EL CONTACTO SE PRODUJO REPENTINAMENTE, mientras dormitaba. Me incorporé en seguida. Era Papá.
—Corwin, he tomado mis decisiones y ya ha llegado la hora —dijo—. Dame tu brazo izquierdo.
Lo extendí mientras su forma cobraba solidez y adquiría un aspecto más imponente; en su cara había una cierta tristeza que nunca antes vi en él.
Cogió mi brazo con su mano izquierda a la vez que con la derecha extraía su daga.
Miré cuando hizo un corte en mi brazo, luego guardó el cuchillo. Surgió la sangre y, ahuecando la mano izquierda, la recibió. En seguida me soltó, cubrió su mano izquierda con la derecha y se apartó de mí. Alzando las manos a su rostro, sopló en ellas y rápidamente las separó.
En su mano apareció un pájaro rojo del tamaño de un cuervo, su plumaje era del color de mi sangre. Acomodándose en su muñeca, me observó. Incluso sus ojos eran rojos, y al ladear la cabeza para mirarme exhibió un aire familiar.
—Él es Corwin, al que tú debes seguir —le dijo al pájaro—. Recuérdalo.
Entonces, se lo colocó en su hombro izquierdo, desde donde siguió contemplándome, sin intención de alzar el vuelo.
—Debes marcharte, Corwin —me comentó—, y rápidamente. Sube a tu caballo, cabalga hacia el sur y entra en la Sombra tan pronto como puedas. Se trata de una cabalgada a muerte. Aléjate de aquí todo lo posible.
—¿Hacia dónde me dirijo, Padre? —le pregunté.
—A las Cortes del Caos. ¿Conoces el camino?
—En teoría. Nunca cabalgué toda la distancia.
Lentamente asintió.
—Será mejor que te marches ya —indicó—. Quiero que pongas la mayor diferencia temporal que puedas entre este lugar y tú.
—Muy bien —comenté—, mas no lo entiendo.
—Cuando llegue el momento lo harás.
—Pero hay una manera más fácil —proteste—. Puedo llegar allí mucho más rápido y con menos molestias simplemente llamando a Benedict para que me transporte a las Cortes.
—No —subrayó Papá—. Es necesario que cojas la ruta más larga, ya que llevarás contigo algo que te será entregado a lo largo del camino.
—¿Que me será entregado? ¿Cómo?
Alzó la mano y acarició las plumas rojas del pájaro.
—Lo hará este amigo tuyo. No podría volar todo el trayecto hasta las Cortes…, lo que quiero decir es que no llegaría a tiempo.
—¿Qué me traerá?
—La Joya. Dudo que yo pueda transferirme cuando acabe lo que tengo que hacer. Sus poderes pueden resultarnos muy útiles en aquel lugar.
—Ya veo —murmuré—. Pero aun así, no tengo por qué recorrer toda la distancia. Puedo llegar con el Triunfo una vez que la reciba.
—Me temo que no. En cuanto realice lo que voy a hacer aquí, todos los Triunfos serán inoperantes durante un tiempo.
—¿Por qué?
—Porque todo el material de la existencia sufrirá una alteración. ¡Muévete de una vez, maldición! ¡Sube a tu caballo y lárgate!
Me quedé quieto y lo contemplé un rato.
—Padre, ¿no hay otra manera?
El sólo sacudió la cabeza y alzó la mano. Comenzó a desvanecerse.
—Adiós.
Di media vuelta y monté. Teníamos más cosas que decirnos, pero ya era demasiado tarde. Encaminé a Star al sendero que nos llevaría hacia el sur.
‡ ‡ ‡
Así como Papá podía manipular la Sombra sobre Kolvir, yo nunca fui capaz de hacerlo. Necesitaba alejarme una buena distancia de Ámbar para producir los cambios.
Pero, sabiendo que era posible, decidí intentarlo. Así, mientras me dirigía al sur atravesando pasajes rocosos donde aullaba el viento, busqué alterar el tejido de realidad que me rodeaba a la vez que buscaba el sendero que conducía a Garnath.
