Capítulo 11

Siete meses después, un soleado sábado de mayo, Alexa Shaw y Ryan Cassidy contrajeron matrimonio.

Dylan, Emily y Franklin, los trillizos Tremaine, fueron los primeros en recorrer el pasillo.

Emily, radiante con sus tirabuzones y sus zapatos de charol, caminaba entre sus dos hermanos, con una cesta llena de pétalos de rosa que se negaba a dispersar.

Tyler, su orgulloso padre, los contemplaba extasiado.

A continuación llegó Kelsey, la pequeña dama de honor. Llevaba el vestido largo de color morado que ella misma había elegido. Caminaba despacio y con precaución, pero ya no necesitaba ayuda. Sonrió a los invitados mientras recorría el pasillo.

Carrie Tremaine, que era la madrina de la boda, tenía que seguir a Kelsey, pero antes de empezar a caminar arregló una vez más el velo de Alexa y se enjugó las lágrimas.

—Estás guapísima —le susurró—. Me alegro mucho por Ryan y por ti. Estáis hechos el uno para el otro, en todos los sentidos.

Alexa apretó la mano de su hermana. Los siete meses transcurridos habían demostrado a todo el mundo lo que Alexa y Ryan ya sabían: que formaban la pareja ideal.

Incluso Melissa había deseado mucha felicidad a Alexa, aunque fue un poco menos efusiva con Ryan.

Pero la hostilidad que existía entre ellos iba cediendo, sobre todo desde que ella se había casado con Jack Webber, tres meses atrás. Jack trabajaba ahora en uno de los centros de distribución de los Tremaine. Era muy amistoso con Alexa, y bastante civilizado con Ryan. Kelsey vivía con su madre, con su hermano y con su padrastro, y visitaba a Ryan con regularidad. Ella se atribuyó todo el mérito del matrimonio de su padre con Alexa, y se dedicaba a presumir de sus dotes de casamentera. Ninguno de los dos tenía motivos para negarle que había sido ella quien los había unido. En cierto modo, tenía razón.

—Mis dos hijas están casadas —dijo maravillado el coronel Shaw, mirando a Alexa y a Carrie—. Y las dos con unos hombres excelentes. Ahora, si vuestro hermano encontrara a la mujer adecuada…

—No creo que Ben esté preparado para el matrimonio de momento —dijo Carrie con sequedad.

—Me horrorizo cuando pienso en la clase de mujer que podría convertir a Ben en un marido —murmuró Alexa—. Tendría que ser una criatura maquiavélica, con un arraigado sentido de la venganza.

—Espero que seáis tan amables con la mujer que elija Ben como él lo ha sido con Tyler y con Ryan. Vuestro hermano adora a sus cuñados. Los trata como si fueran sus propios hermanos.

Alexa y Carrie intercambiaron una mirada. Era cierto que últimamente Ben tenía un concepto muy alto de las parejas de sus hermanas. Y ciertas cosas era mejor olvidarlas.

La música empezó a sonar, y Carrie recorrió el pasillo con lentitud, mirando fijamente a Tyler.

Alexa pasó la mano por el brazo de su padre y los dos la siguieron, mientras los acordes de la marcha nupcial llenaban la iglesia.

Alexa vio a su madre y a su hermano. También estaban allí Carrie, Tyler y sus hijos. Al otro lado, en la primera fila, estaban Kelsey y Gloria. Ron Cassidy el padre de Ryan, estaba junto a ellos. Había acudido solo, a petición de Ryan, y no había ninguna ex suya presente. Había explicado a Alexa que quería que su boda se recordara por su belleza, y no por las escenas protagonizadas por su familia.

Ryan estaba en el altar, mirando con adoración a su novia, que caminaba a su encuentro. Aunque estaba impaciente por casarse y empezar a vivir con ella, ahora que habían transcurrido los siete meses estaba de acuerdo en que habían hecho bien en esperar. Alexa y él habían pasado mucho tiempo juntos, volviendo a aprender lo que ya sabían y descubriendo cosas nuevas, estrechando los lazos que los unían sin los juegos, el nerviosismo y la incertidumbre que habían marcado su primer noviazgo.

Había tenido que esforzarse mucho para ganarse la confianza de Ben y Carrie, porque sabía lo importantes que eran para Alexa.

Ella había seguido encargándose de la terapia de Kelsey. Conocía y entendía bien a la hija de Ryan, y él estaba encantado al ver lo bien que se llevaban. Desde que había apareado Alexa, su relación con Melissa había mejorado, sobre todo porque era su futura mujer quien trataba con su ex mujer. No dejaba de sorprenderse cuando recordaba que a Alexa, Melissa le parecía una persona muy razonable. Melissa, por su parte, no sometía a Alexa a sus insoportables ataques de histeria.

Alexa y su padre llegaron al altar, y el coronel entregó la mano de su hija al futuro marido. Ryan y Alexa se sonrieron, comunicándose con los ojos la devoción y el compromiso que estaban a punto de confirmar públicamente ante sus familiares y amigos.

—Éste es el día más feliz de mi vida —murmuró Ryan.

—Y habrá muchos más —le prometió ella.

FIN