6.- El homeópata que susurraba a las vacas

Homeopatía veterinaria

Si la homeopatía es efectiva con los humanos, según sus defensores, con los animales es un auténtico festín curativo. Da igual que el animal sea de compañía o salvaje, de trabajo o de criadero industrial (o incluso de ficción, como el ratoncito Pérez o el yeti). Curar enfermedades es para un homeópata veterinario un juego de niños. Con sus más de 1.400 medicamentos, nada se le resiste: gastroenteritis, alergias, trastornos del comportamiento, angustias, depresiones: todo acaba claudicando bajo la férrea bota de las altas diluciones. En los caballos de carreras obra auténticos milagros, ya que, según los expertos, la emotividad les hace perder hasta un 30% de su rendimiento. La terapia homeopática evita tal contratiempo sin los peligros añadidos del control antidopaje. Tanto éxito es siempre sospechoso.

La elaboración del remedio homeopático difiere un poco de las técnicas destinadas a los humanos. Los ensayos clínicos se suelen llevar a cabo en tres series: una sin tratamiento, otra con un medicamento alopático y la última -lo bueno siempre queda para el final- con un producto homeopático. Además, según nos recuerdan los homeópatas, no cabe hablar de efecto placebo en los animales.

Examinemos brevemente estas nuevas fantasías homeopáticas, no sea que por una vez haya algo de verdad.

Experimentación animal

Un argumento que suelen emplear los homeópatas para defenderse de la acusación de que sus remedios infinitesimales son algo más que placebo es que funcionan también en los animales. Pero se equivocan de nuevo. Veamos por qué.

Los ensayos con animales son tanto o más manipulables que los realizados con humanos y su calidad es aún peor. M. Rouzé repasa algunos de los más conocidos y muestra que todos ellos cojean en algún aspecto importante. No voy a abrumar al lector con más datos estadísticos (quien lo desee puede acudir al libro de Rouzé, citado en la sección "Para leer más" al final de este libro).

El placebo, principalmente el mediado por condicionamiento, se da claramente en los animales, según hemos visto, por lo que tampoco me repetiré. Pero sí es interesante insistir en que los animales de compañía, y también los niños, pueden ser, y de hecho lo son, sensibles al estado emocional de sus dueños -o de sus padres, en el caso de los niños- y reaccionar positivamente a un consuelo o negativamente a una inquietud. Hay, pues, en estos casos un componente de sugestión y de expectativa.

Por otra parte, debo recordar que el placebo no es el único factor que puede hacer positivo un ensayo clínico, tanto si es homeopático como si no. Por algo se emplean grupos de control en los estudios veterinarios.

Si a pesar de todo lo dicho se realizan estudios con animales, esos estudios carecerán de validez homeopática. Y ello por tres razones ya conocidas:

• Al igual que sucede con los seres humanos, tampoco con los animales se pueden hacer grupos homogéneos debido a la ley de individualización del paciente y el remedio.

• El tratamiento homeopático debe ser personalizado -es decir, el remedio debe ir precedido de un extenso interrogatorio-, algo imposible de realizar en animales. En efecto, ¿qué caracteres o rasgos de personalidad tiene una rata? ¿Cómo interrogar a una vaca sobre sus sueños, se pregunta Rouzé, sobre su miedo a las tormentas o a la oscuridad o sobre sus sentimientos al acercarse a un toro?

• Los homeópatas que se atreven a hacer este tipo de ensayos van en contra del iluminado fundador, quien consideraba absurda cualquier experimentación homeopática con animales. Hahnemann admitía sólo la experimentación en seres humanos sanos, lo cual es lógico si se aceptan los principios homeopáticos.

Falsa curación

Muchos de los mecanismos que intervienen en la medicina humana para explicar la "curación alternativa" son aplicables a la medicina animal. Veamos los más importantes (más detalles y bibliografía al respecto pueden consultarse en: N. Taylor, "Homeopathy in veterinary medicine", Skeptical Intelligencer, 8, 2005, págs. 15-18):

1. Aprovechamiento del curso natural de la enfermedad. Los organismos animales pueden defenderse eficazmente de la mayor parte de las enfermedades sin necesidad de ayuda externa. La evolución les ha dotado de un sistema inmunitario potente, así como de diversos mecanismos capaces de mejorar o curar una gran variedad de enfermedades. He aquí algunos ejemplos de casos que parecen graves y, sin embargo, pueden curarse sin intervención externa: gastroenteritis, cistitis y enfermedades urinarias (principalmente en gatos), ciertos tipos de fracturas pelvianas, enfermedades vestibulares (una alteración generalmente temporal del centro del equilibrio, a menudo mal llamado ataque), cojeras debidas a esguinces o contusiones, ciertos abscesos en los gatos, tos de las perreras, infecciones del aparato respiratorio superior, afecciones menores de la columna vertebral… En muchos de estos casos, la curación puede parecer milagrosa. Y si se proporciona al animal un tratamiento homeopático durante la enfermedad, la futura curación será explicada por dicho tratamiento; la realidad, sin embargo, es muy diferente, como acabamos de ver.

