La historia de Finlandia es la de un frío país que durante siglos fue usado como un ring de boxeo entre Suecia y Rusia, y que luchó por liberarse de ese dominio y convertirse en uno de los más progresistas y prósperos del mundo.
Los orígenes
En Finlandia se han encontrado huellas con unos 120 000 años de antigüedad, anteriores a la Edad de Hielo. Sin embargo, la glaciación borró la mayor parte de los restos y obligó a la gente a emigrar al sur en busca de climas más cálidos. Solo tras la retirada de los glaciares que habían cubierto el país con una capa de hielo de 3 km de altura, volvió a restablecerse la presencia humana.
Alrededor del año 9000 a.C., los primeros habitantes llegados tras el deshielo ya se habían extendido por la mayor parte de Finlandia. Empleaban herramientas de piedra y cazaban alces y castores.
Los restos de cerámica encontrados indican que hace 5000 años una nueva influencia llegó al sur de Finlandia desde el este. Puesto que el país era el punto más occidental al que llegó esta cultura, se cree que estos nuevos grupos trajeron consigo un lenguaje fínico desde Rusia. De ser así, los que vivían en Finlandia en esa época eran los antepasados de los finlandeses y los samis.
En el s. I, el historiador romano Tácito hacía referencia a una tribu llamada los fenni, a la que describía como unos salvajes sin casas ni caballos. Los estudios genéticos indican que los samis actuales descienden de un pequeño grupo original, y algunos afirman que entre las culturas prefinlandesa y sami se puede observar una divergencia que se remonta hasta el 700 a.C. Las culturas nómadas dejan pocos restos arqueológicos, pero parece que los samis migraron gradualmente hacia el norte, quizá desplazados por las tribus que habitaban más al sur y por el avance de la agricultura en detrimento de las tierras de caza. Algunos versos del Kalevala parecen referirse a esta conflictiva relación.
La dominación sueca
El incipiente reino de Suecia veía en Finlandia el territorio perfecto para extender su influencia en el Báltico y contrarrestar el creciente poder de Nóvgorod (la futura Rusia) al este. La actividad misionera empezó en el s. XII, y cuenta la leyenda que hubo un inglés, el obispo Enrique, que encabezó una expedición de cristianización que terminó de forma sangrienta cuando fue asesinado por Lalli, un campesino descontento.
Las hostilidades empezaron en el s. XIII. El Papa lanzó una cruzada contra los häme, cada vez más influidos religiosa y políticamente por Nóvgorod, y los ejércitos ruso y sueco libraron las primeras de una larga serie de batallas.
La colonización sueca empezó en serio hacia mediados de siglo, cuando Birger Jarl estableció fortificaciones en Häme y Turku. También se inició la construcción de la catedral de Turku, una ciudad que sería el centro de Finlandia durante la mayor parte de su historia. Los nobles y caballeros suecos a cargo de estas operaciones marcaron la pauta para la aparición de una burguesía suecoparlante en Finlandia, algo que se mantuvo hasta el s. XX. Otros suecos, incluidos granjeros y pescadores, se establecieron de forma gradual, sobre todo a lo largo de la costa finlandesa del Báltico. Se concedieron varios incentivos, como tierras y reducciones de impuestos, para fomentar la llegada de colonos, muchos de ellos veteranos del Ejército sueco.
Las escaramuzas de Suecia con Nóvgorod prosiguieron durante dos siglos. Ambas potencias firmaron tratados para definir las zonas de influencia: Suecia asumió el control del suroeste de Finlandia y gran parte de la costa occidental, mientras que Nóvgorod se hizo con Carelia, con lo que extendió la fe ortodoxa y la cultura bizantina.
En 1527, el rey Gustavo Vasa de Suecia adoptó la fe luterana y confiscó gran parte de las propiedades de la Iglesia católica. La Reforma se introdujo en Finlandia de la mano de Mikael Agricola; estudió con Lutero en Alemania y regresó al país en 1539 para traducir parte de la Biblia al finés. Su intransigente postura provocó que la mayor parte de los frescos de las iglesias medievales fueran tapados.
Suecia inició otra partida de ajedrez con Rusia en Savonia y Kainuu, utilizando a sus súbditos finlandeses como peones para colonizar zonas más allá de los límites acordados. Rusia tomó represalias, y la mayor parte de los nuevos asentamientos fueron arrasados durante la Guerra de Kainuu a finales del s. XVI.
