Controversia local 3
—Barbara Cassin piensa entonces: Sólo tú (Alain) puedes mencionar así a Badiou y Cassin; yo no, desde luego, porque escribo como una mujer y no sé emitir un discurso de maestro, en general. ¿Ha de merecer esto, acaso, una nota o una observación introductoria sobre el emplazamiento de nuestras cuatro manos?
—Alain Badiou: Se admitirá, con Lacan, que en la tipología de los discursos el del histérico (que exige un saber y al mismo tiempo rechaza la autoridad de éste para llevarlo más allá) parece superponerse con mayor facilidad a una posición femenina que aquel del maestro, que instaura por su propia autoridad un significante fundamental y pretende asegurar su influjo sobre todas sus consecuencias. La «masculinidad» especulativa es entonces vulnerable al dogmatismo, mientras que la «feminidad», crítica y performativa, es vulnerable al torbellino de los juicios infundados. Sostengo, claro está, que en las circunstancias presentes hay que afirmarse en las verdades, su existencia, sus consecuencias, en vista de que la circulación y la comunicación de las opiniones hacen del más esencial de nuestros fetiches intelectuales, la «libertad de opinión», el sitio privilegiado de la nada. Decir «Cassin y Badiou afirman que» se destaca con cierta altura, en efecto, sobre el amistoso, el jovial, el modesto «Barbara Cassin y su amigo y colega Alain Badiou sostendrían de buena gana, con otros, e imaginando con facilidad que se pueda sostener lo contrario, el punto de vista de que…».
Su posición, en el fondo muy simple, es que hay que aceptar la siguiente paradoja: Sí, Heidegger fue nazi, no un nazi de primera importancia, sino un nazi común y corriente, un pequeñoburgués nazi de provincia. Sí, Heidegger es, sin ninguna duda, uno de los filósofos más importantes del siglo XX.
Con esta visión de las cosas, Barbara Cassin y Alain Badiou publicaron en 2007, en la colección «L’Ordre philosophique» de Éditions du Seuil, dirigida a la sazón por ellos, las cartas que Heidegger le había escrito a su mujer, por lo menos aquellas que, dentro de una probable primera selección efectuada por los esposos, habían sido publicadas por su nieta, Gertrud Heidegger.
Cassin y Badiou elaboraron entonces, para dicha publicación, un prefacio titulado «De la correlación creadora entre lo Grande y lo Pequeño», donde se ocupaban no sólo de la paradoja del gran filósofo extraviado en el nazismo, sino también de un aspecto muy llamativo de esa correspondencia, a saber: la relación del mismo gran filósofo con las mujeres. Con su mujer Elfride, naturalmente, pero también con muchas otras de quienes, en el transcurso de su larga vida, había sido amante. Teníamos allí la figura de una pareja atormentada e indestructible, que constituía algo así como una réplica provinciana y alemana de la pareja Sartre-De Beauvoir, francesa y parisina.
Después de diversos episodios jurídicos, ese prefacio fue prohibido a solicitud de los derechohabientes de Heidegger, y los volúmenes de la correspondencia que lo incluían y aún estaban en circulación fueron destruidos.
A diferencia de la correspondencia, el prefacio nos pertenece. Hemos decidido volver a publicarlo, revisado y aumentado, puesto que nuestra posición sobre el «caso Heidegger» y, en términos más generales, sobre las relaciones entre la vida finita de los filósofos y la infinitud latente de su pensamiento, aún hoy muy minoritario, no podría aceptar ese tipo de censura, ya proviniera de una u otra de las posiciones consolidadas o de la vieja alianza entre la familia y la propiedad.
Lo que sigue es, pues, el despliegue de nuestro viejo prefacio.