Alquílate
Péndulos destructivos
Desde la infancia nos educaron para obedecer la voluntad ajena, cumplir las obligaciones, servir a la patria, a la familia, al partido político, a la empresa, al estado, a la idea A cualquiera, pero a uno mismo en último lugar. En cierto grado, cada uno de nosotros tiene la conciencia del deber, de la responsabilidad, de la necesidad, de la culpa. De una u otra forma cada persona «está al servicio» de diferentes grupos y organizaciones: familia, club, universidad, empresa, partido político, estado, etcétera. Todas estas estructuras nacen y se desarrollan cuando los pensamientos y las actitudes de un grupo de personas en particular empiezan a tener la misma orientación. Luego van incorporándose personas nuevas y la estructura crece, coge fuerza, obligando a sus miembros a seguir las reglas establecidas y, en resumidas cuentas, puede apoderarse de gran parte de la sociedad.
A nivel de la realización material, una estructura está compuesta de las personas mancomunadas por los mismos propósitos y objetos materiales, tales como: edificios, muebles, instalaciones, maquinaria, etcétera. Pero, ¿qué hay detrás de todo esto a nivel energético? Una estructura aparece cuando los pensamientos de un grupo de personas se orientan en una dirección, lo cual significa que los parámetros de su energía mental son idénticos. La energía mental de cada persona en particular se une en un único flujo común. Y entonces, en medio del océano de energía se crea una estructura independiente de información energética: el péndulo energético. Esta estructura empieza a obtener vida propia y somete a sus leyes a las personas participantes en su creación.
¿Por qué el péndulo? Porque oscila más fuerte cuanta más gente —partidarios— lo alimenten con su energía. Cada péndulo tiene una frecuencia de oscilación particular. Por ejemplo, un columpio se puede balancear sólo empleando esfuerzos con una determinada frecuencia. Esta frecuencia se denomina frecuencia de resonancia. Si la cantidad de partidarios del péndulo se reduce, su oscilación disminuye. Si se queda sin partidario ninguno, el péndulo se detendrá y morirá como entidad. He aquí algunos ejemplos de péndulos extinguidos: las antiguas religiones paganas, los utensilios de piedra, los antiguos tipos de armas, las antiguas tendencias de moda, los discos de vinilo… En otras palabras, todo lo que hubo antes y no se utiliza.
Tal vez estés sorprendido: ¿y todo eso son péndulos? Sí, cualquier estructura con sus atributos creada mediante la energía mental de las personas es un péndulo. Generalmente, cualquier ser vivo, capaz de emitir energía en una dirección, antes o después, crea péndulos energéticos. He aquí ejemplos de péndulos de naturaleza orgánica: colonias de bacterias, poblaciones de seres vivos, bancos de peces, manadas de animales, macizos forestales, praderas, hormigueros; cualquier estructura de organismos vivos, más o menos homogénea y ordenada.
Cada organismo vivo en particular es un péndulo elemental de por sí, puesto que representa la unidad energética. Cuando un grupo de estos péndulos singulares empieza a oscilar al unísono, se crea un péndulo grupal. Está por encima de sus partidarios como superestructura; existe como estructura particular e independiente y establece reglas para mantener unidos a sus partidarios y atraer a otros. Tal estructura es totalmente independiente, en el sentido de que se desarrolla de modo individual, según sus leyes. Los partidarios no son conscientes de que actúan según las leyes del péndulo y no por su propia voluntad. Por ejemplo: un aparato burocrático se desarrolla como estructura autónoma, independientemente de la voluntad de cada uno de los funcionarios en particular. Por supuesto, un funcionario influyente puede tomar decisiones libres, pero estas decisiones no pueden ir en contra de las leyes del sistema; de otra manera, tal partidario será rechazado. Incluso una persona en singular, en calidad de péndulo, no siempre se da cuenta en sus motivaciones. Por ejemplo, el vampiro energético.
Cualquier péndulo es destructivo por su naturaleza, puesto que les quita la energía a sus partidarios y establece sobre ellos su poder. La destructividad del péndulo se manifiesta en su indiferencia hacia el destino de cada uno de sus partidarios. Su único objetivo es ir obteniendo energía de ellos; para el péndulo no tiene importancia que al partidario mismo eso le resulte útil o no. El hombre que se encuentra bajo el dominio del sistema está obligado a edificar su vida, según las leyes del sistema de lo contrario, el sistema le masticará, y le escupirá fuera.
Una vez que se ha caído bajo la influencia del péndulo destructivo, es muy fácil arruinarse la vida. Y, como regla general, escaparse sin pérdidas es difícil.
Si uno ha tenido suerte, encuentra su sitio dentro del sistema y se siente ahí como pez en el agua. En su papel de partidario, el hombre le da al péndulo su energía, y el péndulo, a su vez, le asegura la subsistencia. En cuanto el partidario empieza a infringir las leyes de la estructura, la frecuencia de su emisión deja de coincidir con la frecuencia de resonancia de oscilaciones del péndulo. Al no poder recibir la energía de este partidario, el péndulo expulsa o aniquila al partidario rebelde.
Si al hombre se le llevó lejos de líneas que le favorecen, su vida dentro de la estructura del péndulo ajeno se convierte en un presidio o una existencia lamentable. Para este partidario, éste se convierte en un péndulo completamente destructivo. El hombre que ha caído bajo su influencia pierde la libertad; está obligado a vivir según las leyes impuestas y se convierte en una pequeña pieza dentro del engranaje, le guste o no.
Sin embargo, el hombre puede estar bajo el dominio de un péndulo y lograr grandes éxitos. Napoleón, Hitler, Stalin y otras figuras semejantes, todos son favoritos de los péndulos destructivos. Aún así, los péndulos de este tipo nunca se preocupan por el bienestar de sus partidarios, únicamente los están utilizando para sus fines. Cuando le preguntaron a Napoleón si fue verdaderamente feliz en algún momento, sólo pudo recordar unos pocos días de toda su vida.
Un péndulo siempre utiliza técnicas muy sutiles para atraer a más partidarios, que llegan a él volando como si fueran polillas atraídas por la luz. A menudo una persona, al dejarse llevar por los truquitos publicitarios del péndulo, se aleja mucho de su suerte ¡a la que tenía tan cerca! Entra en el ejército y muere. Se matricula en un centro de enseñanza y en vano adquiere una profesión que no le gusta. Encuentra un empleo que parece prestigioso, pero le es ajeno, y se hunde en un cenagal de problemas. Une su vida con una persona desconocida y luego sufre.
Muy a menudo, la actitud del péndulo lleva a la destrucción la vida de sus partidarios, a pesar de que intenta disimular sus verdaderos motivos disfrazándose con toda clase de máscaras morales. Para el hombre sometido a la influencia de un péndulo destructivo, el principal peligro consiste en que el péndulo desvía a su víctima de las líneas de la vida en las que el hombre puede encontrar su felicidad. Destacamos los principales indicios de un péndulo destructivo.
- El péndulo se alimenta de la energía de sus partidarios y a cuenta de eso aumenta la amplitud de su oscilación.
- El péndulo pretende atraer a tantos partidarios como sea posible para conseguir la máxima energía posible.
- El péndulo contrapone el grupo de sus partidarios a los otros grupos: «Nosotros somos buenos, y los otros son malos».
- El péndulo inculpa con mucha agresión a cualquiera que no haya querido ser su partidario, e intenta neutralizarlo o eliminarlo.
- El péndulo juega con los sentimientos humanos; se esconde detrás de máscaras venerables y atractivas; se encubre con objetivos elevados a fin de justificar su actividad y conquistar a tantos partidarios como pueda.
