Comienza la guerra genocida

La Polonia ocupada del período 1940-1941 se desbordaba en actos de brutalidad. En la pequeña ciudad de Izbica el nuevo alcalde de los Volksdeutsche reasentados había entrenado a su perro para reconocer la estrella de David bordada en las ropas de los judíos. Las mujeres que se dirigían al pozo a buscar agua eran atacadas por el adorable can alsaciano del alcalde y asesinadas como un simple deporte... En los campos de trabajo dirigidos por Odilo Globocnik los obreros judíos encargados de construir las fortificaciones a lo largo del río Bug morían como moscas... Los guardias de los trenes de carga jugaban el mortal juego de hacerles saltar de un vagón a otro en movimiento... El número de casos similares alcanza el millar, la decena de millar: se le estaba tomando gusto al Holocausto. No obstante, en las altas esferas que nos incumben, el genocidio aún no formaba parte de la agenda. Fue la guerra contra la Unión Soviética la que marcó el giro decisivo.

El 22 de junio de 1941, las tropas alemanas entran en territorio soviético. Detrás de ellas avanzan cuatro «grupos de intervención» de entre seiscientos y mil hombres cada uno. Karl Jäger, jefe de uno de los Einsatzkommando perteneciente al grupo de intervención norte, el Einsatzgruppe-A, informó en diciembre de las actividades de su unidad, el Einsatzkommando3:

Ahora puedo afirmar que el Einsatzkommando3 ha alcanzado objetivo frente al problema judío de Lituania. Ya no quedan hebreos en Lituania, excepto los de los campos de trabajo y sus familias...

Cumplir acciones de este tipo conlleva, ante todo, un buen grado de organización. La decisión de limpiar de judíos sistemáticamente los diferentes distritos requirió la preparación de cada intervención individualmente y la investigación de las condiciones particulares de las zonas. Los judíos debieron ser concentrados en uno o varios lugares. Hizo falta igualmente encontrar el sitio y excavar las fosas necesarias para las cantidades implicadas. La distancia entre la zona donde los judíos se hallaban y las fosas era de unos 405 kilómetros. Se les transportó al lugar de ejecución en grupos de no más de quinientos con una distancia entre grupo y grupo de al menos dos kilómetros...95

Cuando este informe fue escrito, los fusilamientos masivos realizados por los «grupos de intervención» y otras unidades asesinas96 ya había causado medio millón de muertos judíos. Los nazis habían pasado ya a la era del genocidio.

Aquella no era una guerra corriente, les dijo Hitler a sus generales, sino una lucha a muerte entre dos ideologías, y el estado soviético debía ser destruido con la violencia más feroz. Los cargos comunistas eran todos criminales y habían de ser tratados como tales.97 Esta última exigencia tal vez no fue muy distinta a la orden de eliminar a los líderes polacos de agosto de 1939. Sin embargo, la diferencia desastrosa se debió a que Hitler creía que el judaísmo se hallaba en el corazón del sistema comunista. El objetivo del dictador implicaba la eliminación de la «intelectualidad judeo-bolchevique». Por tanto, la campaña contra las élites rusas sería desde el principio una campaña antisemita. Pero los límites entre el pueblo hebreo y su participación en el mundo socialista habían sido muy mal definidos.

