Notas Sección 5-6
(1) En la 3.ª y 4.ª ediciones sigue: «Decíamos allí: “Si se considera el proceso laboral global desde el punto de vista de su resultado, […] tanto el medio de trabajo como el objeto de trabajo se pondrán de manifiesto como medios de producción, y el trabajo mismo como trabajo productivo”. Y en la nota 7 complementábamos: “Esta definición de trabajo productivo, tal como se la infiere desde el punto de vista del proceso laboral simple, de ningún modo es suficiente en el caso del proceso capitalista de producción”. Es éste el punto que debemos desarrollar aquí». <<
(2) En la 3.ª y 4.ª ediciones, sigue: «en un producto social,». <<
(3) En la 3.ª y 4.ª ediciones, sigue: «de un obrero global, esto es,». <<
(4) En la 3.ª y 4.ª ediciones, en vez de esta última frase, figura el siguiente texto: «Para trabajar productivamente ahora ya no es necesario hacerlo directa y personalmente; basta con ser órgano del obrero global, con ejecutar cualquiera de sus funciones parciales. La definición originaria de trabajo productivo brindada más arriba, derivada de la propia naturaleza de la producción material, sigue siendo válida para el obrero global, considerado como totalidad. Pero ya no es aplicable a cada uno de sus miembros, tomado singularmente.» <<
(5) En la 3.ª y 4.ª ediciones sigue: «surgida históricamente». <<
(6) En lugar de los dos párrafos precedentes, en la 3.ª y 4.ª ediciones figura el siguiente texto: «Así, los fisiócratas consideraban que sólo era productivo el trabajo agrícola, porque sólo éste proporcionaría un plusvalor. Pero para los fisiócratas el plusvalor existía exclusivamente bajo la forma de renta de la tierra.» <<
(7) En la 3.ª y 4.ª ediciones sigue: «No bien el modo capitalista de producción ha quedado establecido, convirtiéndose en el modo de producción general, la diferencia entre el plusvalor absoluto y el relativo se hace tangible tan pronto como se procura acrecentar la tasa del plusvalor. Si partimos del supuesto de que la fuerza de trabajo se paga a su valor, nos encontramos entonces ante esta alternativa:». <<
1 «La mera existencia de los patrones capitalistas, como clase separada, depende de la productividad de la industria.» (Ramsay, An Essay…, p. 206.) «Si el trabajo de cada hombre no bastara sino para producir su propio alimento, no podría existir propiedad alguna.» (Ravenstone, Thoughts on…, p. 14.) <<
(8) En la 3.ª y 4.ª ediciones esta última frase desaparece, y la anterior, a partir de «ni, por tanto», finaliza así: «capitalistas, pero tampoco esclavistas, ni barones feudales; en una palabra, no habrá clase alguna de grandes propietarios 1». <<
1 Nota idéntica a la 1 de la 2.ª edición. <<
(9) En la 3.ª y 4.ª ediciones sigue: «de la misma manera, por ejemplo, que no hay obstáculos naturales absolutos que impidan a un individuo utilizar la carne de otro como alimento 1bis» <<
1bis [Nota 1 bis de la 3.ª y 4.ª ediciones:] Según un cálculo reciente, sólo en las regiones terrestres ya exploradas viven aún, por lo menos, cuatro millones de caníbales. <<
(10) En la versión francesa, a partir de «se ha socializado hasta cierto punto», esta frase continúa así: «entonces, y sólo entonces, se producen condiciones bajo las cuales el plustrabajo del uno puede convertirse en fuente de vida para el otro, y ello nunca ocurre sin la ayuda de la fuerza que somete el uno al otro». <<
2 Entre los indios salvajes de América casi todo corresponde al trabajador, 99 partes de cada ciento han de ponerse en la cuenta del trabajo. En Inglaterra, tal vez el trabajador no tenga 2/3.” (The Advantages…, pp. 72, 73.) <<
(11) En la 3.ª y 4.ª ediciones la frase termina así: «sino de una historia que abarca miles de siglos». <<
3 Diodorus Siculus, Historische Bibliothek, lib. I, cap. 80. <<
[193] La naturaleza excesivamente pródiga «lo lleva de la mano como a un niño en andadores». — Cita, ligeramente modificada, del poema «A la naturaleza» (1775) de Friedrich Leopold, conde de Stolberg (1750-1819), hermano del Stolberg cuya traducción de Antípatro menciona Marx en el vol. II, p. 498: «Dulce y sagrada naturaleza, / déjame seguir tus huellas. / Guíame de la mano, / como a un niño en andadores». — 623. <<
4 «Como la primera» (la riqueza natural) «es muy espléndida y rendidora, hace que el pueblo caiga en la incuria, la altanería y todos los excesos, mientras que la segunda impone la diligencia, la cultura, el conocimiento de los oficios y el arte de conducir el estado.» (England’s Treasure by Foreign Trade. Or the Balance of our Foreign Trade is the Rule of our Treasure. Written by Thomas Mun, of London, Merchant, and Now Published for the Common Good by his Son John Mun, Londres, 1669, pp. 181, 182.) «Ni tampoco puedo concebir peor maldición contra el conjunto de un pueblo, que la de ser lanzado en una comarca donde la producción de artículos de subsistencia y alimentos sea en gran parte espontánea, y el clima requiera o admita pocos cuidados por la vestimenta y el techo… Puede darse el extremo contrario. Un suelo que no dé fruto aunque se lo trabaje, es tan malo como un suelo que produce abundantemente sin trabajo alguno.» (An Enquiry into the Causes of the Present High Price of Provisions, Londres, 1767, p. 10.) <<
5 La necesidad de calcular las crecidas periódicas del Nilo creó la astronomía egipcia, y con ella la dominación de la casta sacerdotal como directora de la agricultura. «El solsticio es el momento del año en que comienza la creciente del Nilo, y por tanto el que los egipcios deben de haber observado con la máxima atención… Para organizar sus tareas agrícolas, era ese año trópico el que les interesaba fijar. Tuvieron, entonces, que buscar en el cielo un signo manifiesto de su retorno.» (Cuvier, Discours sur les révolutions du globe, ed. por Hoefer, París, 1863, p. 141.) <<
6 Una de las bases materiales del poder estatal sobre los pequeños e inconexos organismos de producción de la India, era la regulación del suministro de agua. Los dominadores mahometanos de la India comprendieron esto mejor que sus sucesores ingleses. Recordemos solamente la hambruna de 1866, que costó la vida a más de un millón de hindúes en el distrito de Orisa, presidencia de Bengala. <<
7 «No hay dos países que suministren igual número de medios de subsistencia necesarios, con la misma abundancia y con la misma cantidad de trabajo. Las necesidades del hombre aumentan o disminuyen con lo riguroso o benigno del clima en que vive; en consecuencia, proporción de actividad industriosa que se ven obligados a desplegar los habitantes de los diferentes países, es forzoso que no sea la misma, ni es posible determinar el grado de variación de otra manera que por los grados de calor y de frío; de lo cual puede extraerse esta conclusión general: que la cantidad de trabajo requerida para el sustento de cierta cantidad de gente es mayor en los climas fríos, y menor en los cálidos; ya que en los primeros los hombres no sólo precisan más vestimenta, sino que hay que cultivar la tierra más que en los últimos.» (An Essay of the Governing Causes of the Natural Rate of Interest, Londres, 1750, p. 59.) El autor de esta obra memorable, publicada anónimamente, es Joseph Massie. Hume tomó de ella su teoría del interés. <<
8 «Todo trabajo debe» (esto parece pertenecer también a los droits et devoirs du citoyen [derechos y deberes del ciudadano]) «dejar un excedente.» (Proudhon.)[194] <<
[194] P. J. Proudhon, Système des contradictions économiques, etcétera, t. I, París, 1846, p. 73. Este mismo postulado prudoniano se discute, mucho más detalladamente, en Misère de la philosophie, I, 3, b. — 624. <<
(12) Unos 150 kg (no sabemos a qué tipo de «libras» se refería Schouw). <<
(13) De 250 a 300 kg, aproximadamente. <<
9 F. Schouw, Die Erde, die Pflanze und der Mensch, 2.ª ed., Leipzig, 1854, p. 148. <<
(14) En la 3.ª y 4.ª ediciones figura a continuación el siguiente texto:
«Ricardo nunca se interesa por el origen del plusvalor. Lo trata como cosa inherente al modo capitalista de producción, el cual es a sus ojos la forma natural de la producción social. Cuando se refiere a la productividad, del trabajo, no busca en ella la causa de que exista el plusvalor, sino únicamente la causa que determina la magnitud de éste. Por el contrario, su escuela ha proclamado claramente que la causa de que surja la ganancia (léase: el plusvalor) es la fuerza productiva del trabajo. En todo caso, ello significa un progreso con respecto a los mercantilistas, quienes, por su parte, al excedente del precio de los productos por encima de sus costos de producción lo hacían derivar del intercambio, de la venta de aquéllos por encima de su valor. Pero también la escuela ricardiana se limitó, no obstante, a eludir el problema en lugar de resolverlo. En realidad, estos economistas burgueses advertían instintiva y certeramente que era muy peligroso investigar con excesiva profundidad el problema candente del origen del plusvalor. ¿Pero qué decir cuando medio siglo después de Ricardo, el señor John Stuart Mill comprueba solemnemente su superioridad con respecto a los mercantilistas, mientras repite mal los confusos subterfugios de los primeros vulgarizadores de Ricardo?
