Capítulo 10
-Kelsey ya se ha ido a la cama —dijo Ryan con frialdad—. Si vienes a verla, has hecho el viaje en vano.
Alexa tenía los nervios a flor de piel. Se dijo que Ryan sabía de sobra que la suya no era una visita profesional. Al parecer, después de ser víctima de la venganza de Ben, Ryan había decidido ser él el vengativo.
—No he venido a verla a ella. He venido a hablar contigo.
—Ya veo. Supongo que vienes a pedirme que no denuncie a Ben —miró el coche de Nathaniel—. ¿Va a esperarte tu novio mientras me convences?
—No es mi novio.
Alexa lo miró a los ojos. El seguía bloqueando la puerta, y no hacía ademán de invitarla a entrar.
—¿De verdad? Entonces, ¿por qué te has tomado la molestia de convencerme de lo contrario?
—No me sirvió de nada. De todas formas, no me creíste —se cruzó de brazos—. No estoy dispuesta a quedarme aquí de pie toda la noche. Si quieres que me marche, me marcharé.
No estaba dispuesta a humillarse para rogarle que le prestara atención. Tampoco lo había hecho dos años atrás, cuando Ryan rompió su relación. Se había ido en silencio, y él no había intentado detenerla. Tampoco había ido tras ella, aunque ahora afirmaba que lo había pasado muy mal lejos de ella.
Alexa estudió su firme mandíbula y sus ojos centelleantes. Ryan parecía tan inalcanzable ahora como antes, cuando su distanciamiento le había roto el corazón.
Nathaniel aprovechó aquel momento para poner en marcha el motor y salir del camino como si condujera un coche de carreras.
—Vaya, parece que tu acompañante se ha marchado —dijo Ryan divertido—. Es una pena. Ahora estás atrapada aquí.
—En absoluto —dijo Alexa desafiante—. Siempre puedo llamar a un taxi.
—Claro que sí. Tienes una cabina en la gasolinera, a unos pocos kilómetros.
—Sí, la conozco de sobra. No es la primera vez que vengo a esta casa. Afortunadamente, hace muy buen tiempo para pasear.
Se volvió y empezó a bajar los escalones del porche.
—¿A que te sorprendería que te dejara hacer lo que intentas?
Ryan la siguió, pero se mantuvo a cierta distancia.
—¿A que te sorprendería que llegara andando hasta la gasolinera y consiguiera un taxi? —replicó ella.
—Desde luego. A tu hermano Ben no le convendrá que me enfades más de lo que estoy.
—No voy a responder a tus amenazas —dijo Alexa sin detenerse.
—Pero te gusta amenazar, ¿verdad?
Su tono de reto la hizo detenerse en seco, pero no se volvió.
—Yo no amenazo a nadie —dijo con desdén.
—¿No? ¿Y qué hay de la forma que tienes de amenazarme con los todopoderosos Tremaine? No es que te haya funcionado. Supe desde el principio que ibas de farol.
Alexa se volvió para mirarlo.
—Igual que tú vas de farol ahora. ¿Quieres hablar de Ben y de lo que ocurrió entonces, o no?
—¿Por qué no entras y lo discutimos?
Alexa miró a Ryan, que volvía hacia la puerta entornada. Se preguntó si debería enfrentarse a él o huir. También se preguntó si él la seguiría en caso de que eligiera la segunda opción. Dos años atrás había permitido que se marchara, sin intentar detenerla.
—Alexa —gritó Ryan desde el porche—. Ven aquí.
Alexa dejó de pensar y pasó a actuar, siguiendo sus impulsos.
—No, gracias. Me voy. Ya hablarás con el abogado de Ben.
Se volvió y siguió caminando hacia la carretera. Un segundo después, Ryan estaba junto a ella, sujetándola por la muñeca.
—Vamos a intentarlo otra vez, ¿de acuerdo? Entra y dime lo que me quieras decir.
—¿Y si no digo nada? ¿Qué pasa si sigo andando?
—Inténtalo, y ya veremos lo lejos que llegas.
Alexa lo paralizó con la mirada. Después se volvió y empezó a caminar. Sólo consiguió avanzar dos pasos antes de que Ryan volviera a detenerla.
—Parece que no muy lejos —dijo Ryan con una sonrisa—. Ven conmigo. Si no lo haces por tu propio pie, te meteré a rastras en la casa. Tú eliges.
