8
—Fue una visita agridulce de Patrick —dijo Simone, apoyando su taza de café en el platillo—. Estuvo aquí durante más de dos horas, pero todo pareció como si sólo hubiera durado unos minutos.
Los tres estaban sentados a una mesa que daba hacia el terreno labrado que rodeaba la casa. Durante unos momentos, Nicole se quedó contemplando la bucólica escena a través de la ventana.
—Es, principalmente, una ilusión, claro —señaló Michael—, pero muy buena… A menos que lo supieras con precisión, creerías que estabas en Massachusetts o en el sur de Vermont.
—Toda esta cena pareció como si hubiera sido un sueño —declaró Nicole—. Todavía no he admitido que algo de esto esté ocurriendo en realidad.
—Nos sentimos así anoche —dijo Simone—, cuando se nos dijo que veríamos a Patrick hoy a la mañana… Ni Michael ni yo pudimos pegar un ojo. —Rió—. En un momento dado, durante la noche, nos habíamos convencido de que nos íbamos a reunir con un Patrick “simulado”, y pensamos en preguntas que podríamos hacerle y que nadie, salvo el Patrick verdadero, podría responder.
—Tienen una capacidad tecnológica asombrosa —afirmó Michael—. Si quisieran crear un robot de Patrick y hacerlo pasar por auténtico, nos sería muy difícil cercioramos de lo que es verdadero.
—Pero no lo hicieron —aclaró Simone—. Supe, en cuestión de minutos, que verdaderamente se trataba de Patrick…
—¿Qué impresión te dio? —preguntó Nicole—. Con toda la confusión del último día, no tuve oportunidad de hablar mucho con él.
—Básicamente, resignado, pero seguro de haber tomado la decisión correcta. Dijo que probablemente pasarían semanas antes de que pudiera ordenar todas las emociones experimentadas en las últimas veinticuatro horas.
—Eso debe de ser aplicable a todos nosotros —hizo notar Nicole.
Se produjo un breve silencio en la mesa.
—¿Estás cansada, mamá? —preguntó Simone—. Patrick nos contó sobre tus problemas de salud y, cuando esta tarde recibimos el mensaje de que te habías demorado…
—Sí, estoy un poco cansada, pero no podría dormir… no de inmediato, al menos… —Hizo retroceder la silla apartándose de la mesa, y bajó el asiento—. Sí podría, no obstante, ir a empolvarme la nariz.
—Por supuesto —dijo Simone, incorporándose de un salto—. Iré contigo.
Acompañó a su madre por un largo vestíbulo que tenía piso de imitación madera.
—¿Así que tienes seis hijos que viven aquí con ustedes —dijo Nicole—, incluyendo los tres que traías contigo?
—Así es. Michael y yo tuvimos dos varones y dos nenas por el método “natural”, como lo llamas tú… El primero de los varones, Darren, murió cuando tenía siete años… Es largo de contar; si tenemos tiempo, te hablaré sobre eso mañana… Todos los demás hijos se desarrollaron a partir de embriones, en los laboratorios de los alienígenas…
Habían llegado a la puerta del cuarto de baño.
—¿Sabes cuántos niños hicieron “desarrollar” El Águila y sus colegas? —preguntó Nicole.
—No. Pero me dijeron que de mis ovarios tomaron más de mil óvulos sanos.
En el camino de regreso al comedor, Simone explicó que todos los hijos nacidos por el método “natural” habían transcurrido su vida entera con Michael y ella. A los cónyuges de esos hijos, que, por supuesto, también eran resultado de los espermatozoides de Michael y los óvulos de ella, se los seleccionó como resultado de una técnica de apareamiento genético en gran escala que desarrollaron los alienígenas.
—¿Así que ésos fueron matrimonios concertados? —preguntó Nicole.
—No exactamente. A cada hijo natural se le presentaron varias parejas posibles, todas las cuales habían aprobado el proceso de selección genética.
—¿Y ustedes no tuvieron problemas con los nietos?
—Nada que fuere “estadísticamente importante”, para usar la terminología de Michael —repuso Simone.
Cuando llegaron al comedor, la mesa estaba vacía. Michael les dijo que había llevado la cafetera y las tazas al estudio. Nicole encendió los controles de la silla de ruedas y siguió a la pareja a un estudio grande, con netos toques masculinos, repisas de madera oscura para libros y fuego encendido en un hogar.
—¿El fuego es verdadero? —preguntó Nicole.
