Capítulo 6
EL trayecto fue corto hacia “Cupcakes and Cake” y cuando entraron, una ráfaga de aire llegó a ellos con el mas delicioso olor a panecillos y torta de almendras.
—Oh Dios, que olor tan exquisito—dijo Jack.
Tere le dio la razón, además que la pastelería, era una belleza, tenía colores pasteles y estaba decorada totalmente en estilo vintage, con paredes pintadas en color hueso y cuadros de flores y cupcakes, una vitrina grande en la mitad donde había todo tipo de pasteles y torres de cupcakes, a un lado estaban las mesas y sillas decoradas con manteles blancos de listas color café y las sillas eran color rosado. En una esquina tenía un estante grande con libros de repostería y al lado tenía otro estante de utensilios para hacer postres. Todo era tan delicado y tenía una pinta tan deliciosa, que a Teresa se le abrió el apetito.
Se sentaron en una mesa cerca a la ventana, casi enseguida una muchacha muy bonita, llegó a donde estaban ellos.
—Buenas tardes, ¿Desean algo en especial o les muestro la carta de postres?
—Buenas tardes, me gustaría un cupcakes de vainilla relleno de ganache de chocolate, uno de chocolate con cubierta de masmelo y uno de zanahoria—dijo Teresa.
Jack la miró sorprendido
—Ya veo que a alguien le gusta mucho el dulce—dijo riendo.
—¡Me encanta!—respondió feliz—aunque no son todos para mi, llevo dos para Carly y Margarita, porque sé que le encantan y están antojadas de dulce todo el tiempo por el embarazo.
—Eso es muy dulce, Tere, ahora que lo dices yo también les llevare dos así cada una quedará con un par de deliciosos cupcakes.
—Es una buena idea, gracias—le pareció tan tierno de su parte querer contribuir con el pequeño regalo.
—Bueno, entonces por favor señorita Fernández, aconséjeme
—No lo sé, tal vez uno de calabaza con crema de queso, el de manzana con cubierta de vainilla y aquí hacen uno de maracuyá con nata en la cubierta, que es absolutamente delicioso.
—Entonces, quiero esos tres por favor y algo de sal también.
—Tenemos pastelillos de carne y de pollo, empanadas chilenas, que son deliciosas.
—Entonces creo que dos empanadas chilenas estarían bien—la miró en busca de su aprobación— ¿Te parece?
—Sí, me parece perfecto.
—Con mucho gusto señor. ¿Algo más? ¿Tal vez un té o un café recién molido?
La chica le coqueteaba abiertamente y su voz se hacía un poco grave al hablarle, pensaría que era seductora—pensó Tere divertida.
—¿Qué te gustaría cariño?
La chica solo lo miraba a él, aun cuando era ella la que estaba pidiendo.
—¿Me gustaría un moccachino y a ti?
—Bueno, creo que pediré lo mismo, voy a guiarme por la experta en cupcakes.
—Muy bien, ya traigo su orden—le dio una sonrisa deslumbrante y se fue.
—Creo que tienes una enamorada
—¿Quien?
—Pues la chica que nos acaba de atender.
Él la miró sorprendido—No lo he notado, En este momento no tengo ojos para nadie más, que no seas tú.
—No quiero que me lo tomes a mal, pero hoy te ves especialmente hermosa, no sé si es que tienes una sonrisa, que no te veo comúnmente.
—Oh, ya veo, eso quiere decir que nunca sonrió.
Él la miró directamente a sus ojos—No, eso quiere decir que nunca me sonríes a mí.
—Lo siento, es solo que soy una persona prevenida, aunque estoy tratando de cambiar eso.
—Me alegro—tomó su mano y la llevó a su boca para darle un beso.
El momento se alargó, mientas ellos se miraban, diciendo cosas con sus ojos que seguramente no se atrevían a decir con los labios. De repente escucharon que alguien les hablaba.
—Aquí están sus cupcakes y los mocaccinos que pidieron.
Ambos le agradecieron y se pusieron manos a la obra.
—Se ve delicioso todo—dijo Teresa, agarrando un cupcake de vainilla y dándole un gran mordisco.
Jack rió al verla— ¿Qué tal está?
—Ummm, delicioso, esta súper esponjoso y jugosito.