Alexa se aclaró la garganta.
—Prefiero ir andando —dijo con dignidad.
Ryan le soltó la muñeca, pero entrelazó sus dedos con los de ella. Caminaron en silencio hasta la casa. Una vez en la puerta, Ryan se apartó ligeramente, dejando a Alexa el espacio justo para entrar. Cuando sus cuerpos se rozaron los dos sintieron un estremecimiento.
Todo el cuerpo de Alexa reaccionó ante aquello. Se quedaron de pie durante un momento, en la puerta, mirándose fijamente. Estaban tan cerca que Alexa podía sentir el aliento de Ryan en los labios. Aquello le evocó recuerdos de sus besos.
—¿Te ha pedido Ben que vengas? —preguntó Ryan, rompiendo el incómodo silencio.
—¿Qué? —preguntó Alexa, aturdida.
—Ben —repitió Ryan con paciencia—. ¿Lo recuerdas? Tu hermano. El rey de la venganza.
Ryan comprobó divertido que podía desconcertarla con una simple mirada.
Alexa lo sabía. Temblando, se apartó de él y entró en el vestíbulo. Ryan cerró la puerta.
—Ben no me ha pedido que venga. Quería pedirte disculpas por su comportamiento. Sé que lo que hizo es horrible, pero…
—Querías venganza, y tu hermano te la proporcionó —concluyó Ryan.
—¡No! Yo no sabía lo que tramaba Ben, y no me enteré hasta después de que estuviera hecho. Carrie tampoco se dio cuenta. Nos quedamos horrorizadas cuando nos enteramos. Le dijimos que se detuviera —se quedó mirándolo—. Pensaste que yo estaba detrás de todo, ¿verdad? No sólo que aprobaba la idea, sino que tal vez había sido idea mía.
—Reconozco que esa posibilidad se me ocurrió.
—Eso explica que te fueras del salón del automóvil mirándome como si fuera un monstruo.
—Quería sacar a Kelsey de allí. Tenía intención de hablar contigo más adelante, pero tardé bastante en asimilar que al final conocía el origen de esa peculiar serie de incidentes.
—Peculiar serie de incidentes —repitió Alexa—. Siempre estás con tus eufemismos y con tus dobles sentidos.
—En aquel momento pensé que todo lo que ocurría se debía a otra cosa. Supuse que había ofendido a un grupo de fanáticos, o algo así. No dejaba de esperar que llegaran cartas de reivindicación, que me pidieran que cambiara el estilo de lo que hago o que creara una viñeta nueva que expusiera sus puntos de vista. Y todo el tiempo se trataba de tu hermano Ben.
—Ben puede ser bastante… directo, sobre todo en lo que tiene que ver con Carrie y conmigo. También se toma muy en serio sus ambiciones —añadió.
—Estaba furioso conmigo por haberte hecho daño.
Alexa asintió, apartando la vista.
—Pero yo no quería una venganza.
—Yo sólo quería…
—¿Qué querías?
—A ti —murmuró, mirando fijamente el suelo—. Quería volver contigo.
—Y ahora —insistió Ryan—, ¿sigues queriendo volver conmigo? ¿O dijiste en serio que ya no me amas?
Alexa se pasó una mano por el pelo, nerviosa.
—Cuando lo dije pensaba que hablaba en serio.
—Yo también pensaba que hablaba en serio cuando te dije que no quería mantener una relación estable contigo. Y durante dos insoportables y largos años he pagado las consecuencias de mis palabras.
—¿Esas consecuencias han sido los trucos sucios de Ben?
—Me refería a que he estado sin ti. Lo de Ben me da igual. ¿Podemos dejar de atacarnos? Sé un poco sincera conmigo. ¿Quieres volver conmigo o no?
Alexa se sonrojó. Se dio cuenta de que estaba asustada. Era posible que Ryan le estuviera tendiendo una trampa, impulsándola a reconocer que seguía enamorada de él para volver a rechazarla, sin duda, aquélla sería una buena venganza para resarcirse de lo que Ben le había hecho. No le extrañaba que lo considerase imperdonable.
Alzó la cabeza y lo miró. Mientras iba hacia la casa no se había dado cuenta de que lo amaba. Y el amor no podía existir sin confianza. Por tanto, si lo amaba tenía que confiar en que él no volviera a hacerle daño. Lo había hecho en el pasado, pero también le había dicho cuanto se había arrepentido.