El péndulo, en realidad, es un egregor[2] pero esto todavía no lo explica todo. El concepto de «egregor» no refleja todo el complejo de matices de la interacción del hombre con las entidades de información energética: los péndulos. En la vida de un hombre, los péndulos juegan un papel mucho más importante de lo que se cree.
El siguiente ejemplo puede demostrarnos cómo consume el péndulo la energía de sus partidarios. Imagínate un estadio lleno de espectadores. El partido de fútbol se pone muy tenso, se caldea la pasión, los hinchas alborotan. Un jugador comete una falta imperdonable que lleva a su equipo a la derrota. Sobre el jugador cae una tempestad de indignación de los espectadores; están a punto de destrozarle. ¿Puedes imaginar cuánta energía negativa cae sobre la cabeza del pobre desgraciado? De este golpe tan colosal el jugador debería morir enseguida. Pero no es así: él sigue vivo y sano, aunque deprimido por la conciencia de su culpa. ¿Dónde se metió la energía negativa dirigida al jugador? Lo ha cogido el péndulo. De no ser así, el objeto del odio de la multitud moriría y su ídolo volaría por los aires.
No me comprometo a juzgar si el péndulo es una esencia animada o simplemente es una forma energética. Para la técnica del Transurfing, eso no tiene ninguna importancia. Lo importante es que sepas reconocer el péndulo y no aceptes su juego sin aprovecharla. Reconocer el péndulo destructivo es muy fácil, por un indicio muy distintivo. Él siempre compite con sus semejantes en la lucha por personas. Y su único objetivo es apoderarse de la máxima cantidad posible de partidarios, para conseguir la mayor energía posible.
Cuanto mayor sea la agresividad con que actúa el péndulo, más destructivo será, lo cual significa que representa más peligro para el destino de una persona en particular.
Puedes contrarreplicar que existen organizaciones benéficas, asociaciones protectoras de la naturaleza, de los animales y muchas otras. ¿Qué tienen éstas de destructivo?
Para ti en particular, lo quieras o no, que los péndulos destructivos se alimentan de tu energía. Y no les importa tu felicidad ni tu bienestar. Te invitan a ser misericordioso con los demás, pero se mantienen indiferentes respecto a ti. Si esto te conviene y te sientes verdaderamente feliz realizando ese tipo de trabajo, se puede decir que has descubierto tu vocación y encontrado tu péndulo. Pero en eso tendrás que ser muy sincero contigo mismo: ¿no llevas la máscara de bienhechor? ¿De verdad estás dando tu energía y tu dinero para el bien de los demás o sólo juegas a la beneficencia para así parecer mejor?
Los péndulos destructivos han hecho perder a las personas la costumbre de elegir su destino. Porque si el hombre fuese libre de elegir, obtendría la independencia y los péndulos no le podrían convertir en su partidario. Nuestra conciencia está tan acostumbrada a que la suerte sea algo predeterminado que nos resulta muy difícil creernos capaces de elegir simplemente, el destino a nuestro agrado. A los péndulos les conviene mantener a sus partidarios bajo control; por tanto, inventan cualquier medio para manipular a sus servidores. En lo que sigue a continuación verás con más claridad cómo lo hacen.
El Transurfing también puede convertirse en un péndulo, si hacemos de él un culto, un movimiento o una escuela. Por supuesto, Los diferentes péndulos son destructivos en diferentes grados. Pero el Transurfing, aún en el peor de los casos, puede ser menos destructivo, pues no sirve para cualquier objetivo ajeno y común, sino exclusivamente para el bienestar de cada uno de los individuos. Sería un péndulo bastante inusual, como una comunidad de los individualistas que ocuparan únicamente de su destino. Por cierto, aquí tienes los deberes: «¿Qué péndulos pueden ser considerados constructivos?».
Pero, ¿para qué te estoy contando todo eso? Para explicarte lo que significa elegir el destino y cómo hay que hacerlo. Ten paciencia, querido lector; no todo es tan fácil, pero poco a poco la situación empezará a aclararse.
Batalla de los péndulos
La principal característica distintiva de un péndulo destructivo es tratar de destruir agresivamente a los otros péndulos para atraer a las personas a su bando. Para eso azuza continuamente a sus partidarios contra los de los otros péndulos: «¡Somos así y ellos son de otra manera! ¡Son malos!». Las personas sometidas a esta lucha se desvían de su camino y se dirigen hacia objetivos falsos, a los que erróneamente interpretan, como suyos. Y en eso se manifiesta la destructividad de los péndulos. La lucha contra los otros partidarios es infructuosa y lleva a la ruina tanto la vida propia como la ajena.
Veamos la manifestación extrema de lucha por los partidarios: la guerra. Para convencer a sus partidarios ir a la guerra, el péndulo les proporciona argumentos correspondientes a una época concreta de la historia. El método más primitivo que se utilizaba antiguamente era, simplemente, dar órdenes de quitar a los demás lo que les pertenecía. Según la sociedad se convertía en más civilizada, los argumentos se tornaban más refinados. Una nación se proclama superior y a las otras, deficientes. El objetivo bueno es levantar a estos pueblos poco desarrollados a un nivel superior y, si éstos se oponen, utilizar la fuerza. Y las concepciones modernas de la guerra tienen aproximadamente el siguiente aspecto: en un árbol del bosque hay suspendida una colmena. Ahí viven las abejas salvajes, extraen su miel y educan a sus hijitos. He aquí que un péndulo se acerca a la colmena y proclama a sus partidarios: «Éstas son abejas salvajes; son muy peligrosas, por lo que debemos exterminarlas o, al menos, devastar su colmena. ¿No me creéis? ¡Mirad!». Y empieza a remover la colmena con un palo. Las abejas salen de su refugio y comienzan a picar a los partidarios. El péndulo canta victoria: «¡Ya veis qué agresivas son! Hay que exterminarlas».
Por muy justificativas que sean las consignas con que se encubren las guerras y las revoluciones, su esencia siempre es la misma: una lucha de los péndulos por los partidarios. Las formas de batallas puedan ser diferentes, pero el único objetivo siempre es conquistar el mayor número posible de partidarios. Los nuevos miembros son una necesidad vital para el péndulo; sin éstos se detendrá, por lo que la batalla de los péndulos es una lucha por la existencia natural e inevitable.
Además de las guerras y revoluciones, hay otras formas de batalla menos agresivas, pero suficientemente duras. Por ejemplo, la lucha por los mercados, la rivalidad de los partidos políticos, la competencia económica, cualquier tipo de marketing, las campañas de publicidad, la propaganda ideológica, etcétera. El ambiente de la existencia humana está construido sobre los péndulos, por lo que todos los campos de actividad están envueltos en competencia. La competencia existe en todos los niveles, empezando por las disputas gubernamentales y terminando por los campeonatos entre equipos de clubes o individuos.
Lo nuevo, lo extraordinario, lo incomprensible siempre se abre camino con mucha dificultad. ¿Por qué será? ¿Será sólo por la inercia de la mentalidad? La causa principal está en que a los péndulos antiguos les resulta muy desventajosa la aparición de un novato que arrastre a los partidarios a su bando. Por ejemplo: los motores de combustión interna que contaminan mucho la atmósfera de las ciudades podrían haber quedado atrás hace mucho tiempo, puesto que ya existe una multitud de modelos de motores alternativos y ecológicamente limpios. Sin embargo, estos nuevos modelos amenazan de muerte a los péndulos de corporaciones petroleras, y éstas aún son demasiado fuertes como para permitir que tales inventores les retiren del escenario con tanta facilidad. Todo llega a tal punto que estos monstruos, literalmente, compran las patentes de modelos de motores nuevos y los mantienen en secreto, anunciando la baja efectividad de los inventos.