—Así es —contestó Michael. Se inclinó hacia adelante en su blando sillón—. Estuviste preguntando por nuestros hijos, y verdaderamente deseamos que los conozcas, pero no quisimos abrumarte…
—Entiendo —dijo Nicole, tomando un sorbo de café recién hecho—, y estoy de acuerdo con ustedes… Verdaderamente no habría sido posible una cena tan reposada, informativa, si hubiera habido seis personas más…
—Y no te olvides de los catorce nietos —agregó Simone.
Nicole miró a Michael y sonrió.
—Lo siento, Michael, pero tú eres la parte irreal en extremo de esta velada. Cada vez que te miro, mi mente se paraliza. Debes de ser cuarenta años mayor que yo, pero no aparentas tener más de sesenta, y sin lugar a dudas pareces más joven que cuando los dejamos en El Nodo. ¿Cómo es posible?
—La tecnología de los alienígenas es absolutamente mágica —explicó Michael—. Para todos los fines prácticos, se puede decir que rehicieron cada una de mis partes. Mi corazón, pulmones, hígado, los sistemas digestivo y excretor en su totalidad, y la mayor parte de mis glándulas endocrinas fueron, todos, reemplazados, algunos varias veces, por equivalentes de función más pequeños y más eficaces. Todos mis huesos, músculos, nervios y vasos sanguíneos están apuntalados por millones de implantes microscópicos que no sólo aseguran que se lleven a cabo las funciones críticas sino que, también, en muchos casos rejuvenecieron bioquímicamente las células envejecidas. Mi piel es un material especial que lograron perfeccionar hace poco y que posee todas las buenas propiedades de la piel humana verdadera, pero que nunca envejece ni permite el desarrollo de verrugas o lunares… Una vez por año me interno en su hospital. Permanezco inconsciente durante dos días y, cuando emerjo, soy un hombre nuevo, en el sentido literal de la palabra.
—¿Te importaría venir hacia acá y permitir que te toque? —pidió Nicole. Rió—. No necesito hundir los dedos en las llagas de tus manos ni cosa por el estilo, pero indudablemente entenderás que lo que me estás diciendo resulta difícil de creer.
Michael O'Toole cruzó la habitación y se puso en cuclillas al lado de la silla de ruedas. Nicole extendió la mano y le tocó la piel de la cara. Era suave y flexible, como la de un hombre joven. Los ojos eran frescos y diáfanos.
—¿Y tu cerebro, Michael? —preguntó en voz baja—. ¿Qué le hicieron a tu cerebro?
Michael sonrió. Nicole advirtió que no tenía arrugas en la frente.
—Muchas cosas —contestó—. Cuando mi memoria empezó a fallar, me reacondicionaron el hipocampo; hasta lo complementaron con una pequeña estructura propia de ellos, para brindarme más capacidad, dijeron… Hará unos veinte años también instalaron lo que describieron como un “mejor sistema operativo”, para aguzar mis procesos de pensamiento…
Michael estaba a menos de un metro de Nicole. La luz del fuego se le reflejó en el rostro. Súbitamente, ella se sintió arrastrada por un aluvión de recuerdos. Rememoró la estrecha amistad que habían tenido en Rama, así como sus momentos de intimidad cuando Richard desapareció y se lo daba por perdido. Volvió a tocarle la cara.
—¿Y sigues siendo Michael O'Toole —preguntó—, o te convertiste en alguna otra cosa, parte humana y parte alienígena?
Michael se puso de pie sin pronunciar palabra y fue de vuelta a su sillón. Se desplazaba como un atleta, no como un hombre que tenía más de cien años.
—No sé cómo responder a tu pregunta, Nicole. Puedo recordar con claridad todos los detalles de mi niñez en Boston, y toda otra etapa importante de mi vida. Por lo que sé, todavía soy más o menos el mismo…
—Michael sigue estando interesado en extremo por la religión, y por la Creación también —habló Simone por primera vez, después de un prolongado lapso—, pero cambió un poco; todos nosotros fuimos modificados por las experiencias que tuvimos en nuestra vida…
—He seguido siendo un devoto católico apostólico romano —declaró Michael—, y aún digo mis plegarias cotidianas… Pero, naturalmente, mi punto de vista sobre Dios, y sobre la humanidad también, fue alterado de modo drástico por lo que Simone y yo hemos visto… En todo caso, mi fe se vigorizó… debido, básicamente, a mis esclarecedoras charlas con…
Hizo una pausa y miró a Simone, que estaba del otro lado de la habitación.
