Ángela, por favor, escucha:

ella es sólo una parienta, una parienta lejana de mi madre. No es extranjera, pero ha pasado mucho tiempo fuera de aquí. Sólo se quedará en casa unos meses (te lo prometo), el tiempo necesario para que termine su libro, porque está escribiendo un libro, un estudio sobre la sexualidad de los animales, se pasa el día viendo cómo lo hacen los alacranes, manoseando el pito de los perros, olfateando el culo de las yeguas. Ya ves que tus celos son infundados. Hace poco me contó la historia de una polilla de follaje que copula y muere sin ver mundo, el macho la fecunda cuando ella todavía es una oruga, la pervierte allí, en su tierna infancia, y la oruga después de desovar se muere toda, sin ni siquiera haber sacado alas, como quien dice, sin haber vivido. A menos que eso sea vivir, Ángela, cariño, ¿es esto vivir?

Abel