Notas Sección 7
(1) En lugar del párrafo y de la frase precedentes, en la 3.ª y 4.ª ediciones figura este texto: «La transformación de una suma de dinero en medios de producción y fuerza de trabajo es el primer movimiento que efectúa la cantidad de valor cuyo cometido es funcionar como capital. Este movimiento se ejecuta en el mercado, en la esfera de la circulación. La segunda fase del movimiento, el proceso de producción, queda concluida no bien los medios de producción se han transformado en mercancía cuyo valor supera el valor de sus partes constitutivas, conteniendo, por ende, el capital adelantado originariamente más un plusvalor. Acto seguido, es necesario lanzar a su vez estas mercancías a la esfera de la circulación. Hay que venderlas, realizar en dinero su valor, transformar de nuevo ese dinero en capital, y así sucesivamente, una y otra vez. Este ciclo, que ha de recorrer siempre las mismas fases consecutivas, constituye la circulación del capital.» <<
1 «Los ricos, que consumen los productos del trabajo de otros, no pueden obtenerlos sino por actos de intercambio (compra de mercancías). […] Parecen expuestos, por consiguiente, a un rápido agotamiento de sus fondos de reserva… Pero en el orden social la riqueza ha adquirido la facultad de reproducirse por el trabajo ajeno… La riqueza, como el trabajo y por el trabajo, rinde un fruto anual que puede destruirse todos los años sin que por ello el rico se empobrezca. Este fruto es el rédito que devenga el capital.» (Sismondi, Nouveaux principes…, t. I, pp. 81, 82.) <<
(2) En la 3.ª y 4.ª ediciones sigue: «bajo el numeral II,». <<
2 «Tanto los salarios como la ganancia deben ser considerados, realmente, como partes del producto terminado.» (Ramsay, An Essay on the Distribution of Wealth, p. 142.) «La parte del producto que se adjudica al obrero bajo la forma del salario» (J. Mill, Éléments…, trad. de Parisot, París, 1823, pp. 33, 34.) <<
(2) En la 3.ª y 4.ª ediciones: suprimido desde «o más bien». <<
3 «Cuando el capital se emplea en adelantar al obrero sus salarios, no agrega nada al fondo destinado a mantener el trabajo.» (Cazenove en nota a su edición de Malthus, Definitions in Political Economy, 1853, p. 22.) <<
(4) En la 3.ª y 4.ª ediciones se suprime «ex». <<
4 «Ni siquiera en una cuarta parte de la Tierra los capitalistas adelantan a los obreros los medios de subsistencia de éstos» (Richard Jones, Textbook of Lectures on the Political Economy of Nations, Hertford, 1852, p. 36.) <<
(5) Nota 4 bis de la 3.ª y 4.ª ediciones: «“Aunque el patrón del manufacturero” (es decir, del obrero manufacturero) “le adelanta a éste su salario, en realidad el segundo no le cuesta nada al primero, ya que generalmente el valor del mismo se reserva [201], junto a una ganancia, en el valor acrecentado del objeto en que se emplea el trabajo del manufacturero.” (A. Smith, Wealth of Nations, lib. II, cap. III, p. 355.)» <<
[201] Como se señala en nota de Werke, en Adam Smith dice «se restaura» («being […] restored») en vez de «se reserva» («being […] reserved»). — 699. <<
(6) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «Sin duda, conserva en sus manos un capital cuya magnitud no se ha alterado y una de cuyas partes —edificios, máquinas, etc.— ya existía cuando el capitalista puso en marcha su negocio. Pero aquí no se trata de las partes constitutivas materiales del capital, sino de su valor. Si alguien consume todos sus bienes contrayendo deudas equivalentes al valor de los mismos, la totalidad de los bienes no representa más que la suma global de sus deudas. Y asimismo, cuando el capitalista ha consumido el equivalente de su capital adelantado, el valor de dicho capital representa tan sólo la suma global del plusvalor del que se apropió gratuitamente». <<
(7) En la 3.ª y 4.ª ediciones el texto de las dos frases precedentes es como sigue: «En el capítulo IV vimos que para transformar dinero en capital no era suficiente la preexistencia de la producción y circulación de mercancías (8). Era necesario, primero, que se enfrentaran como comprador y vendedor aquí el poseedor de valor o dinero, allí el poseedor de la sustancia creadora de valor, de un lado, el poseedor de los medios de producción y de subsistencia; del otro, el poseedor de nada más que fuerza de trabajo». <<
(8) En la 4.ª edición: «de la producción de valor y de la circulación de mercancías». <<
(9) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «el punto de partida,». <<
(10) Las dos últimas frases se sustituyen en la 3.ª y 4.ª ediciones por las siguientes: «Pero lo que en un comienzo sólo era punto de partida, es siempre producido de nuevo por medio de la mera continuidad del proceso, de la reproducción simple, perpetuándose como resultado propio de la producción capitalista. Por una parte, el proceso de producción transforma continuamente la riqueza material en capital, en medios de valorización y disfrute para el capitalista.» <<
(11) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «fuente personal de la riqueza, pero despojado de todos los medios para hacer efectiva esa riqueza». <<
5 «Es ésta una propiedad especialmente notable del consumo productivo. Lo que se consume productivamente es capital, y llega a ser capital por el consumo.» (James Mill, Éléments…, p. 242.) Mill, sin embargo, no ha seguido el rastro de esta «propiedad especialmente notable». <<
6 «Es cierto, en efecto, que la primera introducción de una manufactura da ocupación a muchos pobres, pero no dejan de serlo, y la continuación de la misma engendra otros muchos.» (Reasons for a Limited Exportation of Wool, Londres, 1677, p. 19.) «El arrendatario afirma ahora, absurdamente, que él mantiene a los pobres. Se los mantiene, en efecto, en la miseria.» (Reasons for the Late Increase of the Poor Rates: or a Comparative View of the Prices of Labour and Provisions, Londres, 1777, p. 31.) <<
(12) En la 3.ª y 4.ª ediciones el texto del párrafo precedente es como sigue: «El consumo del obrero es de naturaleza dual. En la producción misma consume por su trabajo medios de producción y los transforma en productos de valor mayor que el del capital adelantado. Es éste su consumo productivo. Dicho consumo es, al mismo tiempo, consumo de su fuerza de trabajo por el capitalista que la ha comprado. Por otra parte, el obrero gasta en medios de subsistencia el dinero pagado por la compra de la fuerza de trabajo: éste es su consumo individual. El consumo productivo y el consumo individual del obrero difieren, pues, de manera total. En el primer caso el obrero actúa como fuerza motriz del capital y pertenece al capitalista; en el segundo, se pertenece a sí mismo y ejecuta funciones vitales al margen del proceso de producción. El resultado de uno de esos consumos es la vida del capitalista, el del otro es la vida del obrero mismo». <<
7 No declamaría Rossi con tanto énfasis acerca de este punto si hubiera penetrado efectivamente en el secreto del «productive consumption». <<
(13) Las palabras que van desde «Pero si no» hasta «siendo también» son sustituidas en la 3.ª y 4.ª ediciones por las siguientes: «Es otro el aspecto de las cosas cuando no consideramos al capitalista individual y al obrero individual, sino a la clase capitalista y a la clase obrera; no el proceso aislado de producción de la mercancía, sino el proceso capitalista de producción en su fluencia y en su escala social. Cuando el capitalista convierte una parte de su capital en fuerza de trabajo, valoriza con ello su capital global. De esta manera, mata dos pájaros de un tiro. No sólo se aprovecha de lo que recibe del obrero, sino también de lo que le da. El capital que en el intercambio se enajena por fuerza de trabajo se transforma en medios de subsistencia cuyo consumo sirve para reproducir los músculos, nervios, huesos, el cerebro de los obreros existentes y para engendrar nuevos obreros. Dentro de los límites de lo absolutamente necesario, pues, el consumo individual de la clase obrera es la operación por la cual los medios de subsistencia enajenados por el capital a cambio de fuerza de trabajo se reconvierten en fuerza de trabajo nuevamente explotable por el capital. Dicho consumo es, por consiguiente, producción y reproducción del medio de producción más indispensable para el capitalista: el obrero mismo. El consumo individual del obrero sigue siendo, pues,». <<
(14) En la 3.ª y 4.ª ediciones, «su consumo individual» en vez de «ese consumo». <<
8 «Los mineros sudamericanos, cuya tarea diaria (la más pesada tal vez en todo el mundo) consiste en extraer y subir a la superficie, sobre sus espaldas y desde una profundidad de 450 pies, [137 m, aproximadamente] una carga de mineral de 180 a 200 libras [De 90 a 100 Kg], se alimentan exclusivamente de pan y porotos. Preferirían el pan como único alimento, pero sus patrones han descubierto que si aquéllos comen pan no pueden trabajar tan rudamente, y los tratan como a ganado caballar, obligándolos a comer porotos; ahora bien, las legumbres, comparativamente, son mucho más ricas en fosfato de calcio que el pan.» (Liebig, Die Chemie in ihrer Anwendung auf Agrikultur und Physiologie, 1.ª parte, p. 194, nota.) <<
(15) Párrafo suprimido en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
9 James Mill, Éléments…, p. 238 y ss. <<
10 «Si el precio del trabajo subiera tanto que pese al incremento del capital no se pudiera emplear más trabajo, diría yo que ese incremento de capital se consume improductivamente.» (Ricardo, Principles of…”, p. 163.) <<
11 «El único consumo productivo propiamente dicho es el consumo o destrucción de riqueza» (se alude aquí al consumo de los medios de producción) «por los capitalistas con vistas a la reproducción… El obrero… es un consumidor productivo para la persona que lo emplea y para el estado, pero, estrictamente hablando, no lo es para sí mismo.» (Malthus, Definitions…, página 30.) <<
12 «La única cosa de la que se puede decir que está almacenada y preparada de antemano es la destreza del obrero… Esa importantísima operación, la acumulación y almacenamiento de trabajo diestro, se ejecuta, en lo que respecta a la gran masa de los obreros, sin ningún tipo de capital.» (Hodgskin, Labour Defended…, pp. 12, 13.) <<