»Dice Mill: “La causa de la ganancia es que el trabajo produce más de lo que hace falta para su sustento”. Hasta aquí, nada más que la vieja cantilena, pero nuestro autor quiere añadir también algo de su cosecha: “Para variar la forma del teorema: la razón por la cual el capital rinde una ganancia, es que el alimento, la vestimenta, las materias primas e instrumentos de trabajo duran más tiempo del que se requiere para producirlos”. Mill confunde aquí la duración del tiempo de trabajo con la duración de sus productos. Conforme a esta doctrina, un panadero, cuyos productos duran sólo un día, nunca podría extraer de sus asalariados la misma ganancia que un constructor de máquinas, cuyos productos duran una veintena de años y más. Por otra parte, es muy cierto que si un nido no durara más tiempo que el necesario para su construcción, los pájaros tendrían que arreglárselas sin nidos.
»Una vez establecida esta verdad fundamental, Mill comprueba su superioridad sobre los mercantilistas: “Vemos, así, que la ganancia no proviene del incidente de los intercambios, sino de la fuerza productiva del trabajo, y la ganancia general de un país es siempre lo que la fuerza productiva del trabajo hace de ella, exista o no intercambio. Si las ocupaciones no estuvieran divididas, no habría ni compra ni venta, pero siempre habría ganancia”. ¡Aquí, pues, el intercambio, la compra y la venta, condiciones generales de la producción capitalista, no son más que un simple incidente, y sigue habiendo ganancia aunque no haya compra ni venta de la fuerza de trabajo!
»Y prosigue: “Si los obreros de un país producen colectivamente un 20% más que la suma de sus salarios, las ganancias serán de 20%, sean cuales fueren los precios de las mercancías”. Es esto, por una parte, una tautología de las más logradas, puesto que si los obreros producen para sus capitalistas un plusvalor de 20%, es obvio que las ganancias serán al salario total de los obreros como 20 : 100. Por otra parte, es absolutamente falso que “las ganancias serán de 20%”. Serán menores, siempre, porque las ganancias se calculan sobre la suma total del capital adelantado. Si el capitalista, por ejemplo, adelantó £ 500, 400 de las cuales se han gastado en medios de producción y 100 en salarios, y la tasa del plusvalor es, como más arriba, de 20%, la tasa de la ganancia será como 20 : 500, esto es, del 4%, no del 20%.
»Sigue una muestra brillante de cómo Mill trata las diversas formas históricas de la producción social. “Doy siempre por supuesto el estado actual de cosas, que con pocas excepciones predomina universalmente, esto es, que el capitalista hace todos los adelantos, sin excluir la remuneración del obrero”. ¡Extraña ilusión óptica esta de ver por todas partes un estado de cosas que sólo como excepción predomina en la Tierra! Pero prosigamos. Mill, bondadosamente, concede “que no existe la necesidad absoluta de que eso sea así” (15). Por el contrario, “hasta la terminación perfecta y cabal de la obra, el obrero podría esperar… incluso el pago entero de su salario, siempre que dispusiera de los medios necesarios para subsistir en el ínterin. Pero en este último caso el obrero sería realmente, en cierta medida, un capitalista que colocaría capital en la empresa, aportando una parte de los fondos necesarios para llevarla a buen puerto”. Con el mismo derecho podría decir Mill que el trabajador que se adelanta a sí mismo no sólo los medios de subsistencia sino también los medios de trabajo, en realidad es su propio asalariado. O que el campesino norteamericano que se hace una prestación personal a sí mismo en vez de hacérsela a un propietario, es el esclavo de sí mismo.
»Después de habernos demostrado con tanta claridad que la producción capitalista, aunque no existiera, siempre existiría, Mill es ahora bastante consecuente para demostrar que esa producción capitalista no existe aunque exista. “E incluso en el caso anterior” (cuando el capitalista adelanta al obrero la totalidad de sus medios de subsistencia), “no se puede considerar al obrero desde el mismo punto de vista” (esto es, como capitalista), “pues al entregar su trabajo por debajo del precio de mercado (!), puede considerarse como si adelantara la diferencia (?) a su empresario, etc.” 9bis. En la realidad de los hechos, el obrero adelanta gratuitamente su trabajo al capitalista durante una semana, etc., para recibir al término de la semana, etc., el precio de mercado de dicho trabajo; ¡y esto lo convierte, según Mill, en capitalista! En el terreno llano los montones de tierra parecen cerros; mídase la chatura de nuestra burguesía actual por el calibre de sus “grandes ingenios”.» <<
(15) En carta del 28 de noviembre de 1878 a Nikolái Frántsevich Danielson, Marx dispuso que en la edición rusa el párrafo quedara redactado hasta aquí da la siguiente manera:
«Sigue una muestra brillante de cómo Mill trata las diversas formas históricas de la producción social. “Doy siempre por supuesto el estado actual de cosas, que con pocas excepciones predomina universalmente allí donde obreros y capitalistas se contraponen como clases, esto es, que el capitalista hace todos los adelantos, sin excluir la remuneración del obrero.” El señor Mill está dispuesto a conceder que no hay una necesidad absoluta de que eso sea así, incluso en el sistema económico donde obreros y capitalistas se contraponen como clases.»[195] <<
9bis J. St. Mill, Principles of Political Economy, Londres, 1868,pp. 252-253 y pássim. {F. E. Los pasajes citados más arriba han sido traducidos de la edición francesa de El capital.) <<
[195] En su carta a Danielson del 28/XI/1878 Marx restaura con bastante aproximación el texto original de esta cita de Mill y modifica, consecuentemente, la redacción de su propio comentario a ese pasaje. Engels, que probablemente no conociera la carta al traductor ruso, al incorporar a la tercera y cuarta ediciones alemanas este extenso agregado de Marx a la versión francesa mantuvo tanto la primera presentación de la cita de Mill como el comentario original de Marx a la misma. En la versión inglesa (TI 517), en cambio, se restauró el texto de Mill pero se mantuvo sin cambios la primera exégesis de Marx, con el resultado de que la última no guarda mucha relación con aquél. — 627. <<
(16) Párrafo suprimido en la 3.ª y 4.ª ediciones. <<
9bis2 {F. E. Aquí, naturalmente, también queda excluido el caso tratado en la página 281 (17). (Nota a la 3.ª edición.)} <<
(17) Página 385 de la presente edición <<
(18) En la 3.ª y 4.ª ediciones la frase precedente es del siguiente tenor: «De esto se desprende que el aumento en la productividad del trabajo reduce el valor de la fuerza de trabajo y, con ello, acrecienta el plusvalor, mientras que, a la inversa, la reducción de la productividad acrecienta el valor de la fuerza de trabajo y reduce el plusvalor». <<
10 MacCulloch, entre otros, le ha hecho a esta tercera ley la adición absurda de que el plusvalor puede aumentar, sin que disminuya el valor de la fuerza de trabajo, gracias a la supresión de impuestos que antes el capitalista tenía que pagar. La supresión de tales impuestos no modifica en nada la cantidad de plusvalor que el capitalista industrial succiona, en primera instancia, del obrero. Sólo modifica la proporción en que el plusvalor va a parar a su propio bolsillo o en que se lo reparte forzosamente con terceros. No modifica en nada, pues, la proporción entre el valor de la fuerza de trabajo y el plusvalor. La excepción de MacCulloch no hace más que demostrar, pues, su incomprensión de la regla, una desdicha que le pasa a él tan a menudo en la vulgarización de Ricardo como a Jean-Baptiste Say en la vulgarización de Adam Smith. <<
(19) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «cambio inverso de magnitud». <<
(20) En la 3.ª y 4.ª ediciones, el texto de este párrafo es hasta aquí el siguiente:
«Ricardo ha sido el primero en formular de manera rigurosa las tres leyes enunciadas más arriba. Los defectos de su análisis son, 1) que considera como condiciones generales y exclusivas —evidentes de por sí—, de la producción capitalista, a las condiciones particulares dentro de las que rigen esas leyes. No sabe de cambio alguno ni en la duración de la jornada laboral ni en la intensidad del trabajo, de tal manera que en él la productividad del trabajo, de por sí, se convierte en el único factor variable; 2) pero, y esto falsea su análisis en un grado muy superior, Ricardo, al igual que los demás economistas, nunca investiga el plusvalor en cuanto tal, esto es, independientemente de sus formas particulares como la ganancia, la renta de la tierra, etc. De ahí que confunda directamente las leyes sobre la tasa del plusvalor con las leyes sobre la tasa de la ganancia. Como hemos indicado, la tasa de la ganancia es la proporción entre el plusvalor y el capital total adelantado, mientras que la tasa del plusvalor es la proporción entre el plusvalor y, meramente, la parte variable de ese capital. Supongamos que un capital de £ 500 (C) se divide en materias primas, medios de trabajo, etc., por un total de £ 400 (c) y en £ 100 de salarios (v), y que el plusvalor es = £ 100 (p). La tasa del plusvalor será entonces = . Pero la tasa de la ganancia será = = 20%. Es evidente, además, que la tasa de la ganancia puede depender de circunstancias que de ningún modo influyen sobre la tasa del plusvalor.» <<
11 «Cuando se opera un cambio en la productividad de la industria, de tal manera que una cantidad dada de trabajo y capital produce más o menos, la proporción de los salarios puede obviamente variar mientras la cantidad que esa proporción representa se mantiene inalterada, o puede variar la cantidad mientras la proporción queda incambiada.» ([J. Cazenove,] Outlines of Political Economy…, p. 67.) <<
(21) En la 3.ª y 4.ª ediciones se ubica aquí, con las variantes ya indicadas, el párrafo de la p. 633 que empieza: «Ricardo ha sido el primero», etc. <<
(22) Debería decir: disminución por debajo de su valor. <<
12 «Si todas las demás cosas se mantienen igual, el fabricante inglés puede ejecutar en un tiempo dado una cantidad considerablemente mayor de trabajo que un fabricante extranjero, lo bastante para compensar la diferencia entre las jornadas laborales, aquí de 60 horas por semana y en otras partes de 72 a 80.» (Reports… 31st October 1855, p. 65.) El medio más infalible para reducir esa diferencia entre la hora de trabajo inglesa y la continental, sería una mayor reducción legal de la jornada laboral en las fábricas continentales. <<
(23) En la 4.ª edición, esta frase está precedida por el numeral 1. <<
13 «Existen circunstancias compensatorias… que la aplicación de la ley de las 10 horas ha esclarecido.» (Reports… 31st October 1848, p. 7.) <<
(24) En la 4.ª edición, esta frase está precedida por el numeral 2. <<
14 «Es posible calcular la cantidad de trabajo que ha efectuado un hombre en el curso de 24 horas, aproximadamente, examinando los cambios químicos que han ocurrido en su cuerpo, puesto que las formas modificadas de la materia indican el ejercicio previo de fuerza dinámica.» (Grove, On the Correlation of Physical Forces, [pp. 308, 309].) <<
(25) En la 4.ª edición, esta frase está precedida por el numeral 1. <<
15 «Una causa principal del incremento experimentado por el capital durante la guerra proviene de los mayores esfuerzos y quizás de las mayores privaciones de las clases trabajadoras, que en toda sociedad son las más numerosas. Las penosas circunstancias obligaban a más mujeres y niños a conseguir una ocupación, y los que ya antes eran obreros se vieron forzados, por la misma causa, a dedicar una parte mayor de su tiempo al aumento de la producción.» (Essays on Political Economy in Which Are Illustrated the Principal Causes of the Present National Distress, Londres, 1830, p. 248). <<
16 «El trigo y el trabajo raras veces marchan exactamente al mismo paso, pero hay un límite obvio, más allá del cual no se los puede separar. En cuanto a los esfuerzos desusados hechos por las clases trabajadoras en períodos de carestía, la cual produce la baja de los salarios mencionados en las declaraciones testimoniales» (a saber, las efectuadas ante las comisiones investigadoras parlamentarias en 1814-1815), «los mismos son muy meritorios de parte de los individuos y, sin duda, favorecen el acrecentamiento del capital. Pero ninguna persona animada por sentimientos humanitarios puede desear que esos esfuerzos sean constantes y sin término. Despiertan nuestra mayor admiración como alivio temporal, pero si se los ejerciera de manera constante, resultarían de ellos efectos similares a los que ocasionaría el empujar a la población de un país hasta los límites más ínfimos en materia de alimentación.» (Malthus, Inquiry into the Nature and Progress of Rent, Londres, 1815, p. 48, nota.) A Malthus le caben todos los honores por hacer hincapié en la prolongación de la jornada laboral —fenómeno del que se ocupa directamente en otro lugar de su folleto—, mientras que Ricardo y otros, a la vista de los hechos más notorios, basaban todas sus investigaciones en la magnitud constante de dicha jornada. Pero los intereses conservadores a cuyo servicio se hallaba Malthus incondicionalmente, le impedían ver que la desmesurada prolongación de la jornada laboral, junto al extraordinario desarrollo de la maquinaria y la explotación del trabajo femenino e infantil, tenía necesariamente que convertir en «supernumeraria» a gran parte de la clase obrera, en particular tan pronto como cesaran la demanda de guerra y el monopolio inglés sobre el mercado mundial. Era mucho más cómodo, naturalmente, y más conforme a los intereses de las clases dominantes, a las que Malthus idolatraba de manera auténticamente clerical, explicar esa «sobrepoblación» a partir de las leyes eternas de la naturaleza, que hacerlo fundándose n las leyes naturales de la producción capitalista, puramente históricas (26). <<
(26) En la 3.ª y 4.ª ediciones la nota 15 lleva el número 16 y la 16 el número 15 <<
(27) En la 3.ª y 4.ª ediciones, el texto de las dos frases precedentes se sustituyó por el que sigue:
«En Inglaterra, en el período que va de 1799 a 1815, los precios crecientes de los medios de subsistencia provocaron un aumento nominal de salarios, aunque los salarios reales, expresados en medios de subsistencia, bajaron. De esto dedujeron West y Ricardo que la merma en la productividad del trabajo agrícola habría ocasionado una baja en la tasa del plusvalor, y convirtieron esa suposición, válida únicamente en su fantasía, en punto de partida de importantes análisis en torno a la proporción entre las magnitudes del salario, de la ganancia y la renta de la tierra. Gracias a la intensificación del trabajo y a la prolongación forzada del tiempo de trabajo, empero, en ese entonces el plusvalor se había acrecentado, tanto en términos absolutos como relativamente. Fue éste el período en que la prolongación desmesurada de la jornada laboral conquistó su carta de ciudadanía 15, el período que se caracteriza especialmente por el incremento acelerado de capital, en un extremo, y del pauperismo en el otro 16.» <<
15 Nota idéntica a la 16 de la 2.ª edición. <<
16 Nota idéntica a la 15 de la 2.ª edición. <<
(28) En la 4.ª edición, esta frase está precedida por el numeral 2. <<
(29) En la 3.ª y 4.ª ediciones: límite mínimo absoluto”. <<
(30) En la versión francesa: «la generalización del trabajo manual». <<
(31) En la edición francesa de El capital Marx puso esa primera fórmula entre paréntesis porque —según explicó en una nota— «la noción de plustrabajo no se encuentra explícitamente en la economía política burguesa». <<