Hitler podía contar con la aprobación entusiasta de la Policía de Seguridad. La planificación de las operaciones de los cuatro Einsatzgruppen en territorio soviético fue elaborada por Reinhard Heydrich en los meses previos a la Operación Barbarossa. En resumen, la misma élite universitaria reaccionaria que dotó al gabinete estratégico de la SD (Servicio Secreto), ahora proporcionaba los fríos comandantes de los «grupos de intervención». Los recuentos detallados enviados a Berlín, apuntando minuciosa y separadamente el número de hombres, mujeres y niños fusilados durante el periodo del informe, revelan por vez primera la verdadera dimensión del horror y la incomparable fusión de ideología aniquiladora y puntillosidad que caracterizaba a los jóvenes oficiales de Heydrich. Llamativo también era el grado de tolerancia del ejército regular, que ahora aceptaba las medidas contra la población judía como parte esencial de la lucha contra los mandos soviéticos. Tras haber aprendido en Polonia la sumisión ciega, y puesto que compartían el anti bolchevismo y antisemitismo de Hitler, el alto mando del ejército planificó un nuevo tipo de guerra.98 La infame Kommissarbefehl99 del 6 de junio especificaba que todo comisario político adscrito al Ejército Rojo debía ser fusilado.100 El ejército regular, la Wehrmacht, aceptó que dentro de su jurisdicción la responsabilidad de las «operaciones especiales» recayera en las SS, autorizadas para actuar contra la población civil sin rendir cuentas al comandante militar de la región. Tanto para el ejército regular como para los «grupos de intervención», las acciones contra bolcheviques y partisanos legitimaron cualquier acto en contra de civiles judíos.101

La nueva guerra soviética se apoyaba en el asesinato en más de un aspecto. Buen número de historiadores coinciden en que la estrategia de movilización militar total ideada por Hitler y los planes de repoblar Rusia con alemanes dependían de la apropiación implacable de los recursos soviéticos, y de sus alimentos en particular.102 El 2 de mayo de 1941, en una reunión de expertos en economía —civiles y del ejército— se llegó a la conclusión de que la guerra no se podría prolongar más allá de finales de aquel año si los soldados alemanes en suelo soviético no se alimentaban de los propios suministros rusos. La conclusión, de una aridez pasmosa, fue: «Sin duda decenas de millones (Zigmillionen) de personas morirán de hambre».103 El Alto Mando alemán deliberadamente no hizo previsión alguna de cómo alimentar a los inevitables millones de prisioneros soviéticos. Resultado: un increíble número de muertos entre los prisioneros de guerra, inicialmente superior al número de judíos ejecutados. En el transcurso del verano de 1941 creció la necesidad de alimentos debido al fracaso en el avance militar; además, saltaba a la vista que los campos no habían sido cultivados debidamente. Un clamor cada vez más acuciante pedía la eliminación de los «consumidores inservibles».104 A partir de septiembre las raciones de los prisioneros de guerra se redujeron todavía más. A finales de 1941, habían fallecido en manos alemanas la friolera de dos millones de prisioneros soviéticos.105 Aquella falta de planificación asesina demuestra que esas cifras de muertos —de seis y siete dígitos fuera del campo de batalla— formaban un aspecto integral y calculado de la campaña.

La Operación Barbarossa, por tanto, creó imperativos asesinos y alteró la dinámica de la guerra. ¿Pero significa esto que existió desde un principio la decisión inequívoca de eliminar a todos los judíos soviéticos? ¿O fue que el concepto estratégico de deshacerse de la intelectualidad judeo-bolchevique se fue ampliando hasta tomar dimensiones absolutas? Lamentablemente, desconocemos mucha de la planificación de Heydrich. Sabemos más acerca de las órdenes a la Wehrmacht, que de las recibidas por los comandantes de los Einsatzgruppen. Solamente existen hoy en día una serie de instrucciones de Heydrich a los cargos superiores de las SS y a los jefes policiales en la Unión Soviética.106 El documento indica que «todos los judíos al servicio del Partido y el Estado» se considerarán objetivos. Una instrucción que no es intrínsecamente genocida, aunque sí perfila unos límites bastante vagos. Resulta muy probable que las instrucciones verbales a los Einsatzgruppen fueran más explícitas que las escritas.107