13 «Puede considerarse esta carta como el manifiesto de los fabricantes.» (Ferrand, motion [moción] sobre la cotton famine [escasez de algodón], sesión de la Cámara de los Comunes del 27 de abril de 1863.) <<
[202] En Potter, según TI 575, «sobrepoblación» («surpluspopulation») en vez de «población». — 707. <<
14 En circunstancias normales, cuando se procura reducir el salario, el mismo capital entona otra canción, como se recordará. Entonces «los patrones» declaran al unísono (véase sección cuarta, nota 188, p. 389 [Véase aquí p. 516.]): «Los obreros fabriles harían muy bien en recordar que su trabajo en realidad es un tipo muy inferior de trabajo calificado; que no hay ninguno que sea más fácil de dominar ni esté, si se atiende a su calidad, mejor retribuido; que ninguno, mediante un breve adiestramiento de los menos expertos, puede adquirirse en menos tiempo y con tal abundancia […]. La maquinaria del patrón» (la misma que, como nos enteramos ahora, se puede remplazar ventajosamente y perfeccionarse en 12 meses), «en realidad, desempeña un papel mucho más importante en el negocio de la producción que el trabajo y la destreza del obrero» (al que ahora no se lo puede sustituir en 30 años), «trabajo que una instrucción de seis meses puede enseñar y cualquier peón agrícola puede aprender». <<
[203] El mariscal de corte Kalb es un personaje de Kabale und Liebe, de Schiller. Invitado a participar en una intriga palaciega por von Walter, el presidente de la corte, von Kalb se niega en un principio, pero su poderoso interlocutor amenaza con renunciar, y esta dimisión supondría automáticamente la caída del mariscal de corte. Von Kalb protesta, espantado: «¿Y yo? […] ¡Usted es un hombre de estudios! Pero yo… mon Dieu!, ¿qué será de mí si Vuestra Alteza me deja cesante?» (Acto III, escena 2.). — 708. <<
(16) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «técnico». <<
15 «Times», 24 de marzo de 1863. <<
16 El parlamento no votó ni un farthing [cuarto de penique] para la emigración, sino leyes que permitían a los municipios mantener a los obreros entre la vida y la muerte, o explotarlos sin pagarles el salario normal. Tres años después, en cambio, cuando cundió una peste del ganado, el parlamento llegó incluso a quebrantar las normas parlamentarias y votó en un instante millones para indemnizar a los acaudalados terratenientes, cuyos arrendatarios, sin necesidad de ese requisito, se indemnizaron elevando los precios de la carne. Al inaugurarse el período de sesiones parlamentarias de 1866, los bestiales bramidos de los terratenientes demostraron que no era necesario ser hindú para adorar a la vaca Sabala, ni Júpiter para transformarse en toro. <<
17 «El obrero exigía, para vivir, medios de subsistencia; el patrón, para ganar, exigía trabajo.» (Sismondi, Nouveaux principes…, p. 91). <<
18 Una burda forma campesina de esta servidumbre existe en el condado de Durham. Es éste uno de los pocos condados donde las condiciones no aseguran al arrendatario títulos de propiedad indiscutibles sobre los jornaleros agrícolas. La industria minera les deja a éstos una opción. Por eso aquí el arrendatario, en contra de la regla general, sólo toma en arriendo predios en los que se encuentran cottages para los obreros. El alquiler de la cottage forma parte del salario. Estas cottages se denominan «hind’s houses» [casas de braceros]. Al alquilarlas, los trabajadores se comprometen a efectuar ciertas prestaciones feudales, bajo un contrato llamado «bondage» (servidumbre), que obliga al trabajador, por ejemplo, a hacer que trabaje su hija, etc., mientras él esté ocupado en otro lado. El propio trabajador recibe la denominación de bondsman, siervo. Esta relación, asimismo, expone desde un ángulo totalmente nuevo el consumo individual del obrero como consumo para el capital o consumo productivo: «Es curioso observar cómo hasta los excrementos de este bondsman se cuentan entre las regalías de su calculador patrón… El arrendatario no permitirá que en toda la vecindad haya otra letrina que la suya y no permite que en este aspecto se le retacee nada de sus derechos soberanos». (Public Health, Seventh Report…, 1864, p. 188.) <<
19 Recuérdese que en el caso del trabajo de los niños, etc., desaparece incluso la formalidad de la venta de sí mismo. <<
20 «El capital presupone el trabajo asalariado; el trabajo asalariado, el capital. Ambos se condicionan recíprocamente, ambos se producen uno al otro. ¿El obrero de una fábrica algodonera, sólo produce géneros de algodón? No, produce capital. Produce valores que sirven de nuevo para que se pueda disponer de su trabajo y, por medio del mismo, crear nuevos valores.» (Karl Marx, «Lohnarbeit und Kapital», en Neue Rheinische Zeitung, n.º 266, 7 de abril de 1849.) Los artículos publicados bajo ese título en la N. R. Z. son fragmentos de las conferencias pronunciadas por mí, en 1847, en la Asociación Obrera Alemana de Bruselas [204], y cuya impresión debió interrumpirse por la Revolución de Febrero [205]. <<
[204] La Asociación Obrera Alemana de Bruselas, a la que pertenecían Marx y Engels, desarrolló cierta labor cultural y de agitación política entre los trabajadores alemanes radicados en Bélgica. Fue fundada en agosto de 1847 y se disolvió, bajo la persecución policial, en los primeros meses de 1848. — 712. <<
[205] Revolución de Febrero. — El 24 de febrero de 1848 estalló en París la revolución que depuso al rey Luis Felipe y estableció la Segunda, y efímera, República francesa. — 712. <<
21 «Acumulación de capital: el empleo de una parte del rédito como capital.» (Malthus, Definitions…, ed. Cazenove, p. 11). «Conversión de rédito en capital.» (Malthus, Principles…, p. 320). <<
(17) En la 3.ª y 4.ª ediciones el texto de este párrafo es el siguiente: «Consideremos este proceso, en primer término, desde el punto de vista del capitalista individual. Supongamos, por ejemplo, que el dueño de una hilandería ha adelantado un capital de £ 10.000: cuatro quintas partes en algodón, máquinas, etc., y el quinto restante en salarios. Digamos que anualmente produce 240.000 libras de hilado a un valor de £ 12.000. Si la tasa del plusvalor es de 100%, el plusvalor quedará encerrado en el plusproducto o producto neto de 40.000 libras de hilado, o sea en un sexto del producto bruto con un valor de £ 2.000 que se realizará por la venta». <<
(18) En la 3.ª y 4.ª ediciones el texto que va desde «La transformación…» hasta «en escala siempre creciente» (p. 728), fue sustituido por el siguiente: «Por tanto, para transformar en capital la suma recién añadida de £ 2.000, el dueño de la hilandería, manteniéndose iguales todas las demás condiciones, adelantará cuatro quintas partes de esa suma en la compra de algodón, etc., y un quinto en la adquisición de nuevos obreros hilanderos que encontrarán en el mercado los medios de subsistencia cuyo valor les ha adelantado el capitalista. El nuevo capital de £ 2.000 comienza entonces a operar en la hilandería y rinde, a su vez, un plusvalor de £ 400.
»El valor del capital era adelantado originariamente bajo la forma de dinero; el plusvalor, por el contrario, existe en un principio como valor de determinada parte del producto bruto. Si éste se vende, si se transforma en dinero, el valor del capital recupera su forma primitiva, pero el plusvalor transforma su modo originario de existencia. A partir de este momento, sin embargo, tanto el valor del capital como el plusvalor son sumas de dinero, y su reconversión en capital se efectúa exactamente de la misma manera. El capitalista invierte tanto una como otra suma en la adquisición de mercancías que lo ponen en condiciones de recomenzar la producción de sus artículos, y esta vez, por cierto, en una escala más amplia. Pero para adquirir esas mercancías, es forzoso que las encuentre preexistentes en el mercado.
»Su propio hilado sólo circula porque ese capitalista lleva al mercado su producto anual, tal como hacen todos los demás capitalistas con sus mercancías. Pero antes de llegar al mercado, las mercancías ya se encontraban en el fondo anual de producción, esto es, en la masa global de los objetos de todo tipo en los cuales se transforma, a lo largo del año, la masa global de los capitales singulares o el capital global social, masa de la cual cada capitalista singular sólo posee una parte alícuota. Las transacciones en el mercado no hacen más que llevar a cabo la transferencia de los componentes singulares de la producción anual, los hacen pasar de unas manos a otras, pero no pueden aumentar la producción anual global ni alterar la naturaleza de los objetos producidos. El uso que se haga del producto global anual, pues, depende de su propia composición, pero en modo alguno de la circulación.
»Por de pronto, la producción anual debe suministrar todos los objetos (valores de uso) con los cuales se debe suplir los componentes materiales del capital consumidos en el curso del año. Deducidos los mismos, resta el producto neto o plusproducto, en el que se encierra el plusvalor. Ahora bien, ¿de qué se compone ese plusproducto? ¿Acaso de cosas destinadas a satisfacer las necesidades y caprichos de la clase capitalista, cosas que por tanto ingresarían a su fondo de consumo? Si todo se redujera a eso, se habría despilfarrado alegremente el plusvalor, sin dejar rastro, y no estaríamos más que ante un caso de reproducción simple.
»Para acumular, es necesario transformar una parte del plusproducto en capital. Pero, sin hacer milagros, sólo se puede transformar en capital aquellas cosas que son utilizables en el proceso de trabajo, esto es, medios de producción, y además las cosas con las que puede sustentarse el obrero, es decir, los medios de subsistencia. Por consiguiente, es forzoso emplear una parte del plustrabajo anual para producir medios de producción y de subsistencia adicionales, por encima de la cantidad que se requería para remplazar el capital adelantado. En pocas palabras: el plusvalor es transformable en capital, sólo porque el plusproducto —del cual él es el valor— contiene ya los componentes materiales de un nuevo capital 21bis.