—En los primeros años, mamá, cuando Michael y yo estábamos solos en el primer Nodo, cerca de Sirio, se presentaron muchas dificultades… únicamente nos teníamos el uno al otro para conversar… Yo todavía era nada más que una chica, y Michael era un hombre maduro… Yo no podía conversar con él sobre física o religión o sobre muchos de sus temas favoritos…
—No hubo problemas de importancia, como comprenderás —dijo Michael—. Así y todo, de una peculiar manera, ambos estábamos solos… Lo que teníamos juntos era notable y enriquecedor… pero ambos necesitábamos algo más, algo adicional…
—La Inteligencia Nodal, o como quiera que debiéramos denominar al poder que nos estaba cuidando, percibió nuestra dificultad. También reconoció que El Águila no podía satisfacer nuestras necesidades individuales. Así que un compañero, como El Águila en cierto sentido, fue creado para cada uno de nosotros.
—Fue un toque de genialidad —comentó Simone— que eliminó la tensión emocional que estaba amenazando nuestro matrimonio perfecto. Cuando San Michael…
—Permíteme contarlo, querida, por favor —la interrumpió Michael—. Una noche, casi dos años después que tú y los demás hubieron partido, Simone estaba en el dormitorio del departamento, amamantando a Katya, cuando alguien golpeó a la puerta… Supuse que era El Águila… Cuando abrí la puerta, un joven de cabello negro enrulado y ojos azules, una reconstrucción perfecta de San Miguel de Siena, estaba ahí parado. Me informó que El Águila ya no interactuaría con nosotros y que él sería mi nuevo intermediario con la inteligencia que regía El Nodo…
—San Michael —intervino Simone— venía equipado con un vasto conjunto de conocimientos sobre historia de la Tierra, catolicismo y física, y todos los demás temas sobre los cuales yo era totalmente ignorante…
—Amén del hecho —agregó Michael, levantándose de su sillón— de que estaba dispuesto a responder preguntas sobre lo que estaba ocurriendo en tomo de nosotros en El Nodo… No es que El Águila no lo hubiera estado, sino que San Michael era mucho más cálido, más personal; la situación era como si a él lo hubieran enviado ellos, o Dios, para que pudiese acompañar mi mente.
La mirada de Nicole iba alternativamente de Michael a Simone. El rostro de Michael estaba totalmente iluminado. Su fervor religioso no ha menguado, pensó Nicole. Tan sólo se le ha dado una nueva dirección.
—¿Y este personaje, San Michael, anda todavía por aquí? —preguntó, tomando el último sorbo de su café.
—Sin la menor duda —afirmó Michael—. No se lo presentamos a Patrick, el tiempo era demasiado escaso, como ya dijo Simone, pero queremos, decididamente, que tú lo conozcas. —Michael cruzó la habitación, súbitamente burbujeante de energía—. ¿Recuerdas todas esas infinitas preguntas que Richard solía formular, respecto de quién fabricó El Nodo y Rama y de cuál era el propósito de esto y de aquello? San Michael sabe todas las respuestas… ¡y explica todo con tanta elocuencia!
—¡Dios bendito! —exclamó Nicole, con un leve dejo de sarcasmo—, por lo que se oye de él parece ser fantástico… Demasiado bueno para ser verdad… ¿Cuándo tendré el privilegio de conocerlo?
—Ahora mismo, si lo deseas —dijo Michael O'Toole, expectante.
—Muy bien —aceptó Nicole, ahogando un bostezo—. Pero recuerden que soy una vieja cansada, achacosa y excéntrica… No puedo permanecer despierta para siempre.
Michael caminó ágilmente hasta la puerta más alejada del estudio.
—San Michael —llamó—, ¿podrías entrar, por favor, y conocer a Nicole, la madre de Simone?
Pocos segundos después, lo que parecía ser un joven sacerdote humano de poco más de veinte años, vestido con una sotana azul oscuro, ingresó en la habitación y cruzó hasta la silla de ruedas de Nicole.
Estoy encantado —dijo, con una sonrisa beatífica—. He oído hablar de ti durante años.
Nicole extendió la mano y estudió resueltamente al alienígena. No había nada, que ella pudiera ver, que identificara a ese individuo como algo que no fuese un ser humano. Mi Dios, pensó rápidamente. No sólo su tecnología es fantástica sino, también, su velocidad de aprendizaje es vertiginosa.