2. Aprovechamiento de las fases de virulencia y remisión de muchas enfermedades. Veamos algunos casos concretos:

• Las alergias cutáneas son corrientes en el caso del perro y tienen carácter estacional cuando provienen del medio ambiente. Si, por ejemplo, su origen es un polen, el efecto desaparecerá tras la estación de floración.

• La enfermedad de Addison tiene su origen en una hipoactividad de la glándula suprarrenal. Los síntomas son sumamente variables y van desde un pequeño aletargamiento hasta una enteritis hemorrágica, que desaparecen a menudo sin tratamiento.

• El tumor de mastocitos es un cáncer de la piel de los perros que comienza por pequeños bultos que permanecen inactivos durante meses. Pero si sufren golpes o traumatismos, estos bultos cutáneos producen diversas sustancias (como histamina y otras) que originarán hinchazones más importantes que la lesión inicial. A pesar de ser bastante espectaculares, estas zonas de reacción desaparecen en general, mientras el cáncer inicial permanece en el mismo lugar.

• La cojera juvenil del perro comienza paulatinamente en el primer año de vida. Después de una serie de remisiones y recaídas puede parecer curada, pero si el tratamiento no es el adecuado puede conducir a alteraciones articulares serias, e incluso invalidantes, en la edad adulta.

En estas situaciones los dueños de los animales buscan un tratamiento cuando los síntomas empeoran, momento en que precisamente comenzará una remisión. Una intervención homeopática en ese instante dará la falsa impresión de curación o mejoría, lo que podría retardar, por desgracia, el tratamiento adecuado, que más adelante puede ser ineficaz.

3. Aprovechamiento de diagnósticos y tratamientos erróneos. En veterinaria los diagnósticos y, en consecuencia, los tratamientos son aún más imprecisos y provisionales que en la medicina humana. Los homeópatas tienen el campo perfectamente abonado

para utilizar a su favor los errores o, simplemente, las imprecisiones. Así, por ejemplo, un bulto entre los dedos de la pata de un perro puede ser un quiste, un absceso o un tumor. Si el examen de laboratorio sugiere que nos encontramos ante un cáncer, es muy posible que el dueño acuda a la opinión de un homeópata, y éste, tras enterarse del diagnóstico exacto (un simple absceso) ponga un tratamiento homeopático y cure un cáncer que nunca existió.

4. Empleo paralelo de la medicina científica. Se habla en estos casos de "medicina de complemento", algo que irrita sobremanera al veterinario científico pues al final, como sucede también en la medicina humana, la curación será enteramente atribuida a la homeopatía. Esta situación es muy evidente cuando se trata de tratamientos largos, ya que al cabo de cierto tiempo el dueño del animal, inquieto por la aparente ausencia de eficacia, irá en ocasiones en busca de un homeópata, cuyo tratamiento le parecerá eficaz. En tal caso, será imposible convencerle de que la homeopatía no ha hecho más que permitir la espera suficiente para que actúe el tratamiento inicial.

Una vaca en la consulta

M. Rouzé se preguntaba cómo es posible hacer una entrevista a una vaca en una consulta veterinaria para desvelar lo más íntimo de su personalidad. Subestimaba a los homeópatas, hoy sabemos que son capaces de eso y de mucho más. El club médico de la comedia estaba allí para probarlo:

HOMEÓPATA VETERINARIO: Por favor, doña Vaca, túmbese en el diván, que vamos a comenzar la anamnesis o interrogatorio clínico.

DOÑA VACA: Perdón, quizá me he confundido, ¿esto qué es, homeopatía o psicoanálisis?

HOMEÓPATA VETERINARIO: Pues mire, no hay diferencias apreciables: cobramos lo mismo, hacemos las mismas preguntas y obtenemos los mismos resultados. Por eso yo prefiero hablar de homeopsicoanálisis. Aclarada su pregunta, comencemos sin dilación el interrogatorio. Ante todo, ¿es usted una vaca cualquiera?

DOÑA VACA: No, de ninguna manera, soy astrofísica y me estoy especializando en la estructura interestelar de la Vía Láctea.

HOMEÓPATA VETERINARIO: Vaya… un caso complicado. Sigamos: ¿le gustan los toros?

DOÑA VACA: No, no me gustan los toros, me gustan los vaqueros; tenga en cuenta que soy vaca y antitaurina.

HOMEÓPATA VETERINARIO: Pues sí que es un caso difícil… Pero, por un casual, ¿no estará enamorada de la Luna?

DOÑA VACA: ¡Sí, claro, como toda vaca que se precie! Además, no me queda otro remedio, padezco de insomnio y me paso toda la noche mirándola.

HOMEÓPATA VETERINARIO: ¡Aja!, al fin lo descubrí, ése es su problema: el insomnio. Pero tranquila, su dolencia está resuelta, le recetaré Coffea cruda 9CH (de Boiron, nada de genéricos) y a otra cosa mariposa: dormirá como un bebé y dará café con leche por las mañanas. En la homeopatía todo son ventajas. Será la atracción de la granja y podrá, si lo desea, cambiar el departamento de astrofísica por un bar de desayunos. En suma, será otra persona, quiero decir, otra vaca.

