Epílogo

Se casaron mes y medio después. La madre de Brett, que viajó gustosa desde Europa para asistir a la ceremonia, no vaciló en proclamar a los cuatro vientos que Joanna tenía un gran talento para el diseño de interiores… la novia lució un vestido de boda apresuradamente diseñado por Cario.

Por supuesto, Jason fue requerido como padrino, y Karessa se mostró encantada de ejercer de dama de honor. De paso, les pidió a Brett y a Joanna un regalo para cuando volvieran de su luna de miel en Alemania; preferiblemente, un alto y rubio instructor de esquí.

Y mientras tanto Meaghan, que ya se había concentrado en el negocio de Londres, juraba y perjuraba que se había equivocado sinceramente al informarle a Brett sobre la edad de Joanna… cuando le preguntó si iba a dejar de recriminárselo antes de que Joanna cumpliera los cincuenta años, Brett le contestó que no.

En su primer aniversario de bodas, Joanna vio los países escandinavos. En el segundo, Brett la llevó a Disneylandia. En el tercero concibieron su primer hijo en París, y acordaron llamarlo… Paris.

En su cuarto aniversario, Joanna se negó a ir a ninguna parte en un radio superior a los cien kilómetros de su hijo de tres meses de edad. Así que Brett reservó secretamente un billete de avión y una habitación en un hotel de Sydney, y llevó a Joanna a ver a una hermana que estaba desesperada por que la perdonaran.

 

 

Fin