Construyendo su estructura a nivel material, los péndulos fortalecen su situación con los recursos financieros, construcciones, instalaciones, maquinaria y, por supuesto, con los recursos humanos. En la cima de las pirámides humanas se designan los favoritos del péndulo. Los favoritos son dirigentes de todos los rangos, desde los jefes menores hasta el presidente de cada nación. No es necesario que tengan capacidades extraordinarias. Como regla general, son aquellos partidarios cuyos parámetros se encajan de manera óptima con la estructura del péndulo. Al favorito le puede parecer que ha conseguido grandes logros en su vida exclusivamente gracias a sus cualidades personales. En cierto modo es así, pero la mayor parte del trabajo de promoción de sus privilegiados la hace la estructura de péndulo autoorganizativo. Si los parámetros del favorito dejan de corresponderse con las exigencias del sistema, le eliminan despiadadamente.
Una batalla de péndulos es destructiva para sus partidarios, en cuanto a éstos les parece que, al cumplir la voluntad suprema, actúan según su propia convicción, cuando en la mayoría de los casos, la convicción de los partidarios está dominada por los péndulos. En cuanto una persona se sintoniza con la frecuencia del péndulo, a nivel de energía surge interacción entre esta persona y el péndulo. La frecuencia de emisión de energía mental del partidario se fija y se mantiene con la energía del péndulo. Surge una especie de apoderamiento, un lazo con conexión inversa. El partidario emite en la frecuencia de resonancia del péndulo, y éste, a su vez, también le alimenta con un poco de su energía para conservar la influencia sobre este partidario.
A nivel de realización material, la interacción entre el péndulo y un partidario se puede observar en una situación muy habitual.
Por ejemplo, el péndulo de un partido político lleva adelante su propaganda, engancha al partidario y le suministra algo de energía en forma de sensación de tener la verdad de su parte, satisfacción, dignidad e importancia. Al partidario le parece que él tiene control sobre la situación, que puede elegir. En realidad, le eligieron a él y sobre él establecieron el control. Desde fuera, el partidario parece convencido de estar realizando su propia voluntad. Sin embargo, esta voluntad, artificial e imperceptiblemente, se la impuso el péndulo. El partidario se encuentra en el campo de información del péndulo, habla con sus semejantes sobre los temas «calientes», entra en la relación energética y de ésta manera fija su frecuencia. Luego puede que defrauden sus esperanzas: aparecen pensamientos contra el ex ídolo y la frecuencia de emisión sale del lazo de apoderamiento. La fuerza del apoderamiento varía según el grado de poder del péndulo.
En unos casos al partidario se le permite marcharse, simplemente; en otros, a semejante hereje pueden privarle de la libertad o de la vida.
El apoderamiento de frecuencia se puede mostrar con el siguiente ejemplo ilustrativo. Canturreas para ti cualquier melodía. En ese momento oyes otra música a volumen alto. Ahora, al oír otra melodía, te resultará muy difícil seguir canturreando la melodía anterior.
Para los objetivos del Transurfing no importa de qué manera se realice la interacción entre el péndulo y el partidario a nivel de energía. Examinaremos esta interacción utilizando un modelo simplificado en su concepto común. Con esto será suficiente. Nadie podrá explicar con más detalles y precisión qué y cómo sucede en realidad, porque entonces surgirá la pregunta: «¿Y qué es lo que debemos de comprender como “en realidad”?». Y etcétera, conforme a la infinidad del proceso de conocimiento. Es una labor ingrata. Por ende, debemos satisfacernos con lo poco que tenemos y entusiasmarnos porque, a pesar de todo, aún somos capaces de comprender algo. Veamos cómo manipulan los péndulos a sus partidarios.
Hilos de las marionetas
Vamos a plantearnos una pregunta: «¿Cómo pueden los péndulos obligar a sus partidarios a entregarles voluntariamente la energía?». Por ejemplo, un péndulo grande y poderoso puede obligar a sus partidarios actuar según las reglas establecidas. Pero ¿cómo lo hacen los péndulos débiles? Cuando un hombre no tiene suficiente poder para obligar a otro a que haga algo, utiliza argumentos sensatos, persuasión, exhortación, promesas. Son todos métodos muy débiles, inherentes exclusivamente a la sociedad humana, apartada de las fuerzas naturales. A veces los péndulos también utilizan estos métodos; asimismo tienen armas mucho más potentes. Los péndulos son entidades de energía informativos, por lo que obedecen y actúan según las leyes poderosas e irrevocables de la existencia de este mundo.
El hombre le da su energía al péndulo cuando emite la energía mental en la frecuencia de resonancia de éste. Para eso no es necesario que dirija con intención sus pensamientos a favor del péndulo. Como tú mismo comprendes, la mayor parte de pensamientos y actos de las personas está en el dominio de inconsciente. Los péndulos utilizan precisamente esta propiedad de la mentalidad humana y consiguen la energía, no sólo de sus partidarios: se las ingenian para obtenerla también de sus adversarios fervientes. Tal vez ya estás intuyendo de qué manera.
Imagínate un grupo de viejecitas en un banco, echando pestes contra el gobierno del país. Las viejecitas no son partidarias del péndulo del gobierno; lo odian por una serie de razones. Sin embargo, ¿qué es lo que ocurre? Las viejecitas maldicen el gobierno: lo mediocre, corrupto, cínico y estúpido que es. De esta manera, ellas emiten intensivamente su energía mental en la frecuencia de este péndulo. Pero al péndulo, en realidad, no le importa desde qué lado lo mecen. Le resulta tan válida la energía positiva como la negativa; lo importante que esta frecuencia de emisión sea la de su resonancia.
Por tanto, el objetivo principal de un péndulo es enganchar, tocar al hombre en lo vivo no importa de qué manera, con tal de poder ocupar sus pensamientos. Con la aparición de los medios de comunicación, los métodos de los péndulos se hacen cada vez más refinados. El hombre se encuentra en una fuerte dependencia. ¿Has notado que en los informativos normalmente predominan las malas noticias? Estas provocan emociones fuertes: inquietud, miedo, indignación, cólera, odio. El objetivo de los corresponsales es atraer la atención. Los medios de información, al ser péndulos por sí mismos, están al servicio de los péndulos más poderosos. El objetivo proclamado es el libre acceso a cualquier información. Pero el verdadero propósito consiste en sintonizarse de todas las maneras posibles con las frecuencias necesarias.
Uno de los métodos preferidos de un péndulo para obtener el acceso a tu energía es sacarte del equilibrio. Al desviarte del equilibrio empiezas a «balancearte» en la frecuencia del péndulo y de este modo le oscilas a él. Supongamos que los precios han subido. Reaccionas negativamente: empiezas a indignarte, a quejarte, a intercambiar información con tus conocidos. Una reacción bastante corriente y adecuada. Pero es justo lo que espera el péndulo. Emites energía negativa hacia el mundo circundante en la frecuencia del péndulo, él recibe la energía y oscila más fuerte: la situación se agrava.
El hilo más fuerte por el que un péndulo puede tirar de ti es el miedo. Es el sentimiento más antiguo y más fuerte. No importa a qué temas, exactamente, pero si tu miedo está relacionado con cualquier aspecto del péndulo, él recibirá tu energía. La inquietud y la angustia son los hilos más débiles, pero todavía son lo bastante resistentes. Estos sentimientos fijan bien fuerte la emisión de energía mental en la frecuencia del péndulo. Si te inquietas por algo, te cuesta mucho concentrarte en otra cosa.
