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Virgilio

Hasta el movimiento romántico, que se inició, tal es mi opinión, en Escocia, al promediar el siglo dieciocho y que se difundió después por el mundo, Virgilio era el poeta por excelencia. Para mí, en 1982, es casi el arquetipo. Voltaire pudo escribir que si Homero había hecho a Virgilio, Virgilio es lo que le había salido mejor. En la inconclusa Eneida se conjugan, según se sabe, la Odisea y la Ilíada. Es decir la vasta respiración de la épica y el breve verso inolvidable. En la cuarta Geórgica leemos: In tenui labor. Más allá del contexto y de su interpretación literal esas tres palabras bien pueden ser una cifra del delicado Virgilio. Cada tenue línea ha sido labrada. Recuerdo ahora.

Adgnosco veteris vestigia flammae.

Dante, cuyo nostálgico amor soñaría a Virgilio, la traduce famosamente:

Conosco i segni dell’ antica fiamma.

Virgilio es Roma y todos los occidentales, ahora, somos romanos en el destierro.

Texto de Jorge Luis Borges

publicado en el diario «Clarín»

en setiembre de 1982

A.: Borges, a través de diversas épocas se han sostenido algunas controversias sobre ese grupo de poemas llamados colectivamente Appendix Vergiliana, atribuidos a Virgilio. Croce habría dicho que es muy probable que algunos de sus primeros intentos poéticos se encuentren en esta colección, pero es casi seguro que no escribió todos los poemas. ¿Qué opina usted?