(Ahora que estamos llegando al final, ahora que empieza a emerger de las sombras la identidad de aquel hombre que tanto se ha interesado por Max desde el principio, ahora que se han llevado a Max y yo no puedo seguirlo, ahora que Max me ha cerrado sus pensamientos porque yo lo abandoné, comienzo a tener dudas acerca de la pregunta que me he estado haciendo.
Una y otra vez, me he preguntado cómo podría Max salvar a Susana.
Pero ¿quién es Susana? ¿Podría realmente haber sido todo este tiempo un miembro de la Resistencia? ¿Por qué no he buscado el camino a su mente, a su corazón, a su pasado? ¿Por qué he aceptado conocerla solamente a través de los ojos de Max? ¿Por qué he supuesto automáticamente que esa mujer necesita que alguien la salve? ¿Por qué no supuse, más bien, que ella misma es perfectamente capaz de lograr lo que necesita?
La verdadera pregunta debería haber sido: ¿cómo puede Susana salvarse a sí misma?
Es una pregunta que he comenzado a formularme demasiado tarde. Ya no queda tiempo para buscar a Susana. Cuando los separaron en la estación de policía, elegí seguir a Max, tal como antes, desde el principio, elegí escuchar la voz de él, y no acceder a la voz de ella. De manera que ahora no sé dónde se la han llevado.
Y esa misma pregunta es la que Max debe estar haciéndose en este mismo momento.
Pero tampoco a él puedo acceder, ya.
Sólo sé que está en un lugar oscuro, que habla en susurros, que se mueve con lentitud para que nadie lo pueda ver.
Se esconde.
No confía en nadie.
Tiene una última historia que contar. Pero no hay quien lo escuche.)