El sentimiento de culpabilidad también es uno de los canales más amplios por los que el péndulo extrae la energía de ti. Este sentimiento nos lo imponen desde la infancia. Es un método de manipulación muy cómodo: «Si la culpa es tuya, harás lo que yo te diga». Vivir con una sensación de culpa es muy incómodo, por lo que las personas intentan librarse de ella. ¿Pero de qué manera? Sufrir un castigo o pagar la culpa con el propio trabajo. Tanto una cosa como la otra suponen sumisión, obediencia y trabajo de los pensamientos en una dirección determinada. La sensación del deber es un caso particular de sensación de culpa.
Debes, por ende estás constreñido a algo, obligado a cumplir. Como resultado, los «culpables», tanto verdaderos como imaginados, caminan cabizbajos, arrastrando los pies, y llevan al péndulo su diezmo en forma de energía. La culpabilidad inducida, imbuida, es el arma predilecta de los manipuladores. De ella volveremos a hablar.
Debemos señalar especialmente los complejos psicológicos de todo tipo. El complejo de inferioridad: soy de aspecto poco atractivo, no tengo capacidades ni talento, me falta sentido del humor o gracia, no sé relacionarme con la gente, no valgo para nada. El complejo de la culpabilidad: soy culpable de algo, todos me están juzgando mal, debo llevar mi cruz. El complejo de guerrero: debo ser muy duro, declaro la guerra contra mí y contra todos los que me rodean, lucharé para conseguir mi sitio bajo el sol, tomaré lo mío con fuerza. El complejo de amante de la verdad: a cualquier precio demostraré mi razón y demostraré a los demás que ellos no tienen razón. Estos y otros complejos son las llaves personales de acceso a la energía de cada persona. El péndulo, tocando al hombre en lo vivo, le saca la energía intensivamente.
Tú mismo puedes continuar la lista de los hilos con los que los péndulos tiran de sus marionetas: justicia, orgullo, vanidad, honra, amor, odio, avaricia, generosidad, curiosidad, interés, hambre…, y los demás sentimientos y necesidades. Los sentimientos y el interés permiten fijar el flujo de los pensamientos en una dirección determinada. Si un tema no despierta el interés ni las emociones, es muy difícil concentrarse en él. Por eso los péndulos se apoderan del flujo de los pensamientos hiriendo los sentimientos y las necesidades del hombre.
A la irritación externa, como norma general, las personas reaccionan de una manera estándar. Las noticias negativas producen un disgusto; las noticias alarmantes, una reacción de inquietud o miedo; la ofensa provoca aversión, etcétera. Las costumbres sirven de palanca de arranque para poner en marcha el mecanismo de apoderamiento. Como, por ejemplo, la costumbre de irritarse o inquietarse por cualquier motivo poco importante; replicar a la provocación; en resumen, responder con una reacción negativa a un irritante negativo. El hombre puede ser consciente de que los pensamientos negativos no conducen a nada bueno, no obstante, por costumbre comete los mismos viejos errores.
De esta manera, las costumbres frecuentemente crean problemas y obligan a actuar de modo ineficaz; librarse de estos hábitos resulta muy difícil. Todas esas costumbres son una ilusión del confort. El hombre confía más en lo que conoce desde siempre. Todo lo nuevo le despierta recelos. Lo viejo y lo acostumbrado ha adquirido su reputación con la experiencia. Es como el viejo sillón donde te gusta descansar después del trabajo. Tal vez el nuevo sea más cómodo, pero el viejo es más acogedor.
El confort se caracteriza por conceptos tales como comodidad, confianza, la experiencia positiva, lo predecible. Lo nuevo posee a estas cualidades en un grado mucho menor, por lo que se requiere mucho más tiempo para que la nueva costumbre se convierta en una costumbre vieja.
Y bien, en términos generales hemos examinado los métodos de influencia de los péndulos sobre las personas. ¿Será posible para el hombre deshacerse de la influencia del péndulo? Sobre los métodos de liberación hablaremos más adelante. También sucede con frecuencia que se alguien subleva y se alza abiertamente contra el péndulo avasallador. En tal duelo, el hombre siempre sufre la derrota. El péndulo puede ser vencido sólo por otro péndulo. Un hombre no es capaz de hacer nada. Si desobedece y empieza la lucha, sólo perderá la energía y, en el mejor de los casos, será arrojado fuera de las bandas del sistema; en el peor, será aplastado. El partidario que se atreve a infringir las reglas establecidas por el péndulo se proclama fuera de la ley. Desde el exterior se revela un desequilibrio causado por su acto. En realidad, la culpa no consiste en el acto en sí, sino en que el partidario se insubordinó, lo cual significa que dejó de suministrar energía al péndulo.
¿Por qué a la «cabeza agachada no la corta la espada»[3] Porque el hombre que aceptó la culpa está totalmente dispuesto a someterse al poder del péndulo. Para el péndulo no tiene ninguna importancia el arrepentimiento del partidario por el acto cometido. Le importa sólo el restablecimiento del control perdido. El péndulo enseguida se muestra más bondadoso, si le dejas la posibilidad de que te manipule. Y si el culpable no se somete, se le puede suprimir, pues ya no habrá nada que sacar de él. Los auténticos motivos de un péndulo, normalmente, se enmascaran con los principios morales. Al parecer, el arrepentido del hecho no es tan malvado. Puedes distinguir fácilmente por ti mismo dónde está actuando el principio moral y dónde se afectan los intereses del sistema, si recuerdas siempre qué es lo que representan los péndulos en sí y cuáles son sus verdaderos objetivos.
Obtienes lo que no quieres
Como ya habíamos hablado más arriba, los péndulos pueden recibir la energía tanto de sus partidarios como de sus adversarios. Pero la pérdida de la energía aún no es un mal tan grande. Si el péndulo es destructivo en un grado suficiente, los daños los sufren el bienestar y el destino del hombre.
Toda persona se enfrenta, de cuando en cuando, con información negativa o con acontecimientos poco deseados. Todo esto son provocaciones de los péndulos.
El hombre no quiere que suceda esto en su vida, pero siempre reacciona por una de las dos variantes.
Si la información no le importa mucho, no le presta ninguna atención y pronto se olvida de ello. Mas si la información provocativa le irrita o le asusta (en otras palabras, se le graba en el alma), es entonces cuando se produce el apoderamiento de la energía mental en el lazo del péndulo y el hombre se sintoniza con la frecuencia de resonancia de este péndulo.
Luego los acontecimientos se desarrollan según el escenario conocido: el hombre se enfada, se indigna, se preocupa, expresa su descontento impetuosamente, en general, emite su energía de un modo muy activo en la frecuencia del péndulo destructivo. Esta energía mental no sólo es recibida por el péndulo. Los parámetros de la energía mental son tales que el hombre se traslada a las líneas de la vida donde todo lo que él quiere evitar existe en exceso. Como recordarás, si la emisión de energía mental de una persona se fija en una frecuencia determinada, eso le traslada a las líneas de la vida correspondientes. El papel destructivo de un péndulo, en este caso, consiste en fijar la frecuencia con ayuda de lazo de apoderamiento.
Supongamos que dejas pasar, sin prestarle atención, la información sobre catástrofes y cataclismos. Si esto no te importa, ¿para qué quieres amarguras innecesarias? En este caso, como regla general, la catástrofe sucede en una parte cualquiera, pero personalmente tú estás en la línea de la vida donde eres un observador, no la víctima. Aquella línea donde tú eres la víctima quedó aparte. Y al contrario, si dejas entrar en ti la información sobre las catástrofes y desgracias, lo lamentas y lo discutes con tus conocidos, es muy probable que pronto te desplaces a la línea donde tú mismo serás una víctima.
