara una pastillita para dormir. Adquiridas las pastillas, a MC le parecieron tan pequeñas que se tomó dos y estuvo casi 36 horas durmiendo. Para MC, la idea inmutable es que el efecto es proporcional a «la cantidad» y, por tanto, al tamaño. Suerte que después del largo sueño le pudimos aclarar algunos de estos conceptos.
INTELIGENCIA BAJO CONTROL
Unas de las medidas espectaculares son las que permiten asociar números a «la inteligencia» de las personas. Reducida «la inteligencia» a la capacidad de hacer tests, surgen los «índices intelectuales», como el SAT americano. Binet no tuvo reparos en afirmar: «La inteligencia es lo que mide mi test». ¡Magnífica definición! Suerte que A. Jacquard tuvo a bien una buena réplica: «Esto no mide nada… se camufla la miseria conceptual con un número… se mide, con un cierto número de técnicas, una cosa de la cual se ignora si existe realmente».
DOS DISCAPACIDADES Y EL ÍNDICE DE BALTHAZARD
Cada discapacidad física tiene su correspondiente evaluación médica precisa. Ello permite asignar grados de discapacidad (60 % de sordera, 20 % de movilidad…) y a través de ello evaluar bajas, ayudas, pensiones, perspectivas laborables, etc. El tema es muy serio y muy importante para las personas que presentan graves limitaciones.
Un índice de discapacidad puede ir evolucionando (pasar del 60 % de sordera al 80 %). Pero ¿qué ocurre cuando por desgracia se dan dos o más discapacidades en un mismo sujeto? ¿Cuál es el grado de discapacidad de una persona con un 60 % de sordera y un 10 % de visión?
Victor Balthazard (1871-1950) ideó un índice, hoy famoso, para agregar diversos grados p y q (en decimales) de discapacidad: p + q – pq. El disparate se produce en España cuando el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (Real Decreto 1971/ 1999 de 23/12, BOE 26-I-2000) publica tablas mal adaptadas de las publicaciones americanas con diversas anomalías de cálculo, de las cuales dependen determinadas leyes posteriores. En su brillante tesis doctoral de derecho, J. Fargas estudió el tema en profundidad. Como aparecen decimales y los índices parciales se redondean, en las tablas puede ocurrir por ejemplo que «el orden» en que se consideren las sucesivas discapacidades sea determinante en el índice, lo cual es injusto.
TRES DISCAPACIDADES O MÁS
Y como las desgracias nunca vienen solas, diversos médicos han expresado la duda de cómo deben proceder al «prorratear la fórmula de Balthazard» si se dan tres o más secuelas o deficiencias. Basta observar que la expresión p + q – pq es asociativa, y por tanto, con tres valores de discapacidad (p, q, r) deberá aplicarse p + q + r – pq – pr – qr + pqr, es decir, se deberán mirar las tablas dos veces. Naturalmente, si hay redondeos en cada paso, los resultados pueden llegar a depender del orden en que se ejecuten los cálculos o las consultas a las tablas.
UNA FÓRMULA PARA LA MORTALIDAD
El matemático Abraham de Moivre, cuya obra ha sido muy útil en cálculos de seguros, fue el primero que dio una fórmula para evaluar el número de personas vivas V(x) a una edad x si P era la población considerada:
V(x) = P·(86 – x)/86,
si la edad x era menor que 86, y V(x) = 0 si x era mayor de 86. Siendo la fórmula de 1715, es razonable pensar que De Moivre considerara los 86 años como un límite muy elevado de supervivencia. Hoy sería más avanzada. Lo que hoy sería una fórmula errónea vistos los datos actuales, era en 1715 una buena descripción.
La leyenda dice que el propio De Moivre predijo (y no erró) el día de su muerte: 27 de noviembre de 1754; de mayor se dio cuenta de que cada día dormía 15 minutos más que el día anterior, lo cual le llevó al cálculo del día en que dormiría 24 horas y, por tanto, moriría. Y murió.
