Prólogo a la edición francesa
Un día me visitó René Centassi con el deseo de presentarme el manuscrito, escrito por él, en colaboración con Henri Masson, sobre la vida de mi abuelo. Le prometí leerlo y comentarlo.
Pero en lugar de eso, que en un principio consideré como un gesto de cortesía, lo que realmente ocurrió fue que viví un hecho excepcional que no había previsto en absoluto. El texto, ampliamente documentado, trataba de hechos sobradamente conocidos por mí, por haberlos oído muchas veces. Sin embargo, hojeándolo, me sorprendí al encontrar, no sólo una colección de anécdotas familiares, o una novela histórica, sino también una novela de acción, la de un visionario idealista; la novela de una vida, no una vida novelada. Hasta las primeras luces del amanecer no pude concluir la lectura de la historia de un hombre apasionado, escrita con pasión por dos autores comprometidos con su obra, sin ninguna intención propagandística.
Pero ¿qué significa realmente este desafío a Babel? Recordemos…
La palabra “Babel” es hoy sinónimo de maldición, ¿no se presenta la Torre de Babel como una empresa inmensa y ambiciosa para la humanidad? Empresa que no pudo alcanzar su objetivo al faltar una lengua común para todos los constructores.
El mérito de Zamenhof, padre del esperanto, fue que, desafiando al desorden lingüístico, hizo realidad su utopía. Su objetivo fue crear las condiciones necesarias para que la gran familia humana viviera en paz, en lugar de en el mundo actual de guerreros implacables —de diferente origen, de distinta cultura—, en un mundo en que, a pesar de todas las diferencias, cada uno entendiera y respetara al otro, mientras que la singularidad de cada individuo ayudara al enriquecimiento de toda la humanidad.
Porque el pensamiento básico de Zamenhof fue que, después de Babel, el no entenderse fue siempre la causa de todos los odios, de todas las enemistades, lo mismo entre las personas que entre los pueblos.
Una lengua comprendida por todos hubiera permitido, desde los tiempos bíblicos, construir la Torre que nos conduciría al cielo. Lamentablemente, esto no se realizó en tiempos de Zamenhof, pero en nuestra época podrían levantarse otras torres, podrían realizarse otros proyectos ambiciosos a escala mundial, si se alcanzara un consenso general. La lengua internacional inventada por mi abuelo se utilizaría como instrumento de concordia y unión.
Louis Christophe Zaleski-Zamenhof
Sceaux, julio de 1995.
P.D. añadida a la edición en esperanto: aplaudo de todo corazón la iniciativa de traducir al esperanto la bella y valiosa obra de Centassi y Masson. La lengua internacional es la forma idónea de desafiar al fracaso de Babel.
L.C.Z-Z., noviembre de 1996.