El s. XVII fue la época dorada de Suecia, que llegó a controlar la mayor parte del Báltico. Finlandia quedó bajo el control de varios gobernadores. Durante la Guerra de los Treinta Años, el poder político en Finlandia lo ejerció el conde Per Brahe, un personaje singular que viajó mucho por el país y fundó numerosas poblaciones.
Aunque Finlandia nunca experimentó la servidumbre feudal en un grado parecido al que existía en Rusia, las etnias finesas estaban formadas en su mayoría por pequeños granjeros obligados a arrendar la tierra a los terratenientes suecos.
En 1697, el rey Carlos XII de Suecia subió al trono. A los tres años estalló la Gran Guerra del Norte (1700-1721) entre Suecia y Rusia, Dinamarca y otras potencias bálticas; esta contienda sería el inicio del fin del Imperio sueco.
De Suecia a Rusia
Pedro el Grande aprovechó las turbulencias en Suecia y, aunque sufrió varias derrotas en las primeras contiendas, entró finalmente con todo su potencial en Finlandia, que acababa de sufrir una grave hambruna. De 1714 a 1721 Rusia ocupó el país, un período conocido como de la Gran Furia, ya que miles de finlandeses fueron asesinados y otros muchos esclavizados. La paz llegó con el Tratado de Uusikaupunki en 1721, aunque tuvo un elevado coste para Suecia, que debió ceder el sur de Carelia a Rusia.
Finlandia volvió a pagar las consecuencias de las ambiciones frustradas de Suecia en la guerra de 1741 a 1743, pues Rusia ocupó de nuevo el país (período conocido como de la Furia Menor).
El zar Alejandro I firmó un tratado con Napoleón y luego atacó Finlandia en 1808. Tras una sangrienta guerra, Suecia cedió Finlandia a Rusia en 1809. Alejandro se comprometió a respetar las costumbres e instituciones finlandesas, por lo que el país conservó su sistema legal y su fe luterana y se convirtió en un Gran Ducado semiautónomo. Al principio, Rusia fomentó el desarrollo y Finlandia se benefició de la anexión. La capital se trasladó de Turku a Helsinki en 1812.
En el s. XIX Finlandia seguía siendo rural y pobre. Desplazarse al interior, sobre todo a Laponia, podía suponer un arduo viaje de varias semanas. Gracias a los inmensos bosques, las industrias de la brea y el papel generaban grandes ingresos, pero estaban controladas por magnates de puertos del Báltico y del golfo de Botnia, como Oulu, que prosperaron mucho mientras las zonas interiores seguían siendo pobres.
El nacimiento de una nación
Los primeros indicios de nacionalismo finlandés aparecieron en el s. XIX. La insatisfacción con la administración sueca alcanzó un punto crítico cuando oficiales del Ejército finlandés escribieron una carta a la reina de Suecia cuestionando la legalidad de la guerra contra Rusia. Mientras tanto, los estudios académicos sobre tradiciones culturales finlandesas creaban la base sobre la que se apoyaría el futuro sentimiento nacionalista.
Aunque de origen incierto, la frase “no somos suecos y no queremos ser rusos, así que dejadnos ser finlandeses” sintetizaba el creciente sentimiento nacionalista. Obras como el Kalevala, de Elias Lönnrot, y el poema Nuestra tierra, de Johan Ludvig Runeberg, que se convirtió en el himno nacional, aglutinaron el sentir del pueblo. El endurecimiento del dominio ruso con su política de asimilación empezó a suscitar en los obreros, y en artistas como Jean Sibelius, un fuerte sentimiento contra la creciente opresión.
LENIN EN FINLANDIA
Vladimir Ilich Lenin, padre de la Revolución rusa, pasó largas temporadas en Finlandia. Después de tener un compañero de celda finlandés en el exilio de Siberia, Lenin visitó regularmente el país para dar conferencias del Partido Socialdemócrata; en una de ellas conoció a Stalin. Lenin vivió cerca de Helsinki en 1907, antes de ser obligado a huir del Imperio ruso saltando de un tren en marcha para eludir a los agentes zaristas. Luego se refugió en Turku, antes de ser trasladado a las remotas comunidades insulares del suroeste. Encontró refugio en Parainen, pero, temiendo ser capturado, cruzó una fina capa de hielo con un guía local hasta Nauvo (en el Hermitage de San Petersburgo hay un famoso cuadro de esta travesía), desde donde finalmente tomó un barco a Estocolmo.