Si observamos las intervenciones concretas de los escuadrones de la muerte, se puede ver que, en general, comenzaron dirigiéndose a un grupo reducido de funcionarios estatales y judíos con cargos de importancia, pero que luego ampliaron su competencia rápidamente hasta incluir a todos los judíos varones en edad de servir en el ejército.108 Unas semanas más tarde, entre julio y agosto, se comenzó a fusilar a mujeres y a niños, y en el periodo agosto/septiembre los escuadrones pasaron a exterminar sistemáticamente a comunidades enteras.109 ¿Fue aquella gestión asesina realizada paso a paso la consecuencia de un plan pre-establecido o cambiaron las órdenes en el transcurso del verano? De haber sido así, ¿quién decidió el cambio de magnitud de las matanzas? Los testimonios de los jefes de los Einsatzgruppen y sus Einsatzkommandos, rendidos a los tribunales aliados, son tan extremadamente contradictorios como los informes de las «intervenciones» transmitidos durante la contienda.110 Aunque tales documentos confirman la tendencia a ampliar el espectro de las matanzas, también denotan variaciones considerables en las interpretaciones de las órdenes recibidas. Ya en julio de 1941, el comandante del Einsatzgruppe-A creyó que las condiciones especiales de la guerra en la Unión Soviética hacían practicable la matanza de todos los judíos.111 Contrariamente, en septiembre del mismo año el comandante del Einsatzgruppe-C no creía que la eliminación de judíos fuese su principal tarea.112

Fueran cuales fueren las instrucciones iniciales recibidas por los comandantes regionales y los de los Einsatzgruppen, no cabe duda de que aquellas se sometieron a interpretaciones más generales o más específicas según el casó. Lo cual indica que las órdenes originales no fueron específicamente genocidas, y que la definición algo difusa de «élite judía» daba carta blanca a masacres no muy distintas al genocidio, o dicho de otro modo, la eliminación de todos los hombres judíos en edad de trabajar. Una vez realizadas tales matanzas, ampliar el alcance de la próxima no representaba más que un ínfimo paso más. Y las viudas e hijos de los fusilados, por ejemplo, no representaban una comunidad demasiado «viable» en vista de la amenazadora escasez de alimentos.