17 Así, por ejemplo, en la Dritter Brief an v. Kirchmann von Rodbertus. Widerlegung der Ricardo’schen Theorie von der Grundrente und Begründung einer neuen Rententheorie, Berlín, 1851. Volveré más adelante sobre esta obra, que pese a su falsa teoría acerca de la renta de la tierra percibe claramente la esencia de la producción capitalista. {F. E. Agregado a la 3.ª edición. — Puede verse aquí con qué benevolencia juzgaba Marx a sus predecesores cuando advertía en ellos un progreso efectivo, una idea realmente nueva. Entretanto, la publicación de las cartas de Rodbertus a Rudolf Meyer ha restringido hasta cierto punto el reconocimiento que figura más arriba. Se dice allí: «Es menester salvar al capital no sólo del trabajo, sino de sí mismo, y esto en realidad se efectúa de la mejor manera cuando se concibe la actividad del empresario-capitalista como funciones de economía nacional o estatal que le son delegadas por la propiedad del capital, y su ganancia como una forma de sueldo, puesto que no conocemos otra organización social. Pero habría que regular los sueldos, y también reducirlos cuando toman demasiado del salario. De esta suerte es, también, como hay que contrarrestar el ataque lanzado por Marx contra la sociedad —que así llamaría yo a su libro—… En general, el libro de Marx no es tanto una investigación acerca del capital como una polémica contra la forma actual del capital, que él confunde con el concepto mismo de capital; de esta confusión precisamente, derivan sus errores.» (Briefe… von Dr. Rodbertus-Jagetzow, editadas por el doctor Rudolf Meyer, Berlín, 1881, t. I, p. 111, carta 48 de Rodbertus.) — En tales lugares comunes ideológicos vinieron a empantanarse los primeros ímpetus, realmente audaces, de las «cartas sociales» de Rodbertus.} <<
18 En este cálculo, evidentemente, se ha descontado ya la parte del producto destinada sólo a remplazar el capital constante invertido. El señor Léonce de Lavergne, ciego admirador de Inglaterra, tiende a dar una proporción demasiado baja más que una demasiado elevada. <<
19 Puesto que todas las formas desarrolladas del proceso capitalista de producción son formas de la cooperación, nada más fácil, desde luego, que abstraerse de su carácter específicamente antagónico y convertirlas quiméricamente en formas asociativas libres, como en la obra del conde Alexandre de Laborde, De l’esprit de l’association dans tous les intérêts de la communauté, París 1818. El yanqui Henry Carey ejecuta este artilugio con el mismo éxito, llegando a aplicarlo, ocasionalmente, a las relaciones del sistema esclavista. <<
20 Aunque los fisiócratas no lograron penetrar el misterio del plusvalor, para ellos era claro, sin embargo, que aquél era «una riqueza independiente y disponible que él» (el poseedor) «no ha comprado y que vende». (Turgot, Réflexions…, p. 11.) <<
21 «El señor Ricardo es suficientemente ingenioso para eludir una dificultad que amenaza, a primera vista, con poner en aprieto a su teoría: que el valor depende de la cantidad de trabajo empleada en la producción. Si nos adherimos rígidamente a este principio de él se desprende que el valor del trabajo depende de la cantidad de trabajo empleada en producirlo, lo que evidentemente es absurdo. Por eso el señor Ricardo, mediante un diestro viraje, hace que el valor del trabajo dependa de la cantidad de trabajo requerida para producir los salarios; o, para permitirle que se exprese con su propio lenguaje, sostiene que el valor del trabajo debe estimarse por la cantidad de trabajo requerida para producir los salarios, y entiende por esto la cantidad de trabajo requerida para producir el dinero o las mercancías dadas al trabajador. Esto es como decir que el valor del paño se estima, no según la cantidad de trabajo empleada en su producción, sino según la cantidad de trabajo empleada en la producción de la plata que se da a cambio del paño.» ([S. Bailey,] A Critical Dissertation…, pp. 50, 51.) <<
22 «Si denominamos mercancía al trabajo, no es como a una mercancía a la que primero se la produce para intercambiarla, y luego se la lleva al mercado, donde tiene que intercambiarse por otras mercancías conforme a las cantidades respectivas que de cada una existan en el mercado en ese momento; el trabajo se crea en el instante en que se lo lleva al mercado; es más, se lo lleva al mercado antes de crearlo.» (Observations on Some Verbal Disputes…, pp. 75, 76.) <<
23 «Si consideramos el trabajo como una mercancía y el capital, el producto del trabajo, como otra, tendremos que si los valores de esas dos mercancías se regularan por cantidades iguales de trabajo, un monto dado de trabajo se… intercambiaría por la cantidad de capital que ha sido producida por el mismo monto de trabajo; el trabajo pretérito… se… cambiaría por el mismo monto que el trabajo presente… Pero el valor del trabajo, en relación con otras mercancías, no se determina por cantidades iguales de trabajo.» (E. G. Wakefield en su edición de A. Smith, Wealth of Nations, Londres, 1835, vol. I, pp. 230, 231, n.) <<
24 «Hubo que convenir» (una versión más del «contrat social») «en que todas las veces que él cambiara trabajo efectuado por trabajo a efectuar, el último» (el capitalista) «tendría un valor superior al primero» (el trabajador). (Simonde (id est [es decir], Sismondi), De la richesse commerciale, Ginebra, 1803, t. I, p. 37. <<
25 «El trabajo, la medida exclusiva del valor… el creador de toda riqueza, no es una mercancía.» (Th. Hodgskin, Popular Political Economy, p. 186.) <<
26 Declarar, por el contrario, que tales expresiones son meramente licencia poética, muestra tan sólo la impotencia del análisis. Contra la frase de Proudhon: «Del trabajo se dice que es valor, no tanto en cuanto mercancía en sí mismo, sino en vista de los valores que, según se supone, encierra potencialmente. El valor del trabajo es una expresión figurada», etc., he observado por eso: «En el trabajo-mercancía, que es de una terrible realidad, Proudhon no ve más que una elipsis gramatical. Conforme a ello, toda la sociedad actual, fundada sobre el trabajo-mercancía, está fundada desde ahora sobre una licencia poética, sobre una expresión figurada. Si la sociedad quiere “eliminar todos los inconvenientes” que la atormentan, pues bien, que elimine los términos malsonantes, que cambie de lenguaje, para lo cual no tiene más que dirigirse a la academia y solicitarle una nueva edición de su diccionario.» (K. Marx, Misère de la philosophie, pp. 34, 35.) aún más cómodo, naturalmente, es no entender por valor absolutamente nada. Se puede entonces, sin ceremonias, subsumir todo en esa categoría. Así lo hace, por ejemplo, Jean-Baptiste Say. ¿Qué es «valeur» [valor]? Respuesta: «Lo que vale una cosa»; ¿y qué es «prix» [precio]? Respuesta: «El valor de una cosa expresado en dinero». ¿Y por qué «el trabajo de la tierra» tiene «un valor»? «Porque se le fija un precio». Por tanto, valor es lo que vale una cosa, y la tierra tiene un «valor» porque su valor está «expresado en dinero». Es, en todo caso, un método sencillísimo de averiguar el why [porqué] y el wherefore [motivo] de las cosas. <<
(32) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «valor presunto». <<
27 Cfr. Zur Kritik…, p. 40, donde anuncio que el análisis del capital habrá de brindar la solución de este problema: «¿Cómo la producción fundada en el valor de cambio, determinado a su vez meramente por el tiempo de trabajo, arroja el resultado de que el valor de cambio del trabajo es menor que el valor de cambio de su producto?» <<
28 El Morning Star, órgano librecambista londinense ingenuo hasta la necedad, afirmó solemnemente una y otra vez durante la guerra civil norteamericana, con toda la indignación moral de la que el hombre es capaz, que los negros de los «Confederated States» [196] trabajaban completamente de balde. Debió haber tenido la amabilidad de comparar los costos diarios de uno de esos negros con los de un trabajador libre en el East End de Londres, por ejemplo. <<
[196] «Confederate States of America» fue la denominación que adoptaron, en el Congreso de Montgomery (febrero de 1861) los estados que se segregaron de la Unión norteamericana en las fechas que se indican: Carolina del Sur (diciembre de 1860), Mississippi, Florida, Alabama, Georgia, Louisiana (enero de 1861), Tejas (febrero); más tarde se sumaron a ellos Virginia (abril), Tennessee, Carolina del Norte y Arkansas (mayo). Durante la guerra entre el gobierno federal y los confederados, Marx escribió numerosos artículos en defensa del primero. — 657. <<