Si cabía alguna posibilidad de que compartieran un futuro tendría que olvidarse del sufrimiento que él le había causado. Debía darle otra oportunidad. Debía confiar en él.
Sus ojos azules brillaban de la emoción.
—Quiero volver contigo, Ryan. Te amo, y nunca he dejado de amarte. Incluso cuando creía que te odiaba seguía estando enamorada de ti. Así que si aún me quieres…
—¿Cómo que si aún te quiero?
Corrió hacia ella y la levantó por los aires. De forma automática, Alexa rodeó sus caderas con las piernas y le pasó los brazos por detrás de la cabeza. Se le subió la falda por los muslos, y sus senos se apretaban contra el pecho de Ryan, que la abrazaba fuertemente.
—Claro que te quiero —dijo—. Tanto que quiero olvidar el pasado y tener un futuro junto a ti. Te amo, Alexa. No quiero que vuelvas a ponerlo en duda. Tengo intención de pasarme el resto de mi vida asegurándome de que no dudas de mí.
Alexa echó la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos.
—Eso suena como una proposición —se atrevió a decir.
—Porque lo es. Aunque llega con dos años de retraso. Dime que sí. Dime que te vas a casar conmigo. Ya hemos perdido demasiado tiempo.
Alexa lo miró atónita. Le estaba haciendo una proposición de matrimonio.
—Me resulta difícil asimilar esto, Ryan.
—Creo que puedo ayudarte.
Empezó a cubrir su rostro de besos, lentamente, una y otra vez, hasta que Alexa estuvo desesperada por besar sus labios.
Gimió al sentir la boca de Ryan en el cuello, mordisqueándola suavemente y recorriendo su sensible piel con la lengua. Pasó las manos por los músculos de su espalda, inclinando la cabeza para facilitarle el trabajo.
Los fuertes brazos de Ryan la sujetaban firmemente. Poco a poco fue deslizando las manos por debajo de su falda.
Alexa apretó más las piernas a su alrededor, acercándose a su masculinidad.
Sus bocas se encontraron. Sus lenguas se entrelazaron. El beso se fue haciendo más íntimo y apasionado.
Cuando al fin se separaron para recuperar el aliento, los dos estaban jadeando, devorados por el deseo.
—¿Vas asimilándolo? —preguntó Ryan—. Si necesitas más ayuda, te la proporcionaré con mucho gusto.
—Oh, Ryan —susurró Alexa. Se aferró a él y hundió el rostro en su cuello.
—Aún no me has dicho que te vas a casar conmigo —le recordó Ryan.
Alexa se soltó lentamente y se puso en pie, sin dejar de abrazarlo. No podía sostenerse por sí misma. Sentía que se le doblaban las rodillas, y si lo soltaba caería al suelo.
—Quiero casarme contigo, Ryan —dijo mirándolo, con los ojos nublados por la pasión.
—¡Cariño! —exclamó, apretándola fuertemente—. Me haces el hombre más feliz de la tierra.
—Yo también soy feliz —susurró—. No me puedo creer que por fin estamos juntos.
—¿Ves? —dijo Ryan—. Tenía razón. Estamos juntos otra vez, y en esta ocasión significa que somos una pareja. Una pareja que se ama y que se va a casar.
—Y que se llevará muy bien en la cama —bromeó Alexa.
Se sentía feliz, como si se hubiera liberado de un peso que oprimía su corazón.
—Creo que podríamos ir empezando —propuso Ryan con una sonrisa—. Quédate a dormir conmigo.
—No me importaría, pero ¿qué van a pensar Kelsey y Gloria?
—Las dos están durmiendo. Mi habitación está muy lejos de las suyas, así que tendremos intimidad.
La tomó en brazos y empezó a subir la escalera.
Alexa prorrumpió en una carcajada al ver su dormitorio.
—Nadine se lució en esta habitación —bromeó—. Es como una selva. Sólo necesitamos unas lianas y a Chita para sentirnos como Tarzán y Jane.
—Voy a vender este sitio inmediatamente —declaró Ryan—. No estoy dispuesto a seguir viviendo en un escenario de cómic que haga reír a mi novia en mitad de lo que se supone que es una intensa escena de pasión.