Lenin volvió a entrar en Finlandia a través de Tornio en 1917.
Incluso antes de visitar el país, Lenin era un firme defensor de la independencia finlandesa. En diciembre de 1917, firmó la declaración de independencia y, sin su apoyo, es difícil que hubiera tenido lugar el nacimiento del país en esa época.
Para más información, se puede visitar el Lenin-Museo (Clicar) en Tampere.
En 1906 se introdujo en Finlandia el Eduskunta (Parlamento finlandés), elegido mediante sufragio universal e igualitario (Finlandia fue el primer país europeo en conceder a las mujeres plenos derechos políticos); sin embargo, Rusia siguió con su opresión política y la pobreza se volvió endémica. En las primeras décadas del s. XX, muchos finlandeses se trasladaron a Helsinki o emigraron a Norteamérica en busca de trabajo y una vida mejor.
La Revolución rusa de octubre de 1917 permitió que el Eduskunta pudiera declarar la independencia el 6 de diciembre de ese año. Aunque Rusia reconoció a la nueva nación, anhelaba un levantamiento obrero, por lo que fomentó la disidencia y proporcionó armas para ese fin.
La guerra civil finlandesa estalló a finales de enero de 1918, tras un ataque de los “rojos” finlandeses, armados por Rusia, contra guardias civiles en Vyborg. Durante 108 días de encarnizados enfrentamientos murieron aproximadamente 30 000 finlandeses. Los “rojos”, formados por la pujante clase obrera, aspiraban a una revolución socialista parecida a la rusa conservando la independencia. Los “blancos” nacionalistas, encabezados por C.G.E. Mannerheim, anhelaban una monarquía y pretendían emular a Alemania.
Los “blancos”, con el apoyo alemán, lograron finalmente la victoria y la guerra terminó en mayo de 1918. Federico Carlos, príncipe de Hessen, fue elegido rey de Finlandia por el Eduskunta el 9 de octubre de 1918, pero la derrota de la Alemania imperial un mes más tarde hizo que Finlandia se decantara por un modelo republicano, siendo K.J. Ståhlberg su primer presidente.
Aunque las tensiones internas prosiguieron, y a pesar de la crudeza de la II Guerra Mundial, Finlandia se ganó la reputación de país valiente. Entre los acontecimientos de la época destacan: su heroico papel en la Guerra de Invierno; la brillante carrera de Paavo Nurmi como corredor de larga distancia; el título de Miss Europa de Ester Toivonen en 1933; el Premio Nobel de Química de Artturi Virtanen en 1945; los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952; y los premios cosechados por los diseñadores finlandeses en exposiciones internacionales. Estos logros aumentaron la autoestima nacional y ayudaron al país a superar la Guerra Fría.
LA GUERRA DE INVIERNO Y SU CONTINUACIÓN
Las maniobras diplomáticas en Europa durante la década de 1930 hicieron que Finlandia, inexperta en las negociaciones políticas de las grandes potencias, tuviera que realizar unas cuantas elecciones difíciles. La amenaza para la seguridad que suponía la Unión Soviética hizo que algunas facciones estuvieran a favor de estrechar lazos con la Alemania nazi, mientras que otros abogaban por el acercamiento a Moscú. El 23 de agosto de 1939, los ministros de Exteriores soviético y alemán, Molotov y Ribbentrop, firmaron un tratado de no agresión que concedió al vecino ruso carta blanca en Finlandia. La Unión Soviética argumentó que para garantizar su seguridad debía controlar parte del sureste de Carelia y tener el derecho a construir bases en territorio finlandés. Finlandia se negó y el 30 de noviembre de 1939 empezó la Guerra de Invierno entre ambos países.
Ese fue un invierno muy duro: las temperaturas alcanzaron los ‒40°C y murieron soldados a millares. Pese a carecer de artillería y aviones, Finlandia resistió al Ejército Rojo mediante pequeñas partidas móviles de soldados esquiadores que realizaron ataques estilo guerrilla. Stalin se vio obligado a enviar más efectivos al frente, con un total de 600 000 soldados. Varias divisiones rusas fueron derrotadas, con lo que a principios de enero los finlandeses habían conseguido detener el avance soviético y provocar 130 000 bajas en sus filas. Pero no podían ganar, y tras 105 días de combates en las peores condiciones imaginables, Finlandia se rindió. Con el Tratado de Moscú, firmado en marzo de 1940, Finlandia fue obligada a ceder el istmo de Carelia, junto con las regiones orientales de Salla y Kuusamo, y algunas islas: en total, cerca de una décima parte de su territorio. Más de 400 000 refugiados carelios cruzaron la nueva frontera hacia Finlandia.