[196bis] Fórmulas clásicas del derecho romano consignadas en el Digesto (libro XIX, tít. 5, 5), en un texto del jurisconsulto Julio Paulo, que vivió hacia el año 200 a. n. e. (Véase nuestra nota 49.). — 658. <<
29 Adam Smith sólo alude accidentalmente, cuando se refiere a destajo, a la variación de la jornada laboral. <<
30 Damos siempre por supuesto, aquí, el valor del dinero como valor constante. <<
31 El precio del trabajo es la suma pagada por una cantidad dada de trabajo.” (Sir Edward West, Price of Corn and Wages of Labour, Londres, 1826, p. 67.) West es autor de un escrito, publicado anónimamente, que hizo época en la historia de la economía política: Essay on the Application of Capital to Land. By a Fellow of University College of Oxford, Londres, 1815. <<
32 «Los salarios […] dependen del precio del trabajo y de la cantidad de trabajo efectuado… Un aumento de los salarios no implica necesariamente que se eleve el precio del trabajo. Si se acrecienta la ocupación y se intensifica el esfuerzo, los salarios pueden incrementarse considerablemente mientras el precio del trabajo se mantiene incambiado.» (West, Op. cit., pp. 67, 68 y 112.) West, por lo demás, despacha con un par de frases triviales la cuestión fundamental: ¿cómo se determina el «price of labour» [precio del trabajo]? <<
33 Aunque lo expuso de manera confusa, esto lo percibía el representante más fanático de la burguesía industrial en el siglo XVIII, el autor, tantas veces citado por nosotros, del Essay on Trade and Commerce: «Lo que se determina por el precio de los comestibles y otros artículos de primera necesidad es la cantidad de trabajo y no su precio» (por precio entiende el jornal o el salario semanal nominales): «reducid fuertemente el precio de los artículos de primera necesidad y habréis reducido, por supuesto, la cantidad de trabajo en la misma proporción… Los patrones de las manufacturas saben que hay varias maneras de aumentar y disminuir el precio del trabajo, aparte de la que consiste en modificar su monto [197] nominal». (Op. cit., pp. 48 y 61.) En sus Three Lectures on the Rate of Wages, Londres, 1850, en las que Nassau William Senior utiliza la obra de West sin citarla, se afirma: «El obrero […] está interesado principalmente en el monto de los salarios» (p. 15). ¡O sea que el obrero está interesado principalmente en lo que recibe, en el monto nominal del salario, no en lo que entrega, en la cantidad de trabajo! <<
[197] En el original de Senior, según nota de Werke «nominal value» («valor nominal») en vez de «nominal amount» («monto nominal»). En TI 545, «nominal amount». — 663. <<
(33) En el original: «2 o 1½». <<
34 El efecto de esa subocupación anormal es absolutamente distinto del que resulta de una reducción general, impuesta por la ley, de la jornada laboral. La primera no tiene nada que ver con la duración absoluta de la jornada laboral y tanto puede ocurrir cuando ésta es de 15 horas como cuando es de 6. El precio normal del trabajo en el primer caso se calcula sobre la base de que el obrero trabaja promedialmente 15 horas diarias; en el segundo, sobre la base de que lo hace 6 horas por día. El efecto, por consiguiente, sería el mismo si en el primer caso el obrero sólo estuviera ocupado 7½ horas, en el segundo sólo 3. <<
35 «La sobrepaga por el tiempo extra» (en la manufactura de puntillas) «es tan pequeña, […] ½ penique […], etc., por hora, que contrasta penosamente con la amplitud del daño inferido a la salud y a la fuerza vital de los obreros… A menudo, además, les resulta forzoso gastar en alimentación extra el pequeño excedente ganado de esa manera.» (Children’s…, Second Report, p. XVI, n.º 117.) <<
36 Por ejemplo, en la impresión de papel de empapelar antes de la reciente implantación de la ley fabril. «Trabajamos sin pausas para las comidas, de manera que el trabajo diario de 10½ horas finaliza a las 4.30 de la tarde, y todo lo demás es tiempo extra; éste rara vez cesa antes de las 8 de la noche (34), así que en realidad todo el año hacemos horas extras.» (Deposición del señor Smith en Children’s…, First Report, p. 125.) <<
(34) En la 4.ª edición: «6 de la tarde». <<
37 Por ejemplo en las blanquerías escocesas. «En algunas partes de Escocia se explotaba esta industria» (antes que se implantara la ley fabril de 1862) «según el sistema del tiempo extra, esto es, se consideraba que 10 horas eran la jornada laboral normal. Por ellas un hombre percibía 1 chelín y 2 peniques. Pero a esto se agregaba un tiempo extra de 3 o 4 horas, por el que se pagaba a razón de 3 peniques la hora. Consecuencia de este sistema: […] un hombre que sólo trabajara el tiempo normal, no podía ganar más de 8 chelines por semana. […] Sin efectuar horas extras, el salario no les alcanzaba.» (Reports…, 30th April 1863, p. 10.) El «pago extra por las horas extraordinarias es una tentación a la que los obreros no se pueden resistir». («Report…, 30th April 1848», p. 5.) Los talleres de encuadernación en la City londinense emplean muchísimas chicas de 14 o 15 años, y bajo contratos de aprendizaje que preceptúan determinado horario de trabajo. Ello no obstante, en la última semana de cada mes trabajan hasta las 10, las 11, las 12 de la noche o la 1 de la madrugada, junto con los obreros de más edad, en una compañía nada selecta «Los patrones las tientan (tempt) con una sobrepaga y dinero para una buena cena», que ellas consumen en las tabernas vecinas. La gran depravación producida así entre estas «young immortals» [jóvenes inmortales] (Children’s…, Fifth Report, p. 44, n.º 191), encuentra su compensación en el hecho de que encuadernan también, entre otros libros, muchas biblias y obras edificantes. <<
38 Véanse los Reports…, 30th April 1863, p. 10. Demostrando poseer, con sus certeros juicios acerca del estado de cosas, un agudo sentido crítico, los obreros londinenses de la construcción declararon durante la gran strike [huelga] y el lock-out [cierre de obras] de 1860, que sólo aceptarían el salario por hora bajo estas dos condiciones: 1) que además del precio de la hora de trabajo se fijara una jornada laboral normal de 9 horas, o en su caso de 10, y que el precio por hora de la jornada de 10 horas fuera mayor que el precio por hora de la jornada de 9; 2) que cada hora que excediese de la jornada normal se pagara como tiempo extra, a un precio proporcionalmente mayor. <<
39 «Es cosa muy notable, también, que allí donde por regla general es largo el horario de trabajo, los salarios son bajos.» (Reports…, 31st October 1863, p. 9.) «El trabajo que devenga un salario de hambre, es, por lo general, excesivamente prolongado.» (Public Health, Sixth Report, 1863, p. 15.) <<
40 Reports…, 30th April 1860, pp. 31, 32. <<
41 En Inglaterra, los obreros que hacen clavos a mano, por ejemplo, debido al bajo precio del trabajo tienen que laborar 15 horas diarias para obtener un misérrimo salario semanal. «Son muchas y largas las horas de la jornada, y durante todo el tiempo tiene que trabajar duramente para ganar 11 peniques o 1 chelín, y de esa suma hay que descontar de 2½ a 3 peniques por desgaste de las herramientas, calefacción, desperdicio de hierro.» (Children’s…, Third Report, p. 136, n.º 671.) Con el mismo horario de trabajo, las mujeres apenas obtienen un salario de 5 chelines. (Ibídem, p. 137, n.º 674.) <<
42 Si un obrero fabril se negara, por ejemplo, a trabajar el extenso horario tradicional, «muy rápidamente sería remplazado por algún otro, dispuesto a trabajar cualquier cantidad de tiempo, con lo cual quedaría desocupado». (Reports…, 31st October 1848, «Declaraciones», p. 39, n.º 58.) «Si […] un hombre ejecuta el trabajo de dos… la tasa de ganancia se elevará, generalmente… a consecuencia de que el aflujo adicional de trabajo habrá reducido el precio de éste.» (Senior, «Three Lectures…», p. 15.) <<
43 Children’s…, Third Report, «Declaraciones», p. 66. n.º 22. <<