En conclusión: cuanto más fuerte sea tu deseo de evitar algo, más posibilidades tienes de obtenerlo. Luchar activamente contra lo que no quieres significa poner todos tus esfuerzos para que ocurra eso en tu vida. Para trasladarse a las líneas indeseables de la vida ni siquiera es necesario emprender ninguna acción. Será suficiente con los pensamientos negativos, condimentados con las emociones. No te gusta el mal tiempo y piensas lo mucho que no te gusta la lluvia.
Te enfadan los vecinos ruidosos y siempre riñes con ellos o los odias en silencio. Temes algo y eso te preocupa mucho. Estás harto de tu trabajo actual y saboreas tu antipatía hacia él.
Por todas partes te persigue lo que no quieres activamente; en otras palabras, lo que temes, odias, desprecias. Por otra parte, hay mucho de lo indeseado que también te gustaría evitar, pero en este momento no te preocupa tanto. Por tanto, esto no te pasa. Pero apenas dejes que lo indeseado entre en ti, te compenetres con la aversión y empieces a mimar este sentimiento, lo indeseado se materializará en tu vida sin falta.
El único método de evitar lo indeseado en tu vida es librarse de la influencia del péndulo que se apoderó de tu energía mental. Y en el futuro, no sucumbir a sus provocaciones y no entrar en ese juego. Hay dos modos posibles para salvarse de la influencia del péndulo: hundirlo o extinguirlo. Veamos con más detalles cómo se hace.
Hundimiento del péndulo
Es inútil luchar contra el péndulo. Como ya habíamos dicho más arriba, luchar contra él significa darle tu energía. La primera y más importante condición del éxito es renunciar a la lucha con él. En primer lugar, cuanto más rechazas a los péndulos enfadosos, más activamente te van a fastidiar. Puedes repetir continuamente: «¡Dejadme tranquilo! ¡Pero, que me dejen todos en paz!». Te parece que los rechazas, pero en realidad, les suministras a los péndulos tu energía y éstos se te pegan más todavía.
En segundo lugar, no tienes derecho ni a juzgar ni a cambiar nada en este mundo. Tienes que aceptar todo como si fueran los cuadros de la exposición, te gusten o no. En una exposición pueden exponerse muchos cuadros que te parezcan poco atrayentes. Sin embargo, no se te pasa por la cabeza exigir que se los quite de ahí. Después de haber aceptado el derecho del péndulo a existir, tienes derecho de abandonarlo y no dejarte influenciar. Lo importante es no luchar con el péndulo, no censurarlo, no perder los nervios, pues todo eso significará tu participación en el juego. Al contrario: debes aceptarlo tranquilamente como algo debido, como un mal inevitable y después retirarte. Al expresar el rechazo de cualquier manera, das la energía al péndulo.
Antes de llegar a comprender lo que significa elegir tienes que aprender a negar. Normalmente, las personas no imaginan con claridad qué es lo que quieren. Pero todos saben con exactitud qué es lo que no quieren. En el intento de librarse de las cosas o sucesos indeseables, la mayoría actúa de manera que todo le resulte justo al revés. Para negar es necesario aceptar. La palabra «aceptar» aquí no significa estar dispuesto a recibir o conformarse, sino es reconocer el derecho de existir y, por tanto, indiferentemente pasar por alto. Aceptar y soltar, significa: dejar que lo indeseable pase a través de ti y despedirlo diciéndole adiós y hasta nunca. De lo contrarío, aceptar y retener, significa: dejar que entre en ti y luego tomarle afecto u oponerse.
Si te molestan los pensamientos sobre lo que a ti no te gusta, eso habrá en tu vida. Imagínate que a uno no le gustan manzanas. Las odia con toda su alma, le dan asco. El hombre podría simplemente dejar de prestar atención a las manzanas, pero no le sirve el hecho de que en el mundo donde él vive, exista una asquerosidad tal como las manzanas.
Se molesta sólo con que aparezcan ante sus ojos, y en cada ocasión el hombre expresa su repugnancia de forma muy activa. Así se ve a nivel material. A nivel energético, sin embargo, el hombre se lanza ansiosamente sobre las manzanas, llena su boca, las come chascando y con mucho ruido, chilla que las odia, se llena los bolsillos con manzanas, se atraganta y otra vez se queja que está harto de manzanas. Al hombre no se le ocurre que él puede simplemente excluir las manzanas de su vida si no las quiere.
Quieres algo o lo odias: eso no tiene importancia. Lo importante es: si tus pensamientos se concentran en el objeto de tus sentimientos, la energía de los pensamientos se fija en una frecuencia determinada como consecuencia, te encuentras dominado por un péndulo y te trasladas a las líneas de la vida correspondientes, donde el objetivo de fijación está presente en abundancia.
Si no quieres tener algo, simplemente deja de pensar en ello, pásalo por alto con indiferencia, y eso desaparecerá de tu vida. Excluir de la vida no significa evitar, significa ignorar. Evitar es dejar que entre en tu vida y luego intentar muy activamente deshacerse de eso. En cambio, ignorar significa no reaccionar de manera ninguna y, por tanto, no tener.
Imagínate que eres un radiorreceptor. Cada día te despiertas y escuchas una emisora de radio que detestas, y esta emisora es el mundo que te rodea. ¡Pues, sintonízate a otra frecuencia!
Te puede parecer que instalar una cortina de acero entre tú y el mundo puede salvarte de los péndulos indeseables. Pero eso no es nada más que una ilusión. Al permanecer en la coraza de acero te dices: «Soy una pared ciega. No veo nada, no escucho nada, no sé nada, no digo nada a nadie. No hay acceso a mí». Para mantener este campo protector se requiere un gasto de energía muy considerable. El hombre que se esfuerza en aislarse intencionalmente del mundo siempre está en tensión. Además, la energía de su campo protector está sintonizada a la frecuencia del péndulo contra el cual se dirige la defensa. Y es precisamente lo que el péndulo necesita. Le da lo mismo cómo le estés dando la energía: con o sin ganas. ¿Cuál es, entonces, la defensa contra el péndulo? El vacío. Si soy vacío, no tengo con qué se me pueda enganchar. No entro en el juego del péndulo, pero tampoco intento defenderme de él. Simplemente lo ignoro. La energía del péndulo pasa volando sin tan siquiera rozarme y se dispersa en el espacio. El juego del péndulo ni me preocupa ni me molesta. Respecto a él, soy vacío.
El principal objetivo del péndulo: atraer a todos los partidarios posibles y obtener su energía. Si ignoras al péndulo, te dejará en paz y pasará a los otros, pues el péndulo influye sólo en los que aceptan su juego, es decir, en los que empiezan a emitir en su frecuencia.
Un ejemplo muy burdo: te sigue un perro ladrador. Si das la vuelta, el perro ladrará con más fuerza. Si lo tomas en serio y empiezas a porfiar con él, el perro aún correrá detrás de ti durante mucho tiempo, porque es justamente su objetivo: encontrar a alguien con quien armar el escándalo. Pero si lo ignoras, el perro pasará a otro objeto. Y toma nota: al perro ni se le ocurrirá ofenderse contigo por no prestarle atención. Está tan absorbido en su objetivo de obtener energía que no piensa en otra cosa. En lugar de un perro puede ser una persona cizañera, pero el modelo funcionará de la misma manera.
