Capítulo 4

LLEGÓ a su casa cansado y de mal humor. Abrió la puerta y tiró su morral en una esquina. De repente una bola peluda salió de la cocina y se dirigió casi volando hacia él.

—¡Conan! ¿Cómo está mi chico?

El perro ladraba y movía su cola de una lado a otro, haciendo pequeños ruiditos de felicidad porque su dueño estaba por fin en casa.

—Ven muchacho, vamos a comer, tengo hambre.

El perro ladró entendiendo que venía su hora preferida y lo siguió.

—¿Sabes? Hoy la vi, hablé con ella un minuto y casi se tira por la ventana con tal de no quedarnos juntos.

Conan ladró y se acercó a su mano para lamerla.

—Sí, si... ya sé que te sientes mal por mí, pero sería mejor si pudieras hablar.

El perro ladró nuevamente y movió la cola.

—Toma—le acercó el plato— el menú de hoy es concentrado de pollo y verduras, espero que sea de tu gusto. Yo creo que comeré un sándwich.

Abrió la nevera y comenzó a preparar su cena, solo podía pensar en lo incomoda que se había visto ella estando cerca de él. Estaba pensando seriamente en dejar de molestarla, se notaba a leguas, que esa chica estaba mal y el no tenía vena de psicólogo. De repente Conan ladró y segundos después el teléfono sonó, seguramente era Justin, su hermano.

—Hola Hermano

—¿Cómo sabías que era yo?

—Conan ladró y el siempre sabe cuando estás llamando.

—Si quisieras te llenarías de dinero con ese perro.

Jack rió—No lo creo—dijo acariciando el lomo del animal, que comenzó a lamer su mano.

—Bien, después no digas que no te lo dije.

—Deja de molestar y cuenta que es lo que quieres.

—Nada hermanito, solo quería saber si estabas bien, me preocupaba que no me hubieras llamado en días.

Jack se sintió bien, al saber que pasara lo que pasara su hermano siempre estaba al pendiente y era igual para él. Los dos habían sido los mejores amigos desde pequeños y se contaban todo, a pesar de los cinco años de diferencia entre los dos. En la escuela su hermano era su ídolo y luego cuando había estado en la universidad había sido de mucha ayuda el tenerlo cerca, a pesar de que cuando él entró, su hermano se graduaba para comenzar a trabajar en un importante bufete de abogados. Sus padres habrían estado muy orgullosos de él, tanto como Jack lo estaba.

—¡Hey! ¿Todavía estás allí?

—Aquí estoy, la verdad es que he tenido mucho trabajo y no había podido llamarte.

—Estoy seguro de que hay algo más, te conozco. ¿No quieres hablarlo?

Jack, lo meditó un momento

—Es solo que...bien, se trata de...es...

—¡Por Dios, esa chica te tiene loco!

—¿Quién dijo que se trata de una chica?

—Hermano, créeme, he estado allí—le dijo riendo— ¿Cómo se llama?

—Teresa.

—Oh, bien, es latina. Me encantan las latinas.

—Puedes ir poniendo tus ojos en cualquier latina menos en ella o te juro que pondré esos ojos verdes que tanto enloquecen a las chicas, de color morado.

Justin soltó una carcajada—Te ha dado duro hermano, muero por conocer a esa chica.

Jack se quedo serio—Dudo que puedas hacerlo.

—¿Por qué?—le preguntó confundido.

No me lo vas a creer pero llevo meses detrás de esa mujer y no me da ni la hora.

Se escuchó una estruendosa carcajada del otro lado de la línea.

—Me alegro que esto te divierta, Justin.

Su hermano dejó de reírse poco a poco hasta que se serenó—Jack, es que no puedo creer que por fin haya llegado la horma de tu zapato. Esa chica te hará sufrir y eso solo te va a enamorar más y más, a los hombres nos encantan los retos.

—¿Cómo sabes eso?

—Porque es exactamente lo que hizo Pam conmigo y ahora estamos casados, aunque créeme a veces no entiendo cómo fue que pasó, porque esa mujer tiene un genio de los mil demonios.

—Y aún así, dices que te encantan las latinas. Me veo tentado seriamente a decirle a tu mujer, lo que estás diciéndome a mí.