… Descubrí un pequeño arbusto de flores azules cuando rodeé aquel promontorio rocoso. Me entusiasmé, ya que eran una parte modesta de mi esfuerzo. Continué imponiéndole mi voluntad al mundo que surgiría ante mí con cada giro del camino.
Una sombra proyectándose de esa piedra triangular que había delante… Un cambio en el viento…
Algunas de las alteraciones más pequeñas cobraban forma. Un giro en el sendero… Una hendidura… Un viejo nido de aves en un saliente rocoso… Más flores azules.
¿Por qué no? Un árbol… Otro…
Sentí cómo el poder se movía en mi interior a medida que realizaba más cambios.
Entonces pensé en el poder que acababa de descubrir en mí. Era posible que lo que antes me impedía la manipulación de la Sombra tan cerca de Ámbar fueran razones meramente psicológicas. Hasta hacía muy poco tiempo, había considerado a Ámbar como la única e inmutable realidad de la que todas las sombras cobraban forma. Pero, en ese momento, sabía que era la primera de las sombras, y que el sitio donde mi padre se encontraba representaba la realidad más alta. Por lo tanto, la proximidad lo dificultaba más, pero no impedía que dichos cambios se efectuaran. Sé que en otras circunstancias hubiera reservado mi fuerza hasta llegar a un punto donde fuera más fácil realizar los cambios.
Pero ahora mi necesidad se veía impulsada por la urgencia. Si quería cumplir lo que mi padre me pidió, tenía que esforzarme.
Para cuando llegué al sendero que bajaba por la cara sur de Kolvir, la fisonomía de la tierra se había modificado. Tenía ante mí una serie de suaves pendientes, en vez del descenso pronunciado que normalmente marcaba ese camino. Me adentraba en las tierras de sombra.
Mientras bajaba, el camino negro aún aparecía a mi izquierda como una oscura cicatriz, pero este valle de Garnath a través del cual pasaba, se encontraba en un estado ligeramente mejor que el que yo conocía tan bien. Su contorno era más suave, debido a las manchas verdes que había desperdigadas cerca del camino muerto. Era como si mi maldición sobre la tierra hubiese sido levemente mitigada. Por supuesto, fue una ilusión, porque esta ya no era mi Ámbar. Casi recé mentalmente, dirigiéndome al valle en general: Siento mi parte en todo esto. Me dirijo a intentar repararlo. Perdóname, oh espíritu de este lugar. Miré en la dirección de la Arboleda del Unicornio, mas estaba demasiado lejos hacia el oeste, oculto por demasiados árboles, para que pudiera vislumbrar aquel sagrado verdor.
La pendiente disminuyó y el paisaje dio paso a una serie de suaves colinas. Cuando las atravesamos, dejé que Star fuera más rápido a medida que cambiaba nuestro rumbo hacia el sudoeste, y, finalmente, hacia el sur. A una gran distancia a mi izquierda, el mar lanzó brillantes destellos. Pronto se interpondría entre nosotros el camino negro, pues descendíamos hacia Garnath en su dirección. No importaba lo que hiciera con la Sombra, me resultaría imposible borrar esa presencia ominosa. De hecho, el camino más rápido iba paralelo a él.
Por fin llegamos hasta el valle. El Bosque de Arden se alzaba a mi derecha, muy lejos, abarcando todo el oeste, inmenso y venerable. Seguí cabalgando, realizando todos los cambios que podía para alejarme de mi hogar.
Si bien el camino negro siguió a la vista, me mantuve apartado de él. Tuve que hacerlo, ya que era lo único que no podía alterar. Nos separaron, alternativamente, arbustos, árboles y pequeñas colinas.
Entonces, proyecté mi mente, y la textura de la tierra cambió.