DOÑA VACA: Muchas gracias, doctor, en cuanto llegue a casa comenzaré el tratamiento. ¿Cuánto le debo?

HOMEÓPATA VETERINARIO: Por ser usted, 200 euros. A los dragones de Komodo les cobro algo más, por plus de peligrosidad.

DOÑA VACA: Muy agradecida de nuevo, doctor, y si no le importa le pagaré al estilo homeopático, es decir, con un cheque 30CH. Soy vaca, no tonta.

(Dicho lo cual, doña Vaca, dando alegres mugido s, salta la valla de la consulta y se dirige a la granja por un camino de baldosas amarillas. Por su parte, el homeópata, visiblemente contrariado por el fracaso pecuniario, medita pasarse al campo de la homeo patía humana. Se ha dado cuenta de que hay personas mucho más tontas que las vacas).

Peligros de la homeopatía

Como toda pseudomedicina, la homeopatía presenta dos tipos de peligros: los directos, o por acción, y los indirectos, o por omisión.

Los peligros directos son los producidos por la propia acción de la pseudomedicina. En la homeopatía -un fraude médico en el que el producto suministrado es una mezcla de agua y alcohol, mezcla que rara vez produce trastornos orgánicos en las dosis usadas por los homeópatas-, los peligros directos derivan principalmente de las adulteraciones o los errores que se puedan cometer durante su preparación, tal como sucedió en Argentina en el verano de 1992, cuando varias personas fallecieron al ser sustituido el alcohol común usado en la elaboración de los "medicamentos" homeopáticos por uno letal como el dietilenglicol. Se habló de sabotaje, pero un estudio posterior puso de manifiesto que hasta el 30% de los medicamentos naturistas utilizados en Argentina pueden ser falsos (La Alternativa Racional, 8, 1993).

En algunos casos se ha asociado la salmonelosis con el consumo de glóbulos homeopáticos de serpiente de cascabel (L. A. Cone, W. H. Boughton et al., "Rattlesnake capsule-induced Salmonella arizona bacteremia", Western Journal ofMedicine, 153, 1990). También se ha publicado (véase Harrison, Principios de Medicina interna, MacGraw-Hill, Madrid, 2003, vol. I, pág. 63) un caso de pancreatitis relacionada con la ingestión de medicamentos homeopáticos. En los preparados de "potencia baja", es decir, los menos diluidos, se han encontrado concentraciones potencialmente tóxicas de arsénico y cadmio. En cualquier caso, llama la atención la permisividad de las administraciones sanitarias con la comercialización de las "terapias alternativas" en comparación con los controles ejercidos sobre los laboratorios farmacéuticos, cuyos medicamentos deben pasar por estudios largos y costosos antes de su utilización pública. En estos controles la homeopatía presenta dificultades añadidas. Según dice Robert L. Park, dado que los remedios homeopáticos están "infinitamente diluidos", ¿cómo se puede demostrar que son realmente homeopáticos? Incluso si uno cree que el agua puede conservar un recuerdo, en tanto no se conozca el mecanismo por el que dicho recuerdo se almacena, esta posibilidad constituye una invitación al fraude. En realidad, si se pidiera que un organismo gubernamental certificara la autenticidad de una etiqueta homeopática, ¿cómo lo comprobaría? Sería como tratar de demostrar que el agua bendita ha sido realmente bendecida.

Por otra parte, las pseudomedicinas son peligrosas no sólo por lo que hacen sino también, y sobre todo, por lo que impiden hacer. Los peligros indirectos o por omisión son, entre otros, los siguientes:

1. Retrasan o intefieren tratamientos científicos que necesitan ser precoces. De hecho, cada vez son más los casos de enfermedades graves, cáncer sobre todo, en los que la terapia efectiva se retrasa por culpa de tratamientos "alternativos" extemporáneos. Desgraciadamente, a más de un paciente esta tardanza le ha costado la vida. Por otra parte, el efecto placebo originado por la pseudoterapia puede enmascarar un cuadro clínico y, en consecuencia, impedir un diagnóstico precoz (algo siempre imprescindible cuando se trata de cáncer.

2. Crean falsas esperanzas, las cuales se traducen en desánimo y desconfianza. Recuperar esa empatía perdida por culpa del engaño es a menudo algo difícil de lograr. Y la esperanza, no lo olvidemos, es el catalizador básico de la relación médico-enfermo.

3. Obstaculizan el progreso de la ciencia, lo cual comparten las pseudomedicinas con las pseudociencias en general. No sólo obstruyen el progreso científico -con sus principios simples y universales tenemos toda la medicina al alcance de la mano- sino que fomentan la irracionalidad. Así, no es de extrañar que un homeópata sea el jefe de una secta destructiva, que un naturista practique cultos satánicos o que las "medicinas alternativas" sean las niñas mimadas de los adeptos de la Nueva Era y de multitud de revistas pseudocientíficas. Los problemas médicos son un buen cebo que utilizan las sectas para ganar adeptos.