—Ni se te ocurra, esa mujer es una fiera.

—Una fiera por la que estás perdidamente enamorado.

—Sí, no me da vergüenza reconocerlo delante de ti, pero ella no tiene porque saber que me tiene en la palma de su mano.

Era muy cierto, él adoraba a esa mujer y desde que se habían casado, Jack solo había deseado tener algún día lo que su hermano vivía día a día con el amor de su vida, solo que no había podido encontrar a esa mujer especial, aunque en estos momentos pensaba que su suerte estaba cambiando.

—Quiero que encuentres a una buena mujer—dijo serio su hermano.

—Yo también lo deseo.

—Hagamos algo, invita a tu chica a comer este fin de semana con nosotros.

—No puedo.

—¿Por qué?

—Ella me ve y sale corriendo, me tiene pavor, parece que mi tamaño la intimida.

—Ya lo creo, a mi me intimida y soy tu hermano mayor.

—Por favor, no me jodas. Estoy hablando en serio.

Su hermano dejó de reírse—No entiendo nada.

—Es una larga historia, pero resumiendo, ella tiene un trauma por alguien que la maltrató y era un hombre grande que era boxeador según parece. Lo que no se bien es quien era o que era de ella. No me lo ha dicho y con las pocas veces que hablamos dudo que alguna vez, me entere.

—Insiste hermano, si de verdad te interesa, lucha por ella y hazle saber que no eres una amenaza.

—No sé cómo.

—Si la invitas a lugares concurridos donde no estén solos, puede que acepte una invitación tuya. O tal vez si vas a los mismos lugares que ella y se encuentran de repente, podrías hablar con ella un rato y no sería una cita.

Jack se animó con las propuestas de su hermano— ¿Crees que resultaría?

—Estoy seguro. ¡Hazlo hombre! Ve por ella.

—Tal vez tengas razón y debo insistir un poco más.

—Seguro, hombre—le dijo riendo—No te olvides de invitarla, cuando haya más confianza, para que Pam y yo la conozcamos.

—Espero que se pueda—respondió inseguro.

—Tengo un buen presentimiento en cuanto a eso, y ahora te dejo porque tengo que llegar a casa temprano para la cena, sino mi mujer me corta los servicios en la cama.

Jack soltó una carcajada—Bien, entonces más vale que te apresures. Nos vemos hermano.

La llamada terminó y Jack se fue a bañar, para luego comer su cena.

Teresa no había dormido nada, se levantó de la cama, medio aturdida y se fue a bañar. Una cantidad de pesadillas horribles, la habían tenido llena de sobresaltos toda la noche. En ellos Jack le hablaba y la acariciaba, haciendo que sus más profundos deseos despertaran, estaban en un sitio grande, parecido a un bosque y había tanta paz y tanta calma que sintió deseos de quedarse por siempre allí, pero de repente el sueño cambiaba y ella se encontraba en brazos de su padrastro que intentaba forzarla y le rasgaba la ropa, cuando ella forcejeaba él le daba golpes y puños en todo el cuerpo hasta que ella casi perdía el sentido y el aprovechaba para abusar de ella. Se despertó varias veces llorando y temblando. Afortunadamente su hermano no había escuchado nada, de lo contrario se habría preocupado.

Comenzó a ducharse lentamente pero firme, pasando la esponja por todo su cuerpo, tratando de quitarse la sensación de que ese hombre la había tocado, era asqueroso el pensar siquiera en él, y aunque nunca logró lo que quiso con ella, si había logrado destruir su vida, su capacidad de amar.

Un golpe en la puerta la sobresaltó.

—Buenos días Tere—era su hermano.

—Buenas días, mi vida. ¿Descansaste?—le dijo gritando a través de la puerta.

—Sí, aunque me tocaba levantarme más temprano por el examen de hoy.

—Bien, eso me gusta, te veo en unos minutos—le dijo y siguió bañándose.

—Apresúrate, te hice el desayuno—le avisó su hermano y se fue.

Su hermano Jorgito, era una ternura, siempre preocupado por ella, gracias a Dios se lo había traído hacía tres años, aunque había sido una locura porque al principio habían dado por desaparecida la barca y ella pensó que su hermano había muerto, pero las cosas habían salido bien y su hermano por fin estaba con ella.