Vetas de ágata… Montones de esquisto… Un oscurecimiento del verdor…
Nubes pasando velozmente por el cielo… El sol oscilaba y bailaba…
Aceleramos el paso. La tierra se hundió aún más. Las sombras se estiraron, fundiéndose. El bosque retrocedió. Una pared rocosa se elevó a mi derecha, otra a la izquierda… Un viento frío me persiguió por un cañón escarpado. Vetas de estratos minerales —rojas, doradas, amarillas y marrones— resplandecieron al pasar. El suelo del cañón se tornó arenoso. Remolinos de polvo se alzaron a nuestro alrededor. Me incliné sobre el cuello de Star a medida que el camino ascendía una vez más. Las paredes se curvaron hacia adentro, acercándose entre sí.
El camino se estrechó tanto que casi pude tocar las dos paredes…
Sus extremos superiores se juntaron. Cabalgué por un túnel en penumbra, avanzando más despacio a medida que se oscurecía… Líneas fosforescentes brotaron de la nada. El viento gemía.
¡Salimos del túnel!
La luz que surgió de las paredes era cegadora, a la vez que crecían cristales gigantes a nuestro alrededor. Los atravesamos y seguimos por un sendero ascendente que nos alejaba de esta región por una serie de pequeños valles cubiertos de moho, donde estanques perfectamente circulares yacían inmóviles como si fueran cristal verde.
Ante nosotros aparecieron enormes helechos, entre los cuales nos abrimos camino. Escuché un distante y ensordecedor sonido.
Giramos y fuimos al paso… Los helechos se hicieron rojos, más anchos y bajos… Más allá se extendía una gran planicie, que adoptaba un color rosa oscuro a medida que anochecía…
Hacia adelante, sobre unas pálidas hierbas… El olor de la tierra fresca… En la distancia, la forma de montañas o nubes… La aparición súbita de estrellas a mi izquierda… Un repentino aumento de la humedad… Una luna azul salta hacia el cielo… Destellos entre los oscuros contornos… Los recuerdos y un ruido que hace temblar la tierra… El viento cobra velocidad y el aire se llena con el olor de la tormenta…
Un viento fuerte… Las nubes ocultan parcialmente a las estrellas… Una intensa cuchilla de luz destroza un árbol a mi derecha, convirtiéndolo en llamas… Capas de agua caen sobre mí… Una hilera de luces a mi izquierda…
Bajo estruendosamente por una calle de piedra… Un vehículo extraño se aproxima… De forma cilíndrica, avanza con breves explosiones… Nos evitamos mutuamente… Un grito me persigue… A través de una ventana iluminada el rostro de un niño…
El estruendo… El agua… Fachadas y casas… La lluvia disminuye hasta que desaparece… Se aproxima la niebla, que permanece a mi alrededor, haciéndose más densa, bañada por una creciente luz de color perla que proviene de mi izquierda…
El terreno se vuelve blando y de color rojo… La luz en la niebla se intensifica… Sopla un viento nuevo a mi espalda, el frío desaparece dando paso a una calidez moderada… El cielo se abre…
En un suave tono amarillo… Un sol naranja se precipita hacia la tarde…
¡Me estremezco! Un cambio que no he hecho yo, algo totalmente inesperado… El suelo tiembla debajo nuestro, y sé que es más que una vibración. El cielo nuevo, el sol nuevo, el desierto cobrizo… se expanden y se contraen, se disipan y retornan. Escucho un chasquido, y con cada desaparición, Star y yo nos quedamos solos rodeados por una blanca nada… personajes sin un escenario. Cabalgamos sobre el vacío. La luz llega de todas partes y sólo nos ilumina a nosotros. El chasquido es continuo, como el deshielo primaveral en un río ruso por el que una vez pasé, y llena mis oídos. Star, que ha recorrido muchas sombras, está asustado.
Miro a mi alrededor. Aparecen contornos borrosos, que se hacen más claros a cada momento. Mi entorno vuelve a la normalidad, aunque con un aspecto un poco desvaído. Parte de la pigmentación del mundo ha desaparecido.
Giramos a la izquierda y nos dirigimos al galope a una pequeña colina que subimos; nos detenemos en su cima.
