Agradecimientos
Las personas a las que agradezco el que haya escrito este libro son, ante todo, aquellas que se pusieron en contacto conmigo después de leer La legión de los inmortales y que me han animado a que continúe. Espero no haber decepcionado sus expectativas en el comprometido relato de esta lucha entre romanos e icenos.
Entre ellos, en primera persona, debo mencionar a Cesare Rusalem, al que conocí, durante una cena, un frío enero de 2007, del que nos defendimos con relatos de la rebelión de Boudica y con algo más, me parece que grapa. Desde entonces me ha ayudado, dándome valiosos consejos para la redacción de este libro y me ha incitado siempre a avanzar.
A ellos se suma Filippo Crimi, prefecto de campo del grupo de evocación histórica Legio I Italica, que me ha animado desde la primera hasta la última línea, proporcionándome su valioso tributo de investigador e historiador. Gracias a él y a la cortesía de Corrado Perelli, legado del mismo grupo de reconstrucción, he podido ponerme las lorigas de mis amados legionarios y respirar el aire de la Roma antigua dentro de una coraza, en un inolvidable amanecer, en el bosque de la Panfilia.
Se suma a la lista otro amigo experto en historia romana, Marco Lucchetti, propietario de la firma Soldiers, que me ha proporcionado material sobre la historia de la Britania romana del siglo I d. C. y con el cual, en más de una ocasión, me he perdido en consideraciones estratégicas. Marco también me ha ayudado durante la primera revisión de los textos.
Añado a esta lista los valiosos consejos de Samuele Sicchio y del experto en epigrafía Roberto de’Sanna referentes a la utilización de los nombres usados en la Britania romana.
Reconozco haber aprovechado, en beneficio de quien lea el libro, el profundo conocimiento histórico de Elisa Caimi, sin la cual esta historia nunca habría sido «verdadera». Elisa me ha proporcionado anécdotas, que sin duda los lectores más atentos apreciarán, sobre los detalles de la vestimenta, la curación de las heridas, los ritos mágicos secretos y misteriosos del mundo druida, la conjuntivitis de los legionarios y los talismanes fabricados con huevos de serpiente. Espero haberlo dicho todo, conjurando una defixio.
Termino con Andrea Giannetti, siempre a mi lado, también durante el vado nocturno de la caballería auxiliar antes del ataque.