INTRODUCCIÓN
Recién publicado el relato de mi viaje a Lasa, un gran número de personas demostró gran interés, ya fuese por artículos dedicados a mi libro o por motivos particulares, por saber cómo había conseguido vivir entre los lamas y en informarme, además, sobre las doctrinas y las prácticas de los místicos y de los ocultistas del Tíbet.
Con este libro intento satisfacer su amable curiosidad. Sin embargo, la tarea ofrece algunas dificultades por el poco espacio de que dispongo. Para responder a las dos preguntas de índole distinta que se me han hecho, he relatado primero las circunstancias que me han puesto en contacto con el mundo religioso lamaísta y con el de los ocultistas de todo género que gravitan en torno suyo.
Después, he intentado reunir cierto número de hechos sobresalientes que se refieren a las teorías ocultas y místicas y a las prácticas de adiestramiento psíquico de los tibetanos. Siempre que he encontrado en mis recuerdos algo que se le refiera, lo he narrado en su lugar correspondiente. No se trata, pues, de un diario de viaje, ya que el tema no se presta a ello.
En el curso de las investigaciones que he llevado a cabo, el dato obtenido un día no se completa a veces hasta que no han transcurrido varios meses e incluso años. Sólo presentando la síntesis de los datos adquiridos en distintos sitios se puede aspirar a dar una idea exacta de este asunto.
No obstante, me propongo volver a tratar, en una obra más técnica, la cuestión del misticismo y de la filosofía de los habitantes del Tíbet.
Hemos transcrito los nombres tibetanos fonéticamente, en general, como en el Viaje de una parisiente a Lasa. Aquellos casos en los que se menciona la ortografía tibetana harán ver cuánto se aleja de la pronunciación correcta. Nótese, asimismo, que toda g, hasta delante de una e o una i, tiene sonido de gue, gui. Así, por ejemplo, gelong se pronuncia guelong.