En los meses posteriores, la Unión Soviética intentó persuadir a Finlandia de que le cediera más territorio. Esta, aislada de los aliados occidentales, pidió ayuda a Alemania y permitió la entrada de tropas germanas. Cuando empezaron las hostilidades entre los alemanes y los soviéticos en junio de 1941, las tropas alemanas ya estaban en territorio finlandés, lo que provocó la Guerra de Continuación entre Finlandia y el Ejército Rojo. En los enfrentamientos posteriores, los finlandeses avanzaron hasta llegar a su antigua línea fronteriza y empezaron a instalarse de nuevo en Carelia. Cuando las fuerzas soviéticas contraatacaron en el verano de 1944, el presidente Risto Ryti, que había prometido a Ribbentrop que Finlandia no negociaría la paz con Rusia sin el consentimiento de Alemania, decidió dimitir y dejar su puesto a Mannerheim. Este negoció un armisticio con los rusos, les cedió el “otro brazo” de Finlandia, la región de Petsamo en la península de Kola, y ordenó la evacuación de las tropas alemanas, para lo que tuvo que librar una encarnizada guerra en Laponia. Los alemanes se retiraron del país aplicando una estrategia de “tierra quemada” hasta la llegada de la paz general en la primavera de 1945.
Contra todo pronóstico, Finlandia seguía siendo independiente, aunque para ello tuvo que pagar un alto precio: sus pérdidas de territorio de 1940 y 1944 fueron ratificadas en la Paz de París de febrero de 1947, y también fue obligada a abonar fuertes indemnizaciones de guerra a la Unión Soviética. Muchos finlandeses aún sienten cierto resentimiento por la pérdida de aquellos territorios.
La Guerra Fría
El año de los Juegos Olímpicos de Helsinki, 1952, fue también el año en que Finlandia terminó de pagar sus indemnizaciones de guerra a la Unión Soviética. Abonadas sobre todo en maquinaria y embarcaciones, tuvieron el efecto positivo de consolidar el sector de la industria pesada que sería la base de la economía finlandesa durante la posguerra.
La sociedad finlandesa cambió mucho durante este período. En la década de 1940, la población era sobre todo agrícola. Sin embargo, las privaciones de la guerra, que obligaron a muchos a buscar trabajo en las ciudades, sumadas a la llegada de casi 500 000 refugiados de Carelia, provocaron una grave crisis de la vivienda. Se demolieron las viejas casas de madera de los centros urbanos y se erigieron bloques de pisos; en los alrededores de Helsinki aparecieron nuevos barrios casi de la noche a la mañana. Y algunas zonas del norte y el este perdieron gran parte de su población joven debido a la emigración interna.
Desde el final de la guerra hasta principios de la década de 1990, el principal asunto político fue el equilibrio entre Este y Oeste. El tratado de “amistad y cooperación” de Stalin, firmado en 1948, fue utilizado por la Unión Soviética durante la Guerra Fría como método de coacción para evitar el contacto de Finlandia con Occidente.
Afrontar la situación requería un líder con sentido común: Urho K. Kekkonen, que fue presidente de 1956 a 1981 y un gran diplomático.
Astuto y poco ortodoxo, Kekkonen se dio cuenta de que para el Kremlin más valía malo conocido que bueno por conocer, y lo utilizó en su beneficio. De forma parecida, se aprovechó del miedo de Occidente a que Finlandia cayera bajo el yugo de la Unión Soviética. En 1961 firmó un tratado de libre comercio con la Asociación Europea de Libre Comercio (AELC), que acercó Finlandia a la órbita europea, pero a la vez rubricó un tratado de comercio preferencial con los soviéticos.