»Ahora bien, para hacer que estos componentes funcionen efectivamente como capital, la clase capitalista necesita una cantidad suplementaria de trabajo. Si la explotación de los obreros ya ocupados no se acrecienta en extensión o en intensidad, es necesario emplear fuerzas de trabajo adicionales. El mecanismo de la producción capitalista ha ofrecido ya la solución a esto, puesto que reproduce la clase obrera como clase dependiente del salario, y como clase cuyo salario habitual no sólo basta para asegurar la conservación de la misma, sino su multiplicación. Para consumar la transformación del plusvalor en capital, éste no necesita más que incorporar a los medios de producción suplementarios contenidos ya en la producción anual, esas fuerzas de trabajo suplementarias que le proporciona anualmente, y a diferentes niveles de edad, la clase obrera. Examinándola concretamente, la acumulación se resuelve en la reproducción del capital en escala progresiva. El ciclo de la reproducción simple se modifica y cambia su forma, para decirlo con Sismondi, por la de una espiral 21bis2.
»Pero volvamos ahora a nuestro ejemplo. Es la vieja historia: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, etc. [207]. El capital originario de £ 10.000 genera un plusvalor de £ 2.000, que se capitaliza. El nuevo capital de £ 2 000 genera un plusvalor de £ 400; éste, capitalizado a su vez, o sea, transformado en un segundo capital adicional, genera un nuevo plusvalor de £ 80, etcétera.
»Prescindimos aquí de la parte del plusvalor consumida por el capitalista. Por el momento tampoco nos interesa saber si los capitales adicionales se incorporan al originario o se separan de él para valorizarse de manera independiente; si los usa el mismo capitalista que los acumuló o si los transfiere a otro. Lo único que no debemos olvidar es que junto a los capitales recién formados el capital originario continúa reproduciéndose y produciendo plusvalor, y que lo mismo se aplica a todo capital acumulado con respecto al capital adicional generado por él.
»El capital originario se formó gracias al adelanto de £ 10.000. ¿Cómo las obtuvo su poseedor? ¡Gracias a su propio trabajo y al de sus antepasados!, nos contestan al unísono los portavoces de la economía política 21bis3, y esta suposición, en realidad, parece ser la única congruente con las leyes de la producción de mercancías.
»Las cosas son completamente distintas en el caso del capital adicional de £ 2 000. Conocemos exactamente el proceso de su génesis. Se trata de plusvalor capitalizado. Desde su origen, no contiene un solo átomo de valor que no derive de trabajo ajeno impago. Los medios de producción a los que se incorpora la fuerza de trabajo suplementaria, así como los medios de subsistencia gracias a los cuales aquélla se mantiene, no son nada más que partes integrantes del plusproducto, del tributo arrancado anualmente por la clase capitalista a la clase obrera. Cuando aquélla, con una parte del tributo, le compra a ésta fuerza de trabajo adicional, aunque pague por la misma el precio total —de tal manera que se intercambie equivalente por equivalente—, el suyo sigue siendo el viejo procedimiento del conquistador que compra mercancías a los vencidos con el dinero de ellos, con el dinero que les ha robado.
»Cuando el capital adicional ocupa a su propio productor, éste no sólo tiene que seguir valorizando el capital originario, sino, además, volver a comprar el fruto de su trabajo anterior con más trabajo del que ha costado. Como transacción entre la clase capitalista y la clase obrera, en nada modifica los hechos el que se empleen obreros adicionales con el trabajo impago de los obreros ocupados hasta el presente. Puede ocurrir que el capitalista, asimismo, transforme el capital adicional en una máquina que arroje a la calle a los productores de dicho capital adicional y los remplace por un par de niños. En todos los casos, es la clase obrera la que ha creado, mediante el plustrabajo efectuado hasta este año, el capital que el próximo año ocupará trabajo adicional 22. Esto es lo que se denomina generar capital con capital.
»El supuesto de la acumulación del primer capital adicional de £ 2.000 era una suma de valor de £ 10.000 adelantada por el capitalista, y que le pertenecía gracias a su “trabajo originario”. El supuesto del segundo capital adicional de £ 400 no es, en cambio, ninguna otra cosa sino la acumulación precedente del primero, de las £ 2.000, cuyo plusvalor capitalizado es precisamente ese segundo capital adicional. La propiedad del trabajo impago pretérito se manifiesta ahora como la única condición en que se funda la apropiación actual de trabajo vivo impago, en escala cada vez mayor. Cuanto más haya acumulado el capitalista, tanto más podrá acumular». <<
21bis Se prescinde aquí del comercio de exportación, por medio del cual una nación puede convertir artículos suntuarios en medios de producción o de subsistencia, y viceversa. Para concebir el objeto de la investigación en su pureza, libre de circunstancias accesorias perturbadoras, hemos de enfocar aquí a todo el mundo comercial como una nación y presupones que la producción capitalista ha arraigado en todas partes y que se ha apoderado de todos los ramos de la industria. <<
21bis2 El análisis que Sismondi hace de la acumulación presenta la gran falla de que él se complace demasiado con la frase «conversión de rédito en capital», sin investigar las condiciones materiales de esa operación [206]. <<
21bis3 «El trabajo primitivo, al cual su capital debió su origen.» (Sismondi, Nouveaux principes…, ed. París, t I, p. 109.) <<
22 [Nota idéntica a la nota 22 de la 2.ª edición: ver aquí, p. 719]. <<
[206] (W) Simonde de Sismondi, Nouveaux principes d’économie politique, t. I, París, 1819, p. 119. — 716. <<
[207] Abraham engendró a Isaac e Isaac engendró a Jacob: así empieza, en el Evangelio de Mateo (I, 2), la monótona enumeración de 42 generaciones de antepasados de Jesús. — 716. <<
22 «El trabajo crea al capital antes de que el capital emplee al trabajo». («Labour creates capital, before capital employs labour.») E. G. Wakefield, England and America, Londres, 1833, vol. II, p. 110. <<
23 Con la misma necesidad con que la producción de mercancías, al llegar a cierto grado de su desarrollo deviene producción mercantil capitalista —y sólo sobre el fundamento del modo de producción capitalista la mercancía se convierte en forma general y dominante del producto—, con la misma necesidad las leyes de propiedad de la producción mercantil se trastruecan en leyes de la apropiación capitalista. Admírese, pues, la astucia de Proudhon, ¡que quiere abolir la propiedad capitalista al mismo tiempo que reivindica las leyes eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías! (19) <<
(19) Nota suprimida en la 3.ª y 4.ª edición. Con variantes, se la incorpora más adelante (ver nota 24 de la 4.ª edición y el texto correspondiente). <<
24 La propiedad del capitalista sobre el producto del trabajo ajeno «es la consecuencia rigurosa de la ley de la apropiación, cuyo principio fundamental era, por el contrario, el título de propiedad exclusivo de cada trabajador sobre el producto de su propio trabajo». (Cherbuliez, Richesse ou Pauvreté, p. 58, obra en la cual, sin embargo, no se desarrolla correctamente ese trastrocamiento dialéctico.) (20) <<
(20) Nota 23 en la 4.ª edición. <<
(21) En la 4.ª edición se agrega este texto: «No obstante, por más que el modo de producción capitalista parezca darse de bofetadas con las leyes originarias de la producción de mercancías, dicho modo de producción no surge del quebrantamiento de esas leyes sino, por el contrario, de su aplicación. Una breve ojeada retrospectiva a la secuencia de las fases del movimiento, secuencia cuyo punto terminal es la acumulación capitalista, bastará para aclarar nuevamente este punto.
»Vimos, en primer término, que la transformación originaria de una suma de valor en capital se efectuaba en un todo de acuerdo con las leyes del intercambio. Una de las partes contratantes vende su fuerza de trabajo, la otra la compra. La primera recibe el valor de su mercancía, cuyo valor de uso —el trabajo— se enajena de esta manera a la segunda. Ésta transforma ahora los medios de producción que ya le pertenecían, con la ayuda del trabajo que también le pertenece, en un nuevo producto que le pertenece igualmente, conforme a derecho.
»El valor de este producto incluye, en primer término, el valor de los medios de producción consumidos. El trabajo útil no puede consumir esos medios de producción sin transferir su valor al nuevo producto, pero para que se la pueda vender, la fuerza de trabajo ha de estar en condiciones de suministrar trabajo útil en el ramo industrial en que se la debe emplear.
»El valor del nuevo producto incluye, además, el equivalente del valor de la fuerza de trabajo y un plusvalor. Y ello se debe precisamente a que la fuerza de trabajo vendida por un lapso determinado —día, semana, etc.— posee menos valor que el que genera su uso durante ese período. El obrero, no obstante, ha obtenido como pago el valor de cambio de su fuerza de trabajo y enajenado el valor de uso de la misma, tal como es el caso con cualquier compra y venta.
»El hecho de que esa mercancía particular, la fuerza de trabajo, posea el valor de uso peculiar de suministrar trabajo, y por tanto de crear valor, no puede alterar la ley general de la producción de mercancías. Por tanto, si la suma de valor adelantada en salario no reaparece mera y simplemente en el producto, sino que lo hace acrecentada por un plusvalor, ello no deriva de que se haya embaucado al vendedor, quien obtuvo efectivamente el valor de su mercancía, sino únicamente del uso que de esa mercancía hizo el comprador.
»La ley del intercambio sólo condiciona la igualdad con respecto a los valores de cambio de las mercancías entregadas recíprocamente. Condiciona por anticipado, incluso, la desigualdad de sus valores de uso, y nada tiene que ver con su consumo, que sólo puede comenzar una vez celebrada y finiquitada la transacción.
»Por tanto, la transformación originaria del dinero en capital se efectúa en la concordancia más rigurosa con las leyes económicas de la producción de mercancías, así como con el derecho de propiedad derivado de aquéllas. Pese a ello, dicha transformación arroja los resultados siguientes:
»1) Que el producto pertenece al capitalista y no al obrero;
»2) Que el valor de este producto incluye, además del valor del capital adelantado, un plusvalor que al obrero le ha costado trabajo pero al capitalista no le ha costado nada, y que sin embargo se convierte en propiedad legítima del segundo;
»3) Que el obrero ha conservado su fuerza de trabajo y puede venderla de nuevo, siempre que encuentre un comprador.