El camino negro. También parece diferente… casi más que el resto del paisaje. Oscila bajo mi mirada, parece ondular mientras lo observo. Los chasquidos continúan, haciéndose más estruendosos…
Sopla un viento desde el norte, suave al principio, para aumentar después en fuerza. Miro en esa dirección y veo una masa de nubes que se agrupan.
Sé que tengo que moverme como nunca antes lo hice. La destrucción y creación finales tienen lugar en el sitio que visité… ¿cuándo? No importa. Las ondas surgen desde Ámbar y la zona donde me encuentro, también, quizá desaparezca… y yo con ella. Si Papá no logra agruparla otra vez.
Sacudo las riendas. A toda velocidad cabalgamos hacia el sur.
Una llanura… Árboles… Algunos edificios en ruinas… Más rápido…
El humo de un bosque en llamas… Una pared de fuego… Se desvanece…
Cielo amarillo, nubes azules… Una armada de dirigibles pasa por encima…
Más rápido…
El cielo cae como un trozo de hierro al rojo vivo en un cubo de agua, las estrellas se vuelven estelas… Una débil luz sobre un sendero recto… Los sonidos de las manchas oscuras, el aullido… La luz se hace más brillante, y mi entorno pierde firmeza… Gris a mi izquierda y derecha… Más brillante aún… Lo único que mis ojos ven es el sendero… El aullido se intensifica… Diferentes formas corren en tropel… Cabalgamos a través de un túnel de Sombra… Comienza a girar…
Gira, gira… Sólo el camino es real… Los mundos pasan a mi lado… He liberado el control impuesto y ahora avanzo encima del mismo poder, cuyo objetivo es alejarme de Ámbar y lanzarme hacia el Caos… Un viento cae sobre mí, ensordeciendo mis oídos con su grito… Nunca antes forcé mi poder sobre la Sombra hasta el límite… El túnel se vuelve tan liso y sin fisuras como el cristal… Siento como si estuviera en un vórtice, un maelstrón, en el corazón de un tornado… Star y yo estamos empapados en sudor… Me inunda con fuerza la sensación de que me persiguen… El camino se convierte en una abstracción… Los ojos me escuecen cuando parpadeo para quitarme la transpiración… No podré aguantar mucho más esta cabalgada… La base de mi cráneo comienza a palpitar…
Tiro suavemente de las riendas y Star, lentamente, frena…
Las paredes de mi túnel de luz cambian… Parches de gris, negro, blanco, en vez de una sombra uniforme… Marrón… Un destello de azul… Verde… El aullido desciende a una vibración, hasta que desaparece… El viento es más suave… Las formas vienen y van…
Se hace más lento, más lento…
No hay sendero. Cabalgo sobre la tierra húmeda. El cielo es azul, las nubes blancas. La cabeza me da vueltas. Tiro de las riendas. Yo…
Diminuto.
Sentí una conmoción cuando bajé la vista. Me encontraba en las afueras de una villa de juguete. Había casas que cabrían en la palma de mi mano, caminos minúsculos, diminutos vehículos que se arrastraban por ellos…
Miré hacia atrás. Habíamos aplastado varias de estas residencias ínfimas. Eché un vistazo a mi alrededor. Vi unas pocas a la izquierda. Conduje con cuidado a Star en esa dirección y nos detuvimos cuando salimos del lugar. Me sentí mal por la destrucción que causé. Pero ya no había nada que pudiera hacer.
Emprendí la marcha otra vez, atravesando la Sombra, hasta que llegué a lo que parecía una cantera desierta bajo un cielo verdoso. Me sentí más pesado aquí. Desmonté, bebí un trago de agua y recorrí el lugar.
Aspiré profundamente el aire húmedo que me rodeaba. Me encontraba muy lejos de Ámbar ya, tan lejos como uno suele ir en un viaje normal, y me acercaba cada vez más hacia el Caos. Pocas veces antes me había alejado tanto. Elegí este lugar para descansar porque representaba el sitio más próximo a la normalidad que tenía a mano, ya que pronto los cambios se harían cada vez más radicales.
Al estirar mis entumecidos músculos oí, un grito por encima de mi cabeza.
