Epílogo.- El club médico de la comedia baja el telón hasta la próxima temporada

Para terminar, volvamos al club médico de la comedia. El final puede ser apoteósico: se trata, nada más y nada menos, que de un diálogo entre Dios y Hahnemann:

(Tras morir, éste se presenta ante el Todopoderoso y con su habitual flema alemana, diferente de la inglesa, le espeta:)

HAHNEMANN: No sabes qué ganas tenía de hablar contigo cara a cara. ¡Tú que tanto me has ayudado en mis investigaciones! Pero antes de nada, disculpa que no te haya saludado. ¿Cómo estás?

DIOS: Como Dios, Dr. Samuel-Christian-Friedrich Hahnemann (mostrando su omnisciencia).

HAHNEMANN: Vale, vale, no te pongas así. Sin embargo, debes reconocer que existes muy mal pues por ahí abajo, en la Tierra, la gente duda mucho de ti.

DIOS: No creas, Samuel, yo soy como tus diluciones: cuanto menos existo, más gente cree en mí.

HAHNEMANN: Gracias, insigne Creador, me halagan sobremanera tus palabras.

(En ese momento aparece el espectro rutilante de Jacques Benveniste y los dos maestros homeópatas se funden en un efusivo abrazo 30CH.)

BENVENISTE: ¡Qué incomprendidos he mos sido allá en la Tierra! Por cierto, ¿ya sabes que la Editorial Laetoli (que no la conoce ni Dios, aquí presente) ha sacado un libelo contra la sagrada homeopatía en el que se afirma que es un timo?

HAHNEMANN: ¡Ah, esos escépticos, mira que no aprenden, son como niños! No se imaginan esas alopáticas mentes que aquí arriba podemos seguir con nuestros experimentos, pues la homeopatía, la sagrada y bienaventurada homeopatía, funciona igual en la Tierra que en el cielo, ¡incluso mejor en el cielo!

BENVENISTE (con una mueca de desdén): ¡Bah!, déjalos con su ignorancia.

(El público prorrumpe en una salva interminable de aplausos y se profieren vivas a Hahnemann, Benveniste y el Todopoderoso. La escena termina solemnemente con un coro de ángeles, subvencionado por el laboratorio Boiron, que canta "Homeopatía in excelsis Deo".

Aún con lágrimas en los ojos, el respetable abandona el lugar en autobuses en cuyos laterales se puede leer: "Posiblemente Dios es homeópata. Vive tranquilo").

Concluyamos. La homeopatía, como bien muestra la parodia anterior, va más allá de la medicina científica. Por una parte, constituye una aproximación supuestamente global u holista al sujeto enfermo. Por otra, es una terapéutica supuestamente de fondo, individualizada, y no el mero tratamiento de un síntoma o una enfermedad. El homeópata, en su delirio particular, pretende tratar a enfermos y no enfermedades, a asmáticos y no crisis de asma. Pero toda esta verborrea carece de significado, está compuesta de términos vacíos creados para justificar sus teorías y conductas. En la medicina científica, un asmático lo es porque tiene una inflamación crónica de las vías respiratorias que produce una hiperrespuesta bronquial a gran variedad de estímulos y determina episodios recurrentes de obstrucción bronquial, y no porque sea una "persona asmática". Lo mismo que un individuo es negro por el color de su piel, y no por ser una "persona negra". Si admitimos estos dislates, la medicina queda reducida a una actividad charlatanesca en la que no habrá nada que investigar, puesto que el asmático es asmático, valga la redundancia, porque es una "persona asmática", el que tiene cáncer lo tiene por ser una "persona cancerosa", el que padece una enfermedad cardíaca la padece porque es una "persona cardíaca", y así seguido.

Curar esas patologías holístico-personales requerirá también un tratamiento holístico-personal, y para eso están precisamente las altas diluciones, carentes -como bien sabemos- de principio activo, pero supuestamente con un tremendo poder curativo. Curar patologías inexistentes con terapias inexistentes es la esencia de la homeopatía. Para la medicina científica, por el contrario, curar una enfermedad es eliminar la causa que la produce, sea ésta del tipo que sea. Supongamos, por ejemplo, que queremos curar a un enfermo tuberculoso (observe el lector que digo enfermo y no enfermedad). Para hacerlo es evidente que, en última instancia, tendremos que eliminar al bacilo tuberculoso o al menos impedir su desarrollo y patogenicidad. Lograr tal fin es para la homeopatía algo puramente alopático, ya sea con quimioterápicos específicos o favoreciendo las defensas inmunológicas del paciente, si éstas se encuentran disminuidas por algún motivo.

Los homeópatas arguyen con su jerga habitual que la alopatía es coercitiva o sustitutiva al actuar así, que los antibióticos destruyen los microorganismos, los antiinflamatorios inhiben los mecanismos del dolor, la insulina inyectada reemplaza a la insulina natural que los diabéticos no pueden sintetizar, etc., mientras que la homeopatía es reactiva, esto es, busca la actuación en el mismo sentido que las reacciones defensivas del organismo, estimulándolas y haciéndolas más eficaces.