—Y ahora, dejemos una cosa en claro desde el comienzo —le dijo a San Michael con sonrisa irónica—. Hay demasiados Migueles acá[18]. No pienso referirme a ti como San Michael. No es mi estilo. ¿Debo llamarte simplemente San o Mike o hasta Mickey…? ¿Qué prefieres?
—Cuando ambos están cerca, a mi marido lo llamo Michael Mayor —terció Simone—. Eso parece funcionar muy bien.
—Muy bien —aceptó Nicole—. Como decía siempre Richard, «Donde estuvieres…». Siéntate, Michael, aquí, cerca de mi silla de ruedas… Michael Mayor te ensalzó de tal manera que no quiero que mi mala audición sea la causa de que pierda alguna de tus perlas de sabiduría.
—Gracias, Nicole —dijo San Michael, sonriendo a su vez—. Michael y Simone también alabaron tus virtudes, pero es obvio que subestimaron la agudeza de tu ingenio.
Y tiene personalidad también, pensó Nicole. ¿Es que nunca dejarán de ocurrir milagros?
Una hora más tarde, después que Simone la hubo ayudado a meterse en la cama de la habitación para huéspedes, al final del vestíbulo, Nicole estaba tendida de costado, mirando con fijeza hacia la ventana. Aunque estaba muy cansada, no podía dormir. Su mente estaba demasiado activa, recorriendo una y otra vez los sucesos del día.
A lo mejor debo tocar el timbre para pedir algo que me ayude a dormir, pensaba, palpando con la mano, de manera automática, el botón que había en la mesa de al lado de la cama. Simone dijo que San Michael vendría si yo lo llamara. Y que él podía hacer cualquier cosa que hiciera El Águila. Una vez que se aseguró de que verdaderamente podía solicitar ayuda si le persistía el insomnio, volvió a adoptar la postura que le era más cómoda para dormir y permitió que su mente vagara en libertad.
Sus pensamientos se concentraron en lo que había visto u oído desde su llegada a ese aislado enclave en el que vivían Michael, Simone y su familia. San Michael explicó que esa seudo Nueva Inglaterra era una pequeña sección dentro del módulo de habitación de El Nodo, y que en las proximidades había otros varios centenares de especies residentes semipermanentes. ¿Por qué, le preguntó ella, Michael Mayor y Simone habían optado por llevar una existencia cotidiana separada de todos los demás?
—Durante años —respondió Michael O'Toole— vivimos en un ambiente con muchas especies. En efecto, tanto durante como después que hubieran nacido nuestros cuatro hijos traídos en forma natural, se nos trasladaba violentamente, o así parecía, de un sitio a otro, sometiendo a prueba nuestra capacidad de adaptación, así como nuestra compatibilidad, con una amplia gama de otras especies vegetales y animales… En aquel entonces, San Michael confirmó lo que ya sospechábamos, o sea, que, intencionalmente, nuestros anfitriones nos estaban exponiendo a diversidad de ambientes, para reunir más información sobre nosotros… Cada nueva localidad era otro desafío…
Michael Mayor dejó de hablar durante un momento, como si estuviera librando una batalla con sus emociones.
—Las penurias psicológicas fueron enormes en aquellos primeros tiempos. No bien nos adaptábamos a un conjunto dado de condiciones de vida, nos las alteraban bruscamente… Sigo teniendo la convicción de que la muerte de Darren no se habría producido si todo no hubiera sido tan extraño en ese mundo subterráneo… Y casi perdimos a Katya, en otra ocasión, cuando tenía sólo dos años, más o menos, y un ser marino parecido a un calamar confundió su curiosidad con un acto de agresión…
—Después que nos pusieron a dormir la segunda vez —intervino Simone—, y se nos transportó a este Nodo, tanto Michael como yo estábamos agotados por los años de ensayos. Los hijos ya habían crecido y empezaban a tener sus propias familias; solicitamos, y se nos concedió, algo de vida privada…
—Todavía salimos al otro mundo —añadió Michael—, pero interactuamos con los exóticos seres de distantes sistemas estelares porque queremos, no porque sea una necesidad… San Michael nos mantiene informados regularmente sobre las idas y venidas de los seres parecidos a pelotas de básquet, de los que avanzan dando saltos hasta el cielo y de las tortugas voladoras. Él es nuestra ventana de información hacia el resto de El Nodo.
