Aunque he viajado por todo el mundo conocido, hay un reino que no he visitado nunca, que nunca he podido visitar. Pocos forasteros civilizados han llegado a atravesar las temidas fronteras de la antigua Estigia y han vivido para contarlo. Aquellos que lo han logrado, sólo hablan de ello en susurros, si es que llegan a mencionarlo.
De todos los reinos del continente turiano es el que está envuelto en mayor medida en el misterio y la leyenda. Lo único seguro es que una vez fue muy poderoso, que mantenía bajo su dominio a gran parte del mundo, y que este poder se desvaneció, no a causa de la guerra ni de la conquista, sino de algún desastre o corrupción internos. Este reino, otrora extenso y fértil, ahora no es más que una polvorienta sombra de su antigua gloria.
Algunos dicen que un gran mal fue desatado aquí, liberado de las suntuosas profundidades, invocado del oscuro éter o, simplemente, que lo sacaron de una urna prohibida. Otros afirman que en este lugar se produjo una guerra entre dioses, en la que los hombres escogieron bandos, y todos perdieron al final. Algunos aseguran que todo el mal del mundo (y yo he encontrado mucho) se originó en el interior de sus desiertos inexplorados. Dicen que envenenó para siempre las tierras del sur con su magia negra, que convirtió sus bosques en desiertos y que liberó innumerables demonios y monstruos que acosarán a la humanidad hasta el fin de los tiempos.
En cuanto a mí, no puedo afirmarlo. Pues, ¿cómo encontrar la verdad en una tierra forjada del mal y las mentiras?
Sin embargo, esto es lo que creo: El reino de Estigia no puede ser, como muchos aseguran, una tierra totalmente malvada, pues un lugar así se consumiría a sí mismo en sólo una noche. Para que este reino, esta ascua negra, haya ardido durante tanto tiempo, también debe de haber bondad allí, evitando que el mal alcance su conflagración final.
Debe contar con amor, valor, honor, lealtad y con todas las nobles inclinaciones del corazón.
Y yo me pregunto si, a pesar de ello, no estaríamos mejor si no fuera así, y el inmundo lugar simplemente ardiera antes de que pueda producir más mal que contamine los asuntos de los hombres.
SEXTO PERGAMINO DE VAGOBIS, EL VIAJERO