¡Los Cebolletas han empatado!

En la tribuna, los tambores estallan de alegría. El padre de Nico, que es profesor de matemáticas, también salta de contento:

—¡Qué espléndida parábola!

João, cubierto de abrazos, se explica:

—Es un truco de los grandes delanteros brasileños. Lo llaman «tiro de tres dedos»: se golpea el balón con la parte exterior del pie, apuntando a la válvula y se logra un efecto sorprendente.

La única que no lo celebra es Lara. Ha ido corriendo a sacar la pelota del fondo de la portería para llevarla al centro del campo y riñe a sus compañeros:

—¡Las felicitaciones, luego! ¡Si queremos adelantar a los Diablos Rojos, no nos basta con un punto!

Solo faltan cinco minutos para el final del partido. Los Cebolletas se lanzan al ataque. El Real Baby, replegado en defensa, no consigue superar la mitad del campo.

Pero el Gato resiste.

El árbitro comprueba el cronómetro que lleva en la muñeca.

Este saque de esquina será sin duda la última oportunidad clara para los Cebolletas.

Nico chuta desde el banderín hacia la cabeza de Dani, el más alto de todos. Antes de tocarla, Dani se da cuenta de que el Gato se ha desplazado hacia el balón y de un cabezazo lo manda hacia Becan, que está solo a un metro de la portería. Becan lo desvía al vuelo hacia la red, pero el número 3 del Real Baby lo despeja con la mano sobre la misma línea de gol.

¡Otro penalti!

¡Un penalti que vale tres puntos y en el último segundo del partido!