San Miguel es extraordinario, pensó Nicole, y mucho más evolucionado aun que El Águila mismo. Responde a todas las preguntas con tal certeza… pero hay algo en él que me hace dudar. ¿Son todas esas respuestas tajantes, sobre Dios y el origen y el destino del universo, realmente correctas, o es que, de alguna manera, a San Michael se lo programó, sobre la base de la fuerza del amor de Michael por los procesos catequísticos, para que sea su perfecto acompañante alienígena?
Se volvió en la cama y consideró su propia relación con El Águila. A lo mejor simplemente estoy celosa porque Michael parece haber aprendido tanto… y El Águila no estaba dispuesto, o no estaba en situación, de responder a mis preguntas… Pero, ¿quién empieza mejor, el niño que tiene un mentor que todo lo sabe y todo lo dice, o aquel cuyo maestro lo ayuda a encontrar sus propias respuestas…? No lo sé… No lo sé… Pero lo que hizo San Michael en el caballete fue toda una demostración.
—¿No ves, Nicole —por enésima vez, Michael Mayor se levantó de un salto de su sillón—, que todos estamos participando del gran experimento de Dios? Todo este universo, no sólo nuestra propia galaxia, sino todas las galaxias que se extienden hasta los confines de los cielos, le suministrarán un solo dato local a Dios… Él, Ella o Eso está buscando la perfección, para que todo ese pequeño conjunto de parámetros iniciales, una vez que el universo sea puesto en movimiento por la transformación de energía en materia, evolucione, en el transcurso de miles de millones de años, hasta dar una sola armonía perfecta, un testimonio de la consumada habilidad del Creador…
Nicole tuvo algo de dificultad para seguir los cálculos de matemática superior, pero entendió en verdad el meollo de los diagramas que San Michael había trazado en el caballete del estudio.
—¿Así que en este momento —le había dicho al alienígena de cabello rizado y ojos azules— existen incontables universos más que están evolucionando, cada uno comenzado por Dios con diferentes condiciones iniciales y, de alguna manera, Dios los metió a ti, El Águila, El Nodo y Rama adentro de este proceso de evolución en particular, para que obtuvieran información? ¿Y que el propósito de todo esto es que Dios pueda definir alguna estructura matemática, relacionada con la Creación, que siempre produzca un resultado armonioso?
—Exactamente —respondió San Michael. Una vez más, señaló el diagrama que había sobre el caballete—. Imagina que este sistema de coordenadas que tracé es una representación simbólica, en dos dimensiones, de la hipersuperficie disponible de parámetros que definen el instante de la Creación, el momento en que a la energía por vez primera se la transformó en materia. Cualquier ordenamiento o vector que represente un conjunto específico de condiciones iniciales para el universo se puede representar como un solo punto en mi diagrama. Lo que Dios está, y ha estado, buscando, es un conjunto denso y acotado muy especial, situado en esta hipersuperficie matemática. Este conjunto especial que Él está buscando tiene la propiedad de que cualquiera de sus elementos, es decir, cualquier ordenamiento de condiciones correspondiente al instante de la Creación, elegido de dentro de este conjunto, producirá un universo que, con el tiempo, termine en armonía.
—Crear un universo que concluya con todos los seres vivientes proclamando la gloria de Dios es un problema casi imposible —declaró Michael Mayor—. Si no hay suficiente materia, la explosión y la inflación del instante de la Creación redunda en un universo que se expande para siempre, sin interacción suficiente de los componentes individuales, durante la evolución, como para producir y mantener la vida. Si hay demasiada materia, entonces el tiempo es insuficiente como para que la vida y la inteligencia se desarrollen plenamente antes que la gravedad ocasione el Gran Colapso que ponga fin al universo.