—Ahora mismo volvemos a la intensa escena de pasión —prometió Alexa—. Pero me gusta la idea de no tener que vivir aquí. Me gustan las casas un poco más tradicionales.
—Yo me conformo con una casa que no esté decorada por Nadine.
—Que sea bastante grande para los dos —dijo Alexa, jugueteando con la hebilla de su pantalón—. Por supuesto, también necesitaremos una habitación para cuando Kelsey venga a visitamos.
—¿Y qué haremos con los mellizos o con los trillizos que tengamos? Tal vez tengamos mellizos y trillizos. Necesitaremos un montón de espacio para ellos.
—¿No te parece preocupante tener que tratar con otra generación de dementes?
—Lo estoy deseando.
Desabrochó el primer botón de la camisa de Alexa y se agachó para besarla. Ella gimió y arqueó la espalda. Ryan siguió desabrochándole la camisa. Seguía con los labios el recorrido de sus dedos. Después apartó la prenda para ver sus senos, apenas cubiertos por el diminuto sujetador de encaje.
Puso una mano encima de cada uno de ellos, apropiándose de su trofeo. Alexa se aferró a sus hombros, y le hundió los dedos cuando Ryan le quitó la camisa y le desabrochó el sujetador, antes de agacharse para probar su pecho con los labios.
—Creo que ya va siendo hora de que nos tumbemos —dijo Ryan, guiándola hacia la cama—. Me alegro de que estés aquí conmigo —añadió con absoluta sinceridad.
—Te amo, Ryan.
Apoyó la cabeza en su hombro, y durante un momento se quedaron inmóviles, saboreando su cercanía. Pero la pasión contenida era demasiado fuerte, y no estaba dispuesta a permanecer oculta durante mucho tiempo.
Cuando Ryan se adueñó de su boca, ella respondió con idéntica avidez. Se besaron hasta que el deseo los consumió por completo.
De repente, la ropa les parecía un obstáculo intolerable, y se libraron de ella con rapidez, ayudándose mutuamente. Se tumbaron en la enorme cama. Ryan contempló a Alexa, deteniéndose en cada una de sus curvas.
Ella tembló cuando las manos de Ryan empezaron a acariciar todo su cuerpo.
Ryan sonrió al oír los gemidos de Alexa, que se arqueaba para acercarse más a él. Acarició todo su cuerpo con la lengua.
—Quiero besarte en todas partes, cariño. Aquí, y aquí…
Alexa sintió que su cuerpo se inflamaba. Dejó escapar un grito al ver que la lengua de Ryan se acercaba al centro de su feminidad. Pronunció su nombre cuando las oleadas de placer empezaron a recorrerla.
No le dejó tiempo para recuperarse. Ryan se apresuró a colocarse encima de ella. Alexa le dio la bienvenida con un apasionado estremecimiento que lo envolvió.
—Te amo —gritó, abrazándose a él.
Aquello era mucho más que sexo. Aquello era amor, que sobrepasaba el placer físico que se proporcionaban mutuamente. Alexa se dio cuenta de que se engañaba cuando intentaba negarlo. Ryan y ella tenían que estar juntos. El amor que compartían no les dejaba otra opción.
Se dejó llevar por completo, rindiéndose al poder de su amor. Entrelazaron las manos sobre la almohada mientras la pasión estallaba, dejándolos saciados y felices.
Siguieron unidos durante mucho tiempo, sin moverse. Al cabo de un rato, Alexa se agitó bajo él. Ryan alzó la cabeza y la miró a los ojos. Los dos sonrieron.
—Creo que tenemos que decidir la fecha de la boda —dijo Ryan, apartándose para no aplastarla.
—¿Qué te parecería en primavera? Así tendríamos mucho tiempo para…
—Pero aún faltan varios meses —protestó Ryan—. Yo estaba pensando en la semana que viene.
Alexa se volvió hacia él y lo abrazó.
—Me gusta la idea de estar prometida y tener bastante tiempo para planear una boda. No tengo intención de casarme más veces, ¿sabes?
Ryan la miró fijamente.
—¿Estás segura de que ése es el motivo por el que quieres esperar? ¿O aún no estás segura de que confiás en que no te volveré a hacer daño? ¿Necesito más tiempo para demostrarte que puedes contar conmigo?