44 Reports… Relative to the Grievances Complained of by the Journeymen Bakers, Londres, 1862, p. LII, e Ibídem, «Declaraciones» n.º 479, 359, 27. Con todo, también los fullpriced, como hemos mencionado antes y su propio portavoz Bennet lo reconoce, hacen que su gente «comience el trabajo a las 11 de la noche o antes y a menudo lo prolongan […] hasta las 7 de la tarde siguiente». (Ibídem, p. 22.) <<
45 «El sistema del pago a destajo caracteriza una época en la historia del trabajador; está en mitad de camino entre la situación del simple jornalero, que depende de la voluntad del capitalista, y el artesano cooperativo, que promete, en un futuro no lejano, combinar en su propia persona al artesano y al capitalista. Los obreros a destajo en realidad son sus propios patrones, aun cuando trabajen con el capital del empresario.» (John Watts, Trade Societies and Strikes, Machinery and Cooperative Societies, Manchester, 1865, pp. 52, 53.) Cito esta obrita porque es un verdadero albañal de todos los lugares comunes apologéticos, corrompidos desde hace tiempo. Este mismo señor Watts militó antaño en el owenismo y publicó en 1842 otro opúsculo, Facts and Fictions of Political Economy, en el que declaró, entre otras cosas, que la property [propiedad] era un robbery [robo]. Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo los puentes. <<
46 T. J. Dunning, Trades’ Union and Strikes, Londres, 1860, página 22. <<
47 Obsérvese cómo la coexistencia de estas dos formas del salario favorece las fullerías de los patrones: «Una fábrica emplea 400 personas, la mitad de las cuales trabaja a destajo y tiene un interés directo en trabajar más horas. A las otras 200 se les paga por día, trabajan tanto tiempo como las primeras y no perciben más remuneración por las horas extraordinarias… El trabajo de estos 200 hombres durante media hora diaria equivale al de un hombre que trabajara 50 horas, o a 5/6 del trabajo semanal de una persona [198], y representa una ganancia positiva para el patrón». (Reports… 31st October 1860, p. 9.) «El trabajo fuera de hora está aún sumamente difundido, y en la mayor parte de los casos con esa seguridad que, contra su descubrimiento y castigo, le brinda la propia ley. En muchos informes anteriores he… expuesto… la injusticia que se comete contra todos los obreros que en vez de cobrar a destajo perciben salarios semanales.» (Leonard Horner en Reports… 30th April 1859, pp. 8, 9.) <<
[198] Así en la segunda edición (Marx cita en inglés el texto de este Report) y también en la traducción alemana dada por Werke en TI 552, etc. No sabemos si el error figura también en el original del Report. El trabajo de esos 200 hombres durante media hora diaria no equivale, obviamente, al de un hombre que trabajara 50 horas, o a 5/6 del trabajo semanal de una persona (siendo una semana laboral igual a 60 horas), sino al de un hombre que trabajara 100 horas o a 10/6 del trabajo semanal de una persona. — 672. <<
48 «El salario puede medirse de dos maneras: o por la duración del trabajo, o por su producto.» (Abrégé élémentaire des principes de l’économie politique, París, 1796, p. 32.) Autor de esta obra anónima es Germain Garnier. <<
49 «El hilandero recibe cierto peso de algodón preparado, a cambio del cual debe devolver, en un espacio de tiempo dado, una cantidad establecida de hilo o de algodón hilado. Si el producto es de calidad defectuosa, la falta recae sobre el hilandero; si no alcanza la cantidad mínima fijada para un tiempo determinado, se lo despide, remplazándoselo por un obrero más diestro.» (Ure, Philosophie des manufactures, París, 1836, t. II, p. 61.) (35). <<
(35) En la 4.ª edición se cita, en vez de la francesa, la versión inglesa, original, de la obra de Ure. El texto de la nota pasa a ser el siguiente: «Se le entrega» (al hilandero) «determinado peso de […] algodón, y dentro de cierto lapso aquél tiene que entregar, en lugar de ese algodón, determinado peso de hilo torzal o hilado de cierto grado de finura, y se le paga a razón de tanto por cada libra de todo lo que devuelve de esa manera. Si su trabajo es de calidad defectuosa, se le impone una multa; si su cantidad está por debajo del mínimo establecido para un período dado, se lo despide y se busca un obrero más capaz.» (Ure, Philosophy of Manufactures, pp. 316, 317.) <<
50 «Cuando el producto pasa por las manos de muchas personas, cada una de las cuales obtiene una parte de la ganancia, pero sólo la última efectúa el trabajo, la paga que obtiene la obrera es misérrima.» (Children’s… Second Report, p. LXX, n.º 424.) <<
51 Aun un apologista como Watts observa a este respecto: «Constituiría una gran mejora en el sistema del pago a destajo que todos los hombres empleados en una tarea fueran socios en el contrato, cada uno según sus capacidades, en vez de que un hombre esté interesado en que sus compañeros trabajen excesivamente, en beneficio de él» (Op. cit., p. 53.) Acerca de las infamias de este sistema, véase Children’s… Third Report, p. 66, n.º 22; p. 11, n.º 124; p. XI, n.º 13, 53, 59, etcétera. <<
51bis Frecuentemente se fomenta de manera artificiosa este resultado natural. En el engineering trade [ramo de la construcción de máquinas] de Londres, por ejemplo, tiene vigencia, como truco tradicional, «que el capitalista elija a un hombre de fuerza física y rapidez superiores para jefe de una cuadrilla de obreros. Trimestralmente, o en otros plazos, le paga un salario adicional a condición de que haga todo lo posible por acicatear a sus colaboradores, que sólo perciben el salario corriente, estimulándolos a trabajar como él… Sin más comentarios, esto explica la queja de los capitalistas acerca de “las trabas puestas por las trades-unions a la actividad o a la destreza y a la fuerza de trabajo superiores (stinting the action, superior skill and working power)”». (Dunning, Trades’ Unions…, pp. 22, 23.) Como el propio autor es obrero y secretario de una trades’ union, podría tomarse esto por una exageración. Pero véase, por ejemplo, la «highly respectable» [respetabilísima] enciclopedia agronómica de John Chalmers Morton, artículo «labourer» [trabajador], donde se recomienda este método, como muy eficaz, a los arrendatarios. <<
52 «Todos los que cobran a destajo… se benefician con la transgresión de los límites legales de la jornada laboral. Esta observación referente a la inclinación a trabajar horas extraordinarias, se aplica especialmente a las mujeres empleadas como tejedoras o devanadoras.» (Reports… 30th April 1858, p. 9.) «Este sistema del destajo, tan ventajoso para el capitalista… tiende directamente a estimular al joven alfarero para que efectúe más trabajo extra durante los 4 o 5 años en que se le paga a destajo, pero a una tarifa reducida […]. Es ésta […] una de las grandes causas a las que se debe atribuir la degeneración física de los alfareros.» (Children’s… First Report, p. XIII.) <<
53 «Allí donde el trabajo, en una industria cualquiera, se paga a destajo, a tanto la pieza…, los salarios pueden diferir muy considerablemente por su monto… Pero en el trabajo por día existe generalmente una tarifa uniforme… reconocida por el patrón y el obrero como salario estándar para el grueso de los obreros en el ramo.» (Dunning, Trades’ Unions…, p. 17.) <<