»La reproducción simple no es más que la repetición periódica de esta primera operación; todas las veces se vuelve siempre a convertir dinero en capital. La ley, pues, no se infringe; por el contrario, obtiene la oportunidad de volverse duraderamente actuante. “Varios intercambios sucesivos no han hecho más que convertir al último en el representante del primero”. (Sismondi, Nouveaux principes…, p. 70.)
»Y sin embargo hemos visto que la reproducción simple basta para imprimir a esta primera operación en tanto se la concebía como proceso aislado un carácter totalmente diferente. “Entre quienes se reparten el rédito nacional unos” (los obreros) “adquieren cada año un nuevo derecho a aquél, gracias a su trabajo nuevo; los otros” (los capitalistas) “ya han adquirido un derecho permanente sobre ese rédito por medio de un trabajo originario”. (Ibídem, pp. 110, 111.) El reino del trabajo, como es sabido, no es el único donde la primogenitura opera milagros.
»Tampoco importa nada el que la reproducción en escala ampliada, la acumulación, sustituya a la reproducción simple. En el caso de ésta, el capitalista gasta el plusvalor en su totalidad; en el caso de aquélla, el capitalista da pruebas de sus virtudes cívicas consumiendo tan sólo una parte y transformando el resto en dinero.
»El plusvalor es propiedad suya, no ha pertenecido nunca a ninguna otra persona. Si lo adelanta destinándolo a la producción, lo que hace es efectuar un adelanto de sus fondos propios, exactamente como lo hizo el primer día en que puso el pie en el mercado. La circunstancia de que, en esta oportunidad, dicho fondo proceda del trabajo impago de sus obreros, no modifica en nada el caso. Si el obrero B está ocupado gracias al plusvalor que ha producido el obrero A, hemos de tener en cuenta, primero, que A ha suministrado ese plusvalor sin que se le rebajara ni un centavo del precio justo de su mercancía, y segundo, que todo este negocio no es en absoluto algo que incumba a B. Lo que B reclama y tiene derecho a reclamar es que el capitalista le pague el valor de su fuerza de trabajo. “Ambos salían ganando; el obrero porque se le adelantaban los frutos de su trabajo” (debería decir: del trabajo gratuito de otros obreros) “antes que estuviera hecho” (debería decir: antes que el suyo rindiera sus frutos); “el patrón, porque el trabajo de ese obrero valía más que el salario” (debería decir: producía más valor que el de su salario). (Ibídem, página 135.)
»El aspecto de la cosa es totalmente diferente, por cierto, cuando examinamos la producción capitalista en la fluencia ininterrumpida de su renovación y tomamos en cuenta, en vez de al capitalista singular y al obrero singular, a la totalidad, a la clase capitalista y, frente a ella, a la clase obrera. Pero con esto aplicaríamos una pauta que es totalmente extraña a la producción de mercancías.
»En la producción de mercancías se enfrentan, independientes el uno del otro, el vendedor y el comprador. Sus relaciones recíprocas finalizan el día en que vence el contrato celebrado entre ellos. Si el negocio se repite, ello ocurre sobre la base de un nuevo contrato que nada tiene que ver con el precedente y en el cual sólo una casualidad puede llegar a reunir al mismo comprador con el mismo vendedor.
»Por ende, si la producción de mercancías o cualquier proceso anexo a ella deben juzgarse conforme a sus propias leyes económicas, será necesario que consideremos cada acto de intercambio por separado, al margen de toda conexión con el acto de intercambio que lo precedió y con el que le sucede. Y como las compras y las ventas sólo pueden celebrarse entre individuos singulares, es inadmisible que busquemos en ellas relaciones entre clases enteras de la sociedad.
»Por larga que sea la secuencia de las reproducciones periódicas y de las acumulaciones precedentes recorridas por el capital que hoy está en funciones, el mismo conserva siempre su virginidad originaria. Mientras en cada acto de intercambio —considerado aisladamente— se observen las leyes del intercambio, el modo de apropiación puede experimentar un trastocamiento total sin afectar en ningún respecto el derecho de propiedad correspondiente a la producción de mercancías. Este mismo derecho está en vigor como al principio, cuando el producto pertenecía al producto; como cuando éste, intercambiando equivalente por equivalente, sólo podía enriquecerse por su propio trabajo, y sigue también en vigor en el período capitalista, donde la riqueza social deviene, en medida cada vez mayor, la propiedad de aquellos que están en condiciones de volver siempre a apropiarse del trabajo impago de otros.
»Este resultado pasa a ser inevitable no bien el obrero mismo vende libremente la fuerza de trabajo como mercancía. Pero es también a partir de entonces, solamente, cuando se generaliza la producción de mercancías y se convierte en la forma típica de la producción; sólo a partir de ese momento cuando cada producto se produce de antemano para la venta y cuando toda la riqueza producida recorre los canales de la circulación. Tan sólo entonces, cuando el trabajo asalariado constituye su base, la producción de mercancías se impone forzosamente a la sociedad en su conjunto, y es también en ese momento cuando despliega todas sus potencias ocultas. Decir que la interferencia del trabajo asalariado falsea la producción de mercancías es como decir que la producción de mercancías no se debe desarrollar si quiere mantener su autenticidad. En la misma medida en que esa producción prosigue su desarrollo, conforme a sus propias leyes inmanentes, y pasa a convertirse en la producción capitalista, en esa misma medida las leyes de propiedad de la producción capitalista se trastruecan en leyes de la apropiación capitalista.» 24 <<
24 [Nota de la 4.ª edición.] Admírese, pues, la astucia de Proudhon, que quiere abolir la propiedad capitalista contraponiéndole… ¡las leyes eternas de propiedad correspondientes a la producción de mercancías! [Numeración duplicada de nota 24, que coincide con la anterior (Nota del E. D.)]<<
25 «Capital», esto es, «riqueza acumulada que se emplea con vistas a la ganancia.» (Malthus, Principles…, p. 262.) «El capital… consiste en riqueza ahorrada del rédito y usada con vistas a la ganancia.» (R. Jones, Text-book of Lectures on the Political Economy of Nations, Hertford, 1852, p. 16.) (22) <<
(22) En la 2.ª edición se citaba: «R. Jones, An Introductory Lecture on Political Economy, Londres, 1833, p. 16». <<
26 «Los poseedores de plusproducto o capital.» (The Source and Remedy of the National Difficulties. A Letter to Lord John Russell, Londres, 1821, p. 4.) <<
27 «El capital, con el interés compuesto sobre cada parte del capital ahorrado, se apodera de todo, a tal punto que toda la riqueza del mundo de la que se obtiene un ingreso, hace mucho tiempo que se ha convertido en interés de capital.» (Economist, Londres, 19 de julio de 1851.) <<
[208] Hegel, Grundlinien der Philosophie des Rechts, oder Naturrecht und Staatswissenschaft in Grundrisse, Berlín, 1840, SS 203, agregado: «Es ésta la disposición simple, no dirigida a la adquisición de la riqueza; así se puede denominar la de la vieja aristocracia, que consume lo existente». — 726. <<
(23) En la 3.ª y 4.ª ediciones, después de «decisivamente importante» dice: «anunciar la acumulación del capital como el primer deber cívico y predicar infatigablemente que no es posible acumular si uno se devora todo su rédito, en vez de gastar una buena parte del mismo en la contratación de trabajadores productivos suplementarios, que producen más de lo que cuestan». <<
28 «Ningún economista del presente puede entender por ahorro el mero atesoramiento, y si dejamos a un lado este procedimiento estrecho e insuficiente 209 es imposible figurarse ningún otro uso de ese término, con respecto a la riqueza nacional, que el que ha de surgir de una aplicación diferente de lo que se ahorra, basada sobre una distinción real entre los diferentes tipos de trabajo mantenidos por dicho ahorro.» (Malthus, Principles…”, pp. 38, 39.) <<
[209] Como indican los editores de Werke, en Malthus dice «inefficient» en vez de «insufficient». — 726. <<
(24) Nota 28bis de la 3.ª y 4.ª ediciones: «Por ejemplo en Balzac —quien había estudiado tan hondamente todos los matices de la avaricia—, el viejo usurero Gobseck muestra ya su chochez cuando comienza a formar un tesoro almacenando mercancías». <<
29 «Acumulación de capitales… cese del intercambio… sobreproducción.» (Th. Corbett, An Inquiry…, p. 104.) <<
30 Ricardo, Principles of…, p. 163, nota. <<
31 A pesar de su «Lógica», el señor John Stuart Mill en ninguna parte llega a descubrir la falla de este defectuoso análisis de sus predecesores, el cual, incluso dentro del horizonte burgués, desde un punto de vista puramente profesional, clama por una rectificación. Por doquier registra, con dogmatismo de discípulo, la confusión mental de sus maestros. También aquí: «A largo plazo, el capital se transforma íntegramente en salarios, y cuando se lo remplaza gracias a la venta del producto, vuelve a convertirse en salarios.» <<
(25) En la 3.ª y 4.ª ediciones se inserta aquí: «Mientras sólo tengamos en cuenta el fondo de la producción global anual, el proceso de reproducción anual resultará fácilmente comprensible. Pero todos los componentes de la producción anual deben ser llevados al mercado, y es allí donde comienza la dificultad. Los movimientos de los capitales singulares y de los réditos personales se entrecruzan, entremezclan, se pierden en un cambio general de ubicaciones —en la circulación de la riqueza social— que confunde nuestra visión y plantea al investigador problemas muy difíciles de resolver». <<
(26) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «en la sección tercera». <<
(27) En la 3.ª y 4.ª ediciones se sustituye la frase siguiente por este texto: «El gran mérito de los fisiócratas estriba en haber efectuado, con su Tableau économique [210], el primer intento de ofrecer una imagen de la producción anual, en la figura bajo la cual surge de la circulación 32.