—Ya veo, me has dado envidia, así que voy por los míos—tomó el de maracuyá y de un mordisco se lo comió casi todo.
Teresa pensó que tal vez para su tamaño, necesitaba más de tres cupcakes, seguramente era muy poco lo que había en el plato y quedaría con hambre.
—Esto están exquisito, antes había probado los cupcakes, pero estos son deliciosos,
—¿Lo ves? Yo soy una experta en postres, los adoro. Aunque tengo que cuidarme porque muy seguramente engordaré si no lo hago.
—No tienes nada que temer, estás perfecta.
—Lo dices por congraciarte conmigo, pero la verdad es que tengo unos kilitos de más.
—Querida, créeme, no los tienes estás perfecta y el hombre que te diga lo contrario, sencillamente está ciego—le dijo empacándose el último cupcake con lo que quedaba del café.
—¿Te gustaría comer uno más?
—No sé...
Tere se rió—no lo dudes y pide otro.
Jack no lo pensó mucho—bien, voy a la vitrina para ver cual escojo—se levantó y se dirigió hacia donde estaban las torres de cupcakes—ella rió hasta que vio que era la chica coqueta, la que lo iba a atender y entonces sintió unos celos horrorosos, aunque no sabía por qué, ellos acababan de conocerse y él aunque hacía lo posible por ser agradable, todavía le generaba algo de temor en algunos momentos. Los escuchó hablar, él le preguntaba que si tenía algún sabor que le gustara a ella y que le pudiera recomendar, la chica sonrió y le ofreció unos mini cupcakes que habían para degustación en una pequeña bandeja, el los probó y emitió un sonido de placer a lo que ella respondió con una pequeña caricia en el brazo, luego se acercó a su oído y le dijo algo.
Era suficiente, esta niñita ya se estaba pasando. Se levantó y se dirigió a la vitrina, cuando tuvo a Jack a su alcance, puso su brazo en la espalda de él.
—Hola amor, ¿Ya te decidiste? —le dijo mirando a la chica—Yo te puedo guiar por los sabores que más te gusten—le dijo al oído pero lo suficientemente alto para que ella escuchara—de hecho, podemos llevarlos y comerlos más tarde en casa, cuando hayas saciado tu apetito de otras cosas.
Jack la miraba como si le hubieran salido cuernos, pero luego pareció entender y le siguió la corriente.
—Seguro cariño, lo que tu digas, amor—la abrazó fuerte y le dio un beso, que la dejó sin respiración.
Teresa se separó como pudo y lo miró por un momento. Jack le sonrió de manera traviesa y ella supo que estaba aprovechándose de la situación.
La chica los observó y luego bajó la vista, apenada.
—Señorita, ¿Podría usted, darnos estos tres para llevar?—le preguntó señalando unos cupcakes de la vitrina.
—Sí...si señora, con mucho gusto.
Cuando empacó todo, Jack aprovechó pagó la cuenta y se despidieron de la chica que lucía un poco incómoda. Salieron de la tienda y cuando iban entrando al auto, Jack la tomó del brazo.
—Me encanta que me hables sucio, nena. ¿Qué es exactamente lo que vamos a hacer en casa para saciar mi apetito de otras cosas?
—No vamos a hacer nada—le dijo apartándose, conteniendo la risa al ver su expresión traviesa de esperanza.
—¿Por qué no?—la tomó súbitamente por la cintura—voy a cambiar la pregunta ¿Por qué hiciste todo ese teatro allí adentro?
—Porque si, solo me pareció que esa chica te estaba ahogando con tanto empalague.
—¿Es eso? o ¿No Será que tal vez estabas celosa?
—¿Porque estaría yo celosa de una muchachita tonta?
—Porque esa muchachita tonta puede tener tu edad y estaba coqueteando conmigo.
—No querido, tienes el ego muy alto, necesitas humildad.
Jack se echó a reír— ¿estás segura?
—Lo estoy y ya no me sigas diciendo bobadas—le dijo molesta.
—Vámonos entonces—le dijo todavía riendo.