Salió de la ducha y se arregló muy rápido para alcanzar a desayunar. Cuando llegó toda la mesa estaba servida y su hermano ya estaba comiendo.

—Hola

—Hola—se acercó a darle un beso.

—Siéntate, te hice unos huevos revueltos con tocino y pan tostado.

—Umm, huele delicioso.

—¡Claro! Lo hice yo—dijo muy auto suficiente.

—Bueno, bueno, señor ególatra, espero que sepan tan bien como se ven, porque he conocido muy pocos hombres que cocinen bien.

—Pues estás frente a uno, toma—colocó un plato frente a ella.

—Dios, tendré que comer volando, se me hace tarde.

—¿No dormiste bien?

—Dormí espectacularmente y es por eso que me he levantado tarde.

Jorge la miró como si no le creyera, pero lo dejó estar.

—¿Como van las calificaciones?

—Van excelente, recuerda que necesito estar en los primeros lugares para ingresar a la academia militar.

Teresa sintió que los huevos revueltos empezaban a caerle pesados.

—No hagas esa cara, todo saldrá bien, no todos los que se enlistan, van a la guerra o mueren en ella. Hay mucho más que eso en la escuela militar y yo quiero que te sientas orgullosa de mí.

—Yo estoy orgullosa de ti, hermano. Eres el mejor, el más tierno, el que siempre se preocupa por mí, casi no tienes vida social por n mi culpa.

—Tengo amigos Tere, es solo que no me dedico a vagar como muchos de ellos.

Teresa terminó de comer rápidamente y llevó los platos al fregadero—Eso es lo que me gusta de ti, que eres un chico maduro y con los pies bien puestos sobre la tierra—sacudió su cabello y le dio un beso.

—Ahora tengo que irme, que tengas suerte en tu examen.

—Gracias, te veo después del trabajo.

—Hoy la cena me toca a mi ¿Está bien?

—Bien, pero no quiero comer espaguetis nuevamente.

Tere rió— de acuerdo—le dijo burlándose y se fue.

Condujo hasta el spa, agradecida de que el tráfico estaba rápido y ya solo faltaban cuatro manzanas para llegar. Sintió un ruido estruendoso en la parte de atrás y cuando miró por su espejo retrovisor, se encontró con alguien que le hacía señas de que se detuviera y sabía muy bien quién era. “Por Dios Santo, ¿Ese hombre no se rinde? Era Jack que le decía que parara, pero ella solo aumentó la velocidad hasta llegar al parqueadero del spa. Cuando se estacionó salió lo más rápido que pudo del auto para no tener que hablar con él, pero no era su día de suerte.

—Hola—le dijo agitado, venía corriendo hacia ella.

—Hola—le contestó Teresa, de mala gana.

—¿Así que no eres una persona que se levanta feliz en la mañana, eh?

—No, no lo soy.

—Buenos días—le dijo radiante.

—Buenos días y adiós.

Jack echó su cabeza hacia atrás y rió—Por lo menos ya no me temes, ahora parece que me odias, pero lo prefiero—le dijo riendo.

—Con permiso, me voy a trabajar.

—Por favor, espera Tere—la detuvo tocando su brazo, suavemente, no queriendo asustarla—He pensado que tal vez queras ir con todos el grupo del spa a un día en el parque.

Teresa negó con la cabeza—no puedo tengo cosas que hacer.

—Solo será un rato, si llegas y te sientes incómoda, te vas para tu casa o si quieres puedes ir con alguien de confianza.

—Está bien, lo pensaré—dijo eso y enseguida corrió a la entrada del spa.

—Jack pensó que era un adelanto, que ella hubiera dicho que por lo menos lo pensaría—sonrió imaginándola en el parque, divirtiéndose y hablando con él. Estaba tan distraído, que no vio a su amigo Vitto, que chocó literalmente con él.

—Hola hermano ¿Cómo andas?

—Bien amigo ¿Cómo está Carly?

—Cada vez más embarazada y más hermosa. ¡Se le ha metido en la cabeza que tiene que hacer dieta, imagínate! Casi me da algo cuando la vi comiendo lechuga y tomate en el almuerzo.