Para empezar, hay que ser claros: quien realmente estudia las predisposiciones reales a enfermar y los mecanismo defensivos del organismo, así como los métodos de preservarlos y estimularlos, es la medicina científica, principalmente gracias a la genética y la inmunología. Todo lo que sabemos sobre estos procesos se lo debemos a ella. La homeopatía, sin embargo, no ha aportado ni un solo conocimiento al respecto. Si de ella dependiera estaríamos como en tiempos de Hahnemann. Y lo que es peor: la homeopatía se ha aprovechado de todos los éxitos de la medicina científica (un buen ejemplo lo hemos visto en las vacunas).

Frente a esta actitud científica, los homeópatas oponen el supuesto poder reactivo de las diluciones infinitesimales, que en realidad es una vuelta a las viejas virtudes o potencialidades escolásticas según las cuales el opio duerme porque tiene la virtud dormitiva, el animal se desplaza porque tiene la capacidad o potencia de desplazarse y el enfermo se cura porque tiene la capacidad de hacerlo, o viceversa, enferma porque tiene la predisposición mórbida a enfermar.

Así, pues, como ya he explicado, los homeópatas terminan negando las causas de las enfermedades tal como las entiende la medicina científica. Para ellos la verdadera causa está en el terreno o predisposición mórbida a tal o cual enfermedad; las bacterias o los virus, por ejemplo, son meros convidados de piedra. Por eso, el tratamiento tendrá también que ser distinto, será un tratamiento que corrija ese desequilibrio holístico-mórbido.

Matar virus o bacterias o dar insulina constituye una pérdida de tiempo para un homeópata: eso es tratar la superficie de la enfermedad, los síntomas, no la causa última y verdadera, que es el desequilibrio vital que sufre el todo orgánico que queda a merced de los agentes externos, físicos, químicos o biológicos. Algunos manifiestan sin tapujos estas ideas, como Harris L. Coulter en Medicina homeopática y medicina moderna, Olañeta, Palma, 1995:

La homeopatía rechaza la creencia alopática de que los mecanismos que regulan la acción de las sustancias medicinales puedan llegar a ser explicados algún día. La "acción real" de un medicamento siempre se replegará más allá de los medios de descubrimiento del investigador, si se la busca en el nivel celular, molecular o submolecular, puesto que los mecanismos de todos estos niveles están determinados por el comportamiento del organismo en su totalidad.

Cuando se considera que la totalidad del organismo es la causa de todos los cambios que en él se producen y se llega a la conclusión de que el comportamiento de todo el organismo puede enterderse a través de los síntomas visibles, se verá entonces que la "acción real" de la medicina se halla en la superficie, al alcance de la percepción y la inteligencia del médico. En este sentido, la homeopatía es el modelo de una doctrina médica holística, y en este momento de búsqueda del verdadero significado de una terapéutica holística la homeopatía se está colocando firmemente en la delantera.

Esta es la verdadera cara de la homeopatía. Las investigaciones biológicas (de los Benveniste, Doutremepuich, Bonavida, Montagnier, etc.) o clínicas (los cientos de ensayos clínicos publicados o no) son una máscara, una mera tapadera que le sirve a la homeopatía para validarse y compararse con la medicina científica y tratar de convertirse en una auténtica alternativa a un sistema al que los homeópatas tildan de agresivo y superficial.

En fin, si he sometido al lector a esta serie de disparates (y algún que otro mal homeochiste) es con el objetivo de que, cuando cierre este libro, recuerde las siguientes ideas:

• La homeopatía carece de explicación científica y las teorías que propone son pseudocientíficas en grado delirante.

• Los ensayos clínicos sobre su efectividad, en absoluto significativa, son coartadas bien urdidas para tratar de colonizar el mundo de las publicaciones biomédicas.

• La homeopatía no se reduce simplemente a los gránulos y ampollas bebibles que se venden en las farmacias bajo el rótulo de "medicamentos homeopáticos" sino a un complejo sistema médico alternativo en el que cada elemento está relacionado de manera esencial con los demás, y cuyas repercusiones sociales y económicas son tremendamente importantes en su mantenimiento. De este modo hay que analizar y valorar la homeopatía: en bloque, en su conjunto, es decir, como un sistema estructurado deductivamente a partir de los cuatro principios fundamentales conocidos, pues entonces se ve que la homeopatía es falsa e incompatible con la medicina científica en todos y cada uno de sus aspectos. De lo contrario, si sólo se analizan y valoran los elementos más creíbles o los más coincidentes o análogos con la biomedicina, el fraude está servido.

La homeopatía es tan perfecta en su estructura, tan autónoma en sus procedimientos, tan opuesta a la medicina científica y tan carente de acción específica que, a buen seguro, es la reina de las pseudomedicinas: magia en estado puro.

