Viva mi dueño constituye la segunda parte de la trilogía El ruedo ibérico, en la que Don Ramón del Valle-Inclán aborda la agitada situación española en los meses de febrero a agosto de 1868, con una reina Isabel II sometida a las presiones del Ejército y de la Iglesia y condicionada por la cambiante influencia de los palaciegos. Toda esa compleja trama, que complican las ambiciones de los partidos, se convierte por obra y gracia del arte de Valle-Inclán en un espectáculo fascinante. Ante los ojos del lector desfilan personajes grotescos y acciones esperpénticas, pero por encima de todo ello emerge la concepción histórica del autor, que no oculta su simpatía por los desesperados y marginados.