»Se comprende de suyo, por lo demás, que la economía política no haya dejado de explotar, en beneficio de la clase capitalista, la tesis de Adam Smith según la cual toda la parte del producto neto transformada en capital es consumida por la clase obrera». <<
[210] Tableau économique. — Marx analizó detalladamente en otros lugares el Tableau de Quesnay, el primer intento de representar esquemáticamente la reproducción y circulación del capital global de la sociedad: El capital, t. II, cap. XIX; «Teorías del plusvalor», parte I, cap. VI, y el capítulo X (redactado por él) de la sección segunda del Anti-Dühring de Engels. En carta a éste, fechada el 6 de julio de 1863, Marx expone su propio «cuadro económico», contrapuesto al de Quesnay (véase MEW, t. XXX, pp. 362-367). — 729. <<
32 Nota idéntica a la 32 de la 2.ª edición. [Numeración duplicada de nota 32, ya que coincide con la siguiente. (Nota del E. D.]<<
32 En muchos aspectos de su análisis del proceso de reproducción y también, por ende, de la acumulación, Adam Smith no sólo no ha hecho progreso alguno con respecto a sus predecesores, en particular a los fisiócratas, sino que ha dado muy importantes pasos atrás. Con la ilusión suya que mencionamos en el texto está vinculado el dogma, verdaderamente fabuloso y también legado por Smith a la economía política, de que el precio de las mercancías se compone de salario, ganancia (interés) y renta de la tierra, o sea sólo de salario y plusvalor. Storch, partiendo de esta base, por lo menos admite ingenuamente: «Es imposible resolver el precio necesario en sus elementos más simples». (Storch, Cours d’économie…”, t. II, p. 141, nota.) ¡Admirable ciencia económica, esta que declara la imposibilidad de resolver el precio de las mercancías en sus elementos más simples! En el capítulo VII del libro tercero ventilaremos más en detalle esta cuestión (28). <<
(28) En la 4.ª edición: «En la sección tercera del libro segundo y en la séptima del tercero». <<
33 El lector observará que la palabra rédito se usa en dos acepciones: primero, para designar el plusvalor como fruto que surge periódicamente del capital, y luego para denotar la parte de ese fruto que el capitalista consume periódicamente o agrega a su fondo de consumo. Mantengo ese doble sentido porque armoniza con el uso de los economistas ingleses y franceses. <<
(29) En la 3.ª y 4.ª ediciones figura, en vez de los dos párrafos precedentes, el siguiente texto: «Dada la masa del plusvalor, una de esas partes será tanto mayor cuanto menor sea la otra. Suponiendo que todas las demás circunstancias se mantengan iguales, la magnitud de la acumulación será lo que determine la proporción en que se verifica esa división. Pero el que ejecuta la división es el propietario del plusvalor, el capitalista. La misma, pues, es un acto de su voluntad. De la parte que acumula del tributo recaudado por él se dice que la ahorra porque no la devora íntegramente, o sea porque ejerce su función de capitalista, a saber: enriquecerse». <<
[211] Ninguna fecha no tiene. — En «Die Polendebatte in Frankfurt», serie de artículos publicada por la Neue Rheinische Zeitung en agosto-setiembre de 1848, Marx y Engels se refieren al discurso que pronunciara en la Asamblea Nacional de Francfort, el 31 de agosto de ese año, el terrateniente silesio Felix Maria von Lichnowski. En un alemán más bien heterodoxo (cuya sintaxis reconstruimos aproximadamente en la versión española de aquella expresión) el representante silesio se pronunció contra el derecho de Polonia a la existencia, derecho histórico que, dijo, «ninguna fecha no tiene»: «un derecho mayor» (el de los alemanes) «podría reivindicar» siempre, según Lichnowski, una fecha anterior de ocupación del territorio polaco. (Cfr. MEW, t. V, pp. 351-353). — 731. <<
(30) En lugar de la frase precedente, en la 3.ª y 4.ª ediciones figura este pasaje: «Pero lo que en éste se manifiesta como manía individual, es en el capitalista el efecto del mecanismo social, en el que dicho capitalista no es más que una rueda del engranaje. Por lo demás, el desarrollo de la producción capitalista vuelve necesario un incremento continuo del capital invertido en una empresa industrial, y la competencia impone a cada capitalista individual, como leyes coercitivas externas, las leyes inmanentes del modo de producción capitalista. Lo constriñe a expandir continuamente su capital para conservarlo, y no es posible expandirlo sino por medio de la acumulación progresiva». <<
34 En la forma arcaica aunque constantemente renovada del capitalista, o sea en el usurero, Lutero expone con sumo acierto la pasión de dominio como elemento del afán de enriquecerse. «Los paganos pudieron llegar a la conclusión, especulando racionalmente, de que un usurero era un cuádruple ladrón y asesino. Pero nosotros los cristianos los honramos a tal punto, que casi los adoramos por su dinero… Quien chupa, roba y quita el alimento a otro, comete un asesinato tan grande (en lo que de él depende) como el que lo hace morir de hambre o lo arruina por completo. Pero eso es lo que hace un usurero, y se repantiga muy seguro en su silla, cuando más bien debería colgar de la horca y ser comido de tantos cuervos como gúldenes ha robado, si fuera posible que tuviese tanta carne como para que tantos cuervos pudieran desmenuzarla y repartírsela. Mientras, se cuelga a los ladronzuelos… A los ladrones pequeños los ponen en el cepo; los ladrones grandes se pavonean vestidos de seda y oro… De manera, pues, que no hay sobre la tierra mayor enemigo del hombre (después del diablo), que un avaro y usurero, pues éste quiere ser Dios sobre todos los hombres. Turcos, guerreros y tiranos son también hombres malvados, pero se ven obligados a dejar vivir a la gente y a confesar que son malvados y enemigos. Y alguna vez que otra pueden, e incluso deben, apiadarse de alguien. Pero un usurero y avariento querría que todo el mundo muriese de hambre y de sed, de pena y de miseria, si por él fuera, a fin de poseerlo todo él solo y que todos lo recibieran como a un dios y fueran eternamente sus siervos. Vestir suntuosos mantos, ostentar cadenas y anillos de oro, limpiarse el hocico y que los consideren y reverencien como varones caritativos y piadosos… La usura es un monstruo grande y descomunal, cual un ogro que todo lo devasta, más que ningún Caco, Gerión o Anteo. Y sin embargo se acicala y quiere pasar por piadosa y que no se vea adónde van a parar los bueyes que mete a reculones en su guarida. Pero Hércules habrá e oír el bramido de los bueyes y la grita de los prisioneros y buscará a Caco entre peñas y quebradas y liberará del malvado a los bueyes [212]. Pues Caco significa un malvado que es un piadoso usurero que arrebata, roba y devora todo. Y pretende no haber hecho nada, y nadie debe descubrirlo, porque por las huellas de los bueyes metidos a reculones en su guarida, parece que los ha soltado. El usurero, pues, quiere embaucar al mundo, como si él fuera útil y diera al mundo bueyes, cuando no hace más que atraparlos y devorarlos… Y si se somete al suplicio de la rueda y se decapita a los salteadores de caminos, a los asesinos y bandidos, cuánto más habría que imponer ese tormento y sangrar a todos los usureros… cazarlos, anatematizarlos y decapitarlos.» (Martin Luther, An die Pfarrherrn…) <<
[212] Caco, probablemente un viejo dios del fuego al que se había rendido culto en el monte Palatino, en una leyenda tardía del ciclo de Hércules es apenas un semihombre, un monstruo que roba a aquél algunos de los toros y terneras robados, a su vez, por el héroe a Gerión (véase Virgilio, Eneida, VIII, 192 y ss.). Gerión era un gigante de tres cuerpos, al que Hércules dio muerte y despojó de su ganado. El gigante libio Anteo, hijo de la Tierra (la creencia de que recuperaba sus fuerzas al ser derribado y entrar en contacto con su madre parece ser una incorporación tardía al mito), también fue muerto por Hércules. — 732. <<
[213] «Enternecimiento humano» —según el poema de Schiller, La fianza, verso 132— es el que experimenta el tirano de Siracusa, Dionisio, cuando comprueba hasta qué punto los amigos Damón y Fintias están dispuestos a sacrificar la vida uno por el otro. — 733. <<
[214] Su propio Adán, esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx: «su carne». Véase nuestra nota 56. — 706; 733; 738. <<
[215] «¡Dos almas moran, ay, en mi pecho y una quiere divorciarse de la otra!» — Goethe, Faust, parte I, «Ante la puerta». Goethe parafrasea a un autor cuya influencia sobre el gran escritor alemán había subrayado Marx (en carta a Engels del 3 de mayo de 1854, MEW, t. XXVIII, p. 356), Calderón: «¿Qué es eso, cielos? ¿Hay dos corazones en mi pecho? ¿Hay en mí dos albedríos, dos almas?» («Los empeños de un acaso», jornada I.). — 706; 733. <<
(31) 0,57 litros, aproximadamente. <<
35 Dr. Aikin, Description of the Country from 30 to 40 miles round Manchester, Londres, 1795, pp. 181, 182 y ss., 188. <<
[216] ¡He allí a Moisés y los profetas! — Vale decir: ¡eso es lo esencial, el precepto al que hay que atenerse! La expresión procede del «Evangelio de Lucas», XVI, 29-31: desde el infierno el rico pide que Lázaro, que está en el cielo, prevenga a los hermanos del primero acerca del terrible futuro que les aguarda si siguen viviendo en el pecado, a lo que responde Abraham: «A Moisés y los profetas tienen; óiganlos. […] Si no oyen a Moisés y los profetas tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos». — 735; 963. <<
36 A. Smith, Wealth of Nations, lib. II, cap. III, o. 367. <<
37 Incluso Jean-Baptiste Say dice: «Los ahorros de los ricos se efectúan a costa de los pobres» [217]. «El proletario romano vivía casi enteramente a costa de la sociedad… Casi se podría decir que la sociedad moderna vive a expensas de los proletarios, de la parte que les descuenta de la retribución de su trabajo». (Sismondi, Études…, t. I, p. 24.) <<
[217] (W) J. B. Say, Traité d’économie politique, 5.ª ed., t. I, París, 1826, pp. 130-131. — 735. <<
38 Malthus, Principles…, pp. 319, 320 <<
[218] La palabra hebrea shibboleth (espiga) se usa aquí en el sentido de «consigna», «santo y seña». Según la Biblia (Jueces, XII, 5-6), los galaaditas, tras derrotar a los efraimitas se apostaron en los vados del Jordán; para distinguir de los hombres de su propia tribu a sus enemigos en fuga, obligaban a todo el que quería pasar a decir shibboleth. Los efraimitas, que no sabían pronunciar el sonido sh, decían sibboleth y eran degollados. — 736. <<
39 An Inquiry into those Principles Respecting the Nature of Demand…, p. 67. <<
40 Ibídem, p. 59. <<
[219] La revolución del 27-29 de julio de 1830 derrocó a Carlos X, que con sus intentos de restaurar la monarquía absoluta se había vuelto intolerable para la burguesía, y puso en el trono de Francia a Luis Felipe, el «rey burgués». — 736. <<
41 Senior, Principes fondamentaux de l’économie politique, trad. Arrivabene, París, 1836, p. 309. Esta afirmación, sin embargo, les resultó un poco excesiva a los partidarios de la vieja escuela clásica. «El señor Senior ha sustituido la expresión trabajo y capital por la expresión trabajo y abstinencia… Abstinencia es mera negación. No es la abstinencia, sino el uso del capital empleado productivamente lo que constituye la fuente de la ganancia» [220] (John Cazenove, notas a las «Definitions…», de Malthus, p. 130, nota.) El señor John Stuart Mill, por el contrario, extracta por una parte la teoría ricardiana de la ganancia y por otra se anexa la «remuneration of abstinence» [remuneración de la abstinencia] postulada por Senior. En la misma medida en que le es ajena la «contradicción» hegueliana, fuente de toda dialéctica, Mill se siente como un pez en el agua en medio de las contradicciones más vulgares.