Si te molesta alguien, intenta probar en él el modelo de péndulo destructivo; seguramente le sentará bien. Si no puedes detener al «cataplasma», en tal caso, simplemente no contestes a sus provocaciones, ignóralas. Él no te dejará en paz mientras no dejes de darle tu energía. Y la energía se la estás dando tanto de modo directo, entrando en disputa con él, como de modo indirecto, odiándole en silencio. Dejar de dar energía significa no pensar en esa persona en absoluto, quitarle de tu cabeza. Decide simplemente para tus adentros: «¡Qué te den morcilla!», y éste abandonará tu vida.
Sin embargo, ocurre frecuentemente que es imposible tan sólo ignorar al péndulo. Por ejemplo: tu jefe te llama para que pases por su despacho. Negarte o defenderte significará una pérdida de energía, porque tanto una actitud como la otra representan la lucha contra el péndulo. En tales casos, puedes fingir que aceptas el juego del péndulo. Lo importante es que te mantengas consciente de no hacerlo en serio.
Imagínate que un fortachón levanta el martillo y te golpea con toda su fuerza. Tú no tienes nada en contra, no te defiendes, pero tampoco le atacas. Sólo que en este instante retrocedes tranquilamente y el mozo, junto con su martillo, cae al vacío. Esto significa que el péndulo no puede engancharte y se hunde.
Este principio es la base de la lucha aikido. Allí pasa, literalmente, lo siguiente. Al atacante le cogen del brazo, van junto a él como acompañándole, y luego simplemente le sueltan y éste vuela en la dirección hacia donde iba apuntada su energía. Todo el secreto está en que el defensor no tiene nada en contra del ataque; se conforma con la táctica del atacante, va junto a él un tiempo y luego le suelta. La energía del atacante se hunde en vacío, porque si el defensor está «vacío», pues entonces no tiene nada por donde engancharle.
La técnica de tal retirada suave está en que respondes con un consentimiento al primer ataque del péndulo, y luego retrocedes con diplomacia o rediriges suavemente el movimiento en la dirección que crees más oportuna. Por ejemplo: el jefe excitado quiere cargarte con un trabajo y te exige enérgicamente que el trabajo esté hecho tal como él lo dice. Pero tú sabes que ese trabajo se hace de otra manera o, más aún, no crees que esté dentro de tus obligaciones. Si empiezas a contradecirle, discutir o defenderte, él, sin más, te exigirá obediencia.
Es él quien ha tomado la decisión y tú actúas en su contra. Haz todo lo contrario. Escúchale con atención, confórmate con todo y deja que se agote el primer impulso. Y después, con tranquilidad, empieza a hablarle sobre los detalles del trabajo. En este momento has aceptado la energía de tu jefe y estás emitiendo en su frecuencia. Su impulso, al no encontrar resistencia, se atasca por un momento. No le digas que tú sabes mejor cómo se hace este tipo de trabajo, no te niegues a hacerlo y no entres en la discusión. Simplemente pide a tu jefe que te aconseje el modo de hacer el trabajo de la mejor forma y lo más rápido posible, o, tal vez, otro hará el mismo trabajo con más eficacia. Estás oscilando junto con el péndulo, pero lo haces teniendo plena conciencia de ello y sin participar en él juego, como observándolo todo desde fuera. El péndulo oscila totalmente sumergido en el juego. Éste es su juego: él toma decisiones y todos están de acuerdo con él y le piden consejos. Y verás como toda la energía, antes apuntada a ti, se desviará hacia otra decisión u otro subordinado. De esta manera, personalmente para ti, el péndulo estará hundido.
Extinción del péndulo
Hay casos en que es imposible hundir el péndulo. Es decir, no resulta posible ignorarlo ni evitarlo.
Tengo un compañero, un chaval complaciente, muy bondadoso, y con todo, dotado con una increíble fuerza física. Una noche, íbamos juntos en un tranvía; ahí mismo iba un grupo de pendencieros agresivos, un auténtico péndulo destructivo. Eran muchos y se alimentaban mutuamente con su energía negativa, por lo que sentían una impunidad total. Y como regla general, a fin de multiplicar esa energía, semejantes grupos tienen la necesidad constante de incordiar a alguien para obtener el suministro desde fuera.
Empezaron a molestar a mi compañero, pues la bondadosa y pacífica expresión de su cara no sugería ningún peligro. Intentaban pincharle de cualquier manera: burlándose de él, ofendiéndole; pero él guardaba silencio y no reaccionaba a sus provocaciones; en otras palabras, intentaba hundir el péndulo. Yo tampoco interfería, pues sabía que mi compañero no arriesgaba nada, y los matones, en cambio, corrían un gran peligro. Por fin, él, sin poder aguantar más, se dirigió hacia la salida, pero el más caradura del grupo le cerró el paso. Fue entonces cuando mi compañero, acorralado, agarró al canalla por las solapas y descargó sobre él un golpe colosal.
Inmediatamente la cara de la víctima se convirtió en una masa amorfa. Los otros héroes se quedaron pasmados de asombro y terror.
Mi compañero se dio la vuelta y agarró al siguiente, pero éste, con voz trémula, empezó a mascullar: «Basta, hooombre, baaasta, ya nooo…». La energía del péndulo se extinguió instantáneamente y los partidarios de este péndulo, dándose codazos y retrocediendo, se descolgaron del tranvía.
Por supuesto, está bien si eres capaz de defenderte. Y si no, ¿entonces qué? Si realmente no tienes adonde retroceder, en este caso, para extinguir el péndulo puedes hacer algo extraordinario, algo lo que nadie espere de ti.
El siguiente caso me lo contaron. Los «atrevidos» partidarios de una pandilla acorralaron a un chaval e intentaron pegarle. Entonces éste se acercó al cabecilla, le miró con los ojos de loco y le preguntó: «¿Qué quieres que te rompa: la nariz o la mandíbula?». Evidentemente, tal planteamiento del asunto no encajaba en el escenario y el cabecilla por un momento se quedó boquiabierto. Sin perder el ánimo, el chaval, con un entusiasmo insano, lanzó una exclamación: «¡Venga, te voy a arrancar la oreja!» Y con los cinco dedos le agarró la oreja. El cabecilla empezó a chillar como un desesperado. Todo el espectáculo al que la pandilla estaba acostumbrada se había derrumbado. El cabecilla ya no tenía en la mente el pegar a nadie; lo único que le preocupaba era liberar su oreja. Al chaval le dejaron en paz por chiflado; en cambio él evitó la violencia.
Así que, si te encuentras en una situación donde se conoce el escenario estándar de desarrollo de los acontecimientos, haz algo —no importa qué— que no quepa en este escenario. El péndulo se extinguirá. El caso es que, mientras actúas según el escenario, aceptas el juego del péndulo y en esta frecuencia le das tu energía. En cambio, si tu frecuencia se diferencia mucho, entras en disonancia con el péndulo y de este modo rompes su ritmo.
Pero al mismo tiempo, tampoco hay que buscar tres pies al gato si se trata de un péndulo que no tiene nada que perder. Si te atracaron con el fin de robarte el dinero, es mejor entregarlo sin más. Hay algunos que llevan un par de decenas de dólares (euros) en metálico especialmente para estos casos. Por ejemplo, si el ladrón es un drogadicto o un chiflado, no le cuesta nada quitarte la vida, aunque seas maestro en artes marciales. Por lo que es mejor no meterse con él, como si se tratase de un perro rabioso. En caso contrario, tu muerte será absurda y disparatada.
Para extinguir un péndulo te pueden ayudar el sentido de humor y la imaginación. Trasforma tu irritación en un juego. Por ejemplo, te fastidia la muchedumbre de la gente en la calle o en el trasporte público; todos andan de prisa e impiden tus movimientos. Imagínate que estás en la Antártida, en una colonia de aves. Las personas son pingüinos; tienen un andar muy gracioso, se bambolean, trajinan y pululan. ¿Y quién eres tú? Eres también un pingüino. Después de esta trasformación las personas inspiran más simpatía y curiosidad que irritación.