Kekkonen y su Gobierno mantenían una estrecha relación con muchos de los peces gordos del KGB en Finlandia, y los nombramientos políticos se enviaban a Moscú para que fueran aprobados. Muchos finlandeses se avergüenzan de esta época, ya que creen que Kekkonen humilló al país al mantener un contacto tan estrecho con la Unión Soviética. Sin embargo, Kekkonen estuvo al mando durante un período en el que el país pasó de ser un Estado agrícola pobre a una moderna democracia con un sólido sistema de bienestar y una próspera economía.
Tras la dimisión de Kekkonen en 1981 por problemas de salud, los soviéticos siguieron metiéndose en la política finlandesa, sobre todo con el objetivo de reducir la influencia de EE UU y evitar que Finlandia se uniera a lo que ahora es la UE. Este período llegó a su fin con la caída de la Unión Soviética.
La Finlandia contemporánea
Tras el hundimiento soviético, Finlandia se quitó un peso de encima, pero los primeros años de la década de 1990 no fueron fáciles. La burbuja de la década de 1980 había estallado, la Unión Soviética desapareció con muchas deudas impagadas, el marco finlandés se devaluó y el desempleo aumentó del 3% al 20%.
Sin embargo, Finlandia fue capaz de integrarse totalmente en Europa. Desde ese momento, en enero de 1995, el país ha prosperado y en el 2002 fue uno de los fundadores del euro.
Equilibrar el poder entre el presidente y el Parlamento era un asunto pendiente en la agenda finlandesa desde la presidencia de Kekkonen, y en 1999 se aprobó una nueva Constitución que limitaba ciertos poderes presidenciales. La primera persona en tomar el timón bajo el nuevo marco legislativo fue Tarja Halonen, del Partido Socialdemócrata, elegida en el 2000. Apodada cariñosamente Mamá Mumin (Moominmamma), fue reelegida para un segundo mandato (por ley, el último) de seis años en el 2006; en el 2012 la sucedió Sauli Niinistö, del Partido de la Coalición Nacional.
En el nuevo milenio el país ha progresado apoyado en el sector tecnológico –que sigue fuerte pese a la caída de Nokia–, el sector forestal, el diseño y las manufacturas y, cada vez más, el turismo. A pesar de las dificultades económicas sufridas en los últimos años, como en todo el continente, Finlandia es un franco éxito de la nueva Europa, con una economía fuerte, unos sólidos valores sociales y una bajísima tasa de delincuencia y corrupción. Constantemente aparece entre las primeras posiciones de los índices de calidad de vida, y en los últimos años ha superado en muchos ámbitos a su vecina Suecia.
Como siempre, Rusia sigue ocupando un lugar prioritario en la agenda finlandesa. La proximidad geográfica y la estrecha relación histórica con su vecina le dieron ventaja a la hora de tratar con el Moscú postsoviético, y entre ambos países sigue habiendo estrechas relaciones comerciales. Muchas empresas finlandesas contratan gran parte de su negocio a otras rusas, en las que los sueldos y los gastos generales son más bajos, mientras que tanto la mano de obra como el turismo ruso suponen una importante contribución a la economía finlandesa. No obstante, no son pocos los finlandeses que siguen mostrándose reacios ante Rusia y el nacionalismo de Putin. Nadie ha olvidado la Guerra de Invierno: el servicio militar y las patrullas fronterizas se toman muy en serio.
Aunque en Finlandia ha habido mucha menos inmigración que en la mayoría de los países europeos, este fenómeno ha aumentado en los últimos años.
La etnia indígena de Finlandia, los samis, ha logrado un mayor reconocimiento en los últimos 50 años gracias al establecimiento de un Parlamento sami y a la protección de su lengua en las leyes regionales. Sin embargo, la disputa entre pastores de renos y empresas madereras en el norte ha reabierto el debate de si los intereses de los samis siguen siendo menos importantes que los de la industria maderera del país.
Para ser un país boscoso frío, remoto y poco poblado, la verdad es que hasta ahora le ha ido bastante bien.
CRONOLOGÍA
Habitada desde esta fecha, como sugieren los hallazgos de Susiluola, cerca de Kristinestad, las tribus del país se ven obligadas a emigrar durante la última glaciación.
El retroceso de los glaciares de la Edad de Hielo permite volver a habitar las tierras septentrionales. Los bosques y lagos que reemplazan al hielo permiten cazar y pescar.
La aparición de la cerámica encordelada indica la presencia de una nueva cultura que parece provenir de la región del Volga, al este, trayendo quizá consigo una lengua prefinlandesa.
