La España del siglo XVII

Los comienzos del siglo XVII abren una de las épocas más controvertidas del pasado español, hasta el punto de ser considerada por la historiografía como el período de la decadencia. El fracaso de la monarquía de Felipe III pone fin a la grandeza del Imperio acuñado por los monarcas del siglo anterior. Las Indias siguen estando muy presentes en la realidad cotidiana de la sociedad hispana, pero las riquezas americanas, lejos de permitir el desahogo, agravaron la situación.

España había monopolizado la economía del Nuevo Mundo, en una estructura imperial típica, apoderándose de las materias primas y abasteciéndolo de manufacturas, mediante la explotación de los naturales, los indios. Entonces, muchas de las riquezas se agotan y todo parece ir a la deriva. Franceses y holandeses se aprovechan de los últimos metales preciosos que llegan a los puertos de la península. La corrupción y el caos reinan en la administración. Las ciudades están atestadas de pícaros y gentes de mal vivir. El desorden y la apatía crecen.

El siglo XVII es un siglo de contrastes desmesurados. Por un lado, se observa cómo las personas que viven atentas a la vida pública en Madrid, Sevilla u otras ciudades, dan cuenta, estremecidas, de toda clase de calamidades, miserias, crímenes, fracasos. Por otra parte, si bien en lo militar, político y económico la decadencia es palpable, no sucede lo mismo con la literatura y el arte. El siglo XVII y el final del siglo XVII constituyen el momento literario y artístico más álgido del sentido creativo español, su etapa estelar. De ahí que se le denomine el Siglo de Oro de las artes y las letras. Entre 1590 y 1640 escribieron sus obras magistrales Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo y Calderón de la Barca.