Agregado a la 2.ª edición. Al economista vulgar nunca se le ha pasado por la cabeza la sencilla reflexión de que todo acto humano puede concebirse como «abstinencia» del acto contrario. Comer es abstenerse de ayunar, andar es abstenerse de estar quieto, trabajar es abstenerse de holgazanear, holgazanear es abstenerse de trabajar, etc. Estos señores harían bien en meditar alguna vez acerca de la tesis de Spinoza: Determinatio est negatio (determinar es negar] [221]. <<
[220] En TI 596 la cita se presenta así: «“El señor Senior la ha sustituido” (la expresión trabajo y ganancia) “por la expresión trabajo y abstinencia. Quien convierte su rédito se abstiene del disfrute que le proporcionaría gastarlo. No es el capital, sino el uso productivo del capital lo que constituye la causa de las ganancias”». — 737. <<
[221] (W) La fórmula «determinatio est negatio» figura en una carta de Spinoza del 2 de junio de 1674 a una persona innominada (véase la correspondencia de Baruch Spinoza, carta 50), donde se la emplea en el sentido de «delimitación o determinación es negación». Encontramos la fórmula «omnis determinatio est negatio», y su interpretación en el sentido de «toda determinación es negación», en las obras de Hegel, a través de las cuales dicha fórmula obtuvo amplia difusión. (Véase Enzyklopädie der philosophischen Wissenschaften, parte I, SS 91, agregado; Die Wissenschaft der Logik, libro I, primera sección, cap. II, b; Vorlesungen über die Geschichte der Philosophie, parte I, primera sección, cap. I, parágrafo sobre Parménides.).— 737. <<
42 Senior, Op. cit., p. 342. <<
43 «Nadie… sembraría su trigo, por ejemplo, y lo dejaría permanecer doce meses en la tierra, ni dejaría durante años su vino en una bodega, en vez de consumir inmediatamente esas cosas o su equivalente, si no confiara en obtener un valor adicional, etc.» (Scrope, Political Economy, ed. por A. Potter, Nueva York, 1841, p. 133.) [222] <<
[222] (W) Se cita aquí el libro de Potter, Political Economy: its Objects, Uses and Principles, Nueva York, 1841. Como se desprende de la introducción, gran parte del libro es, en lo esencial, una reimpresión de los primeros diez capítulos de la obra de Scrope, Principles of Political Economy, publicada en Inglaterra en 1833. Potter introdujo en el texto algunas variantes. — 738. <<
[214] Su propio Adán, esto es, él mismo. En la versión francesa de uno de estos pasajes agrega Marx: «su carne». Véase nuestra nota 56. — 706; 733; 738 <<
44 «La privación que se impone el capitalista al prestar» (este eufemismo se usa, conforme a la receta más socorrida de la economía vulgar, para identificar al asalariado, a quien explota el capitalista industrial, con el capitalista mismo, que obtiene dinero del capitalista prestamista) «sus instrumentos de producción al trabajador en vez de destinar el valor a su uso personal, transformándolo en objetos útiles o de placer.» (G. de Molinari, Études économiques, p. 36.) <<
[223] Visnú (Vishnú, en sánscrito «el que penetra» o «el que trabaja»). Dialécticamente opuesto y asociado a Brahma, el creador, y Siva, el destructor, Visnú es el principio conservador de la trimurti o trinidad india. Su culto incluye distintos tipos de automortificación. — 738. <<
45 «La conservation d’un capital exige… un effort… constant pour résister à la tentation de le consommer.» (Courcelle-Seneuil, Traité théorique…, p. 57.) <<
46 «Las diversas clases de ingreso que contribuyen de la manera más abundante al progreso del capital nacional, cambian en diferentes fases de su desarrollo y difieren enteramente, por tanto, en naciones que ocupan posiciones diferentes en ese desarrollo… Las ganancias… una fuente poco importante de acumulación en los estadios primitivos de la sociedad, si se las compara con los salarios y rentas… Cuando se ha operado efectivamente un avance considerable en las fuerzas de la industria nacional, las ganancias aumentan su importancia relativa como fuente de acumulación.» (Richard Jones, Text-book…, pp. 16, 21.) <<
(32) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «en el Colegio de Haileybury, Indias Orientales». <<
[224] En TI 598, «rédito» en vez de «rédito ajeno». — 739. <<
47 Ibídem, p. 36 y s. {F. E. — Agregado a la 4.ª edición—. Seguramente se trata de un error; la cita no ha sido localizada (33).} <<
(33) El pasaje en cuestión figura en la página 37 del libro mencionado por Marx. <<
(34) En la 4.ª edición, «magnitud», etc., está después de «diferencia creciente», etcétera. <<
(35) En lugar de esta frase y del párrafo precedente, dice así en la 3.ª y 4.ª ediciones: «Si suponemos como dada la proporción en que el plusvalor se divide en capital y rédito, es obvio que la magnitud del capital acumulado se regirá por la magnitud absoluta del plusvalor. Supongamos que se capitalice el 80% y se consuma el 20%; el capital acumulado ascenderá a £ 2.400 o a £ 1.200 según el plusvalor global haya sido de £ 3.000 o de 1.500. Por consiguiente, todas las circunstancias que determinan la masa del plusvalor, contribuyen a determinar la magnitud de la acumulación. Resumimos aquí, una vez más, esas circunstancias, pero sólo en la medida en que ofrecen, con respecto a la acumulación, nuevos puntos de vista.