En todo el trayecto al spa, los dos estaban muy callados y Jack supo que se había molestado por haberle dicho que estaba celosa, trató de parecer normal, pero le causaba mucha gracia que estuviera tan molesta por decir la verdad, no veía nada malo en reconocerlo, él también estaría celoso si alguien se acercara a ella. Muy seguramente hubiera tomado del cuello al tipo que se le acercara a su chica. Se quedó pensando un momento Su chica, así la sentía, como suya y haría todo lo posible por enamorarla para que nunca se alejara de él.
Llegaron al spa y ella se bajo sin esperar a que él le abriera la puerta.
—Tere, espera—corrió hasta alcanzarla—No te enojes, amor, solo estaba bromeando.
—No me gustan esas bromas, nosotros no somos nada, no tengo porque ponerme celosa. ¿Entiendes?
—Entiendo, discúlpame—tomó un mechón de su cabello, le gustaba hacerlo porque le parecía que ella se tranquilizaba.
Ella recapacitó y luego
Tomó la mano con la que la acariciaba—soy yo la que lo siente, en realidad hoy es un día para estar feliz, he tenido muy buenas noticias de algo que hace mucho esperaba y eso va a cambiar mi vida.
—¿De verdad? Pues te felicito ¿Puedes hablar de ello?
—En realidad preferiría que se hiciera realidad primero y luego hablarlo.
—Te entiendo y estoy seguro de que todo saldrá bien, cariño.
—Gracias por la invitación, la pasé muy bien.
—Gracias a ti por regalarme un rato tan agradable, espero que lo podamos repetir.
Tere no respondió, pero le sonrió, algo que él tomó como un sí.
Jack llegó al gimnasio con cara de pastel, estaba feliz de lo bien que iban las cosas con Tere. Se fue a cambiar de ropa y a comenzar el entrenamiento de una de sus clientas, la esposa de un famosos rapero, que hacía una semana había comenzado, pero le daba más la impresión de que iba por ligar y coquetear con los miembros del gimnasio, que por hacer ejercicio.
—Hola Vilma, ya llegó la clienta de las 3pm?—entró apresurado.
—Sí, señor Daniels, acaba de llegar y lo espera en las maquinas.
—Muy bien—siguió de largo hacia el baño.
Su teléfono sonó en ese momento
—¿Bueno?
—Hola amigo
—Hola Vitto, ¿cómo andas?
—Bien, desde ayer quería llamarte para hablar, pero he tenido tanto que hacer, que no me ha quedado tiempo.
—No creas, yo también ando por el estilo.
—¿Todo bien con Teresa?
—Muy bien, amigo, estoy feliz.
—¿Qué te parece si nos tomamos unas cervezas esta noche?
—Por mí, está bien, pero que vas a hacer con Carly?
—Mis hermanas van a ver películas con ella, así que yo puedo salir un rato sin preocuparme que pase algo con el bebé.
—Perfecto, entonces no tengo inconveniente. Nos vemos a las 8 en el bar de siempre.
—Muy bien, allá nos vemos.
Terminó de cambiarse de ropa y se fue a entrenar, al llegar sintió que alguien se le abalanzaba.
—Hola guapo—dijo una mujer rubia de ojos verdes—era la mujer del rapero, que fastidio, esa mujer pensaba que el existía para complacerla en todo y de paso quería vivir amarrada a su cuello.
—Hola Vanessa—dijo con fastidio.
—¿Comenzamos el entrenamiento? La última vez quedamos en los ejercicios para fortalecer las piernas, pero te dije que además quería subir mis glúteos—hizo un puchero.
Mientras ajustaba las pesas, sentía la mirada penetrante de la mujer sobre su espalda, lo que no se esperó es que al darse la vuelta lo que ella estuviera observando fuera su trasero. Este día va a ser muy largo—pensó Jack.
—Bien, vanos a hacer una rutina de pesas muy suave el día de hoy, ya que quiero acostumbrar tu cuerpo primero y luego, vamos subiendo el peso.
—Me parece perfecto.
—Entonces súbete aquí y vamos calculando cuanto peso necesitas para comenzar.
La mujer se acercó y se puso boca abajo y colocó las piernas en los soportes donde estaban las pesas, de manera que pudiera levantarlos.
—Ahora dime si sientes esto muy pesado.
—No
—¿Y esto?
—Tampoco
Ahora esto
—Ummm se siente delicioso, puedo ver como mis músculos se estiran, es una delicia—le dijo mirándolo con deseo. Su forma de hablar se refería a los ejercicios, pero la forma en la que lo decía parecía que estuviera más hablando de sexo, que de una máquina de pesas.
