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La literatura gauchesca

El Martín Fierro

A.: ¿Cuál es el origen que usted le atribuye a la poesía gauchesca, Borges?

Querélos mi vida —a los orientales,

que son domadores— sin dificultades.

¡Que viva Rivera! ¡Que viva Lavalle!

Tenémelo a Rosas… que no se desmaye.

Media caña

a campaña.

Caña entera,

como quiera.

Los de Cagancha

se le afirman al diablo

en cualquier cancha.

Ahora, cuando Ascasubi escribió Santos Vega, su obra más conocida, era un hombre viejo y ya estaba un poco alejado de todo. Pero, como ya señalé, su más alto valor poético lo alcanzó cuando escribió estimulado por una batalla, por una campaña militar o por una victoria. La voz de Ascasubi es distinta a la de Hernández; la de Hernández es una voz grave, triste; la de Ascasubi es una voz de exaltación, de felicidad y de entusiasmo.

El gaucho más infeliz

tenía tropilla de un pelo.

No le faltaba un consuelo

y andaba la gente lista

tendiendo al campo la vista,

solo había hacienda y cielo.

A.: ¿Su padre lo llegó a conocer a José Hernández, verdad?

De rodillas a su lao

yo lo encomendé a Jesús.

Faltó a mis ojos la luz,

tuve un terrible desmayo,

caí como herido del rayo

cuando lo vi muerto a Cruz.

Es como si Martín Fierro no quisiera describir la muerte de Cruz, como si le escamoteara un poco a ese hecho desgraciado. Luego sigue:

Aquel bravo compañero

en mis brazos expiró;

hombre que tanto sufrió

varón que fue tan prudente

por humano y por valiente

en el desierto murió.

A.: Esos versos son de una gran belleza. Yo recuerdo ahora un cuento suyo, que se llama El fin. Martín Fierro vuelve a encontrarse con el moreno, pero el moreno es quien lo mata a él.

B.: Yo escribí ese cuento imaginando que ese hecho, de la manera en que yo lo relato, pudo haber sido entrevisto por Hernández. Ahora mucha gente ha dicho que yo escribí ese cuento en contra de Hernández, lo cual es absurdo. Creo que ese cuento lo habría aprobado el artífice de El Martín Fierro; salvo que como yo soy un mal versificador no me animé a escribirlo en verso.