—El caos confunde también a Dios —explicó San Michael—. El caos es un derivado de todas las leyes físicas que rigen la evolución de cualquier universo que se haya creado. Evita la predicción precisa del resultado de procesos en gran escala, de modo que, a priori, Dios no puede calcular simplemente lo que va a ocurrir en el futuro y, en consecuencia, aislar, mediante técnicas analíticas, las zonas de armonía… La experimentación es el único camino posible para que Él descubra lo que está buscando…
—La estructura que se opone al designio de Dios es abrumadora —añadió Michael Mayor—. Para que Dios pueda alcanzar el éxito, no sólo la vida y la inteligencia tienen que evolucionar, a partir de partículas subatómicas en bruto convertidas en átomos merced a cataclismos estelares, sino que, también, esta vida debe alcanzar un nivel, tanto de autoconocimiento espiritual como de capacidad tecnológica, que pueda transformar activamente todo lo que la rodea…
Así que Dios, pensaba Nicole en su habitación, recordando la discusión, es el diseñador en última instancia, el ingeniero en última instancia. Él, o Ella, le da forma al momento de la Creación de una manera tal que, miles de millones de años después, seres vivos den fe de la maravilla de la Creación…
—Hay una parte de esto que sigo sin entender —había dicho Nicole a los dos Michael y a Simone, cerca del final de la velada—. ¿Por qué debe Dios crear tantos universos para conducir su experimento? Una vez que se comprobó la existencia de un resultado armonioso, ¿la tarea no se vuelve fácil? ¿No se puede, simplemente, repetir las condiciones iniciales que se dieron para ese universo?
—Ese no es un problema suficientemente difícil para Dios —le respondió San Michael—. Dios desea saber la extensión de la zona de armonía en la hipersuperficie de los parámetros de la Creación, así como todas las características matemáticas de la zona… Además, no creo que ya aprecies el alcance del problema de Dios. Nada más que una fracción minúscula de todos los universos posibles puede culminar en forma armoniosa. El resultado natural de la transformación de energía en materia es un universo que no tiene vida en absoluto o, en el mejor de los casos, seres vivos temporales, agresivos, que son más destructores que constructores. Aun una pequeña región de armonía dentro de un universo en evolución es un milagro… Esa es la razón de que toda la empresa sea tal desafío para Dios.
Entonces, Michael Mayor se había vuelto a parar de un salto.
—Lo que Dios está buscando es un universo que, antes de morir en el Gran Colapso, haya alcanzado total armonía. Es decir que cada partícula subatómica de Su creación participe activamente en esa armonía… Durante un tiempo, ni yo mismo podía comprender toda la grandiosidad de este concepto. Entonces, San Michael me habló sobre una especie que hace seres vivos a partir de roca y polvo, como hizo nuestro Dios bíblico, a través de la trasmutación y el reordenamiento de los elementos. La armonía total exige que las especies evolucionadas, como la nuestra, utilicen sus herramientas tecnológicas para transformar las cosas animadas e inanimadas en seres que aporten su contribución a la armonía…
Nicole recordó que, en este punto de la conversación, había anunciado que su mente estaba sobrecargada y que quería ir a dormir. San Michael le pidió que esperara unos pocos minutos más, de modo que él pudiera resumir lo que, según creía, había sido una discusión ligeramente desorganizada. Nicole se mostró de acuerdo.
—Para volver a tu primera pregunta —manifestó San Michael—, cada uno de los Nodos es parte de una inteligencia jerárquica que reúne información en toda esta galaxia en especial. La mayor parte de las galaxias, entre ellas la Vía Láctea, tiene una sola superestación, a la que llamamos el monitor primario, situado en alguna parte cerca del centro de esas galaxias. Al conjunto de los monitores primarios lo creó Dios en el mismo momento en que empezó el universo y, después, lo desplegó para aprender lo más posible sobre el proceso de la evolución. Los Nodos, los Portaaviones y todas las demás estructuras de ingeniería que viste fueron, a su vez, diseñados por el monitor primario. Toda la actividad, incluyendo lo que ha estado ocurriendo desde que la primera espacionave Rama ingresó en tu sistema solar, hace años ya, tiene por objeto el desarrollo de criterios cuantitativos para que los utilice el Creador, lo que permitirá que siguientes universos concluyan en armonía, a pesar de las tendencias hacia el caos de las leyes de la naturaleza.
Nicole había lanzado un silbido.
—Esta conversación me revolvió los sesos por completo —declaró, poniendo en marcha la silla de ruedas—, y ahora estoy agotada.
Pero no tan agotada como para poder dormir, pensó. ¿Cómo puede alguien dormir, después que se le ha explicado el propósito del universo? No puedo imaginar lo que Richard habría dicho después de esa charla… Una buena teoría quizá, pero… Richard habría apreciado a San Michael, pero habría tenido centenares de preguntas… Nos habríamos hecho el amor no bien hubiéramos regresado a la habitación y, después, habríamos conversado toda la noche…
Bostezó y se puso de costado para ingresar lentamente en el sueño.