Alcé la vista y vi que una forma oscura caía sobre mí; Grayswandir apareció en mi mano por reflejo. Mientras descendía, la luz se posó sobre la forma en el ángulo adecuado, y el cuerpo alado entonces se encendió.
El pájaro nacido de mi sangre voló en círculos, hasta que se posó sobre mi brazo extendido. Esos aterradores ojos me contemplaron con una inteligencia peculiar, pero no les presté la atención que les hubiera concedido en otra ocasión. Enfundé a Grayswandir y tomé lo que el pájaro me traía.
La Joya del Juicio.
Eso me indicó que el esfuerzo de Papá, sin importar su resultado, había acabado. El Patrón se encontraba reparado o borrado. Y él estaría vivo o muerto. Elige dos opciones de esas dos oraciones. Los efectos de su acción se extenderían desde Ámbar a través de la Sombra, como las ondas en el estanque proverbial. Más pronto de lo deseado sabría lo que había acontecido. Mientras tanto, tenía mis órdenes.
Me pasé la cadena por la cabeza y dejé que la Joya cayera sobre mi pecho. Monté de nuevo en Star. Mi pájaro de sangre emitió un grito corto y emprendió el vuelo.
Nos pusimos en marcha.
… Por un paisaje donde el cielo se hacía blanco a medida que el suelo se oscurecía. En ese momento, la tierra se apagó con un resplandor final y el cielo se volvió negro. Luego este proceso se invirtió. Y otra vez… Con cada paso, el efecto cambiaba, y a medida que ganábamos en velocidad se convirtió en una serie estroboscópica de instantáneas inmóviles, y adquirió una animación brusca, trocándose luego en la hiperactividad de una película muda. Finalmente, todo fue borroso.
Numerosos puntos de luz resplandecían a nuestro paso, como si fueran meteoritos o cometas. Sentí una extraña palpitación, una especie de pulso cósmico. Todo comenzó a girar a mi alrededor, como si me encontrara atrapado en un remolino.
Algo iba mal. Estaba perdiendo el control. ¿Acaso los efectos producidos por el acto de Papá ya habían llegado a la zona de Sombra por la que yo pasaba? No parecía muy factible. Sin embargo…
Star tropezó. Me aferré con fuerza a él cuando caímos, ya que no deseaba que nos separáramos en la Sombra. Me golpeé el hombro contra una superficie dura y quedé tumbado por un momento, atontado.
Cuando el mundo surgió de nuevo a mi alrededor, me senté y eché un vistazo.
En la atmósfera prevalecía un crepúsculo uniforme, pero no había estrellas. En su lugar, grandes rocas de diferentes tamaños y formas vagaban a la deriva en el aire. Me puse de pie, observando el paisaje.
Era posible, por lo que pude distinguir, que la irregular superficie rocosa en la que me encontraba fuera también una roca del tamaño de una montaña vagando con las otras. Star se incorporó y quedó temblando a mi lado. Un silencio absoluto nos contenía. El aire quieto era frío. No había ningún ser vivo a la vista. No me gustó el lugar. Nunca me hubiera detenido aquí por propia voluntad. Me arrodillé para inspeccionar las rodillas de Star. Quería marcharme tan pronto como fuera posible, preferentemente con mi caballo.
Mientras revisaba a Star, escuché una suave y contenida risa que podía provenir de una garganta humana.
Me detuve, apoyando la mano sobre la empuñadura de Grayswandir, y busqué con los ojos la fuente de aquel sonido.
Nada. En ningún lugar.
Pero la había oído. Lentamente, me volví, mirando en todas direcciones. No…
Entonces sonó otra vez. Y me di cuenta de que venía de arriba.
Escudriñé las rocas flotantes. Era difícil penetrar en las sombras que las bañaban…
¡Allí!
A diez metros por encima del suelo, y a unos treinta a mi izquierda, se veía lo que parecía una forma humana erguida sobre una pequeña isla en el cielo… me observaba. La contemplé. Fuera lo que fuere, se encontraba demasiado lejos para representar una amenaza. Estaba seguro de que podría desaparecer antes de que me alcanzara. Me acerqué a Star.
