PRÓLOGO
Mis inicios en la literatura de ficción fueron como escritora independiente, término que se aplica cuando uno mismo escribe el libro, lo corrige, lo maqueta y lo publica en formato digital en algunas de plataformas preparadas para ello, como la de Amazon.
En esos inicios, busqué la compañía de otros muchos, que al igual que yo se declaraban independientes y con los que compartía cualquier novedad que supusiera una mejora en la obra que intentábamos promocionar, en aras a su visibilidad. Visibilidad que permitía que los lectores se acercaran a tu novela y la escogieran de entre cincuenta mil o más, que poblaban el universo amazónico.
Uno de los escritores con los que me topé en esa época fue Alexander Copperwhite, prolífico escritor, con un arte especial para la creación de book trailer, comunicador nato, amigo de sus amigos y siempre dispuesto a echarte una mano para que no sucumbieras en el infierno que supone el mundo digital.
Alex, se convirtió en un gran amigo virtual y fruto de esta amistad fue la propuesta para que prologase su última novela: La delicias del Mal; hecho que agradecí sobremanera por lo que para mí representaba.
Con Las Delicias del Mal nos situarnos en una novela de acción, de aventuras, en el más clásico concepto del término. Como todos sabemos los ingredientes básicos de este género literario son los viajes, el misterio y el riesgo introducidos en una coctelera donde la mezcla de la acción con escenarios singulares y unos protagonistas ávidos de curiosidad, infatigables y valientes nos llevan de la mano a esa aventura de la que llegamos a formar parte, incluso, arriesgando nuestra propia vida como lectores, pues no vemos el momento de dejar de leer.
La novela de Alexander Copperwhite cumple a rajatabla con lo explicitado. En su inicio nos relata un hecho sucedido, tiempo atrás, en la selva amazónica y, deja caer una advertencia que nos guiará a los largo de todo el texto: “Cuidado con las Delicias del Mal”.
A partir de ahí, y en tiempo actual, viviremos con sus protagonistas Alicia, Eduardo y Román una aventura donde contamos con historias que hablan de un pasado cruento; un manuscrito secreto difícil, pero no imposible de descifrar; un libro que señala el camino donde han de buscar el tesoro, un diario en el que está la clave; un viaje hasta la selva amazónica cargado de complicaciones; unos monjes fanáticos dispuestos a que los protagonistas no lleguen a buen puerto y, todo ello aderezado con situaciones concretas de peligro, de miedo, de lucha, de intriga, de fantasía, algunos toques de humor y como no, un inesperado final donde triunfa la amistad y se obtiene una buena recompensa.
Como decía al inicio, estamos ante una auténtica novela de aventuras, escrita con una buena prosa, ágil y envolvente que te engancha desde las primeras líneas; novela con la que pasar un buen rato y que sin duda, hará las delicias tanto de jóvenes y mayores. Una novela que debes leer.
Córdoba 30 de diciembre de 2013
María José Moreno