—Bien, entonces hagamos tres series de 20 y seguimos con otra cosa.
—¿Tan poco?
—Ya te dije que es la primera vez, por lo tanto no exageraremos.
—Ok, entonces hablemos un poco ¿Tienes novia?
—Sí, si tengo—mintió él.
—Oh, qué pesar.
—¿Por qué? —preguntó fingiendo inocencia.
—Bueno, porque tenía planes...
—¿Tienes alguna amiga que quieras que salga conmigo?
—No, la que quiere salir contigo soy yo.
—Oh, querida Vanessa, el problema es que no salgo con mujeres casadas.
—Pero eso no es problema para mí.
—Creo a que a tu esposo, no le gustaría saber eso.
—No tiene porque saberlo, ese sería nuestro secreto. Además mi marido hace lo mismo y yo me lo aguanto.
—Seguramente, pero yo no quiero ser enemigo de tu esposo y tampoco quiero problemas con mi novia.
—Que mujer tan suertuda
—Ahora que has terminado, podemos hacer otro ejercicio que tengo en mente hace mucho para ti—le cambió el tema, le aburría hablar de eso.
—Está bien, pero no respondo si no puedo con todo hoy
—¿Tan rápido te cansaste?
—Me gusta ejercitarme con motivación, pero ya la he perdido.
—Pues si no quieres las pesas, te recomiendo la clase de spinning que está a punto de comenzar—se moría de ganas porque fuera a esa clase y lo dejara tranquilo.
—¿Quien da la clase?
—Creo que a esta hora le toca a Fabio ¿Sabes quién es?
—Creo recordarlo—sus ojos adoptaron una mirada calculadora.
Jack podía ver cómo funcionaba su mente. Fabio era un chico bien parecido, musculoso y salía con todas las mujeres que se le insinuaban, seguramente estaba pensando que con él podría lograr algo.
—Bien, entonces apresúrate, así no te pierdes la clase.
La mujer salió corriendo y ni se despidió. Jack se rió y rodo los ojos, que mujer tan intensa, aunque sabía bien que en otro momento muy seguramente le hubiera hecho caso, lo cierto era que de un tiempo para acá, había estado pensando seriamente en tener una relación estable con una buena mujer y sabía exactamente quien era esa persona.
Su teléfono sonó nuevamente, esta vez era Claudia.
—Hola Tesoro, hoy tengo mi día libre, me gustaría pasar por allá y hacer un poco de ejercicio.
—Claro, Claus, te espero.
—Bien, voy para allá y quizá después podamos tomarnos un café.
Él lo pensó, no quería darle una idea equivocada porque sabía que al principio había coqueteado con ella, pero las cosas con Tere habían avanzado y ya no tenía interés en ligar con nadie. Bueno, no creo que haya nada malo en tomar un café con una amiga—pensó divertido.
*****
Saliendo de otra sesión de masajes, Tere, sacó el tiempo para llamar al teléfono que le había dado el detective, quería escuchar la voz de su abuelo y contarle por todo lo que había pasado estos años. Mientras esperaba que alguien contestara el teléfono, Tere sentía emoción, ansiedad, miedo, alegría, todo en un solo paquete.
—Buenas tardes, Inversiones Tanaka
—Buenas tardes, señorita sería tan amable de comunicarme con el señor Aíto Tanaka?
—El señor Tanaka no se encuentra en el momento, si quiere tomo su mensaje con mucho gusto.
—Dígale que es de parte de Teresa Fernandez, que lo volveré a llamar.
—Con gusto, le daré su mensaje, que tenga buena tarde.
—Gracias—Teresa colgó un poco desilusionada, pero se dijo que su abuelo era un hombre importante y que seguro tenía muchas ocupaciones, así que lo llamaría mañana.
Se dirigió a su otra cita de la tarde con su esperanza intacta, tenía mucho por lo que estar agradecida y este día nada podría hacer que estuviera triste.