Ciertamente, Hitler creó el clima general para la radicalización de la política de matanzas. Se sabe que pedía con regularidad informes de las actividades de los Einsatzgruppen, y es probable que hasta se haya filmado una matanza para poder verla.113 En una reunión clave del 16 de julio —después de la cual Rosenberg asumió la autoridad de las áreas que aún no estaban bajo mando militar—, Hitler dijo que Alemania jamás abandonaría los territorios conquistados, y que se deberían tomar todas las medidas para un asentamiento alemán definitivo; medidas tales como fusilamientos y deportaciones. La guerra de guerrillas de Stalin dio a Hitler la excusa perfecta para «exterminar todo lo que se nos oponga» y expresar que «deberíamos fusilar incluso a aquellos que nos miren torcido».114 Tales declaraciones fueron hechas como anticipo a una victoria rápida. Pero a fines de julio, sin embargo, resultaba ya evidente que el avance iba con más lentitud de lo esperado, y que el problema prioritario sería aprovisionar las tropas. Entonces le tocó el turno a Göring y a sus órdenes severas. Entre el 27 y el 28 de julio decidió que toda la producción de víveres de los territorios ocupados del Este fuera controlada por las autoridades centrales, y distribuida solamente a quienes trabajaban para Alemania. Si la administración civil ya hacía distinciones entre judíos y gentiles, Göring extendió aquella política de discriminación a toda la Unión Soviética ocupada.115 Pero fue Himmler sobre todo quien transmitió la necesidad de medidas más radicales aún. El 17 de julio de 1941, Hitler le cedió el mando de la seguridad en los Territorios del Este, y entre el 15 y el 20 de julio, Himmler permaneció en el cuartel general del Führer. No se sabe en qué consistió el encuentro que tuvo lugar allí, pero a partir de entonces Himmler pasó rápidamente de medidas que, aunque asesinas, todavía podían considerarse de seguridad, a otras que han de calificarse exclusivamente como genocidas. El «problema judío» que afectaba a las grandes extensiones de la URSS conquistada se resolvería por medio de matanzas. Himmler no actuó exclusivamente en función de las órdenes recibidas de Hitler, sino también por iniciativa propia. Buscó y rebuscó hasta lograr de forma oficial extender su papel de comisario del Reich para el Fortalecimiento del Germanismo de Polonia hasta los ex territorios soviéticos. Así pues, una semana después de su ascenso, Himmler cuadruplicó el número de tropas de las SS que operaban detrás del frente de batalla. Eso fue sólo el comienzo, ya que además colocó los batallones de reserva de la Policía de Seguridad bajo el mando de sus «tropas negras» en el terreno: los oficiales de más alto rango de las SS y (a la vez) los jefes policiales regionales, los HSSPF.116 Por medio de los HSSPF, Himmler presionó para limpiar de una vez por todas las inmensas franjas de territorio, tanto por razones de seguridad como pensando en la futura repoblación. Quizá aún hubiera a fines de julio remilgos a la hora dé ordenar fusilamientos de mujeres y niños, pero si los hubo fueron pocos.117 Cada vez más los HSSPF cumplieron el cometido de dirigir las matanzas. Las brigadas SS y los batallones policiales bajo su mando acabarían matando a más judíos que los «grupos de intervención» desplegados a comienzos de la invasión.118 En general, las pruebas no demuestran la teoría de una única orden, neta y definida, de masacrar a la población judía. Los momentos claves, en que los diversos Einsatzgruppen deciden ampliar el espectro de sus víctimas, varían considerablemente. Lo que sí puede afirmarse es que, por una parte, en aquel ambiente asesino generalizado promovido por Hitler, varios organismos trabajaron juntos, expeditivamente, para hacer efectivas las medidas, y que en el centro mismo de aquellos organismos, se encontraba la dupla Himmler-Heydrich. Por otra parte, los jefes de los Einsatzgruppen —surgidos en su mayoría del ámbito homogéneo de la Policía de Seguridad ya descrito— interpretaron libremente las órdenes y las instrucciones. En la segunda mitad de julio y la primera mitad de agosto, Himmler, acaso por orden del Führer, dio un giro hacia un estilo asesino abiertamente genocida. Conforme aumentaban las presiones económicas, los mandos combinados de las SS y de la Policía de Seguridad encontraron una gran respuesta por parte de los funcionarios civiles; unos funcionarios que se quejaban sin cesar de los elementos indeseables y que exigían su porción de los escasos recursos existentes. La administración civil de Lituania y algunos comandantes de campaña de la Wehrmacht firmaron acuerdos con las SS para deshacerse de los «consumidores inservibles», rezagos de las primeras matanzas. En agosto de 1941, la última fecha probable, el destino de los judíos rusos ya había sido sellado.119