Jack se rió y colocó una mano en su hombro—Hermano, no te envidio en lo absoluto, dicen que las mujeres embarazadas son difíciles.

—Dímelo a mí, no veo la hora de que ese muchacho llegue a este mundo.

—Y entonces el problema será que no podrás dormir—le dijo burlándose.

—Ja, ja, ja—te veré caer muy pronto.

—No lo creo, brother.

—Oh, yo si lo creo—se quedó un momento pensativo—Hablando de todo un poco ¿Cómo van tus cosas con Tere?

Jack resopló—No van amigo, esa chica es el reto más grande que he tenido en mi vida, ya no se me ocurre nada para que podamos salir.

—Paciencia, hermano—hoy le diré a Carly lo que me comentaste de la salida todos juntos al parque. Vamos a poner en marcha el plan TERESA.

—Gracias amigo, espero que esta vez, las cosas resulten.

Vitto lo miró un momento, detallando su semblante.

—¿Qué?—le preguntó Jack.

—Es que en todo el tiempo que tenemos de conocernos, jamás te había visto así por una mujer. Creo que de verdad te ha llegado la horma de tu zapato.

—Oh por Dios, no hables tonterías y entremos, los clientes me esperan y luego tengo que salir corriendo a mi gimnasio a entrenar unas chicas nuevas.

*****

Llegó el día del encuentro de todos los empleados del spa, en el parque y Teresa llegó un poco nerviosa, mirando para todos lados, sabiendo que en alguna parte se encontraba el motivo de su ansiedad.

—¿Estás nerviosa?

—No, para nada—le dijo riendo a su hermano Jorge. Lo que pasa es que no veo caras conocidas.

En el momento en el que hablaba escuchó una voz familiar que gritaba su nombre.

—¡Tere!

—Hola...Jack

—Hola preciosa—la miró de pies a cabeza y luego miró detenidamente a Jorge— ¿Trajiste a tu novio?

Jorge se echó a reír— ¿Es que tiene cara de asalta cunas?

Teresa interrumpió a su hermano—El es mi hermano Jorgito, vive conmigo.

—Oh, tu hermano, eso me gusta más—dijo guiñando un ojo a Tere, cosa que no pasó desapercibida para el chico.

—Oye, solo voy a decirte algo; puedes verme joven, pero no voy a dejar que juegues con mi hermana. Si quieres estar con ella, será en una relación seria o...

Teresa lo volvió a interrumpir—Jorge por favor, el señor no es nada mío, el es un compañero de trabajo en el spa.

—Mira Jorgito ¿Puedo llamarte así? —le preguntó con su mejor sonrisa. Tenía planeado meterse el chico al bolsillo, para llegar a la hermana.

—Seguro—le dijo Jorge.

—Pues bien, la verdad es que tu hermana no me da ni la hora, pero yo si tengo buenas intenciones con ella.

—¡Por favor! Jack, no quiero hablar más de eso, así que si ya no tienes más temas de conversación, me iré a buscar a Carly—le dijo molesta.

—Tere, espera—la llamó su hermano cuando vio que salía apresuradamente.

—Jorgito, si se te ofrece algo, estaré por aquí.

—Claro, nos vemos mas tarde.

Teresa lo fulminó con la mirada—Tú no te vas a ver con él nuevamente.

—¿Porqué?—le habló con pesar—me cae bien el tipo.

—Pero a mí no, fin del asunto.

—Yo no diría que es el fin, más parece el comienzo de algo—le dijo sonriendo—pude ver como saltaban chispas de un lado y del otro.

—No digas bobadas y apresúrate, quiero ver donde esta mi grupo.

Pasado un rato, se encontró con todos, sentados debajo de un árbol, colocando una manta y las cosas de un picnic.

—¡Hola!—los saludo efusivamente.

—¡Hola querida!—la saludó Desi.

—Hola Tere, pensé que no ibas a venir—le dijo Carly

—Hola preciosa ¿Ya viste a Jack?—dijo Vitto

—Si, si, ya lo vi—contestó con fastidio.

—Ven siéntate con nosotros—ofreció Carly.

Ella se acomodó—les presento a mi hermano Jorge.

