Samuel
Sexta carta al maestro
Baltimore
Esta carta se encontró oculta en una celda de la cárcel de Baltimore en 1853. En la cara anterior del sobre, en una caligrafía apenas legible a primera vista, se leía:
«Al nuevo señor Poe».
Allí abajo en la oscuridad cerrada era como si yo pudiera ver una superficie de luz arriba. Pensé es una prueba. Si hay justicia voy a sobrevivir y si es cierto que todo lo que hice y mi gran proyecto no valen nada dejaré de respirar entre las losas. Estoy acostumbrado al encierro. Mi cuerpo puede estar quieto sin moverse durante muchos, muchos días. Ahora estaba herido. La sangre se coaguló en un cinturón alrededor del pecho. Pero el corazón late bajo la cáscara de sangre seca. Cuando busqué encontré el agujero en la espalda. El proyectil me traspasó de lado a lado y era una señal pensé de que la vida me quiere. Tuve tiempo de pensar ahí abajo día tras día estuve tendido y me curé solo. Salí haciéndome una pelota y apoyando las suelas de los pies contra el interior de la tapa. Soy más fuerte de lo que crees maestro. Nunca hubieras creído que tenía fuerzas para levantar la tapa. Pero en cuanto me sentí mejor empecé a juntar fuerzas. Mis piernas son fuertes de tanto andar. Te olvidaste de que yo hice un oficio de caminar. ¡Salí con mis piernas! En cuanto salí de la cámara empecé a cavar.
He hecho cosas terribles. Acciones inhumanas alguien dirá seguramente que ya no soy una persona. Pero no han visto en mi corazón no saben nada mi corazón es limpio no existe nada malo en él dijo mi madre bendita sea su memoria. He hecho cosas terribles pero las hice para alcanzar el gran cambio. Pronto todo irá hacia arriba para ti.
El mundo cambia. Cuando lees esto eres una parte de él. Todo lo que surge de los crímenes que cometí ayuda al cambio.
Primero el miedo y la destrucción y después la nueva vida.
Algunas vidas han de sacrificarse para mejorar el mundo. Te alegrarás cuando al final veas lo que he logrado.
Todo tiene un final eso es lo terrible y también lo mejor. Tú escribiste que la muerte es la meta de todas las cosas. Al principio no entendí lo que querías decir y empecé a leer de nuevo. No existe la muerte porque todas las cosas se atraen. Cuando algo muere se convierte en otra cosa y por eso nada puede morir y entonces lo viejo se hace nuevo y así la muerte es lo más importante de todo si la muerte no existiera todo estaría muerto pero como existe, existe la esperanza y también lo nuevo y un nuevo mundo.
Tú escribiste eso.
Para que lo viejo se haga nuevo tiene antes que morir.
Mientras estaba en la bóveda comencé a pensar cosas totalmente nuevas de ti.
Tú no eres más mi amo. Ya no tengo a nadie. Mi madre me contó sobre el cuidado que los propietarios tienen con sus esclavos y de cómo el hombre blanco ama su propiedad. El hombre que me disparó en la bóveda y me arrojó dentro del féretro como si fuera un saco de leña no me amaba. Hace muchos años que ese hombre dejó de sentir el cariño que un maestro «debe» sentir por su siervo.
Soy más grande que tú ahora que mi obra de arte comienza donde la tuya termina. Soy tu superior. Edgar Allan Poe me dio la teoría pero yo la llevé adelante y la hice realidad.
Ésta es mi última tarea.
El nuevo mundo no puede comenzar sin que tú te hayas renovado.
Empaqueté mis cosas y viajé a Richmond en donde te encontré en la taberna del Cisne. Una vez entré a tu casa durante la noche y me senté al borde de tu cama y estudié los restos del hombre que admiré. Respirabas tan delicadamente como si tus pulmones fueran pequeños fuelles escuché tu respiración.
Fuiste a la casa de la mujer y vi que mejorabas y empezaste a creer que podrías estar sin beber.
Pero no era así como debía terminar. No en su casa. No entre los Hijos de la Abstinencia.
Una noche bebiste de más en la taberna del Cisne y casi te mueres en el hospital.
Entonces supe que mi plan era bueno.
Encontrarías todas las botellas que coloqué para ti y beberías una después de la otra y al final me agradecerías el haberte dado una nueva oportunidad.