El historiador romano Tácito habla de los fenni, probablemente los samis, en la primera mención histórica conocida sobre la zona. No es muy elogioso al describir su falta de viviendas permanentes.
Desde Suecia se lanza la primera expedición para cristianizar a los finlandeses. Después se realizan más, con lo que Finlandia acaba bajo dominio sueco durante los siguientes seis siglos.
La Paz de Oreshek, firmada por Suecia y Nóvgorod en Pähkinäsaari, establece una frontera en el istmo de Carelia y delimita unas esferas de influencia aún evidentes en la actual Finlandia.
El rey Gustavo Vasa de Suecia adopta la fe luterana y confisca propiedades de la Iglesia católica. La principal figura finlandesa de la Reforma, Mikael Agricola, vuelve de Alemania en 1539.
Per Brahe se convierte en gobernador de Finlandia y funda numerosas poblaciones. Mientras tanto, la caballería se labra una temible reputación en la Guerra de los Treinta Años.
Se funda la primera universidad de Finlandia en Turku, la principal ciudad del país hasta que Helsinki se convertirá en capital en 1812.
Carlos XII de Suecia se ve arrastrado a la Gran Guerra del Norte, que supone el principio del fin del Imperio sueco.
Rusia ocupa Finlandia, lo que marca el inicio del período de la Gran Furia. Cuando se firma la paz, Rusia conserva la parte sur de Carelia.
Rusia vuelve a ocupar Finlandia. El Tratado de Turku pone fin a la llamada Furia Menor, pero cede parte de la región finlandesa de Savo a Rusia.
Rusia invade Finlandia, que se convierte en un gran ducado del Imperio ruso en 1809; el zar Alejandro I promete respetar la autonomía en la Dieta de Porvoo.
Helsinki se convierte en capital sustituyendo a Turku, más ligada a Suecia.
Elias Lönnrot realiza el primero de sus viajes a los remotos bosques de Carelia para recopilar narraciones populares que culminan con la publicación del Kalevala, la epopeya nacional.
Como parte del Imperio ruso, Finlandia participa en la Guerra de Crimea. Las tropas británicas destruyen fortificaciones en Loviisa, Helsinki y Bomarsund.
Nace en Hämeenlinna el compositor finlandés más famoso, Jean Sibelius. Su sinfonía Finlandia (1899) se convierte en un símbolo del movimiento independentista nacional.
El zar pone en marcha una política de rusificación e intenta imponer la lengua rusa en el país. Se producen protestas generalizadas y ganan fuerza las campañas a favor de la independencia.
Finlandia declara su independencia de la Unión Soviética. Poco después estalla la guerra civil entre los “rojos” (comunistas) y los “blancos” (partidarios del orden establecido).
Las relaciones con los soviéticos se normalizan con el Tratado de Tartu, que amplía el territorio finlandés hasta incluir la región de Petsamo y el extremo nororiental.
En la Guerra de Invierno, Rusia invade Finlandia. Tras 15 semanas de enfrentamientos, Finlandia es obligada a ceder buena parte de su territorio.
Finlandia y la Unión Soviética firman el tratado de “amistad y cooperación”.
Urho K. Kekkonen se convierte por primera vez en primer ministro. En 1956 es elegido presidente, cargo que ocupará durante 25 años.
Helsinki alberga los Juegos Olímpicos de verano. Finlandia completa el pago de sus indemnizaciones de guerra por valor de 300 000 000 US$ a la Unión Soviética.
Por primera vez, la población urbana supera a la rural en Finlandia.
La delegación de asuntos samis, el embrión del Parlamento sami, se reúne por primera vez. Finlandia firma un tratado de libre comercio con la CEE a pesar de las presiones rusas.
Con el 57% de los votos a favor en el referéndum celebrado en octubre de 1994, los finlandeses deciden unirse a la UE.
Finlandia elige a Tarja Halonen como su primera presidenta. Es una figura muy popular que gobernará durante los 12 años que permite la ley.
Finlandia adopta el euro, despidiéndose del marco finlandés tras 142 años.
Dos matanzas a tiros similares provocan el luto nacional y un autoexamen en esta nación normalmente pacífica.
El aumento de la popularidad del partido anti inmigración Partido de los Finlandeses refleja las posiciones encontradas en cuanto al papel que debe desempeñar Finlandia en la UE.