Por supuesto, es muy difícil mantener la calma cuando, literalmente, quieres echar sapos y culebras. En estos momentos lo más difícil es recordar que se trata sólo de un péndulo que intenta sacarte la energía. No cedas ante sus provocaciones. El péndulo, como el vampiro, utiliza una especie de anestesia, que es tu costumbre de reaccionar siempre de modo negativo contra algo irritante. Incluso después de leer estas líneas, puedes distraerte por un momento y contestar con irritación a una llamada telefónica no deseada. Pero si te propones como objetivo adquirir la costumbre de recordar, con el tiempo serás inmune a las provocaciones de los péndulos.
Presta atención: cuando tropieces con una circunstancia enojosa y reacciones con irritación, disgusto, emociones negativas, de inmediato se desarrolla una situación negativa por el estilo o tendrás nuevos disgustos. Así empieza a oscilar un péndulo. Tú mismo lo ayudas. Actúa de modo contrario: no reacciones a él de ningún modo o, si reaccionas, hazlo de una manera inadecuada. Por ejemplo, puedes enfrentarte a una desgracia con un entusiasmo fingido o, mejor aún, con exaltación de loco. De este modo extinguirás al péndulo; y, como consecuencia, notarás que a continuación no sucederá nada.
Como recordarás, la costumbre de reaccionar de modo negativo a las circunstancias enojosas es la palanca de arranque del mecanismo por el cual un péndulo se apodera de tu energía mental. Esta costumbre irá desapareciendo si juegas a un juego peculiar, donde con intención harás los siguientes cambios: miedo-seguridad, melancolía-entusiasmo, indignación-indiferencia, irritación-alegría. Intenta reaccionar, aunque sea ante los pequeños disgustos, de forma «inadecuada». ¿Qué puedes perder? Da igual que parezca absurdo, pero tal estilo de juego no le deja ninguna posibilidad al péndulo. Precisamente por eso este método parece absurdo: porque los péndulos nos acostumbraron a jugar a los juegos que sólo los benefician a ellos. Ahora intenta imponerles tu juego; te complacerá, y para tu asombro descubrirás que es una técnica muy potente. La regla aquí es única: emitiendo en una frecuencia distinta de la frecuencia de resonancia, entras en disonancia con el péndulo, respecto a ti el péndulo se extingue y te deja en paz.
Existe otro método más de la extinción suave. Si alguien te molesta, es decir, te está creando un problema, intenta determinar qué es lo que le falta a esta persona, de qué tiene necesidad. Ahora imagina que esta persona tiene lo que le falte. Eso puede ser: salud, seguridad, tranquilidad. Reflexionando bien, son tres cosas básicas que necesitamos para sentirnos satisfechos. Piensa: ¿qué necesidad real tiene esa persona en este momento?
Supongamos que tu jefe te ha montado una bronca. ¿Puede que esté cansado o tenga problemas en su familia? Entonces lo que él necesita es tranquilidad. Imagínalo descansando en un sillón cómodo frente a un televisor o una chimenea, o con una caña de pescar a la orilla del río; o tomando una jarra de cerveza con los amigos. ¿Sabes qué es lo que más le gusta? Puede que le presionaran sus superiores y él tema tanta responsabilidad. Entonces lo que necesita él es seguridad. Imagínalo deslizándose con seguridad por una pista de esquí, o dentro dé un coche deportivo, o en un banquete donde él sea el centro de atención. ¿Puede que le duela algo? Imagínalo alegre y vigoroso, bañándose en el mar; montando en una bicicleta; jugando al fútbol. Por supuesto, será mejor imaginar lo qué en verdad le apasione. Pero tampoco tienes que adivinar, que eso no te preocupe. Bastará con imaginar una situación en que esa persona esté contenta.
¿Qué pasa con todo eso? Aquí está, apareció tu jefe en el horizonte con un problema para ti. (Entre otras cosas, además de tu jefe también ser un ladrón.) Tienes que abstraerte del problema que te trae.
De esta manera, al primer envite evitarás meter la cabeza en el lazo de apoderamiento de la frecuencia. Imagínate a este hombre obteniendo todo lo que él necesita. (¿Qué es lo que quiere un ladrón? ¿Comer, beber, pincharse?) Visualiza la situación en que todas sus necesidades estén satisfechas. Si has logrado hacerlo, considera que tu problema se acabó. Es que este péndulo no empezó a oscilar porque sí; algo le hizo perder el equilibrio. Consciente o inconscientemente, esta persona busca lo que pueda restablecerlo. Y esto se lo da, aunque de manera indirecta, la energía de tus pensamientos, que tienen una frecuencia determinada. De inmediato reemplazará su agresión por la benevolencia. ¿Qué es difícil de creer? ¡Compruébalo!
El fundamento de esta técnica se basa en el principio de la extinción de un péndulo. Un hombre-péndulo viene a ti con un problema y tú le satisfaces, pero no de manera evidente, sino en el plano energético. Le has dado tu energía, pero una parte mínima comparada con lo que pudiste perder. Y de paso hiciste una acción buena: siquiera por un momento, has ayudado a un necesitado. Lo interesante es que luego su trato para contigo se tornará más amistoso. Y no podrá comprender por qué se siente cómodo en tu compañía. Pero esto será tu pequeño secreto.
Puedes utilizar con éxito esta técnica cuando tienes que conseguir algo de una persona que esté preocupada con sus problemas y no esté dispuesta a dártelo. ¿Necesitas la firma de un funcionario? Antes «sobórnale» con una visualización benéfica y él te lo hará todo.
Y por último: ¿dónde crees que se mete la energía de un péndulo parado? Se pasa a ti. Dominando el problema te vuelves más fuerte. Lá próxima vez esto ya no supondrá ninguna dificultad para ti. ¿No es así? Luchando contra el problema, en cambio, le das energía al péndulo que ha creado este mismo problema.
Las prácticas de hundimiento y extinción de péndulo son también conocidas por psicólogos y psicoterapeutas como técnicas profesionales. En este sentido, los métodos expuestos aquí no son especialmente nuevos. Sin embargo, para una persona que desconoce las técnicas de la psicología práctica tienen un gran valor, puesto que le aportan la claridad y comprensión de cómo y por qué funciona la defensa psicológica.
Soluciones fáciles para problemas difíciles
Otro valor práctico del hundimiento o la extinción del péndulo es la capacidad de solucionar problemas de toda clase. Puede ser una situación difícil, un conflicto, circunstancias desfavorables, una dificultad o simplemente una tarea. Para cualquier problema difícil existen soluciones fáciles. La clave de solución de cualquier problema siempre se halla en la superficie; la cuestión es sólo cómo darse cuenta de ello. El péndulo que ha creado este problema te impedirá que la veas.
El péndulo destructivo tiene como meta la obtención de tu energía. Para eso le es necesario fijar en este problema la frecuencia de emisión de tus pensamientos. La manera más fácil de hacerlo es convencerte de que el problema es muy difícil. Si aceptas las reglas de este juego, sera muy fácil cogerte tranquilamente de la mano y hacerte entrar en un laberinto complicado. Sólo después viene la comprensión que «el cofrecito se abría sencillito»[4].