—No te servirá de nada, Corwin —gritó la voz que menos deseaba oír en ese momento—. Estás atrapado en este lugar. No existe manera de que te marches sin mi consentimiento.
Sonreí mientras montaba, luego extraje a Grayswandir.
—Averigüémoslo —dije—. Ven a cerrarme el paso.
—Muy bien —replicó, y surgieron llamas de la roca desnuda que me rodearon, rozándome, silenciosas.
Star se encabritó. Enfundé rápidamente a Grayswandir y cubrí sus ojos con mi capa, a la vez que le susurraba palabras tranquilizadoras.
En ese momento, el círculo de fuego se agrandó, y las llamas retrocedieron hacia los bordes de la enorme roca en la que estábamos.
—¿Convencido? —me llegó la voz—. Ese lugar es demasiado pequeño. Cabalga en cualquier dirección. Tu caballo se asustará de nuevo antes de que puedas manipular la Sombra.
—Adiós, Brand —dije, y emprendí la marcha.
Cabalgué, en sentido contrario a las agujas del reloj, alrededor de la superficie rocosa, cubriendo el ojo derecho de Star de las llamas periféricas. Escuché que Brand se reía entre dientes otra vez, aún no se había dado cuenta de lo que yo estaba haciendo.
Dos rocas enormes… Bien. Seguí cabalgando, creando el camino… Ahora un irregular seto de piedras a mi izquierda, una subida, una bajada… Los fuegos proyectan una confusión de sombras que atraviesan mi camino…
Allí. Bajo… Subo. Un toque de color verde en aquel trozo de luz… Sentí que el cambio comenzaba.
El hecho de que a nosotros nos resulte más fácil seguir una dirección recta, no significa que esta sea el único camino. Lo que ocurre es que lo hacemos de esa manera tan a menudo, que tendemos a olvidar que también podemos manipular la Sombra dando vueltas en círculo…
Sentí el cambio con más fuerza cuando me aproximé de nuevo a las dos grandes rocas. Brand también se dio cuenta entonces.
—¡Detente, Corwin!
Le hice un gesto con el dedo y pasé en medio de las rocas, dirigiéndome hacia un cañón estrecho salpicado por puntos amarillos de luz. Tal como yo quería.
Quité mi capa de la cabeza de Star y sacudí las riendas. El cañón viraba abruptamente a la derecha. Lo seguimos, desembocando en una avenida mejor iluminada que se ensanchó a medida que avanzábamos.
… Bajo un saliente de piedra, el cielo lechoso se tornó de color perla al otro lado.
Más profundo, más rápido, más lejos… Un precipicio desigual coronaba la parte superior de la pendiente a mi izquierda, con focos de color verde que indicaban los arbustos bajo el cielo salpicado de rosa.
Cabalgué hasta que la vegetación se volvió azul bajo un cielo amarillo, hasta que el cañón se unió con una llanura de color lavanda donde rocas anaranjadas rodaban a medida que el terreno temblaba debajo nuestro al ritmo de nuestros cascos. Crucé aquel lugar de zigzagueantes cometas, y llegué hasta la orilla de un mar de color rojo sangre en un sitio de profundos aromas. Un gran sol verde y uno pequeño de color bronce pasaron por encima mío mientras recorría aquella playa, iluminando el choque de armadas esqueléticas entre serpientes de las profundidades que nadaban alrededor de los barcos de velas anaranjadas y azules. La Joya palpitaba sobre mi pecho y yo extraje fuerzas de ella. Un viento salvaje sopló y nos condujo a través de un cielo de nubes de tonos cobrizos por encima de un abismo aullante que parecía interminable, donde la negrura, salpicada por breves resplandores, reinaba en su interior, del cual subían densas estelas de humo…
A mi espalda, el sonido del trueno, eterno… Delante nuestro, finas líneas, como las arrugas de un cuadro antiguo, avanzando por todos lados… Frío, un viento de intensa fragancia nos persigue…