»Como se recordará, la tasa del plusvalor depende en primera instancia del grado de explotación a que se halle sometida la fuerza de trabajo.» <<
48 «Ricardo afirma: “En diferentes estadios de la sociedad la acumulación de capital o los medios de emplear trabajo”» (es decir, de explotarlo) «“es más o menos rápida, y depende necesariamente, en todos los casos, de las fuerzas productivas del trabajo. Éstas, en general, alcanzan su nivel máximo cuando existe abundancia de tierra fértil.” Si en esta frase “fuerzas productivas del trabajo” significa la pequeñez de esa parte alícuota de cada producto que toca a aquellos cuyo trabajo manual lo produce, la frase es tautológica, porque la parte restante es el fondo a partir del cual se puede acumular capital, si a su propietario le place (if the owner pleases). Pero esto no suele ocurrir allí donde existe la tierra más fértil.» («Observations on Certain Verbal Disputes…», página 74.) <<
(36) En la 3.ª y 4.ª ediciones en lugar de las tres frases precedentes figura este texto: «La reducción violenta del salario por debajo de este valor, sin embargo, desempeña un papel demasiado importante en el movimiento práctico como para no detenernos en ella un momento. Dicha reducción transforma de hecho, dentro de ciertos límites, el fondo para el consumo necesario del obrero en fondo para la acumulación del capital». <<
(37) En la 4.ª edición no figuran las palabras «junto a la maquinaria misma» [225]. <<
[225] El arreglo de la cuarta edición hace que la traducción alemana del texto de Mill difiera ligeramente de su original inglés (tal como aparece en TI 600), donde figuran las palabras suprimidas por Engels: «along with the tools themselves». — 741. <<
49 John Stuart Mill, Essays on Some Unsettled Questions…, pp. 90, 91. <<
50 An Essay on Trade and Commerce…, p. 44. De manera análoga, el Times de diciembre de 1866 y enero de 1867 publicó las efusiones sentimentales de ciertos propietarios ingleses de minas, con respecto a la feliz situación de los mineros belgas; éstos ya no exigían ni obtenían más que lo estrictamente necesario para vivir al servicio de sus «masters» [patrones]. Los obreros belgas tienen mucho que soportar, ¡pero de ahí a que el «Times» los presente como trabajadores modelos!… A principios de febrero de 1867 la huelga de los mineros belgas (en Marchienne), aplastada por la pólvora y el plomo, dio una respuesta al periódico inglés. <<
51 Ibídem, pp. 44, 46. <<
52 El fabricante de Northamptonshire incurre en un pia fraus [fraude piadoso], que la fogosidad de su corazón vuelve disculpable. Presuntamente compara la vida de los obreros manufactureros ingleses con la de los franceses, pero lo que describe en las frases recién citadas es, como él mismo lo confiesa irreflexivamente más adelante, ¡la condición de los obreros agrícolas franceses! <<
53 Ibídem, pp. 70, 71. — Nota a la 3.ª edición. Hoy en día, gracias a la competencia que desde entonces se ha instaurado en el mercado mundial, hemos efectuado considerables progresos en esa dirección. «Si China», explica el parlamentario Stapleton a sus electores, «se convirtiera en un gran país industrial, no veo cómo la población obrera de Europa podría hacer frente a ese desafío sin descender al nivel de sus competidores.» («Times», 3 de setiembre de 1873.) No los salarios continentales, oh no, sino los salarios chinos: he ahí el objetivo que actualmente se ha fijado el capital. <<
54 Benjamin Thompson, Essays, Political, Economical, and Philosophical…, 3 vols., Londres, 1796-1802, vol. I, p. 294. En su obra The State of the Poor…, sir Frederic Morton Eden recomienda encarecidamente la menesterosa sopa rumfordiana a los directores de hospicios y, con el ceño fruncido, hace presente a los obreros ingleses que «entre los escoceses hay muchas familias que en lugar de alimentarse con trigo, centeno y carne, viven durante meses —y además muy confortablemente (and that very comfortably too)— comiendo papillas de avena y harina de cebada a la que sólo se le ha añadido sal y agua». (Ibídem, vol. I, lib. II, cap. II, p. 503.) [226] «Advertencias» similares se han formulado en el siglo XIX. «Los obreros agrícolas ingleses», se dice, por ejemplo, «rehúsan comer mezclas de cereales de tipo inferior. En Escocia, donde la gente recibe una educación más esmerada, probablemente no se conozca este prejuicio.» (Charles H. Parry, M. D., The Question of the Necessity of the Existing Cornlaws Considered”, Londres, 1816, p. 69.) Este mismo Parry, sin embargo, se queja de que el obrero inglés sea ahora (1815) mucho más enclenque que en tiempos de Eden (1797). <<
[226] Cfr. con la definición de avena en el Dictionary of the English Language del doctor Johnson, publicado en 1755: «Un cereal que en Inglaterra generalmente se les da a los caballos, pero que en Escocia alimenta a la gente». — 743. <<
55 De los informes de la última comisión investigadora parlamentaria sobre la adulteración de víveres se desprende que incluso la falsificación de las sustancias medicamentosas no constituye en Inglaterra la excepción, sino la regla. El análisis, por ejemplo, de 34 muestras de opio adquiridas en otras tantas farmacias londinenses, arrojó el resultado de que 31 estaban adulteradas con cáscaras de adormidera, harina de trigo, mucílago de goma, arcilla, arena, etc. Muchas no contenían un solo átomo de morfina. <<
[175] Alusión al personaje shakespiriano Dogberry (véase vol. I, p. 102); el término se usa para designar a un funcionario ignorante y fatuo. — 518; 744. <<
(38) 3,941 Kg. <<
56 G. L. Newnham (barrister at law), A Review of the Evidence before the Committees of the two Houses of Parliament on the Cornlaws, Londres, 1815, p. 20, nota. <<
57 Ibídem, pp. 19, 20. <<
58 Ch H. Parry, The Question of the Necessity…, pp. 77, 69. Los señores terratenientes, por su parte, no sólo se «indemnizaron» por la guerra antijacobina [220], que llevaron a cabo en nombre de Inglaterra, sino que se enriquecieron enormemente. «Sus rentas se duplicaron, se triplicaron, se cuadruplicaron y, en casos excepcionales, se sextuplicaron en 18 años.» (Ibídem, pp. 100, 101.) <<
[200] Guerra antijacobina. — En la versión francesa (TFA 493) Marx atribuye la autoría de esa expresión al escritor y líder radical y obrerista William Cobbett (1762-1835): «antijacobin war, tal es el nombre dado por William Cobbett a la guerra contra la Revolución Francesa». — 678; 745; 842; 939. <<
(39) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «(véase el cap. XV, 8, c)». <<
(40) En la 3.ª y 4.ª ediciones los dos párrafos precedentes se sustituyen por este texto: «Aunque en todos los ramos industriales la parte del capital constante compuesta de medios de trabajo tiene que bastar para emplear a cierto número de obreros, determinado por la magnitud de la inversión, de ninguna manera es necesario que esa parte crezca siempre en la misma proporción en que lo hace la cantidad de trabajo ocupado. Supongamos que en una fábrica 100 obreros proporcionan, laborando 8 horas, 800 horas de trabajo. Si el capitalista quiere aumentar en la mitad esa suma, puede emplear 50 obreros más, pero entonces se verá obligado a adelantar un nuevo capital, no sólo para salarios, sino también para medios de trabajo. Sin embargo, puede hacer que los 100 obreros antiguos trabajen 12 horas en vez de 8, en cuyo caso le bastará con los medios de trabajo ya existentes; ocurrirá, tan sólo, que éstos se desgastarán con mayor rapidez. De esta manera, el trabajo adicional generado por una mayor tensión de la fuerza de trabajo puede acrecentar el plusproducto y el plusvalor, esto es, la sustancia de la acumulación, sin un incremento proporcional de la parte constante del capital.
»En la industria extractiva, por ejemplo en las minas, las materias primas no forman parte del adelanto de capital. El objeto de trabajo no es aquí producto del trabajo precedente, sino gratuito obsequio de la naturaleza. Así ocurre con los minerales metalíferos, los minerales en general, la hulla, la piedra, etc. El capital constante se compone aquí casi exclusivamente de medios de trabajo que pueden tolerar, muy fácilmente, una cantidad de trabajo acrecentada (turnos diurno y nocturno de obreros, por ejemplo). Pero si todas las demás circunstancias son iguales, la masa y el valor del producto alimentarán en razón directa del trabajo empleado. Como en el primer día de la producción, convergen aquí el hombre y la naturaleza, esto es, los creadores originarios del producto, y por tanto los creadores también de los elementos materiales dl capital. Gracias a la elasticidad de la fuerza de trabajo, el dominio de la acumulación se ha ensanchado sin que se operara un incremento previo del capital constante.
»En la agricultura es imposible expandir la tierra cultivada sin un adelanto de simientes y abono adicionales. Pero una vez efectuado ese adelanto, el laboreo puramente mecánico del suelo ejerce un efecto prodigioso sobre el carácter masivo del producto. De esta manera, una cantidad mayor de trabajo, suministrada por el mismo número de obreros, acrecienta la fertilidad sin exigir un nuevo adelanto de medios de trabajo. Se trata aquí, una vez más, de la acción inmediata del hombre sobre la naturaleza, acción que deviene, sin injerencia de un nuevo capital, en fuente directa de una mayor acumulación.
»Por último, en la industria propiamente dicha todo gasto adicional de trabajo presupone el correspondiente gasto adicional de materias primas, pero no necesariamente de medios de trabajo. Y como la industria extractiva y la agricultura suministran a la industria fabril sus propias materias primas y las de sus medios de trabajo, ésta se beneficia también con el suplemento de productos creado por aquéllas sin necesidad de ningún capital suplementario o adicional.
»Resultado general: el capital, al incorporarse los dos creadores originarios de la riqueza —la fuerza de trabajo y la tierra—, adquiere una fuerza expansiva que le permite extender los elementos de su acumulación más allá de los límites aparentemente fijados por su propia magnitud, límites trazados por el valor y la masa de los medios de producción ya producidos en los que el capital tiene su existencia.
»Otro factor importante en la acumulación del capital es el grado de productividad del trabajo social.» <<
(41) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «no sólo el número de las materias útiles y las aplicaciones útiles de los materiales ya conocidos.» <<
(42) En la 3.ª y 4.ª ediciones se lee: «la ciencia y la técnica constituyen». <<
(43) El texto de este párrafo, hasta aquí, es sustituido en la 3.ª y 4.ª ediciones por el siguiente: «El trabajo transfiere al producto el valor de los medios de producción consumidos por él. Por otra parte, el valor y la masa de los medios de producción puestos en movimiento por una cantidad de trabajo dada, se acrecientan a medida que el trabajo se vuelve más productivo. Por tanto, aunque la misma cantidad de trabajo agregue siempre a sus productos la misma suma de valor nuevo, al aumentar la productividad del trabajo se acrecienta, sin embargo, el valor antiguo de capital que aquella cantidad de trabajo transfiere simultáneamente a los productos.