La villa, el lago, la reunión
titlepage.xhtml
sec_0001.xhtml
sec_0002.xhtml
sec_0003.xhtml
sec_0004.xhtml
sec_0005.xhtml
sec_0006.xhtml
sec_0007.xhtml
sec_0008.xhtml
sec_0009.xhtml
sec_0010.xhtml
sec_0011.xhtml
sec_0012.xhtml
sec_0013.xhtml
sec_0014.xhtml
sec_0015.xhtml
sec_0016.xhtml
sec_0017.xhtml
sec_0018.xhtml
sec_0019.xhtml
sec_0020.xhtml
sec_0021.xhtml
sec_0022.xhtml
sec_0023.xhtml
sec_0024.xhtml
sec_0025.xhtml
sec_0026.xhtml
sec_0027.xhtml
sec_0028.xhtml
sec_0029.xhtml
sec_0030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_000.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_001.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_002.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_003.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_004.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_005.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_006.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_007.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_008.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_009.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_010.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_011.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_012.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_013.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_014.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_015.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_016.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_017.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_018.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_019.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_020.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_021.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_022.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_023.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_024.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_025.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_026.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_027.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_028.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_029.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_030.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_031.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_032.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_033.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_034.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_035.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_036.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_037.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_038.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_039.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_040.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_041.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_042.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_043.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_044.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_045.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_046.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_047.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_048.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_049.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_050.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_051.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_052.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_053.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_054.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_055.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_056.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_057.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_058.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_059.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_060.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_061.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_062.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_063.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_064.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_065.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_066.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_067.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_068.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_069.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_070.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_071.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_072.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_073.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_074.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_075.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_076.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_077.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_078.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_079.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_080.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_081.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_082.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_083.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_084.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_085.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_086.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_087.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_088.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_089.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_090.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_091.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_092.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_093.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_094.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_095.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_096.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_097.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_098.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_099.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_100.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_101.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_102.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_103.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_104.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_105.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_106.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_107.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_108.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_109.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_110.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_111.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_112.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_113.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_114.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_115.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_116.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_117.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_118.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_119.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_120.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_121.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_122.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_123.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_124.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_125.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_126.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_127.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_128.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_129.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_130.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_131.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_132.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_133.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_134.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_135.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_136.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_137.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_138.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_139.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_140.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_141.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_142.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_143.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_144.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_145.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_146.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_147.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_148.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_149.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_150.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_151.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_152.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_153.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_154.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_155.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_156.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_157.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_158.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_159.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_160.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_161.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_162.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_163.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_164.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_165.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_166.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_167.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_168.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_169.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_170.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_171.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_172.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_173.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_174.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_175.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_176.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_177.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_178.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_179.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_180.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_181.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_182.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_183.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_184.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_185.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_186.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_187.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_188.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_189.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_190.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_191.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_192.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_193.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_194.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_195.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_196.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_197.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_198.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_199.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_200.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_201.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_202.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_203.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_204.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_205.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_206.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_207.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_208.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_209.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_210.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_211.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_212.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_213.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_214.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_215.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_216.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_217.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_218.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_219.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_220.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_221.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_222.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_223.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_224.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_225.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_226.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_227.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_228.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_229.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_230.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_231.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_232.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_233.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_234.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_235.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_236.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_237.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_238.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_239.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_240.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_241.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_242.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_243.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_244.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_245.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_246.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_247.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_248.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_249.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_250.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_251.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_252.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_253.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_254.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_255.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_256.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_257.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_258.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_259.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_260.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_261.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_262.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_263.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_264.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_265.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_266.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_267.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_268.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_269.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_270.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_271.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_272.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_273.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_274.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_275.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_276.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_277.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_278.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_279.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_280.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_281.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_282.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_283.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_284.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_285.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_286.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_287.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_288.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_289.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_290.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_291.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_292.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_293.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_294.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_295.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_296.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_297.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_298.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_299.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_300.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_301.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_302.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_303.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_304.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_305.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_306.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_307.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_308.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_309.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_310.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_311.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_312.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_313.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_314.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_315.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_316.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_317.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_318.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_319.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_320.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_321.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_322.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_323.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_324.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_325.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_326.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_327.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_328.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_329.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_330.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_331.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_332.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_333.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_334.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_335.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_336.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_337.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_338.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_339.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_340.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_341.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_342.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_343.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_344.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_345.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_346.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_347.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_348.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_349.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_350.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_351.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_352.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_353.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_354.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_355.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_356.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_357.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_358.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_359.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_360.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_361.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_362.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_363.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_364.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_365.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_366.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_367.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_368.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_369.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_370.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_371.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_372.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_373.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_374.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_375.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_376.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_377.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_378.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_379.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_380.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_381.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_382.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_383.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_384.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_385.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_386.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_387.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_388.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_389.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_390.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_391.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_392.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_393.xhtml
notas_a_pie_de_pagina_split_394.xhtml