Líneas… Las grietas se ensanchan, y la oscuridad corre a llenar los espacios… Vetas negras pasan a nuestro lado, encima, debajo, enroscándose sobre sí mismas… El tejido de una red, los esfuerzos de una araña gigante, invisible, que atraparán al mundo…
Hacia abajo, abajo, abajo… Otra vez aparece el suelo, arrugado y correoso como el cuello de una momia… Silencioso, nuestro palpitante pasaje… El trueno es más suave, el viento amaina… ¿El último aliento de Papá? Cobro velocidad y me alejo…
Las líneas se hacen más finas, como las de un aguafuerte, y entonces se desvanecen bajo el calor de los tres soles… Y aún más rápido…
Un jinete, que se aproxima… Su mano salta a la empuñadura de su espada al mismo tiempo que la mía… Yo. ¿Soy yo mismo que regreso? Nuestros saludos son simultáneos… A través del otro, de alguna manera, el aire es como una capa de agua en ese instante seco… Qué efecto especular de Carroll, de Rabma, de Tir-na Nog’th… Pero lejos, lejos a mi izquierda, una cosa negra se retuerce… Entramos en el camino… Me conduce…
A un cielo blanco, a un suelo blanco donde no hay horizonte… En el paisaje no existen ni el sol ni las nubes… Sólo ese hilo negro, en la distancia, y las resplandecientes pirámides que nos rodean, masivas, desconcertantes…
Nos cansamos. No me gusta este lugar… Pero ya hemos dejado atrás cualquier proceso que buscara. Tiro de las riendas.
Estaba agotado, pero sentía una extraña vitalidad dentro de mí. Parecía como si surgiera del interior de mi pecho… La Joya. Por supuesto. Me esforcé de nuevo en sacar fuerzas de este poder. Lo sentí fluir por mis miembros, apenas deteniéndose en las extremidades. Era como si…
Sí. Proyecté mi mente e impuse mi voluntad sobre mi entorno vago y geométrico. Comenzó a alterarse.
Se produjo un movimiento. Las pirámides se arrastraron, oscureciéndose. El mundo se volvió del revés, y yo quedé como si estuviera en la parte inferior de una nube, mientras contemplaba el paso de los paisajes debajo/arriba.
La luz se deslizó más allá de donde me encontraba, surgió de un dorado sol bajo mis pies. También este pasó de largo, y el terreno lanudo se oscureció, asperjando agua para erosionar la tierra con su movimiento. Los rayos golpearon al mundo encima mío, para despedazarlo. En algunos lugares se resquebrajó y sus trozos cayeron a mi alrededor.
Formaron un remolino cuando una ola de oscuridad lo cubrió todo.
Nuevamente regresó la luz, esta vez azulada, aunque no tenía ningún punto de referencia y no iluminaba ninguna tierra.
… Puentes dorados cruzan el vacío como grandes serpentinas, uno de ellos brilla debajo nuestro incluso ahora. Seguimos su curso, permanecemos inmóviles como estatuas todo el tiempo… Esto continúa casi durante eras. Un fenómeno similar a la hipnosis de carretera invade mis ojos, atontándome peligrosamente.
Hago lo que puedo para acelerar nuestro trayecto. Transcurre otra era.
Finalmente, y a lo lejos, veo un punto oscuro y nebuloso, es nuestro destino, que crece muy lentamente a pesar de nuestra velocidad.
Cuando lo alcanzamos, resulta gigantesco… es una isla en el vacío, toda poblada por dorados y metálicos árboles.
Detengo el poder que nos trajo hasta aquí y nos movemos bajo nuestra propia fuerza… entramos en ese bosque. Cuando atravesamos aquellos árboles, la hierba, como láminas de aluminio, cruje bajo nuestras pisadas. Extrañas frutas, pálidas y brillantes, cuelgan a mi alrededor. No escucho ningún sonido que indique vida. Internándonos en el bosque, llegamos hasta un pequeño claro a través del cual fluye una corriente como el mercurio. Allí, desmonto.
—Hermano Corwin —aparece nuevamente esa voz—. Te he estado esperando.