54 «El trabajo de los oficiales artesanos se paga por día o por pieza (à la journée ou à la pièce)… Los maestros artesanos saben aproximadamente cuánto trabajo pueden hacer por día los trabajadores en cada métier [oficio] y a menudo les pagan en proporción al trabajo que efectúan; esos oficiales, pues, trabajan lo más que pueden, en su propio interés y sin que haya que vigilarlos» (Cantillon, Essai sur la nature du commerce en général, Amsterdam, ed. 1756, pp. 185 y 202. La primera edición apareció en 1755.) Cantillon, en quien se han inspirado grandemente Quesnay, sir James Steuart y Adam Smith, presenta ya aquí el pago a destajo pues, como forma meramente modificada del salario por tiempo. La edición francesa de Cantillon se anuncia en el título como traducción de la inglesa, pero ésta, The Analysis of Trade, Commerce… by Philip Cantillon, late of the City of London, Merchant, no sólo es de fecha más tardía (1759), sino que por su contenido muestra ser una refundición posterior. Así, por ejemplo en la edición francesa no se menciona aún a Hume, mientras que en la inglesa, a la inversa, Petty ya casi no figura. La edición inglesa es más irrelevante desde el punto de vista teórico, pero contiene todo tipo de datos específicos acerca del comercio inglés, el tráfico de metales preciosos, etc., que no se encuentran en el texto francés. Las palabras en el título de la edición inglesa, según las cuales la obra ha sido «taken Chiefly from the Manuscript of a Very Ingenious Gentleman Deceased, and Adapted etc.» [tomada del manuscrito de un ingeniosísimo caballero fallecido, y adaptada, etc.”], parecen ser algo más, por consiguiente, que una simple ficción, por otra parte muy común en ese entonces [199]. <<
[199] La conjetura de Marx era correcta. Como señalan los editores de Werke el autor del Essai sur la nature du commerce en général es Richard Cantillon; un pariente suyo, Philip Cantillon, reelaboró la versión inglesa. — 678. <<
55 «¿Cuántas veces hemos visto que en ciertos talleres se tomaban muchos más obreros de los que requería para efectuar el trabajo? A menudo se contratan obreros a la espera de un trabajo aleatorio, y a veces incluso imaginario; como se les para a destajo, se supone que no se arriesga nada, ya que todas las pérdidas de tiempo corren por cuenta de los obreros no ocupados». (H. Gregori, Les typographes devant le tribunal correctionnel de Bruxelles, Bruselas, 1865, p. 9). <<
[200] Guerra antijacobina. — En la versión francesa (TFA 493) Marx atribuye la autoría de esa expresión al escritor y líder radical y obrerista William Cobbett (1762-1835): «antijacobin war, tal es el nombre dado por William Cobbett a la guerra contra la Revolución Francesa». — 678; 745; 842; 939. <<
56 Remarks on the Commercial Policy of Great Britain, Londres, 1815, p. 48. <<
57 A Defence of fhe Landowners and Farmers of Great Britain, Londres, 1814, pp. 4, 5. <<
58 Malthus, Inquiry into the Nature…, Londres, 1815, [p. 49, nota]. <<
59 «Los obreros que cobran a destajo […] constituyen probablemente 4/5 de todos los obreros fabriles.» (Reports… 30th April 1858, p. 9.) <<
(36) En la 4.ª edición no figura «o 3 farthings». <<
60 «Se establece exactamente cuál es la fuerza productiva de su máquina de hilar» (la del hilandero) «y se disminuye la retribución del trabajo a medida que aumenta la fuerza productiva… sin que esta disminución, sin embargo, sea proporcional al aumento de la fuerza.» (Ure, Philosophie…, p. 61.) El propio Ure suprime este último giro apologético. Cuando se ensancha la mule jenny, por ejemplo, «del ensanchamiento se deriva cierto aumento de trabajo» (Ibídem, t. II, p. 34). El trabajo, por tanto, no decrece en la misma medida en que crece su productividad. Por añadidura: «Este aumento hará que la fuerza productiva aumente en un quinto. En este caso se rebajará el precio del hilandero, pero como no se lo reducirá en un quinto, el perfeccionamiento aumentará su ganancia en el mismo número de horas dado»; sin embargo, «debe introducirse cierta modificación… El hilandero, en efecto, tiene que descontar de los 6 peniques ciertos gastos adicionales, ya que debe aumentar el número de sus auxiliares no adultos», y además se produce un «desplazamiento de cierta parte de los adultos» (Ibídem, pp. 66, 67), lo cual no constituye, ni mucho menos, una tendencia al aumento del salario f. <<
(37) En la 4.ª edición se cita, en vez de la francesa, la versión inglesa, original, de la obra de Ure. El texto de la nota es el siguiente: «“La fuerza productiva de su máquina hiladora se mide exactamente, y la tarifa del trabajo hecho con ella disminuye a medida que aumenta la fuerza productiva, aunque no de la misma manera.” (Ure, Philosophy…, p. 317.) El propio Ure suprime este último giro apologético. Admite que si se ensancha la mule, por ejemplo, ese ensanchamiento obliga a cierto trabajo adicional. El trabajo, por tanto, no decrece en la misma medida en que crece su productividad. Por añadidura: “Gracias a ese ensanchamiento, la fuerza productiva de la máquina aumentará en 1/5. Cuando esto ocurra, al hilandero no se le pagará la misma tarifa que antes por su trabajo, pero como dicha tarifa no disminuirá en la proporción de 1/5, la mejora acrecentará sus ingresos dinerarios correspondientes a cualquier número dado de horas de trabajo”. Sin embargo, no obstante…: “Hemos de modificar en algo la afirmación precedente… El hilandero tiene que pagar cierta parte de sus 6 peniques adicionales, en concepto de ayuda juvenil adicional… produciéndose además el desplazamiento de cierta cantidad de adultos” (Ibídem, pp. 320, 321), lo cual no constituye, ni mucho menos, una tendencia al aumento del salario». <<
61 H. Fawcett, The Economic Position of the British Labourer, Cambridge y Londres, 1865, p. 178. <<
(38) En la 3.ª y 4.ª ediciones: «decisión». <<
62 El 26 de octubre de 1861 pudo verse en el «Standard» londinense una información acerca de un proceso de la firma «John Bright & Co.», ante los jueces de Rochdale, «para perseguir por intimidación a los representantes del sindicato que agrupa a los tejedores de alfombras. Los socios de Bright habían instalado nuevas máquinas que debían producir 240 yardas de alfombras en el mismo tiempo y con el mismo trabajo (!) requeridos anteriormente para producir 160 yardas. Los obreros no tenían derecho alguno a participar en las ganancias que sus patrones habían obtenido mediante la inversión de capital en perfeccionamientos mecánicos. Conforme a ello, los señores Bright propusieron rebajar la tarifa salarial de 1½ penique por yarda a 1 penique, con lo cual lo obreros seguirían ganando exactamente lo mismo que antes por el mismo trabajo. Pero se trataba de una reducción nominal acerca de la cual, según se asegura, no se había advertido a los obreros claramente y de antemano». <<
(39) En la 4.ª edición: «trabajador». <<
63 «¡En su afán de mantener el nivel del salario, los sindicatos procuran participar en los beneficios que derivan de la maquinaria perfeccionada!» (Quelle horreur [¡Qué horror!]) «… Exigen salarios más elevados porque se ha abreviado el trabajo… En otras palabras, pugnan por imponer un gravamen sobre los perfeccionamientos industriales.» (On Combination of Trades, nueva edición, Londres, 1834, p. 42.) <<
64 «No es exacto decir que los salarios» (aquí se trata de su precio) «hayan aumentado porque con ellos se pueda comprar una cantidad mayor de un artículo más barato» (David Buchanan en su edición de Adam Smith, Wealth of Nations, 1814, vol. I, p. 417, nota.) <<
(40) En la 3.ª y 4.ª ediciones, en lugar del pasaje que va desde aquí hasta la llamada 66 y del primer párrafo de la nota del mismo número, figura el siguiente texto: «En todos los países prevalece cierta intensidad media del trabajo, por debajo de la cual éste, en la producción de una mercancía, consume más tiempo que el socialmente necesario y no cuenta, por ende, como trabajo de calidad normal. Sólo un grado de intensidad que se eleva por encima de la media nacional modifica, en un país dado, la medida del valor por la mera duración del tiempo de trabajo. No ocurre lo mismo en el mercado mundial, cuyas partes integrantes son los diversos países. La intensidad media del trabajo varía de país a país: aquí es mayor, allá menor. Estas medias nacionales, pues, conforman una escala cuya unidad de medida es la unidad media del trabajo universal. En comparación, por tanto, con el trabajo nacional menos intenso, el más intenso produce más valor en el mismo tiempo, valor que se expresa en más dinero.
»Pero la ley del valor, en su aplicación internacional, se ve más modificada aun por el hecho de que en el mercado mundial el trabajo nacional más productivo cuenta asimismo como trabajo más intenso, siempre y cuando la nación más productiva no se vea forzada por la competencia a reducir a su valor el precio de venta de su mercancía.