—¡Hola! Todos saludaron.

—Guau, es muy lindo—le sonrió al muchacho—Debes ser un rompe corazones —le dijo Desiré.

Jorge se sonrojó.

Desiré notó el rostro del chico y cambio la conversación para quitarle la incomodidad—Vengan, siéntense con nosotros.

Los dos se colocaron al lado de Desiré y comenzaron a ver las actividades que hacían los recreacioncitas contratados para el evento, reían y comían todos los manjares que había llevado Vittorio. Jorgito se quedó con ellos y rápidamente se hizo uno más del grupo, luego se fue a caminar y a conocer. Tere estaba pasando un rato muy agradable escuchando los chistes del novio de Desiré, Salvo, hasta que sintió que se sentaban a su lado y al principio pensó que era su hermano, hasta que volteó a ver y se encontró cara a cara con Jack.

—¿Quieres caminar un rato?

—No creo que...

—Vamos Tere, si quieres voy con ustedes—dijo Jorge.

—Vayan, diviértanse, no quiero que por culpa mía, se queden aquí sentados, yo lo hago por mi embarazo, de lo contrario, ya no estaría aquí—dijo Carly.

—No lo pienses tanto Tere, si Jack, hace algo que te disguste, yo mismo le patearé el trasero—comentó Vitto.

Tere no pudo hacer otra cosa, más que levantarse a regañadientes y caminar con él. Se fueron por una parte llena gente, donde había muchas personas, jugando diferentes deportes.

Mientras ella miraba diferentes cosas, Jack solo tenía ojos para ella. De vez en cuando Jorgito se adelantaba, muy seguramente para darles algo de espacio. La situación le parecía muy cómica a Jack porque era casi como si estuvieran 200 años atrás y llevaran chaperona.

—¿De qué te ríes?

La pregunta lo sorprendió.

—Es solo que estoy contento de poder hablar un rato contigo, sin que estés nerviosa.

Ella no dijo nada.

—Cuéntame un poco de ti.

—¿Qué quieres que te diga?

—No lo sé, lo que sea. ¿Cómo empezaste en esto?

—Siempre me gustó la estética, siempre quise ayudar a la gente a mejorar, me gusta sentir que los cuerpos de mis clientas son como figuras en arcilla que puedo moldear.

—Es una buena comparación y ¿Que haces además de trabajar en el spa?

—Estudio, creo que eso ya lo sabes. Estoy terminando la carrera—miraba hacia todos lados.

—¿Te sientes incómoda?

—No, pero me sentiría mejor si habláramos de ti y no de mí.

—Bueno, pues que te puedo decir de mi, nací en una familia alocada, pero llena de cariño, mis padres murieron cuando estaba pequeño y mi hermano fue el que se encargó de mi, a pesar de que no nos llevamos mucho. Siempre ha sido mi mejor amigo, mi consejero, pero es algo sobreprotector.

Pasaron por un carro de perros calientes.

—¿Quieres uno?—no le dio tiempo a negarse, ya que enseguida pidió uno para ella y uno para él—Toma—le entregó uno.

Teresa le dio un gran mordisco—Esta delicioso

Jack la miró y le pareció que en ese momento se veía adorable, con manchas de mostaza en la mejilla y una expresión de regocijo en su rostro. Por un momento ella se había olvidado de sus temores.

—Te ves muy bonita.

Ella inmediatamente agachó la cabeza—Gracias.

—Sigamos caminado ¿está bien?

Ella movió su cabeza en señal de acuerdo.

—¿Te gusta vivir en Miami?

—Sí, mucho, al principio me daba muy duro, no conocía los sitios, me perdía y las distancias me parecían enormes.

—Es cierto, aquí es necesario un auto desde el primer momento.

—Conocí bastantes rutas de buses hasta que por fin pude comprar mi auto.

El rió—Hay que verle el lado bueno, eso te ayudó a que cuando tuviste el carro de seguro ya conocías más las calles.

—Es verdad.

Ella miraba todo y como niña chiquita señalaba, Jack disfrutaba mucho de forma de ser tan fresca y sincera, sabía que era la mujer para él y por eso cada vez, que quería tirar la toalla, pensaba en eso y se daba ánimos.