Si a un hombre le asustas, le inquietas, le desconcentras o juegas con sus complejos, entonces aceptará fácilmente que el problema es muy complicado y tragará el anzuelo. Bien es verdad que, para lograr el mismo efecto, no es necesario asustarlo. Pues, para una multitud de problemas, se estableció hace mucho tiempo la opinión común de que éstos no tienen soluciones fáciles. Cualquier persona, a lo largo de su vida, tropieza continuamente con dificultades de todo tipo, sobre todo si es algo nuevo y desconocido. Y como consecuencia, cada uno tiene la costumbre bien arraigada de recibir los problemas con recelo, a veces incluso con un miedo respetuoso. Al mismo tiempo, el hombre siempre duda de su capacidad de superar dificultades. Y como resultado, la propensión a enfrentar los problemas con recelo se convierte en un hilo de marioneta.
El péndulo puede actuar tanto a través de sus partidarios, es decir, de personas relacionadas con este problema, como a través de objetos inanimados. Se fija la emisión de la energía mental en una frecuencia determinada y, mientras el problema oprime al hombre, le chupa la energía. Puede parecer que la fijación de la frecuencia en el objeto del problema ayuda a uno a concentrarse. Entonces, ¿de qué manera puede esto impedir a la solución del problema?
La cuestión es que el péndulo retiene nuestros pensamientos en un sector muy reducido del campo de la información. Pero la solución puede hallarse fuera de los límites de este sector. Y como resultado tenemos que el hombre piensa y actúa dentro de los límites de un pasadizo muy reducido y no tiene posibilidad de echar una mirada amplia al problema. Las soluciones originales e intuitivas vienen exactamente cuando el hombre se libera del péndulo y se ve en libertad de pensar en otra dirección. El secreto de los genios es que están libres de la influencia de los péndulos. Mientras que las frecuencias de pensamientos de las personas corrientes están bajo el poder de los péndulos, las frecuencias de pensamientos de los genios son capaces de reorganizarse libremente y entrar en campos de información desconocidos.
¿De qué manera hay que proceder para no caer en el lazo de apoderamiento? No sumirse en el problema por completo, no dejar que el péndulo te implique en su juego. Alquílate. Actúa como siempre en estos casos, pero no como partícipe del juego, sino como observador imparcial. Mira la situación de manera impasible. Recuerda que quieren cogerte de la mano y llevarte al laberinto. No dejes que el problema te asuste, se apodere de ti, te preocupe, te desconcierte. Para empezar, recuerda que siempre existe una solución muy fácil; no aceptes las soluciones difíciles que te impongan.
Si tropezaste con un problema o un obstáculo, observa tu postura ante éstos. El problema puede ocasionar confusión, miedo, indignación, tristeza, etcétera. Es imprescindible reemplazar una actitud habitual hacia la dificultad surgida con algo totalmente opuesto; así ésta ya se liquidará por sí sola, ya se solucionará de manera fácil y rápida. A pesar de las costumbres y los estereotipos establecidos, enfrenta cualquier problema, no como un obstáculo que exige ser salvado, sino como un tramo de camino que es necesario pasar. No dejes en ti ningún lugar para el problema. Sé vacío respecto de él.
Si tienes que solucionar alguna cuestión donde haya que pensar, no te lances de inmediato al razonamiento lógico, pues tu subconsciente está relacionado directamente con el campo de información y ya existe allí la solución de cualquier problema. Por lo tanto, primero relájate, renuncia al más mínimo miedo e inquietud relacionados con la solución, puesto que sabes que la solución existe ya. Déjate llevar, interrumpe el curso de tus pensamientos, contempla el vacío. Es muy probable que la solución aparezca enseguida y sea, al mismo tiempo, muy sencilla. Si no pudiste lograrlo esta vez, no te disgustes por ello y «enciende» tu aparato mental. La próxima vez te saldrá. Esta práctica desarrolla bien la capacidad de obtener acceso a los conocimientos intuitivos. Sólo necesitas convertirla en una costumbre.
Este método funciona realmente, si uno logra librarse del péndulo y «alquilarse». Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. En las siguientes páginas de este libro aprenderás nuevos métodos para tratar con los péndulos. Pues esto es sólo un comienzo. ¿Y no te parece que soy yo quien te ha cogido de la mano y te lleva al laberinto? Correcto; estáte libre siempre, incluso de aquellos que pregonan sobre tu libertad.
Estado de suspenso
Una vez librado de la influencia de los péndulos destructivos, obtienes libertad. Pero la libertad sin objetivo es un estado de suspenso. Si te entusiasmas demasiado con hundir y extinguir los péndulos que te rodean, corres el riesgo de hallarte en el vacío. Los conflictos antes sucedidos se van a alguna parte, las preocupaciones que antes te martirizaban se retiran, las riñas suceden cada vez menos, angustia e inquietud desaparecen suavemente. Todo eso ocurre imperceptiblemente, como si se calmara la tormenta.
No obstante, pronto descubrirás que esto tiene un lado inverso. Si antes estabas en las entrañas de los acontecimientos, ahora todo sucede aparte de ti. Para tus allegados dejas de tener la misma importancia; cada vez te prestan menos atención. Las preocupaciones se van, pero tampoco vienen deseos nuevos. La presión del mundo exterior se reduce, pero esto no te trae ningún dividendo. La cantidad de problemas disminuye, pero tampoco aumentan tus logros.
¿Qué está ocurriendo? La cuestión está en que todo el ambiente de la existencia humana se levanta sobre los péndulos, por lo quien se aísle totalmente de ellos se encontrará en un desierto. El estado de suspenso no es mucho mejor que la dependencia de un péndulo. Por ejemplo, los niños que tienen de todo se aburren porque «no tienen nada que desear». Sufren ellos y con sus caprichos hacen sufrir a los demás. El hombre está organizado de tal manera que necesita aspirar siempre a algo.
Tu libertad es tu independencia de los péndulos ajenos. Pero existen péndulos que son útiles precisamente para ti. Son tus péndulos. En otras palabras, es imprescindible que sepas distinguir los objetivos impuestos, por alcanzar los cuales te alejas cada vez más de las líneas de tu vida feliz. Tu misión consiste en elegir, siendo libre, las líneas de la vida donde te espera el verdadero éxito y la felicidad personal.
Los péndulos no son el mal absoluto para el hombre, si éste actúa conscientemente. Nadie puede estar totalmente libre de ellos. La cuestión es sólo saber cómo no dejar influenciarse por los péndulos y utilizarlos conscientemente en interés propio.
El Transurfing te ofrece los métodos concretos para hacerlo. Es imposible librarse totalmente de los péndulos, ni falta que hace. Al contrario, son los péndulos los que, al fin y al cabo, convierten los sueños del hombre en realidad.
Resumen
- El péndulo se crea con la energía de las personas cuyos pensamientos se encaminan en una dirección.
- El péndulo es una estructura de información energética.
- El péndulo fija la energía mental de un partidario en su frecuencia.
- Entre los péndulos hay una batalla cruel por los partidanos.
- El péndulo destructivo impone a los partidarios objetivos ajenos a ellos.
- El péndulo juega con los sentimientos humanos, atrayéndolos a sus redes.
- Si hay algo que no quieres activamente, lo tendrás.
- Librarse del péndulo significa expulsarlo de tu vida.
- Expulsarlo de tu vida no significa evitarlo, sino ignorarlo.
- Para extinguir un péndulo es necesario romper el escenario del juego.
- La visualización benéfica extingue suavemente al hombre-péndulo.
- La energía de un péndulo extinguido se pasa a ti.
- Los problemas se solucionan hundiendo o extinguiendo los péndulos que los crearon.
- Para solucionar problemas, alquílate.
- Para evitar el estado de suspenso, tienes que encontrar tu péndulo.
- Tienes que crear la costumbre de recordar todo eso.