A la entrada del edificio donde tenía su sesión de masajes, le pareció ver a Claudia, la recepcionista del spa, estaba en un café hablando con alguien. Claro—hoy es su día libre, la iré a saludar—pensó. Parecía estar con un hombre y se detuvo, no quería ser indiscreta, tal vez era su novio. La vio reír y tomar la mano de la persona que estaba con ella, el hombre tenía la cara de medio lado, pero el cabello no la dejaba ver completamente su rostro. A medida que se fue acercando vio por fin a la persona con la que Claudia parecía estar pasándola tan bien y se quedó helada cuando lo reconoció, era Jack.
Se dio la vuelta para devolverse, no quería que la vieran, pero ya estaba demasiado cerca y en el momento en que se movió, Claudia, dirigió su mirada hacia donde estaba y la reconoció.
—¿Teresa? —Cuando la reconoció bien, alzó su mano a manera de saludo y la llamó para que se acercara. El rostro de Jack se veía descompuesto, seguramente no se esperaba que lo encontrara coqueteando con una mujer, cuando por otro lado le decía a ella palabras de afecto.
Teresa no pudo evitar el momento, así que le dio su mejor sonrisa fingida y fue hacia ellos.
—¡Hola!
—Hola amiga ¿Qué estás haciendo por aquí?
—Tengo una sesión de masajes en 5 minutos.
—Oh, qué pesar, no hubieras acompañado a tomar un café.
En ese tiempo mientras que hablaba con Claudia, en ningún momento había volteado a ver a Jack.
—Hola Teresa—la miró incómodo.
Sabía que lo había encontrado coqueteando descaradamente con Claudia.
—Hola Jack ¿Qué tal la están pasando?—lo miró diciéndole de todo solo con los ojos. Aunque después pensó que en realidad el no tenía nada con ella, así que no le debía explicaciones.
—Bueno...solo estábamos tomando un café.
—Sí, hace rato que estamos por salir, pero nada que podíamos hasta hoy, ¿verdad cariño?
—Que bien—contestó mirándolo directamente—entonces los dejo, para que sigan pasando un buen rato, me voy a trabajar. Se despidió de los dos y se fue a trabajar. De repente escuchó que la llamaban.
—Tere espera—era Jack.
—¿Qué quieres?
—Déjame explicarte...
—¿Qué me vas a decir Jack? Tú no tienes que darme explicaciones, eres libre de salir con quien te dé la gana, tú y yo no tenemos nada.
El se molestó y la agarró fuerte del brazo—Eso no es verdad, si no me dejas explicarte ahora porque vas a trabajar, permíteme ir a tu casa esta noche.
—No, solo vete. Claudia te está esperando y por su expresión, creo que no le gusta que la dejes sola.
—No me importa, ella es solo una amiga, no tiene porque sentirse mal.
—Claro que si, estás saliendo con ella y si yo estuviera contigo y me dejarás para hablar con otra chica no me gustaría.
—Es distinto, Teresa, yo contigo tengo algo y con ella no.
—Mira, no quiero entrar en discusiones, vete con ella y otro día hablamos.
—Está bien, ve a tu sesión y nos vemos más tarde—la haló y le dio un beso que tenía intención de ser en la boca, pero ella hizo la cara a un lado.
En su trabajo trató de concentrarse pero al tiempo que hacía el masaje del señor Donovan, lo único que hacía era pensar en él.
—Teresa, querida ¿Por qué estás tan callada hoy?
—Oh, perdone señor Donovan, estoy un poco pensativa el día de hoy. ¿Me estaba diciendo algo?
—No, pero quería escuchar tu voz, siempre hablas tanto como buena latina y tienes puntos de vista tan interesantes que al menos por una hora, me divierto.
—Gracias—le dijo riendo.
—Gracias a ti, querida.
—¿Tienes novio?
—No señor—le dijo enseguida, lo que menos quería era un hombre en su vida.
—Deberías muchacha, no es sano estar solo.
—Tal vez, pero en este momento creo que solo sería un dolor de cabeza para mí.
El hombre rió—Claro que no, solo tienes que saber escoger alguien adecuado para ti, mi esposa y yo llevamos muchos años juntos y sabemos que somos el u no para el otro, nos hemos divertido tanto es el tiempo que hemos estado casados, que ni te imaginas.
Teresa comenzó a hablar con su cliente y como por arte de magia, se olvidó del asunto de Jack y se divirtió mucho, escuchando las anécdotas de los viajes del señor Donovan con su esposa.