—Sé que te amo, y sé que me quiero casar contigo. Pero no es necesario precipitar las cosas, a no ser que tengas dudas.
—No tengo dudas —interrumpió Ryan—. Estoy completamente seguro de que estoy loco por ti, y de que quiero pasar el resto de mi vida a tu lado. Y si quieres esperar a la primavera para casarte, me tendré que aguantar, porque he entrado en tu vida para quedarme.
Alexa lo besó en la mejilla.
—Hay otros motivos por los que me gustaría esperar unos meses. Kelsey es uno de ellos. Prefiero que nos casemos cuando esté mejor. Quiero que venga a nuestra boda andando por su propio pie.
—¿Crees que será capaz de andar en primavera? —se aventuró a preguntar Ryan.
Alexa asintió.
—Parece que progresa. Pero necesita un tratamiento más intensivo que el que le estamos proporcionando. Y mantenerla aislada no la va a ayudar, ni a nivel social ni a nivel educacional. Creo que ya lo sabes.
—¿Me estás recomendando que la lleve al Instituto de rehabilitación infantil?
Alexa asintió.
—Me parece lo mejor para ella. Te aseguro que no te arrepentirás. Por cierto, eso nos devuelve al tema de Melissa.
Ryan gruñó.
—No quiero hablar de ella. Ahora no. Aquí no. Se alegrará cuando le diga que he decidido llevar al Kelsey a ese instituto, pero…
—Creo que deberías aumentar su pensión —dijo Alexa—. Kelsey está creciendo, y va necesitando más cosas. Melissa y Jack tienen apuros, y creo que deberíamos echarles una mano, aunque sólo sea por el bien de la niña.
—¡Dios mío! Me voy a casar con la abogada de mi ex mujer. ¿No entiendes lo que…?
Alexa tomó su rostro entre las manos y lo miró fijamente.
—Entiendo que eres un padre que quiere lo mejor para su hija. Y también entiendo que la aversión que sientes por Melissa se interpone a veces en el bienestar de Kelsey. Melissa y tú tenéis que dejar de ser enemigos, por…
—Por el bien de Kelsey —recitó Ryan.
—En lo relativo a ella, todos estamos del mismo lado.
—Bueno; sé que se alegrará de que nos casemos —dijo Ryan, cambiando de tema—. Le caes muy bien. Sólo espero que tus hermanos no me odien demasiado, aunque los entendería. ¿Crees que serán capaces de perdonarme por haberte hecho daño?
—Estoy segura de que té perdonarán. Pasaremos tiempo con ellos, dejaré que vuelvan a conocerte, y… ¡Oh, no! —Se incorporó apresuradamente—. ¡Carrie y Tyler! Se enfadaron en la exposición y se marcharon. Tengo que llamar a Carrie para decirle que no se preocupe por Ben. Tal vez pueda arreglar las cosas con Tyler. Espero que no sea demasiado tarde.
Ryan le entregó el teléfono con resignación. Mientras marcaba, Alexa se preguntaba qué ocurriría si la discusión de Carrie y Tyler hubiera llegado a tal punto que ninguno de los dos pudiera perdonar y olvidar.
Sería trágicamente irónico que la vida de su hermana se destrozara justo en el momento en que ella conseguía encauzar la suya.
Dejó sonar el teléfono varias veces. Al final, Tyler contestó con cierta brusquedad. Su voz sonaba extraña.
—¿He llamado en un mal momento? —preguntó Alexa con inseguridad.
—Peor aún. Has llamado en mitad de un momento muy bueno. ¿Quieres hablar con Carrie?
Su hermana tomó el teléfono inmediatamente. Sin duda, estaba muy cerca de su marido. Alexa recordó el teléfono que tenían en la mesita de noche.
—He pensado que sería mejor que te llamara para decirte que Ben no necesita ningún abogado, y para intentar salvar tu matrimonio —dijo Alexa apresuradamente.
—¿Salvar mi matrimonio? —repitió Carrie con incredulidad—. ¡Por favor, Alexa! Tyler y yo hemos tenido una pequeña discusión. Todos los matrimonios discuten. Eso no significa que vayamos a divorciarnos. Estamos enamorados. Me gustaría que entendieras que el amor no tiene por qué terminar en resentimiento y venganza.
—Te creo —dijo Alexa sonriente, mirando a Ryan—. Pero también creo que el amor es la mejor venganza posible.