»Si un hilandero inglés y uno chino, por ejemplo, trabajaran el mismo número de horas con la misma intensidad, ambos producirían en una semana valores iguales. Pese a esa igualdad, existe una diferencia enorme entre el valor del producto semanal del inglés, que dispone de un poderoso autómata, y el del chino, que sólo trabaja con una rueca. En el mismo tiempo en que el chino hila una libra de algodón, el inglés produce varios cientos de libras. Una suma de valores anteriores varios cientos de veces mayor abulta el valor del producto de este último hilandero, producto en el cual aquellos valores se conservan bajo una nueva forma útil y pueden, de esta manera, volver a funcionar como capital». <<
59 Friedrich Engels, «Die Lage…», p. 20. <<
60 A causa de su análisis defectuoso del proceso de trabajo y de valorización, la economía clásica nunca ha comprendido debidamente este importante elemento de la reproducción, como puede verse, pongamos por caso, en Ricardo. Dice éste, por ejemplo: sean cuales fueren los cambios experimentados por la fuerza productiva, «un millón de hombres siempre produce en las fábricas el mismo valor». Cuando la extensión y el grado de intensidad de su trabajo están dados, esto es cierto. Pero ello no impide, y Ricardo lo pasa por alto en algunas de sus conclusiones, que un millón de hombres, cuando difiere la fuerza productiva de su trabajo, transforme en producto masas muy diferentes de medios de producción; conserve, por tanto, masas de valor muy diferentes en su producto y, en consecuencia, que sean muy diferentes los valores de los productos que, suministra. Ricardo, dicho sea de pasada, procura en vano, valiéndose de ese ejemplo, explicarle a Jean-Baptiste Say la diferencia entre valor de uso (que aquí denomina wealth, riqueza material) y valor de cambio. Say responde: «En cuanto a la dificultad alegada por el señor Ricardo cuando dice que gracias a procedimientos mejores un millón de personas pueden producir dos, tres veces más riqueza sin producir por ello más valor, esta dificultad deja de serlo cuando se considera, como es debido, que la producción es un intercambio en el cual se dan los servicios productivos del trabajo propio, de la tierra y los capitales propios, para obtener productos. Mediante estos servicios productivos adquirimos todos los productos que existen en el mundo […]. Ahora bien… somos tanto más ricos, nuestros servicios productivos tienen tanto más valor, cuanto mayor cantidad de cosas útiles obtengan en el intercambio denominado producción». (J. B. Say, Lettres à M. Malthus, París, 1820, pp. 168, 169.) La «difficulté» —existente para él, no para Ricardo— que Say debe explicar es: ¿por qué no aumenta el valor de los valores de uso cuando su cantidad, a causa de una mayor productividad del trabajo, se acrecienta? Respuesta: la dificultad se resuelve denominando, gentilmente, valor de cambio al valor de uso. El valor de cambio es una cosa que one way or another [de una u otra manera], está vinculada con el intercambio. Llamemos entonces a la producción «intercambio» de trabajo y de medios de producción por el producto, y es claro como el agua que se obtendrá tanto más valor de cambio cuanto más valor de uso le suministre a uno la producción. En otras palabras: cuantos más valores de uso, por ejemplo medias, suministre una jornada laboral al fabricante de medias, éste será tanto más rico en medias. Súbitamente a Say se le ocurre, sin embargo, que «con la mayor cantidad» de las medias su «precio» (que, naturalmente, nada tiene que ver con el valor de cambio) disminuye, «porque la competencia los obliga» (a los productores) «a entregar los productos por lo que cuestan». ¿Pero de dónde proviene entonces la ganancia, si el capitalista vende las mercancías al precio que le cuestan? Never mind [no importa]. Say declara que a causa de la mayor productividad, cada uno recibe, a cambio del mismo equivalente, dos pares de medias, en lugar de uno como antes, etc. El resultado al que arriba es precisamente la tesis de Ricardo que él pretendía refutar. Luego de este imponente esfuerzo mental, Say apostrofa triunfalmente a Malthus: «Tal es, señor, la doctrina bien fundada sin la cual es imposible, afirmo, explicar las mayores dificultades de la economía política, y en particular cómo puede ocurrir que una nación sea más rica cuando sus productos disminuyen de valor, pese a que la riqueza sea valor». (Ibídem, p. 170.) Un economista inglés, refiriéndose a artilugios similares en las «Lettres» de Say, observa lo siguiente: «Estas afectadas maneras de charlar (those affected ways of talking) constituyen en conjunto lo que el señor Say gusta de llamar su doctrina, doctrina que recomienda encarecidamente a Malthus que enseñe en Hertford, tal como ocurre ya “en varias partes de Europa”. Dice Say: “Si usted encuentra un aspecto paradojal en todas estas proposiciones, examine las cosas que expresan, y me atrevo a creer que le parecerán muy simples y sumamente razonables”. Sin duda, y a consecuencia del mismo proceso aparecerán como cualquier cosa menos originales o importantes». (An Inquiry into those Principles Respecting the Nature of Demand…, p. 110.) <<
61 En el libro tercero veremos cómo la tasa media de ganancia correspondiente a esferas de producción diferentes, no se ve afectada por la división del capital —característica de cada una de las mismas— en sus elementos constante y variable. Veremos, asimismo, cómo este fenómeno sólo en apariencia contradice las leyes ya examinadas sobre la naturaleza y producción del plusvalor (44). <<
(44) Nota suprimida en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
(45) Párrafo suprimido en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
(46) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega: «(interés, beneficio, etc.)». <<
62 (47) MacCulloch patentó su «salario del trabajo pretérito» mucho antes que Senior obtuviera la patente correspondiente al «salario de la abstinencia». <<
(47) Nota 61 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
(48) En la 3.ª y 4.ª ediciones se agrega este párrafo: «Dado el grado de explotación a que se somete la fuerza de trabajo, la masa del plusvalor se determina por el número de obreros explotados simultáneamente, número que corresponde, aunque en proporción variable, a la magnitud del capital. Cuanto más crezca el capital por medio de acumulaciones sucesivas, pues, tanto más crecerá también la suma de valor que se escinde en fondo de consumo y fondo de acumulación. El capitalista, por tanto, puede vivir más pródigamente y al mismo tiempo “abstenerse” más. Y, por último, todos los resortes de la producción funcionan tanto más enérgicamente, cuanto más se amplía su escala al aumentar la masa del capital adelantado». <<
63 (49) Cfr., entre otros trabajos, Jeremy Bentham, Théorie de peines et des récompenses, trad. de E. Dumont, 3.ª ed., París, 1826 t. II, lib. IV, cap. II. <<
(49) Nota 62 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
[227] Martin Tupper (1810-1889), objeto de la cordial aversión de Marx, publicó en 1838 la primera de las muchas ediciones de su Proverbial Philosophy, caudaloso fárrago de lugares comunes desganadamente versificados (en la versión francesa Marx habla de la «prosa rimada» de este prosaico poeta) y presuntamente edificantes. Ejemplo: «Un libro es el mejor de los amigos, hoy y siempre». — 755. <<
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64 (50) Jeremy Bentham es un fenómeno puramente inglés. Aun sin exceptuar a nuestro filósofo Christian Wolf, en ninguna época y en ningún país se ha hecho nunca tal alarde, y con tanta autosatisfacción, del lugar común más adocenado. El principio de la utilidad no es ningún invento de Bentham. Éste se limita a reproducir sin ingenio alguno lo que Helvecio y otros franceses del siglo XVIII habían dicho ingeniosamente. Cuando se quiere saber, pongamos por caso, qué es útil para un perro, hay que escudriñar en la naturaleza canina. Es imposible construir esta naturaleza a partir del «principio de la utilidad». Aplicando esto al hombre, quien quisiera enjuiciar según el principio de la utilidad todos los hechos, movimientos, relaciones, etc., del hombre, debería ocuparse primero de la naturaleza humana en general y luego de la naturaleza humana modificada históricamente en cada época. Bentham no pierde tiempo en esas bagatelas. Con la aridez más ingenua parte del supuesto de que el filisteo moderno, y especialmente el filisteo inglés, es el hombre normal. Lo que es útil para este estrafalario hombre normal y para su mundo, es útil en sí y para sí. Conforme a esta pauta, entonces, Bentham enjuicia lo pasado, lo presente y lo futuro. La religión cristiana es «útil», por ejemplo, porque repudia religiosamente las mismas fechorías que el código penal condena jurídicamente. La crítica de arte es nociva, porque a la gente honesta le perturba su disfrute de Martin Tupper, etc. Nuestro buen hombre, cuya divisa es «nulla dies sine linea» [ningún día sin una pincelada] [228], ha llenado con esa morralla rimeros de libros. Si yo tuviera la valentía de mi amigo Heinrich Heine, llamaría a don Jeremías un genio de la estupidez burguesa. <<
(50) Nota 63 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
[228] Nulla dies sine linea (ningún día sin una pincelada, o sin un trazo). — Según Plinio el Viejo (Historia natural, XXXV, 12) el pintor griego Apeles había adquirido la costumbre de no dejar pasar un solo día sin trabajar, aunque fuera poco, en su arte; el dicho proverbial se fundaría en ese hábito. — 756. <<
65 (51) «Los economistas se inclinan demasiado a considerar determinada cantidad de capital y determinada cantidad de obreros como si fueran instrumentos de producción dotados de fuerza uniforme y que operan con cierta intensidad uniforme… Los […] que afirman […] que las mercancías son los únicos agentes de la producción […], demuestran que la producción nunca puede acrecentarse, ya que para que se opere ese acrecentamiento es necesario que previamente aumente la cantidad de medios de subsistencia, materias primas y herramientas, y esto, de hecho, significa sostener que ningún incremento de la producción puede tener lugar sin un incremento precedente, o, en otras palabras, que todo incremento es imposible.» (S. Bailey, Money and its Vicissitudes, pp. 58 y 70.) Bailey critica el dogma, principalmente, desde el punto de vista del proceso de circulación. <<
(51) Nota 64 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
66 (52) Dice John Stuart Mill en sus Principles of… [lib. II, capítulo I, SS 3]: «El producto del trabajo se divide hoy día en razón inversa al trabajo: la parte mayor toca a quienes nunca trabajan; la siguiente a aquellos cuyo trabajo es solamente nominal, y así, en escala decreciente, la remuneración se va encogiendo a medida que el trabajo se vuelve más duro y desagradable, hasta llegar al trabajo más repulsivo y agotador, que ni siquiera puede contar con la seguridad de obtener la satisfacción de sus necesidades vitales». Para evitar equívocos, dejemos constancia de que si bien cabe condenar a hombres como John Stuart Mill, etc., por la contradicción entre sus viejos dogmas económicos y sus tendencias modernas, sería extremadamente injusto confundirlos en un mismo montón con el rebaño de los apologistas económico-vulgares. <<
(52) Nota 65 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
67 (52) H. Fawcett, profesor de economía política en Cambridge: The Economic Position of the British Labourer, Londres, 1865, página 120. <<
(53) Nota 66 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
68 (54) Recuerdo aquí al lector que he sido el primero en emplear las categorías de capital variable y capital constante. Desde Adam Smith, la economía política entremezcla confusamente las determinaciones contenidas en ellas con las diferencias formales, resultantes del proceso de circulación, entre el capital fijo y el circulante. Más detalles sobre el particular se expondrán en el libro segundo, segunda sección. <<
(54) Nota 67 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
69 (55) Fawcett, The Economic Position…, pp. 123, 122. <<
(55) Nota 68 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
70 (56) Se podría decir que en Inglaterra no sólo se exporta anualmente capital, sino también, bajo la forma de la emigración, obreros. En el texto, sin embargo, no se hace referencia alguna al peculio de los emigrantes, que en gran parte no son obreros. Los hijos de los arrendatarios constituyen un considerable sector de los emigrantes. El pluscapital inglés enviado cada año al extranjero para ganar intereses, guarda una proporción incomparablemente mayor con la acumulación anual, que la emigración anual con el acrecentamiento experimentado año a año por la población. <<
(56) Nota 69 en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<