MENOS CÁNCER, MÁS MALARIA
Eliminar riesgos para la salud es siempre una labor meritoria, pero debe evaluarse si la supresión de un riesgo pequeño no puede llevar a la aparición de riesgos mayores. Ocurrió hace poco en Indonesia, donde se empezó a eliminar el uso de pesticidas en los cultivos, pues podían influir en al aparición de cánceres. Aunque los riesgos eran pequeños, se optó por evitar su posibilidad. Pero no se contó con que la desaparición de pesticidas permitió un aumento notable de mosquitos, y con ellos, los casos de malaria, enfermedad de graves consecuencias en aquellas latitudes. El error de no usar datos indicadores de las consecuencias de una determinada acción puede llevar a este tipo de problemas.
¡GALLETAS NO!
Hace unos años asistí a una fiesta familiar donde se entabló una discusión notable entre el nonagenario AC y sus dos hijas. El venerable anciano de 97 años quería comer dos galletas rellenas que eran sus predilectas, pero sus dos hijas (jubiladas) se negaron a llevárselas aduciendo que debía seguir el régimen estricto impuesto por el doctor. Tuvo suerte pues un nieto se levantó y le dio las galletas con el argumento de que a la edad del abuelito éste bien podía permitirse este capricho.
Esta historia pone en evidencia la necesidad de evaluar las acciones de riesgo mínimo que, aun transgrediendo la ortodoxia médica, contribuyen al bienestar emocional. ¿Cuántos días de vida podía perder el abuelito por las dos galletas?
PLACEBOS ESTUPENDOS
Es un error no fijarse en los datos estadísticos que avalan la importancia que tiene la actitud y la fe del paciente ante determinados fármacos o médicos. Medicamentos que no tienen nada (quizás sacarina o hierbas), pero perfectamente preparados, que son caros y son recetados por un doctor, pueden provocar que pacientes que creen en ellos noten mejorías ostentosas. Se ha calculado que hasta un 40 % de los pacientes pueden mejorar con placebos. Los misterios del cuerpo y de la mente son siempre sorprendentes.
Entre la clase médica destacan con luz propia los llamados «médicos placebo», es decir, profesionales de la medicina que aun aplicando iguales tratamientos que otros colegas, gracias a su personalidad logran mejores efectos en los pacientes. Su mítica competencia hace que la fe de sus pacientes en ellos sea muy superior a la normal, y ello afecta positivamente a su salud. Así cabe interpretar la conocida frase del afamado psiquiatra Dr. Sarró que hace años dijo a otro médico:
Sí, todo lo que usted quiera, pero cuando yo receto Trofanil curo más que usted.
Aunque el efecto es difícil de explicar, en este caso lo curioso es que no haya ranking ni números informando de estos doctores. Usted sabe la quinta canción más vendida del verano, pero ignora cuál es el tercer psiquiatra con más éxitos médicos del año.
EL SEXO Y LAS VOLUNTARIAS ESTADÍSTICAS
El famoso estudio The Hite Report de 1976 sobre las actitudes femeninas en temas sexuales, que tuvo gran impacto mediático, fue bien planificado por Shere Hite, que distribuyó 100.000 encuestas entre mujeres. Pero el problema es que sólo 3.019 se molestaron en contestar la encuesta y enviarla a la doctora Hite. No era obvio que de este pequeño grupo muy motivado por el tema pudieran sacarse grandes conclusiones para «todas las mujeres».
LA FALACIA DE LA REGRESIÓN
A finales del siglo XIX, sir Francis Galton hizo importantes contribuciones a temas de estadística que hoy son omnipresentes en todos los libros de texto. A él se debe la llamada regresión lineal, es decir, dadas dos variables X, Y, se dibujan en un plano los puntos (xi, yi) de los pares de valores y se busca una recta y = ax + b que «aproxime» bien a esta distribución de puntos. Lo curioso es que Galton falló en su primer ejemplo al considerar que «como padres excepcionalmente altos solían tener hijos de talla inferior a la suya, mientras que las personas muy bajas suelen tener hijos más altos que ellos», entonces era evidente que había una «regresión hacia la mediocridad». De esta falaz consideración (que no tenía en cuenta a la mayoría de la población) nació precisamente esta denominación de «regresión» que hoy es tan popular.