• ¿Qué hacemos con la homeopatía? Soy partidario de permitir su práctica (en una sociedad libre como la nuestra sería antidemocrático impedirlo), pero los médicos que la ejerzan deberán renunciar a su título de licenciados en medicina y cirugía. Además, la Sanidad pública no debe asumir de ninguna manera el costo de los tratamientos homeopáticos. Todo esto puede parecer severo, pero es una mera conclusión de lo dicho en este libro.

Para leer más

Brissonnet, Jean, Les pseudo-médicines, Editions Book-e-book.com, Valbonne, 2003. El subtítulo del libro lo dice todo: "Un juramento de hipócritas". Por esta razón dedica a la homeopatía uno de los capítulos más brillantes y documentados, aunque el del psicoanálisis se lleva la palma. Nos hallamos ante un completo y riguroso vademécum para escépticos.

Hahnemann, Samuel, Órganon del arte de curar, Miraguano, Madrid, 1987. Lo cortés no quita lo valiente. Por si alguien quiere comprobar que mis citas del libro clave del fundador de la homeopatía son reales y no están redactadas bajo el influjo de alguna droga o una alteración psicológica.

Park, Robert L., Ciencia o vudú, Grijalbo, Barcelona, 2001. Merece la pena comprar este libro aunque sólo sea para leer el capítulo dedicado a la homeopatía. Presenta una variante del primer homeochiste, que incorporaremos al club médico de la comedia cuando estemos de gira. El resto del libro no tiene desperdicio.

Rouzé, Michel, Mieux connaitre l'homéopathie, La Découverte, París, 1989. A pesar de los años transcurridos desde su publicación, se trata del mejor libro crítico sobre homeopatía. Su lectura es fácil y amena, no en vano su autor es un maestro de la divulgación científica. En suma, un clásico imprescindible. No hay traducción española.

Skrabanek, Petr, y James McCormick, Sofismas y desatinos en medicina, Doyma, Barcelona, 1992. Libro único en su género. Ha marcado un antes y un después en la crítica médica. Como todo lo que se diga es poco, lo mejor es leerlo. Sinceramente, es el libro que me hubiera gustado escribir a mí. Conviene advertir que a las pseudomedicinas sólo les dedica un capítulo, pues en medicina no sólo son falsas las "medicinas alternativas”.

Slepetis, Aldo Miguel, La pseudomedicina, Fundación CAIRP, Buenos Aires, 1995. Uno de los pocos libros críticos escritos en español sobre las pseudomedicinas en su conjunto. Si algún pero se le puede poner es que sea demasiado escueto; nos deja con las ganas de saber más. El análisis de las características comunes a las pseudomedicinas es de lo mejor que he leído y lo comparto plenamente.

Tellería, Carlos, Miguel Ángel Sabadell y Víctor-Javier Sanz, La homeopatía. Historia, descripción y análisis crítico, La Alternativa Racional, Zaragoza, 1996. Se trata de un informe realizado a petición del Institut d'Estudis de la Salut de la Generalitat de Cataluña. Texto claro, conciso y bien documentado, como requería la ocasión.

Internet

www.pseudo-sciences.org. Complemento de la revista francesa Science… et pseudo-sciences, de la Association Francaise pour l'Information Scientifique. Sus artículos y resúmenes sobre pseudomedicinas son escépticos de pura cepa.

Índice

Prólogo. La homeopatía, el club médico de la comedia

1.La supuesta ley de la analogía

La iluminación hahnemanniana…

Consecuencias…

Crítica del similia similibus curantur

Falsa generalización…

Medicina homeopática versus alopática

2 La supuesta ley del vitalismo…

Hahnemann y el vitalismo…

La etiología homeopática…

La fisiopatología homeopática…

La ley de Hering…

3. La supuesta ley de individualización del enfermo y el remedio

No hay enfermedades…

Falsedad de la interpretación homeopática

Consecuencias…

Clasificación homeopática…

La tentación religioso-moralizante…

La tentación científica y las falsas analogías

Diagnóstico homeopático y elección del remedio…

El modus operandi de Samuel Hahnemann

4 La supuesta ley de las dosis infinitesimales

Preparaciones homeopáticas…

Formas de presentación…

Mecanismos de acción…

El caso Benveniste y la "memoria del agua"

Evaluación y desenmascaramiento…

Naturaleza de la "memoria del agua"…

Vacunas y homeopatía: la falsa analogía

5. La supuesta eficacia clínica de la homeopatía

La medicina basada en la evidencia…

Homeopatía y medicina basada en la evidencia

Principales estudios médicos…

Respuesta a una objeción: datos empíricos versus teoría

Conclusión…

6. El homeópata que susurraba a las vacas…

Homeopatía veterinaria…

Experimentación animal…

Falsa curación…

Una vaca en la consulta…

Peligros de la homeopatía…

7 Cómo reírse de la gripe sin necesidad de vacunarse

El extraño caso del oscilococo fantasma

Auténtica cocina de autor…

Indicaciones y justificación…

¿Por qué utilizar el oscillococcinum?

Epílogo. El club médico de la comedia baja el telón hasta la próxima temporada

Para leer más

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13/08/2010