»En la misma medida en que se va desarrollando en un país la producción capitalista, también se elevan en él, por encima del nivel internacional, la intensidad y productividad nacionales del trabajo64bis. Las diversas cantidades de mercancías del mismo tipo, producidas en países diferentes en el mismo tiempo de trabajo, tienen por consiguiente valores internacionales desiguales, que se expresan en precios diferentes, o sea en sumas de dinero que difieren según los valores internacionales. El valor relativo del dinero, pues, será menor en la nación con un modo capitalista de producción más desarrollado que en aquella donde éste se haya desarrollado menos. Se deduce de ello, pes, que el salario nominal, el equivalente de la fuerza de trabajo expresado en dinero, será asimismo más alto en la primera nación que en la segunda, con lo cual no afirmamos, en modo alguno, que esto se aplique también al salario real, es decir, a los medios de subsistencia puestos a disposición del obrero.
»Pero aun prescindiendo de esa diversidad relativa del valor dinerario en los diferentes países, encontraremos a menudo que el jornal, el salario semanal, etc., es más alto en la primera nación que en la segunda, mientras que el precio relativo del trabajo, esto es, el precio del trabajo en proporción tanto al plusvalor como al valor del producto, en la segunda nación es más alto que en la primera 65.
»J. W. Cowell, miembro de la comisión fabril de 1833, luego de una concienzuda investigación sobre las hilanderías, llegó a la conclusión de que “en Inglaterra, para el fabricante, los salarios son virtualmente inferiores a los del continente, aunque para el obrero tal vez sean más altos que en el continente”. (Ure, p. 314.)» <<
64bis En otro lugar hemos de investigar qué circunstancias, en lo referente a la productividad, pueden modificar esta ley en ciertos ramos de la producción <<
65 [Nota idéntica a la 65 de la 2.ª edición]. <<
65 Polemizando contra Adam Smith, observa James Anderson: «Cabe indicar, asimismo, que aunque el precio aparente del trabajo usualmente es más bajo en los países pobres —en los cuales los productos del suelo y los cereales en general son baratos—, de hecho y en la mayor parte de los casos es realmente más alto que en otros países. No es, en efecto, el salario que se le da por día al trabajador lo que constituye el precio real del trabajo aunque sea su precio aparente. El precio real es lo que al patrón le cuesta efectivamente cierta cantidad de trabajo ejecutado, y, desde este punto de vista, en casi todos los casos el trabajo es más barato en los países ricos que en los pobres, aunque el precio del trigo y de otros medios de subsistencia usualmente sea mucho más bajo en los últimos que en los primeros… Calculado por días, el trabajo es mucho más barato en Escocia que en Inglaterra… La tarifa de destajo por lo general es más baja en Inglaterra». (James Anderson, Observations on the Means of Exciting a Spirit of National Industry…, Edimburgo, 1777, pp. 350, 351.) —Agregado a la 2.ª edición—. A la inversa, la baratura del salario produce a su vez el encarecimiento del trabajo. «El trabajo es más caro en Irlanda que en Inglaterra… porque los salarios son mucho más bajos.» (N.º 2079 en Royal Commission on Railways, Minutes, 1867.) <<
66 «El señor Cowell, quien ha hecho un estudio muy concienzudo de las hilanderías, procura demostrar en un informe suplementario (Supplement to the Report of Manufactures) que los salarios en Inglaterra son virtualmente inferiores para el capitalista, aunque para el obrero tal vez sean más altos que en el continente europeo.» (Ure, Op. cit., t. II, p. 58.) — El inspector fabril inglés Alexander Redgrave demuestra en el informe fabril del 31 de octubre de 1866, mediante una estadística comparada con los estados continentales, que a pesar del salario más bajo y de la jornada laboral mucho más prolongada, el trabajo, en proporción al producto, es más caro en el continente que en Inglaterra. Un director (manager) inglés de una fábrica de algodón en Oldenburg declara que allí el horario de trabajo se extiende de las 5.30 de la mañana hasta las 8 de la noche, sábados incluidos, y que los obreros locales, cuando trabajan bajo capataces ingleses, no suministran durante ese tiempo tanto producto como los obreros ingleses en 10 horas; bajo capataces alemanes su rendimiento es mucho menor aún. El salario es muy inferior al inglés, en muchos casos es apenas del 50%, pero el número de operarios en proporción a la maquinaria es mucho más alto, alcanzando en algunos departamentos a la proporción de 5:3. El señor Redgrave proporcionan información muy detallada y precisa acerca de las fábricas algodoneras rusas. Los datos se los facilitó un manager inglés, hasta hace poco ocupado en el país. En esa tierra rusa, tan fecunda en todo tipo de infamias, también florecen esplendorosamente los viejos horrores que caracterizaron la infancia de las factories [fábricas] inglesas. Los directores, naturalmente, son ingleses, ya que el capitalista ruso nativo no sirve para el negocio fabril. A pesar de todo el exceso de trabajo, de la continuidad del trabajo diurno y nocturno y de la paga misérrima que obtienen los obreros, los productos fabriles rusos sólo logran vegetar gracias a la prohibición de los artículos extranjeros. Reproduzco, finalmente, un cuadro sinóptico del señor Redgrave acerca del número medio de husos por fábrica y por hilandero en diversos países de Europa. El propio señor Redgrave observa que compiló esos guarismos hace ya algunos años, y que desde entonces han aumentado en Inglaterra el tamaño de las fábricas y el número de husos por obrero. Pero supone que en los países continentales mencionados se ha verificado, proporcionalmente, un progreso de igual amplitud, por lo cual los datos numéricos conservarían su valor comparativo.
Número medio de husos por fábrica | ||
Inglaterra, | número medio de husos por fábrica | 12.600 |
Suiza | 8.000 | |
Austria | 7.000 | |
Sajonia | 4.500 | |
Bélgica | 4.000 | |
Francia | 1.500 | |
Prusia | 1.500 |
Número medio de husos por persona | |||
Francia | una persona por cada | 14 | husos |
Rusia | 28 | " | |
Prusia | 37 | " | |
Baviera | 46 | " | |
Austria | 49 | " | |
Bélgica | 50 | " | |
Sajonia | 50 | " | |
Estados alemanes menores | 55 | " | |
Suiza | 55 | " | |
Gran Bretaña | 74 | " |
«Esta comparación», afirma el señor Redgrave, «es todavía más desfavorable para Gran Bretaña, entre otras razones, porque allí existe un gran número de fábricas en las cuales la tejeduría mecánica está combinada con la hilandería; en el cálculo, sin embargo, no se descuentan las personas que manejan telares. Las fábricas extranjeras, en cambio, son en su mayor parte simples hilanderías. Si pudiéramos comparar cosas iguales podría mencionar muchas hilanderías algodoneras de mi distrito en las que mules con 2.200 husos están a cargo de un solo hombre (minder) y de dos mujeres que lo ayudan; en esas mules se fabrican por día 220 libras [100 kg, aproximadamente] de hilado con un largo de 400 millas» (inglesas) [644 km, aproximadamente]. (Reports… 31st October 1866, pp. 31-37 y pássim.) (41) <<
(41) En la 3.ª y 4.ª ediciones esta nota figura dentro del texto. Se incluye a continuación este párrafo: «En Europa Oriental y Asia, como es sabido, diversas compañías inglesas han emprendido la construcción de ferrocarriles y emplean en la misma, junto a obreros locales, cierto número de trabajadores ingleses. Obligadas así por la necesidad práctica a tomar en cuenta las diferencias nacionales en cuanto a la intensidad del trabajo, este hecho no las ha perjudicado en nada. Su experiencia enseña que si bien el nivel de los salarios corresponde en mayor o menor medida a la intensidad media del trabajo, el precio relativo de éste (en proporción al producto) varía por lo general en sentido contrario». <<
67 (42) Essay on the Rate of Wages: with an Examination of the Causes of the Differences in the Conditions of the Labouring Population throughout the World, Filadelfia, 1835. <<
(42) En la 4.ª edición ésta es la nota 66. <<
68 (43) En el libro cuarto expondré más de cerca la superficialidad e insipidez de su ciencia. <<
(43) Nota suprimida en la 4.ª edición. <<