Por Sarah Fim
Empyrean Magazine, 1995.
La última vez que dejamos a Marilyn Manson estaba en su cuarto de hotel inhalando cocaína y dándole a Empyrean la exclusiva sobre el
remolino de eventos del año pasado. Ahora son las 4 AM de esa misma noche y se está preparando para contarnos las horribles historias de
su gira con Nine Inch Nails (con el Jim Rose Circus Sideshow, y después, Hole como actos de apertura), alguien toca la puerta. Él esconde su CD de Judas Priest cubierto de droga detrás de una caja de cartón y se pone de pie, arreglando su playera de Adam Ant. Ve cuidadosamente
por el ojo de la puerta, como esperando ver a los vagos sicóticos que lo siguen a cada momento y duermen con su equipo (y ocasionalmente
con un miembro de la banda desesperado) para enterarse de las últimas noticias.
Pero la vista que encuentra cuando abre la puerta es mucho más horrible: es Twiggy Ramirez, el bajista de la banda, con una botella de vino en la mano y una expresión de horror puro. Se queja de lo miserable que se siente por haber inhalado demasiada cocaína. Entonces inhala
una línea mas y se sienta en un sillón en la esquina de la habitación, encogiendo las rodillas. En vez de hacerlo hablar, la cocaína lo ha
deprimido. A cada pregunta que le hacen, todo lo que responde es „Whiskey y anfetaminas."
Me pregunto si su presencia evitará que Manson se abra y sea honesto, pero Manson me dice que no me preocupe mientras se sirve un vaso
de vino.
Empyrean: Inhala un poco mas de eso y comenzaremos de nuevo.
Manson: Este es un buen polvo de la verdad. Eek, (Asustado por una escena del video que muestra gente invalida siendo masacrada.)
¿Cuándo comenzaste a usar cocaína?
No hace mucho. La primera vez fue en la gira con Nine Inch Nails. Habíamos tocado en Chicago y uno de los roadies nos llamó a mí y a
Twiggy al vestidor de Trent. Ahí estaba él con alguien más de la banda. El cuarto estaba destruido. Había comida por todas partes. Mierda
aplastada en el piso. Ropa sucia tirada por doquier. Y todo estaba cubierto de harina porque estos tipos solían echarse harina encima.
En medio del caos había un extraño hippie de cabello gris que había entrado sobornando a alguien con drogas y puso cerca de treinta líneas
en una charola de acero inoxidable en el baño. Era una cantidad ridícula de drogas, como una onza. Dijo, “¿Quieren un poco?” Y nosotros
dijimos, “Nunca hemos hecho eso.” Y él dijo, “Inténtenlo.” Así que lo hicimos, y salimos de nuestras mentes. Estuvimos inhalando líneas como locos.
Yo estaba usando ropa interior de hule que tenía una abertura para el pene; la use todo el tiempo durante esa gira. Y estaban estas chicas que estaban en el backstage. Una era rubia y la otra era pelirroja, y las dos eran muy lindas. Una estaba estudiando psiquiatría, la otra sólo era una puta. Recuerdo que estaba muy drogado y confundido y aún tenía los pantalones puestos porque nunca me los quitaba hasta que me iba a
dormir. Y las estaba cogiendo a las dos en la sala trasera con esta ropa interior como si fuera una versión degradada de Superman. Mi piel
nunca las tocó. Fue como usar un condón de cuerpo completo.
¿No tenías miedo de que tu corazón se detuviera por la cocaína?
En realidad no me importaba en ese momento. En realidad nos parecía gracioso porque era un cliché. Sólo la gente estúpida se deja llevar por las drogas. Como John Belushi y Corey Feldman.
Esa gira debió haber sido asombrosa. ¡Repentinamente pasaron de ser nada a vivir una vida de estrellas de rock!
Nadie había oído de nosotros, y nuestro álbum ni siquiera había salido. Tan sólo había rumores sobre nosotros provenientes de los pocos
espacios en la prensa que nuestra publicista, Sioux Z, nos había conseguido. Ella estaba muy emocionada por tomar este proyecto aunque tal
vez no lo entendía, yo siempre quería más. Ese era mi problema: siempre quería más. Y cada vez que me encontraba a mi publicista o a mi
compañía disquera o a mi productor siempre me decían que tuviera paciencia y que no esperara demasiado. Incluso Trent y su manager,
cuando nos contrataron nos dijeron, “creo que algún día ustedes podrán vender tantos discos como Ministry.”
Eso es como 200,000 discos.
Exactamente. Y en mi cabeza eso sonaba mediocre. Yo quería ser más grande que KISS. Yo no quiero ser algo desechable. Probablemente
no debería decir esto, pero que diablos, nadie lee tu revista. (Acomoda una línea e inhala la mitad.)
De todas formas, sentía que había competencia desde el principio. No de mi parte sino de la de ellos. Eso me hizo sentir derrotado porque yo siempre estaba delante de mí mismo. Yo siempre pensaba en grande, y nadie mas lo hacía. Era muy desilusionante todo el tiempo. Lo que
nadie entendía es esto: la única forma en que puedes lograr lo quieres y cumplir tus sueños y ser grande es pedir ese tipo de atención. Tú
tienes que hacer que suceda. Y creo que en ese entonces nadie veía eso excepto yo y mi banda, o al menos el corazón de la banda, que era
Pogo, Twiggy y yo.